La novia de papá

Sobre la autora

Paloma Bravo
Soy madrastra, periodista y autora de “La novia de papá” (Plaza&Janés). Este blog no lo escribo yo, lo escribe Sol Beramendi, la protagonista de mi novela. O sea, que es ficción y, por lo tanto, absolutamente real.

Paloma Bravo

SOBRE EL BLOG

Según la RAE, madrastra es una “cosa que incomoda o daña”. ¡Y una mierda! “Tía buena (buena en todos los sentidos), lista e inmejorable” es lo que debería decir. ¿O no? El caso es que me ofrecieron crear una plataforma de “madrastras sin fronteras”, pero mis bestias me necesitan en casa, así que nos hemos quedado en un blog. Para hablar de vuestras familias y otros animales.

TWITTER

31 mar 2011

Lo bello y lo triste

Por: Paloma Bravo

Bello-triste_CLAIMA20110219_0034_8

(La foto es de Daniel Muchiut, maravillosa, y la encontré aquí, en un estupendo reportaje de Clarín).

 

Tenía preparada una entrada bella y triste, o, mejor dicho, una sobre la belleza y la tristeza, pero después del lío que se montó ayer con mi post, no soy capaz de publicarla.

Sólo tengo ánimos para la penitencia: he pasado la noche castigada, escribiendo (a mano, claro) una y otra vez la frase "nunca más diré la palabra 'tetas' en un titular" porque...

...porque luego unos me ponen en la home para subir la audiencia, otros aprovechan y me insultan, algunos se pasan todo el día defendiéndome y mi madre me llama cada cinco minutos para ver si ya me han echado y cada diez para ver si ya he dimitido.

Además, y como parte del castigo, he buscado en el diccionario el significado de las siguientes palabras: "ficción", "metáfora", "ironía", "humor", "sexo", "amor", "educación" y, la última, "talento".

De las primeras, ni os hablo. El diccionario dice poco para todo lo que significan. De la última, del "talento", sí. Talento es "aptitud": capacidad y disposición para el buen desempeño o ejercicio de un negocio, de una industria, de un arte. Y no, no lo tengo; o tengo poco. Lo digo sin ironía y sin victimismo, lo digo de verdad: mi único talento es para hacer y conservar buenos amigos.

Por eso, y habiendo leído sólo los primeros 50 comentarios y los primeros 20 insultos que algunos amables usuarios me dedicaron ayer, he asumido que el sector crítico tiene razón: soy gilipollas, escribo rematadamente mal y EL PAÍS no debería publicar mi blog.

Para ésos que me sentenciaron, un poco de paciencia; es sólo cuestión de tiempo que el blog se autodestruya.

Para los lectores habituales y los nuevos que entendisteis y disfrutasteis el post, dejadme recomendaros tres libros bellos y tristes de autores que sí escriben bien.

El primero es el que me presta el título "Lo bello y lo triste", una novela de Yasunari Kawabata, escritor japonés que se suicidó cuatro años después de ganar el Nobel.

El segundo, maravilloso, "Jardines de Kensington", de Rodrigo Fresán, que es quien acompaña esta noche al autor del tercero.

Y, el tercero, por fin, "Norte", de Edmundo Paz Soldán, que cuenta tres historias dolorosas y certeras y que se presenta hoy en Madrid (20:30, Casa de América).

Sed buenos. Yo lo voy a ser hoy todo el día. Ya mañana daré por concluida la expiación y seguiré escribiendo tonterías.

 

P.D.: perdón, ya termino. Todo esto también me ha recordado una peli excepcional, "La guerra de papá", en la que Antonio Mercero adaptaba "El príncipe destronado" de Miguel Delibes. Mercero y Delibes, talentos de los de verdad. Pero a mí me lo ha recordado por la furia con que Lolo García, el prota, le gritaba a Verónica Forqué: "¡caca, culo, pedo, pis!". Y con este vídeo, y con la intención de que recuperéis a alguno de estos genios, os dejo por fin:


 

 

 

 

 

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

30 mar 2011

Te compro unas tetas

Por: Paloma Bravo

Dos-huevos

(La foto es de aquí, y, por cierto, son dos huevos y no dos melones ni otras frutas relacionadas vulgarmente con la anatomía femenina).

