Hay una quinta pata de los editores, por parafrasear el verso de Nicanor Parra que cita Winston Manrique en su crónica cervantina. Anoche vimos esa quinta pata sobresalir de la mesa que organizó en Madrid la Casa Sefarad para rendir homenaje a un editor de muchas patas (y de pata negra, por cierto), Mario Muchnick, científico, fotógrafo, gastrólogo y editor, aunque no por ese orden. A su lado, otro editor de la quinta pata, Jorge Herralde, que había dejado en Barcelona a sus autores, que los tenía muy consistentes, abriéndose paso en medio de la abigarrada competencia en que consiste el Día del Libro que se celebra con motivo de san Jorge, aunque no exactamente de san Jorge Herralde.
Lo cierto es que estos editores, aquel de más años y este un poco más joven, representan hoy en la tradición editorial en lengua española lo esencial del oficio: la búsqueda del autor, su acomodo eficaz en un catálogo que exige de la propia editorial pero que también acaba exigiendo del autor, y que finalmente crea un ámbito que se parece a la columna vertebral de una persona o de un edificio y que lleva el nombre de catálogo.
En los bosques son imprescindibles los árboles, que dirían Cortázar o Borges, y en el mundo de la cultura son imprescindibles los editores, a los que ahora la sociedad está arrumbando confundiéndolos con cualquier otro oficio, noble igualmente pero distinto; el editor sabe de marketing, pero no es el marketing, y aunque sabe de distribución no es el distribuidor, que tiene sus reglas y sus experiencias. De modo que el editor es el editor es el editor, y así hasta el infinito.
Anoche decían, acompañados por el historiador y filósofo Roberto Blatt, que esa figura que se exige a sí mismo y exige al lector y al autor una fidelidad a la exigencia cultural que tiene el hecho de publicar libros, no está en peligro, o no lo está de manera inminente. Es posible. Pero los vientos que corren la están poniendo a un lado, para qué engañarnos. Decía Muchnik, respondiendo a los numerosos elogios que le dedicó su colega catalán, que Herralde "es el mejor editor que tenemos en España: se fijó una línea y esa es la que está representada por sus libros". Y Herralde se congratuló de que esos ejemplos, el que decía él y el que decía Muchnik, estén siendo referentes para muchos jóvenes editores que circulan por el mundo buscando reivindicar la figura evanescente de cuya esencia ellas son importantes residuos resistentes.
Eso es cierto, cada vez hay más editores, y cada vez son más jóvenes, y cada vez representan con más ahínco esa solicitud de supervivencia con la que sociedad los señala. El editor, decía Roberto Blatt, es el intelectual supremo, en el sentido de que aglutina lo que se va pensando, lo que se va creando, lo que se va discutiendo, para que la sociedad tenga un espejo. Lo decía Blatt y asentían los otros. Yo estaba en una esquina de la mesa, moderando, de modo que sólo dije para mis adentros: "Ojalá". Veamos si el futuro de esta quinta pata de la exigencia intelectual no deja que pase por encima el tractor de los guarismos.
Hay 4 Comentarios
Hace unos días leí en El País un artículo titulado "Retorno al Underground". Lo firmaba Diego A. Manrique y hablaba de la presentación de un libro de Santiago Auserón en el sótano de la librería Tipos Infames. Un acontecimiento cultural que hace 20 o 30 años hubiera sido importante ahora es muy minoritario, underground incluso. Esto refleja más un cambio generacional que la agonía de la cultura. Los "intelectuales" son ahora underground, pero son. Siguen siendo, afortunadamente.
Disfruto en las presentaciones de libros, sobre todo cuando no me los puedo comprar porque exceden mi presupuesto y mi espacio en la estantería. Últimamente me sorprende que intelectuales que hace tiempo hubieran convocado a cientos de personas se reúnan en petit comité con unos cuantos a charlar. Me sorprende y me alivia en cierto modo el carácter no masivo de los encuentros. En cambio, la gente es capaz de hacer largas colas al sol para ver un cuadro de Da Vinci, y pagando.
Los libreros se lamentan de que la piratería ha mermado sus ventas. Normal. El negocio se ha de redimensionar, pero desaparecer... no lo veremos, espero.
Saludos.
Publicado por: Lola | 25/04/2012 11:39:59
Creo que el surgimiento de editores cada vez mas jóvenes es sinónimo de búsqueda de alternativas y de calidad literaria. De estar por encima de clichés y apostar por la excelencia. Nuevos mercados de "lectores" que no de "consumistas de obras". y nuevos panoramas literarios. Al respecto, valoro muy positivamente la irrupción de la literatura rumana traducida al castellano, de la mano de editoriales ya consolidadas pero con un perfil de calidad extraordinario. Sólo es un ejemplo.
Ahora bien, a mí lo que me queda en entredicho es el acceso al libro. Precios prohibitivos. Desde luego, nada que ver con el coste que supone para el editor. Pero el editor depende también de las ventas para vivir. Es una tomadura de pelo el precio de los libros, no ya en España, sino pensemos que en que se piensa exportar a mercados de países de América Latina. Un libro de la editorial Acantilado que en España no supera los 20 eur, en Ecuador se convierten en 43 USD para un salario promedio de 340 USD. Y que no me digan que los ebooks o cualesquiera obras en formato electrónico tienen un precio razonable. El 50% entiendo que se lo queda el distribuidor... para que exista cultura también deben existir mecanismos de acceso más equitativos. De lo contrario, esta situación es uno de los argumentos que legitímamente usará la piratería para seguir arañando y haciendo naufragar el sector. Que nadie lo olvide
Publicado por: Aitor A. | 24/04/2012 20:05:22
En estos días asistimos a un cambio de modelo económico y social que se estudiará en los libros de Historia de las próximas décadas. Todos vemos cómo nuestro entorno cambia y cómo lo que era seguro hace unos años, ahora no lo es tanto. Como escritor novel, he de adaptarme a mi contexto social, de igual modo que un editor habría de hacerlo con el suyo. Cuando el mundo editorial se enroca en una posición conservadora es decir, en la voluntad de mantener un sistema que le conviene, sin apostar por cierta evolución, entonces el resto de la sociedad se cuestiona cuál es la función de un editor. Colaboremos juntos en este mundo apasionante de la lectura, la escritura y la edición.
Publicado por: Alfonso | 24/04/2012 16:34:35
Gracias Juan, por informarnos a los que somos de provincias y no tenemos la posibilidad de estar presente fisicamente, en eventos tan culturales y necesarios para saber el lugar que ocupan los editores. Herralde " se fijó una línea y esa es la que está representada por sus libros" y no es moco de pavo, pues ante la pelea de las multinacionales del libro, los cantos de sirena de las Nuevas Tecnologías, da la sensación que tiembla la dirección de la edicción.
Por ello tiene merito que como dices, "nos matan todos los días, pero gozamos de buena salud.
El Domingo en el suplemento decia Javier Marías que" con un solo libro que funcione bien, tengo para dos años de tranquilidad", sobre la presión de los recortes y la crísis del PP, que padecemos una gran mayoria de españoles.
Muy interesante, el destacar el Marketing, el diseño, la elección del papel y la tinta, las tapas, la distribución del libro, las relaciones con los libreros, el punto de venta y la posición en los escaparates, etc es lo que yo llamo, "la invisibildad del editor".
Salud y Resistir
Publicado por: Antonio Corbalán | 24/04/2012 12:12:02