Viva la radio

Por: | 09 de febrero de 2013

La primera vez que llegó la radio a casa mi madre la rechazó porque ella creía que en aquel vientre de cables y luces debía habitar el diablo. Sólo el diablo era capaz de hablar sin ser visto, y si ese aparato hablaba sería seguramente cosa del diablo.

         La segunda vez que vino la radio mi madre no estaba en casa. Unos hombres la trajeron en una caja enorme que decía por fuera GRUNDIG en letras muy grandes. La desembalaron ante la nerviosa mirada de mi padre, que reincidía, esta vez con éxito, ya tenía ese aparato en casa.

         Cuando ya colocaron sobre una mesa de mármol blanco aquella primera radio de nuestras vidas, mi padre le dio al interruptor, se encendieron las bujías, se iluminaron los nombres de las emisoras (Radio Berlín, Radio Londres, Radio París, Radio Andorra…, entonces las radios eran ciudades o países) y mi padre le dio al dial, como si estuviera navegando en las modernas webs de hoy en día.

         Lo que obtuvo en aquella ocasión era el bocinazo inclemente que llenó el salón de la casa como un grito del mar. Mi padre dijo: “Debe ser un barco que llega a Santa Cruz”.

         De pronto, esa frase, “Debe ser un barco que llega a Santa Cruz”, dominó por completo mi imaginación y, por consiguiente, mi relación con la radio. La radio contenía cables, bujías, voces, y también la luz de lo inesperado. Él, mi padre, contribuyó, con su ingenua explicación del origen del ruido, seguramente una interferencia, a creer que la radio era capaz de todo, que allí dentro estaba toda la vida, también la que se sueña.

         Y ya desde entonces no me pude desprender de la radio, hasta este mismo instante. Al contrario de lo que creyeron los agoreros de entonces, la inmediata aportación de la televisión no acabó con la estrella de la radio. Al contrario: ésta se revolvió con una solvencia emocionante; se hizo imprescindible en las casas y en los vecindarios, alcanzó una credibilidad altísima (“lo ha dicho la radio”) y sirvió, en épocas de penuria y peligro (catástrofes naturales, amenazas contra el Estado, en la naciente democracia) a informar a la gente de los peligros que corría y también de la solidaridad con la que debía contar.

         En mi caso particular, aquel descubrimiento que mi madre atribuyó al diablo y yo atribuí a los hombres (a los hombres que trajeron el aparato a casa), la radio fue desde ese instante una compañía insustituible a todas horas y en todas las circunstancias. Mi compañero de clase, y mi amigo, Juan Manuel García Ramos, suele decir que mi vida ha dependido del patio de mi casa y de Domingo Pérez Minik. Y de la radio, debo añadir.

Fui desde entonces, casi desde que llegó la radio a casa, enfermo crónico; pasé largas épocas de mi infancia, de mi pubertad y de mi inocencia, echado en la cama, atacado por distintas clases de bronquitis, incluida la asmática, que me pegaron a la radio permanentemente. En una época me supe uno por uno el contenido pormenorizado del dial, y sobre todo me aficioné a los programas deportivos. De ahí viene mi pasión por el fútbol y, subsecuentemente, me dedicación a la escritura. La radio decía (los resultados del fútbol, por ejemplo) y yo apuntaba. Eso me llevó a ser muy tempranamente un periodista. Hasta hoy.

         Y hoy sigo escuchando la radio, como el primer día, aunque ahora confieso que ya no me sé tan bien los nombres de todos los programas de todas las emisoras, que es lo que en años muy tempranos solía ocurrir. Recuerdo, en este sentido, con enorme cariño, programas como Fiesta en el aire, que hacían desde Barcelona Jorge Arandes y Federico Gallo; recuerdo a Joaquín Soler Serrano; en casa, en Canarias, recuerdo a Pascual Calabuig (“¡Pues no faltaba más!”, así acababa sus comentarios) y aquellos programas de Maite Acarreta, Mariano Vega, José Antonio Pardellas… Un día conocí a Fernando Delgado, entonces un joven profesional de la radio, que trabajaba en Santa Cruz, en Radio Juventud de Canarias. Por él supe que la radio no se hacía enteramente en directo, que aquellos dioses que yo había encumbrado además de en la radio estaban en la vida, caminaban por las calles, tosían, comía, dudaban; no eran, al contrario de lo que yo pensaba, dioses en su olimpo, ni diablos, por cierto, como creía mi madre… Eran como todos.

