La Doctora Shora

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Un espacio en donde la medicina se asoma en sus múltiples formas: Para asombrarnos con sus maravillas, para concienciarnos con sus limitaciones, para aprender con sus descubrimientos y para cuidarnos con sus conocimientos. Porque si la salud es lo más importante, conocer las herramientas con las que podemos mantenerla es indispensable.

Cuando la Guerra Fría ayudó a conocer mejor al corazón humano...

Por: | 21 de diciembre de 2011

Corazón1Pocas veces el mundo ha estado tan al borde del abismo nuclear como en la época de la Guerra Fría. Un periodo turbulento de nuestra historia que nos cuenta mucho sobre el lado más oscuro del corazón humano: miedos, odios, intrigas, traiciones, rivalidades y ansia de poder.

Unos sentimientos, al fin y al cabo, no muy diferentes del resto de los conflictos bélicos por los que ha pasado la humanidad. Sin embargo, existía un detalle que la volvía más letal que todas las guerras anteriores juntas: Una carrera armamentística nuclear que, de haber culminado en una Guerra Caliente, el mundo sería hoy un lugar mucho más sombrío y diferente del que conocemos en la actualidad.

 Sin lugar a dudas, el lado más conocido de las numerosas pruebas nucleares que tuvieron lugar en la Guerra Fría fue el político y propagandístico. Las detonaciones de bombas nucleares se contaban por centenares mientras las consecuencias para la salud de la población se dejaban (deliberadamente o no) en un oculto segundo plano. Hoy día sabemos que las incontables pruebas nucleares que tuvieron lugar entre 1955 y 1963 produjeron un aumento espectacular del carbono radiactivo (carbono 14 ó 14C) en la atmósfera a unas concentraciones tan elevadas que no se había registrado nada parecido en miles de años.

Este 14C atmosférico ha ido disminuyendo considerablemente con el paso de las décadas, no tanto por su degradación (su vida media es de 5.730 años) sino por su dispersión hacia los océanos y el suelo y, lo que es más preocupante, por su incorporación en los seres vivos. Los humanos, como buenos organismos basados en el carbono, incorporamos dicho elemento químico para todo nuestro cuerpo. Lo más normal es que nos quedemos, sobre todo, con el carbono 12 (que es el isótopo estable y el más abundante en la atmósfera) y de forma más marginal, adquiramos el 14C en menor cantidad.

Cada vez que se produce una nueva célula en nuestro interior, está incorporando carbono en forma de moléculas más complejas para constituir su estructura. Al final, las concentraciones del 14C entre la atmósfera y los seres vivos guarda un equilibrio muy evidente. De esta manera, si la concentración de 14C presente en la atmósfera se encuentra elevada, sabemos que este isótopo radiactivo va a aumentar también en los seres vivos porque se incorpora a la cadena alimentaria. Este fenómeno, ocurrido durante la Guerra Fría, no pasó de ser una oscura curiosidad durante más de 40 años... hasta que unos ingeniosos investigadores revolucionaron nuestra comprensión de la regeneración del cuerpo humano gracias a este suceso.

Durante mucho tiempo, ha sido un enigma el grado de regeneración de gran parte de nuestro cuerpo. Sabíamos que elementos como la sangre, el hígado o la piel, por ejemplo, se regeneraban de forma evidente cada cierto tiempo. Sin embargo, había algunos órganos cuya regeneración nos era prácticamente desconocida.

Entre todos aquellos órganos, el corazón humano era uno de los principales misterios. ¿Existía regeneración en el corazón? La pregunta era importante, porque durante mucho tiempo se pensó que células tan diferenciadas como las células musculares cardíacas (cardiomiocitos) eran incapaces de dividirse en más células y así regenerar el corazón. De esta forma, al padecer una persona algún daño en el corazón (como un infarto de miocardio) no se produciría ninguna nueva célula cardíaca que paliase el daño. El misterio pudo resolverse, al fin, en el año 2009 gracias, paradójicamente, a las pruebas nucleares que tuvieron lugar en la Guerra Fría.

Las personas nacidas antes de la Guerra Fría incorporaron unas cantidades normales de 14C en el ADN de sus células durante el paso de los años hasta que, llegada la Guerra Fría, estos niveles de carbono se incrementaron sustancialmente como consecuencia del incremento de carbono radiactivo en la atmósfera. Este peculiar fenómeno sirvió a unos ingeniosos investigadores (liderados por el Dr. Frisén) para averiguar la existencia de la regeneración en el corazón: Si se producían nuevas células en estas personas durante la época de la Guerra Fría, su ADN quedaría marcado gracias a un aumento del 14C y, así, comparando con distintas personas, nacidas en años diferentes, se podía calcular cuántas nuevas células se producían con el paso del tiempo.

