La comida de Feliciano

Por: | 16 de marzo de 2012

Uno de los compañeros más extraordinarios que he tenido en estos cincuenta años de oficio, que se cumplen, ay, este año, fue Feliciano Fidalgo, que desarrolló sus últimos decenios de trabajo en EL PAÍS, primero como corresponsal en Francia y luego recorriendo España como si quisiera abrazarla. Llamaba desde los sitios más bellos o desde los lugares más inhóspitos, bajo la nieve más inclemente o bajo el sol menos piadoso, y siempre estaba feliz.

Era un hombre feliz con el oficio. Su ventura era estar con otros, preguntar; hizo de la pregunta (veloz, surrealista) su caballo de batalla profesional al regresar a España, cumplida su misión en París. Cuando dejó París se fue con su estilo: no organizó su despedida (él no sabía organizarse), sino que organizó la bienvenida de su sustituta, que era Soledad Gallego-Díaz. Cerró un restaurante, la Tour d´Argent, me parece, invitó a todo aquel que pudiera serle de utilidad a Sol en la tarea de la corresponsalía parisina, y luego se vino a España, a caminar, como un Quijote enhiesto y a veces derribado.

Una vez me llamó desde Osorno, en el centro mismo de la canícula, otra vez me llamaba para decirme cómo de bien sabía un gin tonic al borde de una piscina en Tordesillas. Y, ya asentado en Madrid, dejaba cualquier cosa por auxiliarte o por procurar la felicidad que se hurta tanto en los entresijos del oficio.

Tuvo amigos (y discípulos) muy jóvenes para los que su figura es inolvidable, pero él mismo, su figura, su ejemplo profesional, se ha ido diluyendo porque el tiempo no perdona sobre todo a los que ya no están. Me acuerdo de él cada día, porque era un personaje cuya melancolía le sirvió, siempre, para hacer más humano el ejercicio del trabajo que cumplió como un forzado, en la tempestad y en la alegría, sin otra queja que la habitual en gente como él: los días eran más chicos que su ambición de poblarlos.

Ahora lo he recordado con mucha intensidad, como si lo estuviera viendo. Y lo he recordado por lo que comía (o no comía). Feliciano y los restaurantes eran una relación constante; a los restaurantes iba (con mucha frecuencia) a encontrarse con otros; pedía, y degustaba, los mejores vinos, era hombre de champán y de rosas, hacía regalos estrafalarios, pero prefería las flores, y veía a los grandes como si él no lo fuera, pero sobre todo era con la humildad con la que departía más a gusto.

Aún así conoció a famosos, los trató (muy bien), pero no ignoraba lo que aprendió de chico: que los que son de Tremor, como él, nacidos entre peñascos, saben más que los que creen vivir siempre en Oxford aunque nunca pisaran en Inglaterra...

Así que con esos personajes comía suflés y olía jacarandas, pero él era otro, el que se quedaba solo con sus apuntes atropellados, perdidos en los bolsillos de sus chaquetas desgastadas, pedía un bocadillo de salchichón o de cecina de su pueblo, se abría una botella de vino como el Carvalho de Vázquez Montalbán, y se dedicaba a escribir crónicas como si con ellas fuera a parar el mundo.

En esa soledad Feliciano no comía, o comía apenas, su alimento era el periodismo, la fortuna de poderlo practicar, su alegría de sentir que, haciéndolo, no sentía ni que tenía hambre ni frío ni calor ni nada, era un periodista a cualquier hora, y nunca en la vida se le hubiera ocurrido ser otra cosa.

Su sucesora en París, Sol Gallego, habló ayer del oficio ante los chicos que quieren ser periodistas, y que para ello se han inscrito en la Escuela de Periodismo de EL PAÍS. Estoy seguro de que ella entenderá muy bien que, cuando acabó su manifiesto a favor de este trabajo imperecedero que no morirá si no se suicidan los que lo ejercen, yo me acordara de Feliciano comiendo solo en un rincón desorganizado de la casa en la que él fue tan solitario.

Hay 8 Comentarios

Juan,para cuando una edición de los artículos de Feliciano Fidalgo? Cuantas cosas hermosas que hay todavia por recuperar.Hechamos en falta a los maestros.Un fuerte abrazo desde la ciudad más dulce del mundo: Xixona.

Juan, yo me acorde de Fidalgo ayer, escuchando Anabel Diaz a las 12 de la noche en el canal 70 de Televisión Española, hablando de la actualidad politica, de lo que votamos los españoles, eligiendo al PP, sin conocer su programa, y a la mañana siguiente, sobre las 8 h de la mañana, hablando de lo mismo pero con otro vestido.
No se si el periodismo es una profesión maldita o se quema sola.
Donde queda la vida familiar, el tiempo para el pensamiento de lo que esta sucediendo, para poder despues trasmitirlo.
Vivimos en una costante carrera, no se sabe hacia donde.
Salud y Resitir.
PD-No olvidar a Garzón.