         Asumía, pues, que las estrellas de la radio eran humanas, y eso no les restó encanto. Hasta hoy la radio sigue siendo mi lado preferido de la vida, la que me dice, desde la mañana a la noche, que la vida sigue existiendo, que late, con la voz, la esperanza de que al otro lado haya siempre alguien. Ahora me he acordado de todo eso porque estoy leyendo un libro muy suculento sobre la radio de aquellos tiempos en que mi madre vio ahí dentro el diablo hablando. La novela es Estaba en el aire, el último premio Nadal, de Sergio Vila-Sanjuán; ahí están aquellos personajes que yo escuchaba demandando ayuda para los necesitados (de información, de ayuda) y está la atmósfera que debía haber detrás de aquellos genios a los que finalmente la vida (mi vida) les dio encarnadura mortal.

Hace unos meses leí, por cierto, la novela También la verdad se inventa, de Fernando Delgado, donde el oyente (el actual, al que se le permiten licencias que entonces eran inalcanzables) reinventa la vida, seguramente como hacía mi padre cuando confundía interferencias con las bocinas de los barcos que llegaban a Santa Cruz…

         En un libro y en otro me he sentido transportado a distintos tiempos de la radio; al tiempo continuo de mi vida como oyente de radio. Y esta mañana, cuando pensaba en estas cosas, he escuchado en la Ser a Ángels Barceló anunciando que este miércoles próximo es el Día Mundial de la Radio. Y es que la radio comunica también el azar, dice las cosas sin decirlas, como si esa voz (de Dios o del Diablo, quién sabe) lo supiera todo y supiera incluso lo que tú vas intuyendo. Así que el Día Mundial de la Radio es, en cierto sentido, el día de todos nosotros; al menos es mi día, yo lo siento así.

Hay 17 Comentarios

Te echamos de menos.
Te esperamos.
Salud y RESISTIR.

Mi primer contacto con la radio tiene que ver con los cuentos. Y con la primavera. Vivíamos en casa de mi abuela y nos mudamos a la primera casa de mis padres cuando cumplí dos años. El primer invierno no había calefacción y mi madre nos contaba el cuento diario en la cocina, con la puerta cerrada, porque se iba el calor. Cuando llegó la primavera delegó esa tarea en un aparato que estaba sobre la puerta del cuarto de estar. No sé cómo llegó, ni tampoco recuerdo su marca, pero nos contaba cuentos cuando dejó de hacer frío y consiguió -acabo de comprobarlo- que venga a mi memoria el olor del Colacao al leer el comentario de Dumi.
Después, ese aparato maravilloso fue sustituido por un transistor transportable, que acompañaba a mi madre por toda la casa. Conocí entonces el estudio donde Julio Ruiz hacía su programa musical (gané un disco acertando unas preguntas) en la calle Juan Bravo, y aquellas ondas sonoras dejaron de dibujar paisajes en la niebla para convertirse en lo que ya siempre significó la radio para mí: un contacto con el mundo.
Saludos,

P.D. Echo de menos aquel espacio en la Ventana compartido con Almudena Grandes.

¡¡Me encantó este post!! Esta sucesión de recuerdos unidos inevitablemente al que, hasta hoy, sigue siendo el más "solvente" de los medios de comunicación. Hasta el recuerdo de sus enfermedades sonaron bonitos.
Tengo también mis recuerdos de radios nocturnas, el de" Modart en la noche" donde echaban la música setentera de Alta Tensión. Recuerdo la voz envolvente del locutor peruano que se presentaba todas las noches como "Vuestro amigo, Pedro Aníbal Mansilla"
También recuerdo las vueltas y vueltas visitando tiendas con mi madre para comprarle a mi abuela la radio Spika, una de las primeras en transistores
Y todos los recuerdos escolare; gracias a la radio salvé unos cuantos exámenes, porque, a pesar de que no lo decía en el manual de clase lo habían dicho en la radio, y eso iba a misa
Entrañables recuerdos, sí señor
Bibiana Fdez Simajovich


MAESTRO CRUZ
Tenemos unos recuerdos los que peinamos canas de la radio como algo que nos abrió horizontes .Radio pirenaica con Solé Tura, hora 25 con el gran Llamas, Gabilondo ,la primera vez que oí a Serrat en Radio Barcelona con el mítico S. Escamilla, Carrusel deportivo y tantos y tantos programas.
Saludos Paco

Juan Cruz no menciona en ninguna frase a Benedicto XVI. Sí lo hace de su madre -que creía en el Diablo-, de él mismo -pagano que cree en dioses- y de su padre imaginamos que creía en Dios uno trinitario.
Pero es más importante la cita a ciegas que menciona les propuso la radio en su momento a los tres. Y ahora mismo, se siente como los mencionados por hablar a través de ella.

