Mi amiga María (nombre ficticio, historia real) está embarazada de seis meses y se va a separar.
Ésta es, casi palabra por palabra, su primera reunión con un abogado.
Para entender la conversación, hay que imaginar a María como estaba, con un pañuelo arrugado y los ojos llorosos, tensa, rota; y al abogado impasible, con cara de "mira, miles de mujeres como tú pasan por mi despacho cada año, nada me sorprende, nadie es distinto". ¿Tendrá pareja?
- Lo primero es saber si lo tienes claro.
- Sí, sí. Desde hace un par de meses. Porque (...). (Sorry. Los motivos no hacen al caso y los censuro). Lo tengo clarísimo.
- ¿Y sabe tu marido que estás aquí?
- No estamos casados.
- Estando embarazada eso al juez le da igual. Porque... ¿el niño es suyo?
- (...)
- Lo interpreto como un sí. ¿Sabe que estás aquí y que has tomado la decisión?
- No. No. Yo... Creo que es mejor que piense que lo decide él. Quiero decir que lo hemos hablado un montón de veces, pero... No sé. Es muy orgulloso. Se enfadará menos si cree que me deja él.
- Eso es muy prudente por tu parte. Cuando lo habéis hablado, ¿hablasteis del niño?
- Sí. No sé. Él a veces ha dicho que no lo quería. Pero... Yo no me lo creo. Supongo que eso se dice en un momento de cabreo, que cuando lo vea... Estoy diciendo tonterías. Pero supongo que lo querrá.
- ¿Y tú qué quieres?
- ¿Cómo?
- Que qué quieres.
- Yo... estar tranquila estar en paz cuando nazca mi hijo.
- No me refiero a eso. Pregunto que cómo te planteas la custodia. ¿Quieres compartirla?
- No, no. Hasta que no vea que él quiere al niño. Que lo querrá, seguro que lo quiere. Además, es un bebé, no...
- Hablo de después de la lactancia. ¿Te das cuenta de que por lo menos tendrá pernocta?
- (...)
- Que aunque te den la custodia a ti, el niño dormirá uno de cada dos fines de semana con él. Si él quiere.
- Sí... ¿Recién nacido?
- No. Te digo que después de la lactancia.
- (...)
- ¿Y la casa? ¿Es de los dos?
- Sí. Bueno... Debemos un dineral al banco, pero sí, la compramos los dos.
- ¿Y la quieres?
- No, no. No es justo que yo me atrinchere ahí, es dinero de los dos. Yo creo que es mejor venderla, o alquilarla y pagar así la hipoteca.
- Sabes que si te dan la custodia te correspondería el domicilio familiar, ¿no? ¿Lo habéis hablado eso también? ¿Sabe él que si os separáis no te quieres quedar la casa?
- No, nunca hemos llegado a tanto detalle, la verdad. Pero... ¿por qué?
- Tú no te preocupes. ¡Lo tenemos!
- ¿Perdón?
- No le digas nada, no le digas ni media palabra. Pero ten en cuenta una cosa: ahora está de moda la custodia compartida y los jueces de las grandes capitales, además, son más modernos y la dan con facilidad, no estás en un pueblecito del sur. Si quieres la custodia, tienes que callarte, tienes que callártelo todo. Su abogado, cuando él vaya, le aconsejará lo contrario que yo; es decir, le dirá que pida la compartida para obligarte a negociar y a vender la casa. No le digas nunca que no la quieres, nunca.
- (...)
- Sé que es duro, pero pasará.
Para levantarle el ánimo a María y tener un detalle con los abogados, la canción de Ally Mc Beal, por Vonda Shepard.
(La introducción original de la serie está protegida por el copyright de Fox y no se puede linkar. Ellos sabrán...).