Un manifiesto moral

Por: | 26 de abril de 2012

Víctor García de la Concha, el director del Instituto Cervantes (que organizaba con Alfaguara, allí estaba Pilar Reyes, y con la Cátedra Vargas Llosa, allí estaba Armas Marcelo), explicó en tres palabras la propuesta que hace Mario Vargas Llosa en La civilización del espectáculo, el libro que presentó anoche, acto del que da muy buena cuenta Iker Seisdedos en EL PAÍS de hoy. Este es "un manifiesto moral", dijo De la Concha, que denuncia la banalidad en la que quieren meter (y donde ya está metida) la cultura contemporánea; el autor peruano "desmonta trivialidades y lugares comunes", y se adentra en el proceso de ese desmontaje con la capacidad narrativa que convirtieron también en fábulas morales (eso lo dijo también el director del Cervantes) y "en novelas de ideas" La ciudad y los perros o La fiesta del chivo.

Vargas Llosa está "pensativo" y "preocupado"; la cultura que a él le permitió amparar sus sueños literarios o sus esperanzas civiles, cuando ya la religión no le podía dar nada, ahora recibe el influjo del espectáculo y de los guarismos, y corre el riesgo de convertirse (del todo) en una respuesta cuantitativa: cuanto más se vende, cuanto más se ve, cuanto más se traslada o trafica, cuanto más..., mejor. La calidad se está devaluando a los niveles que pueden hundir a Góngora o a Proust porque no pueden llegar al extremo de las películas de Spielberg, aunque Spielberg (lo dijo Gilles Lipovetski, su interlocutor, y algunas veces su contradictor en el debate que llevó Montse Iglesias) también aborda fábulas humanistas que tienen como destinatario al gran público.

El libro no es pesimista, sino preocupante; igual que Qué está haciendo Internet con nuestras mentes, de Nicholas Carr, reclama del público lector (y público lector significa público consciente de lo que lee) más atención a la amenaza que supone la falta de concentración a la hora de ocuparse de la cultura escrita, La civilización del espectáculo indaga en las consecuencias culturales (y educativas) de la banalización de la cultura de la cantidad frente a la cultura de la calidad. Esa dicotomía, y la facilidad con la que los que en otro tiempo defendían la lectura (sobre todo) como arma para huir de la trivialidad, tienen a Mario (él lo dijo) "pensativo".

Lipovetski fue un buen contrafuerte para el Nobel peruano, pues le recordó que, al contrario de lo que pretendía Rimbaud, "la cultura ya no puede cambiar la vida". Cómo que no; quien lea a Joyce, quien lea a Proust, quien lea a Rimbaud, quien lea a Gide o a Flaubert, tendrá mejores armas para enfrentarse a la vida y para mejorarla, vino a decirle Vargas Llosa. ¿Y si no se lee a ninguno de ellos? La vida ya es distinta gracias a Proust, gracias a Joyce, etcétera; su influjo está ahí y supone en el mundo contemporáneo lo que llamamos cultura, ese espacio de encuentro intelectual y civil, laico, que sustituye a las religiones y a las ideologías totalizadoras y dotan al hombre de una esperanza que antes le daba Dios.

Es un manifiesto moral, como dice De la Concha, y es sobre todo la confirmación de que cuando se pone "pensativo" Vargas Llosa da de sí estas cartas de batalla que él luce como una espada que deja ahí con un entusiasmo que los años no le quitan. Cuando quería ser presidente de Perú, por las noches leía a Góngora. Aún lo hace, para ordenar el mundo, pues el mundo está mal hecho, dijo anoche, como dijo en su día Jorge Guillén. El mundo está mal hecho, leamos literatura, busquemos en la cultura los argumentos para huir de la pena de vivirlo.

Hay 2 Comentarios

"-¡Quién pudiera olvidar!- decía Temístocles a un retórico que le prometía un Tratado de Mnemotecnia.
Pero el precioso secreto del Lotos, de que nos habla Ptolomeo, se ha perdido para siempre. ¡Ah, si la ciencia acertara a narcotizar específicamente las representaciones obsesionantes!...¡Si algún sabio inventara un alcaloide capaz de abolir la evocación de las ideas torturantes sin comprometer la integridad de la máquina pensante!... Porque los paraísos artificiales cantados por Baudelaire, De Quincey y Verlaine, no son remedios sino suplicios."

S. Ramón y Cajal

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La verdad le pregunto al señor Ruíz, Cruz;
¿Para usted la costa es sólo sol y playa?
Yo padezco unas migrañas caprichosas, usted asma, hasta el punto de que a veces no las sufro más que a mi regreso a Madrid.
¿Duerme mejor en esta ciudad o en su Canarias natal?.

Saludos

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Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

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Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

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