Por eso le desea larga salud al invento.

Cruz es hombre pío. O, al menos, su bonhomía demuestra que tiene voluntad de bondad en lo espìritual. No creo que guste de papas (al menos las del Vaticano) y siempre ha confesado que si dáis al Diablo la puerta que con cualquier llave está abierta. Por eso, XVI se ha marchado.

Interesante lo que escribe este periodista. Es un recuerdo, memorabilia, de tiempos pasados en los que el diablo y Dios regían todo. Incluso la radio. Sin embargo, hay que reconocer que ambas fuerzas existen porque si el cabeza de la Iglesia Católica considerara deber suyo tratar con el Diablo mismo, ese trato protegería, o adelantaría, los intereses de la religión entre la humanidad. Y atenuaría la pobreza, el hambre, el asesinato, la defraudación a Hacienda, el delito, el crimen, la mentira, la envidia. Por eso, creo que ha cesado Benedicto.

Juan ha muerto Eugenio Trías.
A principios de los años setenta se podía fumar en casi todas partes. Por supuesto, en las aulas universitarias. Y Eugenio Trías (Barcelona, 1942) fumaba. Y mucho. Era, además, muy tímido, de modo que llegaba a la Universidad de Barcelona, donde iniciaba su carrera docente, con un par de horas de antelación para darse carrerilla. Se metía en el bar, donde también fumaba, y se sentaba con algunos alumnos a los que explicaba la clase que luego iba a dar (Filosofía Contemporánea, era la asignatura). Quizá ese fumar ayudó en demasía a un cáncer que le estalló hace algo más de cinco años y contra el que uno de los filósofos españoles más significados de los últimos años fue luchando sin tregua. Hasta hoy, que le venció de manera definitiva en su ciudad natal, a los 70 años.
Tres años mayor que yo, seguramente coincidimos en los ultimos años 60 en la confusa y agitada Barcelona.
Descanse en Paz.
Salud y Resistir.

Juan, muy equilibrado tu comentario sobre Antonio Muñoz Molina, Premio de Jerusalen y su decisión de recoger el Premio personalmente.
Que el Gobierno actue en contra de medio País, como España no debe ser impedimento para recoger un merecido Premio.
Con ello no se daria a Mariano Rajoy un cheque en blanco sobre su politica de recortes ni de las Reformas Laborales que tanto daño nos están haciendo.
Salud y Resistir.

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Me ha gustado mucho el artículo.
En el aspecto teconológico, las cosas parecen haberse invertido. Lo pensaba ayer ( ahora que estoy sin ordenador) mientras leía el diario. Muchos de los que me parecíais héroes, ahora con la red, resultáis mucho más cercanos.
Creo que el objetivo de solidaridad que subyace como tema encuentra hoy ese mismo faro multiplicado. Es cierto que hay que cuidarse de los espejismos. Pero también es cierto que no nos exige mirar hacia arriba, en una sola dirección.
Estaba pensando en la mirada de Iñaki Urdangarín, en algún telediario de ayer.
Podemos conseguir cambiar la historia de este país. Conseguir que no sea solamente uno el que pague por todo. Que la impunidad no se mantenga a costa del ejemplo simbólico.
Y que, a la inversa, no sean solamente unos pocos quienes se beneficien del todo, o del todo de muchos.
Si la radio desea ayudar a la democracia, que se siga oyendo

El Gobierno de España está empezando a tener rasgos autoritarios --al menos con respecto a lo medios de comunicación. Ahora podrían ir a por La Sexta. ¿Nos estamos acercando a Venezuela? Si quieres saber más lee Vergüenza de país: yestheycan.blogspot.com