 

Perdón, perdón y perdón por la zafiedad del titular.

Perdón, insisto. No es culpa mía.

Es culpa de Alberto.

Alberto es, era, el novio de mi amiga Irene. Un gran novio: cariñoso, agradable, educado, limpio, rico... Y, perdón otra vez, completamente gilipollas.

El otro día (o la otra noche, no sé bien), estaban desnudándose, desnudándose con intención quiero decir, tocándose, excitándose y... Alberto miró a Irene despacito: "Mi vida, tienes un cuerpo perfecto, pero no te pegan tus tetas".

No voy a decir lo que contestó Irene porque, lamentablemente, no dijo nada, pero, claro, Alberto iba ya embalado.

- No te ofendas, amor, pero es que las tienes caídas.

Os describo a Irene, aunque no hace falta: maravillosa y excepcional por dentro. ¿Por fuera? 34 años, delgada, alta, guapa, ojos verdes, piernas largas y... Un pecho algo caído porque adelgazó hace un tiempo de repente, o porque sí.

¿Y qué?

Y nada, que su mayor defecto, parece, es su mal gusto por los hombres. Porque Alberto sigue...

- Tengo pasta, lo que no hemos gastado del bonus. Yo te pago unas tetas nuevas.

Yo tengo claro lo que habría contestado: "Opérate el cerebro, imbécil", pero yo no soy Irene. Irene se ha largado sin decir ni media palabra y no ha vuelto a verle ni a contestar sus llamadas.

Mientras tanto, Alberto me ha llamado a mí, me ha contado esto y me ha pedido que le ayude a que Irene le perdone.

Este post es toda mi ayuda, Alberto: ahora todo el mundo sabe que eres memo. 

 

 

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

29 mar 2011

Sálvame

Por: Paloma Bravo

Ahogados


(La foto es de aquí).

 

Interrumpo la programación de los posts que había previsto para esta semana por A., que quiere ser "totalmente anónima" y que me ha enviado un mensaje urgente.

A. quiere que yo le explique lo que le pasa, pero no puedo; no soy tan lista. No la conozco y, aunque la conociera, no soy ella.

A. está casada; "felizmente", dice. Enseguida muchos pensaréis que "no tan felizmente". Porque, claro, A. conoció a un hombre perfecto que no era su marido. Tan perfecto que se hicieron amigos íntimos. Tan perfecto que se liaron. Tan perfecto que -esto no lo dice A., lo deduzco yo- A. se quedó enganchada.

Y, al principio, todo bien. Bueno... Quiero decir "bien" de aquella manera, porque lo de estar con dos hombres a la vez no es fácil. Y no lo digo desde el punto de vista moral, ojo, sino desde el emocional. La gestión de las culpas y los tiempos, los amores y las añoranzas, las entregas y las renuncias... Complicado e, imagino, también emocionante y muy romántico.

El caso es que el hombre perfecto, el íntimo amigo, el buen amante de A., un día, de repente, dejó de llamarla, de mirarla, de...

- ¿Por qué, Sol? ¿Qué ha pasado?- me pregunta A.

"¿Por qué?". Ni idea. ¿Cómo lo voy a saber yo? Hay mil explicaciones y sólo se me ocurre ayudar enmarcándolas en dos muy extremas, pero es A. quien tiene las pistas, quien puede rellenar la línea de puntos, quien puede poner los matices:

1. Él no puede más de esa situación a escondidas. No quiere una parte de A., lo quiere todo. Está cansado de esperar, o de argumentar, o de esconderse... Él ha decidido salvarse renunciando a A. Desintoxicándose. Ésta, de las mil, es la versión más romántica.