Maestro Cruz
Somos pocos y pario la abuela, este blog tiene más de seis años y en todo este tiempo ha escrito comentarios ininterrumpidamente Antonio Corbalán y después un servidor y a continuación un trol que siempre insulta a Juan Cruz, Corbalán y a mí, últimamente al haber pocas entradas y ser más visible sus tarugadas se las borran ante lo cual , la criatura no sabe como fastidiar y se le ha ocurrido clonar nombres y decir cosas como las que siguen


“Un saludo a Paco el taxista. Tu taxi funciona vien? Ya haz quitado las fotos de Chacó desnuda y haz puesto las de Rubalcara?
Me voy a comer unas berduras con pan y aceite.
PD. No olvidar que existe Garzón, y qe ahora hay que buscarle un trabajo con un buen sueldo (minimo 10000 euros al mes).
Publicado por: Antonio Corbalón | 15/03/2012 14:22:35 “


Lo normal es que lo borren y se acabó el problema, pero la criatura automáticamente vuelve y suelta su detritus y sigue hasta el infinito para ver si puede seguir con sus burradas que es su misión. Está claro que es un desgraciado, fascista y que es un autentico cobarde, nunca deja su nombre, es una muestra de lo que comentaba Marías en su columna de El País sobre los anónimos que usan y abusan de la libertad de expresión en la que no creen. Y aquí termino para no alimentar a la bestia parda heredera de la más rancia tradición fascista de este país que cuando no tiene argumentos usa la difamación y la mentira y por ultimo no soy ,ni he sido taxista, profesión noble y honrada, ni editor como Corbalán ,profesión heroica en estos tiempos. El que trol nombre esas profesiones para burlarse de alguien, demuestra una vez más la catadura moral del trol. Denunciemos estas practicas y pidamos su eliminación, libertad si, pero no para quien no cree en ella, no para quien la usa para fines espurios, no para quien se parapeta cobardemente en el anonimato.
Saludos Paco

Maestro Cruz
Yo te felicito por tus 50 años y me felicito por seguir leyendote,oyendote y viendote y reitero lo de Maestro Saludos Paco

Luz de gas, qué tiempos, en que empezamos a leer el periódico al revés, como los japoneses. Se me quedó esa costumbre. Era tan fácil leer aquellas entrevistas tipo test de Proust. Estaban muy bien hechas.

Imposible no echar de menos cada domingo (y otros días de la semana, la verdad) aquel "Luz de Gas" con el que El País concluía lo que tenía que contarnos el último día de la semana

Yo le felicito y le agradezco que haya continuado en la profesión, pese a todos los males, las provocaciones, los ataques y la falta de consideración que hayamos podido demostrar algunos.
Estoy de acuerdo en que el futuro del periodismo depende de la capacidad de supervivencia de los periodistas y me ha encantado el homenaje, la memoria. Es verdad que no es necesario buscar modelos en los catálogos. He encontrado periodistas magníficos en este diario, cuyos reportajes me parecen tan valiosos y veraces que si no fuera porque, yo no se, no escribiría una postrera carta sino que haría fotocopias que repartiría en la calle, como hacen los de "qué" o "20 minutos"... pero sin gorra ni atuendo y pidiendo lectura por justicia.
Mi hija me dijo que quería estudiar periodismo y tuve que prevenirle. Como dice usted, no hay que suicidarse. Sobre todo, cuando se tienen precedentes. Por eso es tan necesaria la sabia nueva y purificante y de importancia su artículo a la hora de despertar nuevas vocaciones sin utilizar la mentira. O peor, la ficción. Ese territorio tan poblado y virgen en el que la componenda se ceba para seguir manteniendo mentiras que condicionen la moral. No caigan en el relevo aquellos que ya han sido defraudados. No colaboren. Sigan su camino y enséñenlo a todos. Como dice Juan Luis, el oficio debe de tratar de servir a la "verdad".

Supongo que la formación de ciertas personas, o mejor dicho de ciertos seres humanos, sustentada en la primitiva esencia acumulada entre peñascos o entre bosques de matorral y alcornoques como en el caso de José Saramago, lleva a ese ser humano a obtener una mirada bastante certera de lo que sucede a su alrededor.
Yo lo que recuerdo de Feliciano Fidalgo era su expresión directa que seguramente estaba cimentada en esa forma de vivir que es entender la vida que has mencionado.
Hablas de los/as periodistas que se quieren formar ahora, supongo que esos/as jóvenes tendrán espacios abiertos en su interior donde haya cabida para la expresión humana que se haya fraguado en su conocimiento, porque hay cosas que no se pueden enseñar y tan solo queda que exista una capacidad para desarrollar lo genuino que cada uno/a de esos jóvenes pueda ofrecer desde su mirada que estará construida desde sus vivencias personales.
Creo que en el periodismo esa capacidad de acudir a ese “yo” no está reñida con el famoso código deontológico de la “verdad” que la profesión impone desde su misma esencia y como elemento de mediación social que incorpora.
Es de suponer y así lo entiendo que el oficio necesita de una voluntad sincera al servicio de la “verdad” pero también necesita de ese ligamento especial que es la honestidad acumulada sobre todo en ciertos periodos de la vida, pues si no, el tiempo se va encargando de adulterar lo más bello y valioso de un periodista, que es su capacidad de entender y acercarse al ser humano.

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Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

Sobre el autor

Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

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