Decía Arturo Pérez-Reverte en uno de sus míticos libros: "Para un reportero en una guerra, territorio comanche es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta..." Los profesionales sanitarios también tienen sus territorios comanches particulares, donde el instinto les dice que es mejor no insistir y mirar para otro lado. Uno de ellos tiene nombre propio: Fármacos de nula o dudosa utilidad terapéutica. No arriesgan sus vidas, pero sí (a veces) sus carreras y/o su reputación para mostrar al mundo lo que está ocurriendo, no el terreno de la muerte, sino en el de la vida, en el de la medicina.
Pero para comprender la realidad de una historia que tiene lugar en territorio comanche médico, comencemos por el principio. Existen múltiples enfermedades que pueden desgastar o dañar al cartílago presente en nuestras articulaciones pero, con diferencia, la más frecuente es la artrosis. El cartílago, rico en en condroitín sulfato y en proteínas que contienen glucosamina, actúa como un amortiguador entre los huesos y permite que los movimientos se realicen con suavidad y sin dolor. Cuando este cartílago se va desgastando, van apareciendo los dolores al movimiento y la inflamación, con una progresiva pérdida de la movilidad conforme más vaya avanzando esta enfermedad.