2. Para él A. no era la mujer perfecta; A. no era tanto, era, más bien, sólo un poco. Un poco de tiempo. Un rato que ya ha pasado. Está ya en otras cosas, sin dolor. Y, de las mil, ésta sería una de las versiones más crueles.

Pero, insisto, A., yo no lo sé.

Lo que sí me parece es que te estás haciendo trampas.

Me preguntas si se puede querer a dos hombres a la vez. Sí, no, no sé, supongo. En cambio, estoy segura de que es imposible quererlos igual, quererlos sin saber elegir, quererlos sin la responsabilidad que eso implica. Quererlos sin diferenciar enamoramiento de amor, por ejemplo (y tampoco digo que éste sea el análisis correcto).

Lo siento, A., yo no sé si quieres más a tu marido que al que fue tu amante. No sé quién es mejor (si lo es alguno de los dos). No sé quién te quiere más a ti.

No sé nada salvo que no estás siendo del todo honesta contigo misma (me repito). Para empezar, y siento ser tan dura, quizá en ese espacio entre tu marido y tu amante, lo que no encuentras es a ti misma.

Porque nadie va a salvarte. Ninguno de los dos te va a hacer feliz toda la vida, ninguno de los dos te va a dar paz para siempre. Eso sólo lo puedes conseguir tú.

¿Puedes?

Yo creo que sí. No les esperes. Échate a nadar tú. Sálvate.

 

P.D.extemporánea: por favor, por favor, decidme que no es normal que las parejas lean tus mails, que no haya una privacidad mínima en el ordenador, en el teléfono. Por favor... Si Pablo leyera mis mails me dejaba, pero es que, si Pablo leyera mis mails... ¡lo dejaba yo a él!

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

28 mar 2011

El ala oeste de mi trabajo

Por: Paloma Bravo

West wing

Conocí a mi amigo M. en una visita a Atlanta y, ahora, casualidades de la vida, nos cruzamos profesionalmente una vez al mes (personalmente nos cruzamos varias veces al día, siempre demasiadas para su misantropía, nunca suficientes para mi necesidad de él. Por cierto: he utilizado tres adverbios de modo en la misma frase sólo para fastidiarle, que los odia...).

Él es supercapo en las oficinas centrales de una multinacional de la comunicación de la que depende un pequeño experimento del que cuelga un proveedor del que... Pues eso, que yo soy una hormiga (con talento, que conste) y él el Comandante en Jefe.

Cuando me toca ir al Cuartel General ("Head Quarters" para M., que ya sabéis que no escribe palabrotas pero procura hablar siempre en inglés), noto que una cámara me recibe en la entrada y me sigue con un travelling hasta el fin de mi visita.

Lo sé porque me lo ha dicho M.

M. estuvo muy metido en política, o lo está, no lo puedo afirmar ni negar, porque se hace el misterioso y yo procuro fingir que no me entero. En algún momento, en ese encuentro inicial, cuando yo era joven y él creyó que también lista, decidió que podía "ser una de ellos".

- ¿Una qué?

- Una política.

- Pero si yo no quiero ser política.

- Ni tú ni nadie. Pero hacen falta mujeres que sepan hablar.

- Y hombres que sepan pensar.

- ¿Ves? Eres rápida... Podrías dar unas réplicas matadoras en el Congreso.

Típico rollo de Pigmalión vs My Fair Lady, pero con la tensión sexual por debajo de cero. No porque M. esté felizmente casado, que lo está, sino porque no le gusto nada (lo cual dice mucho a su favor).

M. graba nuestros diálogos mensuales (tiene tanto poder para dar esa orden en su oficina sin que nadie la cuestione. Muy heavy) y luego me los hace repasar una y otra vez.

"Aquí estuviste bien, pero... Aquí demasiado borde, aquí demasiado rápida. Aquí no pensabas. Aquí te pasaste de lista. Aquí, directamente, te equivocaste...".

- ¿Y a mí qué?

- Te necesitamos.

- ¿Quién?

- Eso no te lo digo.

- M., de verdad, ¿todos los meses te tengo que repetir que no me quiero dedicar a la política?