Yo también recuerdo la radio de mi infancia, ese aparato construido con válvulas en un modesto y precioso mueble de madera con un potenciómetro de volumen y una rueda de dial para buscar las emisoras, la nuestra era de General Eléctrica Española, marca para la que trabajaba mi padre como especialista en montajes de tendidos eléctricos, recuerdo que con la radio mi padre también trajo un tocadiscos de válvulas también y que como tú Juan, yo también era un niño de salud delicada y algunas veces tenía que pasar tiempo de reposo en cama acompañado por los programas de la radio. También recuerdo que por aquel entonces no existía el Hilo Musical y que en los grandes almacenes se escuchaba la radio por unos altavoces que estaban suspendidos en las paredes. La radio me acompañaba siempre incluso cuando llegó la televisión y yo me hice adolescente, no dejaba de escuchar la radio que me abrió un horizonte musical por explorar inmenso e increíble.
He echado tanto de menos el sonido de válvulas de la radio que en mi modesto estudio de grabación y producción, he incorporado tecnología valvular en tantos elementos como he podido, mi s preamplificadores son de válvulas, mis micrófonos son de válvulas y masterizo sobre un magnetofón de bobinas abiertas profesional como los que tenían las radios hasta no hace mucho tiempo.
Hoy en día escucho poca radio porque mi trabajo consume todo el tiempo que tengo disponible, pero si alguna vez recupero ese tiempo precioso volveré a buscar esos programas que me gustan y que en su momento estaban de fondo cuando estaba en proceso creativo, cuando escribía o dibujaba.
Viva la radio, que estoy seguro que durará mucho tiempo

Yo tengo una foto de pequeñita sentada en una radio, una Philis, mi padre fue fiel a esa marca para todos los electrodomésticos según iban avanzando.
La Radio me recuerda como a ustedes muchas cosas, no solo la canción del Colacao, me recuerda a Alberto Oliveras en "Ustedes son Formidables".
Su voz era la Radio.
Matias Prats los domingos y el futbol, deseando que se hiciera la hora de salir.
Se oía la radio en familia, o cuando salió el Padre Peyton "Familia que reza unida...permanece unida", un slogan que le gustará mucho a los del PP.
y más cosas que nos entretenía, a mi me ustaba Usted puede ser el Asesino, la oía sola y a oscuras para poner a pruba mi resistecia ante el miedo.
Luego esa radio por la noche noche, hacía unos extraños ruidos, Ñoin Ñoin, mi padre buscaba algo que solo entendí cuanyo yo tb me puse a buscarla.

España continua sus esfuerzos en la campaña canadiense, país que ya ha perdido la mitad de sus territorios a manos españolas.
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Por fin sali de noche para visitar a un amigo, Javier Lorente y su Exposición de pinturas en el Salón de Exposiciones de la Muralla Bizantina. Por norma por problemas digestivos no suelo asistir a estrenos e inauguraciones porque soy muy facíl de convencer y salgo el último, con el autor cogido del brazo, pues no me acuerdo de la salida.
Ayer despues de la 19´25 entraba al salón y al primero que vi fué a Paco henares, nos abrazamos pues desde Mayo del 12 en el Premio de Clara Henares en los Franciscanos no nos veíamos, despues, habia lleno, procure acercarme a los cuadros pues habia momentos que eran imposible. Tambie estaba Isidro Perez autor de un relato públicado en la serie de Relatos Historia de Cartagena, y muchos amigos de los medios, periodistas fotografos y politicos, Caridad Rives, que me presento a sus dos hijos el mayor es el que nos indico el tiempo que no habiamos hablado , 7 años. De la exposición solo deciros que el Maestro sigue con la misma mano, su imaginación, esta más cerca del cielo que de la tierra, pero pinta al ciudadano en la calle arrastrandose de tanta tristeza. y al que no conozca su arte, que la visite y seguro que no le deja indiferente. Gracias Javier po este soplode aire fresco y buena fe

He vuelto a vivir contigo Juan, mi encuentro con la Radio, ese mueble con sorpresa que nos hablaba y sonaba musica, en mi caso se llamaba Telefunke, y la encontre en el Aparador del Comedor al llegar del colegio.
Estaba apagada y mi madre, pues habia sido idea de ella, me la presento con todo tipo de detalles, habia tenido un cursillo intensivo en la tienda, para que todo funcionara bien, la compro a prueba, si no gustaba a mi padre, sería devuelta.
Recuerdo perfectamente que pase media hora detrás del aparato viendo las lucecitas, las bobinas y los cables, hasta que mi padre entró y dijo "que es esa cosa".
Nos miramos los 4 hermanos y mi madre y al unisón le dedicamos nuestras mejores palabras hacia el original mueble parlante.
Gracias por hacerme volver a mi infancia, creo que el mejor periodo de mi vida.
Aunque por otro lado pienso que lo mejor de la vida esta por llegar.
Salud y Resistir.
PD. Juan he vuelto a leer "Vivir para contarla de nuestro amigo Gabo.

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Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

Sobre el autor

Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

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