Los resultados fueron revolucionarios: Sí existía regeneración en el corazón A lo largo de la vida de un ser humano, se regenera alrededor de la mitad de este órgano aunque, eso sí, muy poco a poco. Concretamente, se regenera el 1 % de las células cardíacas cada año hasta los 25 años y un 0,45 % anualmente hasta los 75 años. Este descubrimiento implica mucho más de lo que podría parecer en un primer momento: Nos dice que la regeneración en el corazón, aunque pequeña, es posible y que podríamos imitar este proceso o potenciarlo para reparar corazones dañados.

Aún de épocas tan oscuras como la Guerra Fría, que mantuvo el corazón en vilo a millones de personas, surge algo bueno: las pistas para que regenerar un corazón roto sea, quizás, algún día posible.

Hay 9 Comentarios

Javi:


La razón por la que se estudia el carbono 14 en el ADN y no en las células cardíacas completas se debe a que las células están adquiriendo, produciendo y degradando constantemente diversas moléculas (proteínas, hidratos de carbono, etc...) y, por tanto, incorporan carbono 14 en ellas, provocando un factor de confusión en el resultado final.

La replicación del ADN sólo tiene lugar cuando se produce una nueva célula, por lo que es la mejor molécula para indicarnos regeneración celular.

También quisiera hacer una puntualización sobre este párrafo:

"Lo más normal es que nos quedemos, sobre todo, con el carbono 12 (que es el isótopo estable y el más abundante en la atmósfera) y de forma más marginal, adquiramos el 14C en menor cantidad"

Creo que puede dar a entender que nuestro cuerpo selecciona de algún modo con qué isótopo nos quedamos, y eso no es cierto. Químicamente, todos los isótopos del carbono (12, 13 y 14, los demás virtualmente no existen en la naturaleza), se comportan igual, por lo que el cuerpo, básicamente, se queda con lo que le llega. La cantidad de C14 que tenemos es residual, porque en la naturaleza de hecho lo es. Típicamente, hoy día, un átomo de C14 entre un billón de átomos de C12.
De hecho, luego señalas que hay un equilibrio evidente entre las concentraciones en la atmósfera y los seres vivos. Esto es así, a pesar de que existen ciertos procesos físico-químicos que alteran ligerísimamente este equilibrio.
Un saludo,
Javi

Hola, llego un poco tarde, pero me ha interesado mucho el artículo, ya que trabajo precisamente en temas de datación por radiocarbono, y estas aplicaciones son realmente interesantes.
Me ha quedado una duda. ¿Por qué es necesario estudiar la concentración precisamente en el ADN, y no simplemente en las células cardíacas completas? Lo que yo entendería (ojo, no tengo ni idea de biología ni fisiología celular ni nada por el estilo), es que si hay una regeneración de la célula cardíaca, las nuevas células deben generarse con el material disponible en ese momento, que estaría marcado por la alta concentración de C14. ¿Por qué ceñirse sólo al ADN (que supongo debe ser más difícil de extraer y tratar que una célula completa)?
Muchas gracias,
Javi

Ramon:

Gracias por tu comentario. Efectivamente, hay algún estudio anterior al que señalo en mi post pero eran de conclusiones bastante limitadas por los métodos que utilizaron. En cuanto a la regeneración cardíaca, hay tanto por conocer que es difícil saber qué rumbo tomará la estrategia más prometedora.

Hay otros estudios que tambien lo prueban, incluso anteriores http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11396441?dopt=Abstract , además de cada dia hay más estudios sobre el tema y que demuestran que es factible regenerar , o generar células miocárdicas.
La cuestion seguramente no va a ser si las celulas se pueden regenerar o no, sino si será mejor intentar estimular la división de los miocitos, o utilizar celullas madre ( Stem cells) de otra procedencia.
El estudio, eso tambien lo tiene, es muy original e ingenioso.

Interesante artículo!

Trurl: Yo es que soy más del Hakuna Matata :P

Merck: Muchas gracias.

Hola Esther:

Interesantísimo artículo y mejor punto de vista. Si los resultados de los estudios nos dicen que la regeneración del corazón es un hecho, hay que mantener la esperanza. ¿Quién sabe? Puede que, como dices, pronto podamos hablar de que regenerar un corazón roto sea posible. Sería maravilloso.

Muchas gracias por tu aportación y un saludo.

Así me gusta Shora, en estos tiempos es bueno encontrase con alguien que rezuma optimismo. Siempre mira el lado positivo de la vida. Canta conmigo:

Always look at the bright... side of life...

Venga! ahora todos! Aquí tenéis la canción entera, a aprendérsela!

http://www.youtube.com/watch?v=WlBiLNN1NhQ

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Sobre la autora

Esther Samper

"Shora" (Esther Samper) es médica y divulgadora científica especializada en temas de salud. Su principal objetivo: acercar la medicina a todos los públicos y en todas sus formas (avances médicos, consejos de salud, tratamientos, prevención...).

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