- Pues podrías ser ministra.

- No sé si es un piropo o, visto lo visto, un estupendo insulto.

- Sol...

Durante sus años en Atlanta (el auténtico Head Quarters, sede de Turner y Coca-Cola), M. se aficionó a las series de televisión y hace ya tiempo que me obligó a ver entera The West Wing.

Por su culpa, he pasado años enamorada de Josh Lyman, sin poder querer a otro hombre. Por su culpa, también, mi líder espiritual para el diálogo es Aaron Sorkin (bestial la escena inicial de La Red Social, con guión suyo).

Por su culpa, por tanto, voy entrenando, progreso adecuadamente en esto del diálogo rápido y cáustico, y está ya muy cerca el día en que alguien me premie la brillantez con un bonito puñetazo (o, aún peor, un despido barato).

Por su culpa, también, paso el mes en tensión. M. es un tío poderoso, un gurú sin twitter pero con un ejército a su servicio, un tipo al que no se le puede decir que no.

Y eso que no me ha pedido nada concreto todavía. Él sólo se muestra como es: elocuente, entusiasta (entusiasta de los que contagian entusiasmo), empático, brillante, bueno... Y mientras me somete a un entrenamiento militar: me critica, me ametralla, me reta...

Y me estimula.

Y me enseña.

Gracias, M.

 

P.D.: en la foto, Martin Sheen como el presidente Bartlet. Merece la pena The West Wing. De verdad.

P.D.2: a mí no me gustan las cuotas, ni la paridad impuesta. No me gustan de verdad, sin excusas. Por eso no sé cómo interpretar que en la reunión que convocó ZP el sábado con las 44 grandes empresas españolas sólo hubiera una mujer (había una segunda invitada que no acudió). Quizá, hoy que es lunes y estoy en el trabajo, sólo tengo que mirar alrededor y entiendo el cómo, lo que no me explico es el por qué.


 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

27 mar 2011

Me dejó el miedo

Por: Paloma Bravo

Miedo

 

Ésta es la historia de Juan, tal y como me la cuenta. Me sugería cambiarla, mejorarla, pero no puedo: él escribe mejor que yo y, además, ya había comprado mi novela. Un gran tipo, Juan, en muchísimos sentidos.

 

Una vez conocí una chica. La podemos llamar L, para hacerlo a tu manera. Empezamos a salir. Bailamos, reímos, hicimos el amor, compartimos confidencias y nos enamoramos. No necesariamente en ese orden. Ambos teníamos 22 años, y estudiábamos en la misma Facultad. A los veinticuatro, decidimos irnos a vivir juntos. A los veintiocho decidimos casarnos. Unos meses antes de la boda me dejó. Sin darme un motivo, sin un grito, sin una discusión, sin odio, sin nada. Sin nada no. Me dejó algo que nunca había experimentado. Me dejó el Miedo.

Pero no es su historia la que te quiero contar sino algo que sucedió después con otra persona.

Unos meses después de que mi querida L me diera las gracias por participar, así, como quien destapa un yogur y lee “siga buscando”, pues eso, unos meses después conocí a Y.

Ella empezó a trabajar por las tardes en la misma empresa en la que yo lo hacía. Era una de esas mujeres que a mí me vuelven loco, y la verdad es que no he conocido muchas que lo hicieran, y a ninguna como Y. Tremendamente mordaz, inteligente, altiva pero accesible si uno sabe seguir las pistas, dulcísima cuando se siente a salvo, y con dos maravillosas virtudes, por si lo dicho hasta ahora a alguien no le pareciera suficiente: la capacidad de ver las cosas desde ángulos que la mayoría ni imagina y, la habilidad de tener siempre una pregunta en los labios.

Así que, bailamos, reímos, compartimos confidencias…

…y tuve miedo.

