Mientras se suceden las solemnes declaraciones proclamando la lucha contra los paraísos fiscales en de reuniones del G-20, (Londres, abril 2009; Toronto, junio 2010 y Los Cabos, junio 2012) la realidad es que estos centros donde se refugia el dinero de la corrupción y evasión fiscal campan a sus anchas. Eurostat, la oficina estadística de la UE divulgó el pasado día 13, tal como informó este diario, los datos de inversiones finacieras de la UE en paraísos fiscales. Resulta que estas inversiones registraron un fuerte ascenso en 2011 en que ascendieron a 58.900 millones de euros, diez veces más que los 5.300 millones de 2010. En 2009 los flujos de capital europeo a los centros Offshore habían superado los 103.000 millones. Así pues el repliegue de 2010 resultó ser una falsa ilusión.
Los paraísos fiscales son los centros que impiden que los avances en la regulación financiera sean efectivos y por lo tanto acabar con la inestabilidad de los mercados y facilitan la fuga de recursos vitales de los países en desarrollo condenándolos a la pobreza de por vida.
Los flujos de capitales ilícitos, la mayor parte canalizados a través de paraísos fiscales, ascendieron a 903.000 millones de dólares en 2009, según Global Financial Integrity. Durante el periodo 2000 - 2009, estas transferencias de fondos ascendieron a 8,4 billones de dólares. La mayor parte de estos fondos proceden de Asia (44,9%) y de África (22,3%).
Según Eurodad, un centro de investigación social con sede en Bruselas, la mitad de estos flujos de capitales ilícitois, unos 500.000 millones anuales están relacionados con la falsificación de precios por parte de las multinacionales a través de los paraísos fiscales. Los países en desarrollo pierden anualmente unos 160.000 millones de dólares anuales por la evasión fiscal en operaciones comerciales, según Christian Aid. Nuria Molina, ex directora de Eurodad, y actualmente responsable de estudios de Christian Aid, ha recordado que en un sólo año una sola compañía evadió 174 millones en Zambia.
La ayuda internacional al desarrollo en 2011 ascendió a 135.000 millones de dólares, según la OCDE. Aunque son cifras que corresponden a conceptos distintos y no se pueden comparar directamente, no deja de ser inquietante comprobar que por cada dólar de ayuda que reciben los países en desarrollo que intentan salir de la miseria, pierden siete por los conductos secretos de la corrupción y la evasión fiscal a través de los paraísos fiscales. Y parece que no se van a quedar sin clientes por ahora. Mientras esperemos la próxima declaración del G-20 si aumenta el tono y solemnidad de la censura.