Fomentar el ajedrez entre criminales sanguinarios sólo sirve para que delincan mejor, pensarán algunos. Pero tras cinco días dando 16 conferencias a 900 delincuentes muy peligrosos en la cárcel mexicana de máxima seguridad El Altiplano, mi impresión es que enseñarles a pensar puede reducir el nivel de reincidencia. Lo que necesitan no es aprender estrategia –tras 24 años sin fugas en esa prisión, El Chapo Guzmán, líder del cártel de Sinaloa, se escapó en julio tras excavar un túnel de 1.500 metros-, sino prever las consecuencias de sus actos.