Para ser todavía más justo, te diré que ella acababa de divorciarse con treinta y tres años. De forma muy cívica y aséptica, pero no sin ciertas dosis de dolor y culpa. Y sin embargo, ella arriesgó. Se arriesgó y yo tuve miedo. Ella era lo que siempre había buscado, ahora lo sé, pero dejé que aquello pasara de largo.

Un día, por fin, aprendí a convivir con el miedo, a ser yo el que le dominara a él y no a la inversa. Era tarde. Lo intenté todo menos suplicar, creo que no daré detalles. Pero de nuevo, ella iba una página por delante.

Y y yo somos grandes amigos y nos queremos mucho. Nos vemos a veces, y bailamos, y bebemos vino, y nos contamos confidencias y ella hace preguntas y yo la hago reír. Y luego ella vuelve a su vida con su chico y yo a la mía con mi chica, cuando tenemos pareja. Ella no ha vuelto a dejar pistas y yo un día dejé de buscarlas.

FIN

No sé si te vale como historia, pero es lo que hay. Eres libre para adaptarla, cortarla, pegarla, sacar conclusiones o no hacerlo, libre para publicarla u olvidarla. Te la regalo porque, total, yo ya la he vivido.

 

Por puro afán de protagonismo, intervengo para tener la última palabra y para discrepar: éste no es el "FIN" de la historia de Juan. Estoy segura de que no.

 


Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

26 mar 2011

Ciencias naturales

Por: Paloma Bravo

Dinosaurio

 

Parece una conspiración interplanetaria.

Este sábado Eva y Tere no tienen celebraciones de cumpleaños, invitaciones a casas de amigos, ni otros planes dignos de mención. Tampoco hay pelis que quieran ver y no hayan visto. Ni primos que puedan acogerlas. Están condenadas a pasar la tarde con su padre y su madrastra (moi), con adultos odiados porque les son demasiado cercanos.

A Pablo y a mí nos gusta ser fieles a nuestra fama de intelectuales activos, y por eso las hemos arrastrado al Museo de Ciencias Naturales de Madrid, una institución extemporánea, una isla que ha resistido con sus dinosaurios y sus bichos disecados el paso de los últimos cuarenta años.

El museo resiste, la infancia ha cambiado...

Tere camina absorta en la Nintendo DS3 que ayer le robó a su prima. Eva chatea en la app de Tuenti de mi iPhone. Pronto las dejamos atrás y Pablo y yo, de la mano, caminamos entre lobos, tigres, leones y carneros. Los mismos que vimos -cada un por nuestro lado- hace más de veinte años, los mismos que vieron nuestros hermanos mayores y probablemente nuestros padres.

En el fondo, es un buen plan: nosotros estamos fascinados con los bichos y las niñas también... con sus cacharros. Nosotros caminando y ellas sentadas en los escalones de la entrada. A ninguno se nos hace larga la tarde y, además, tenemos premio todos en el bar: ellas ganchitos y coca-cola, nosotros cervezas y patatas, los cuatro satisfechos.

Molan los planes culturales.

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

25 mar 2011

Sexo con excusas

Por: Paloma Bravo

Preservativos-eligiendo-el-tipo-adecuado

 

Tengo una enorme debilidad por las palabras con "z", como bien sabe Pablo y algún otro miembro zorrocloco de mi entorno. De la letra "x", en cambio, me disgusta su abuso como incógnita y como sinónimo de porno. O, dicho de otra manera, me gusta el sexo y odio las excusas.

 Excusas del tipo...

  • Yo controlo
  • No es lo mismo (o no se me levanta igual)
  • Quiero sentirme dentro de ti, quiero sentirte sin nada en medio
  • Me aprietan todos, no hay de mi talla

Frente a argumentos como...

  • No quiero quedarme embarazada
  • No sé si estás enfermo

Porque, por cierto, tampoco es lo mismo llevar dentro un DIU, con o sin hormonas, ni tomar una pastilla cada día, ni ponerse un diafragma. O sea que propongo unirnos todos y animar a la industria farmacéutica a que siga trabajando, que tenemos todo el sexo virtual que queremos y aún no hemos resuelto bien algunos aspectos básicos del sexo real.

Y el sexo sin excusas, la verdad, mola.

 

P.D.: este post es para Marina.Y para todos los demás.


 

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

24 mar 2011

El nadador

Por: Paloma Bravo

Swimmer

(Burt Lancaster en la peli de Frank Perry que no da título a la entrada porque el título se lo da, más y desde antes, el cuento de John Cheever que inspiró el largometraje).

 

Me escribe mi amiga Berta, desde Nueva York. Vive allí por trabajo. Quiere irse, también por trabajo. Berta y yo nos conocimos en una piscina.

 

Hace años que no nado, Sol.

En realidad, no me gusta la natación, tú lo sabes. Me da miedo, me da pereza, me da frío. Y, sin embargo, hubo una época en que nadar me salvó la vida: nadaba una hora al día, a la hora de comer, pasara lo que pasara. Silencio, agua y un largo tras otro. Y todos esos largos me los quedaba dentro y me refugiaba en ellos.

¿De qué? Pues de todo y de nada, de todos y de nadie, pero no lo cuento, que no quiero.

Ahora, ya muy lejos, cuando me acuesto y se me viene encima todo el ruido y la suciedad del día, la tensión, los malos rollos, las decepciones, los gritos, aún pienso en mi piscina y me imagino nadando. Nado mentalmente. Luego enseguida me despisto y vuelvo a comerme el tarro y a agobiarme, y me regaño y me llevo de vuelta al crawl para ver si me relajo.

Anoche tuve suerte y en vez de despistarme con el ruido y las angustias, me despisté con Cheever.

A Cheever lo han llamado el "Chéjov de los suburbios" (sus propios editores), pero Cheever es eso y mucho más. Cheever, como Richard Yates, como Raymond Carver (contemporáneos y compatriotas) sabía contar de manera extraordinaria a los hombres ordinarios.

Es lo que dice Xevi (Xevi es amigo de ambas, productor de televisión, experto en vidas) "toda vida vista de cerca es apasionante". Eso es lo que hace Cheever. Eso es "El nadador".

En ese cuento (yo lo tengo en la antología "La geometría del amor" editada por Emecé) John Cheever se llenó, como su prota Ned Merryl, de "frío y de invierno". Yo creo que también de libertad, de rebelión, de inconformismo. De dolor, de soledad, de límites.

Seguramente por eso pienso ahora en Ned Merryl por las noches. Porque tengo que elegir: nadar y estar sola o rellenar mi copa y seguir en el bordillo con gente a la que no quiero. Creo que ya he elegido, creo que no tengo opción.

Sol, creo que me voy.

 

 


Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

23 mar 2011

La tentación de la prensa

Por: Paloma Bravo

  Manzanas

 

Salgo ahora de una reunión incalificable. No tengo muy claro si ha sido una entrevista de trabajo o un peligroso encuentro con la versión femenina de Vito Corleone.

"Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar", me dice una mujer elegante y sinuosa que dirige una editorial de revistas mientras sorbe un café de esos complicados sin despintarse los labios.

Lo dice y sonríe. Y luego sigue diciendo.

Dice que internet está muerto tal y como lo conocemos.

Dice que no cree en la "bidireccionalidad" ni en el diálogo, que los autores (fue ella quien me llamó "autora", que conste, no yo) debemos ser enigmáticos e inaccesibles.

Dice que le gusta mi capacidad de hacer de lo cotidiano algo extraordinario.

Dice que hago sentir a la gente que no está sola.

Dice que lo que yo llamo gurús no son más que adevnedizos e ignorantes, que ella es "la" prensa, LA, con mayúsculas, "la", con comillas.

Dice que no debería mostrarme vulnerable.

Dice que, en cualquier caso, ella me va a proteger.

Dice que no tengo por qué trabajar sin cobrar.

Dice que se siente como mi hermana mayor.

Dice que el medio es el mensaje, que el medio es ella y el mensaje yo.

Dice que EL PAÍS ya no me suele poner en portada y que en otro soporte, en otro medio, en "el" medio, me tratarían como a una reina.

Dice, por fin, que le encantan mis posts y que quiere hacerme columnista.

 

"Bueno, te quiero hacer bi-columnista. ¿Me sigues?".

"...No, claro que no..."

 

(Es una de esas mujeres que se contesta sola, lo cual facilita mucho la conversación: yo me echo para atrás y me relajo, ella se echa hacia delante y habla, tensa).

 

"Verás, la mitad de tus entradas podrían ser las columnas perfectas para nuestra revista de mujeres frivolonas; la otra mitad, encajan de cine en nuestra publicación para mujeres inteligentes...".

 

(No, no pregunto si se puede ser frívola e inteligente al mismo tiempo. Estoy segura de que sí).

 

"Había pensado en crearte dos personajes. Para el primero, te haremos unas fotos en las que parezcas tener diez años menos, más guapa, más juguetona; para el segundo, unas con diez años más, más intelectual, más sabia".

"...Tranquila, que seguirás siendo tú. Porque tú eres muchas, Sol. Eres casi todas..."


En algún momento me ha hipnotizado y he dejado de escucharla, pero no de oírla. Igual ha sido cuando repetía: "no me puedes decir que no". Lo dice muchas veces y yo no le digo nada.

 

Ahora, supongo, me toca pensar, decidir y hacer, pero no acabo de creerme que esto haya ocurrido de verdad. Salvo porque huelo a un perfume espeso y diabólico que no es el mío. Es el perfume de la prensa.

 

P.D.: perdonadme que os cuente esta oferta. La escribo para entenderla. La palabra del día para mí va a ser estupefacción. Porque, a todo esto, ¿la prensa en papel no iba a desaparecer?

 


 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

22 mar 2011

Machitos, S.L.

Por: Paloma Bravo

Valderrama

(Esta foto tiene más años que Matusalén, pero sigue siendo válida para hablar de machotes y machitos: con vosotros, Míchel tocándole las pelotas a Valderrama).


 Me ha llamado Jon. Quería saber en qué año vivimos. Me preguntaba si hemos vuelto al pasado.

Jon es un gran amigo al que conocí en una empresa de tecnología, ya bastante entrados en el siglo XXI.

Jon es un tipo inteligente, irreverente y divertido. Un tipo que siempre tiene salidas y nunca se rinde. Un tipo con un sentido común a prueba de bombas y un sentido del humor a prueba de mastuerzos.

De mastuerzos (o majaderos), sí, pero no de machitos tontorrones.

Jon lleva tres meses trabajando en una empresa con un año de vida, una compañía muy cool, dedicada a lo virtual. Lleva tres meses con un jefe de 30 tacos que no sabe decir nada (ojo, no sabe no porque tenga pocos años, sino porque no ha conseguido llenarlos).

Que conste que no lo conozco, pero Jon tiene dos costumbres: la primera, reírse de sí mismo; la segunda, no mentir. Y seguro que no miente cuando asegura que el vocabulario de su jefe se reduce a tres frases:

 

1. "Esto se hace por cojones"

2. "Verás como ponga los huevos encima de la mesa".

3. "No me toques las pelotas".

 

Más allá del campo semántico de este semental virtual, lo que a Jon le desespera es su infantilismo.

Resulta que el tipo está acorralado porque todo el mundo sabe que es tonto. Resulta que su estupidez ha traspasado fronteras y alcanzado la sede central en alguna ciudad de europea. Resulta que sus accionistas se hartan y vienen a ver qué demonios pasa. Resulta que el mastuerzo se asusta ("acojona", diría él) y que el mastuerzo tiene un plan maestro ("cojonudo, diría también  para no cambiar de campo).

Un plan tan inteligente que empieza por compartirlo con gente que no lo soporta (con Jon y otro montón de subordinados): "Juas, me los voy a llevar de putas y les voy a hacer unas fotos. Cuando mañana se las enseñe, no van a tener huevos para sacarme de aquí".

Y los accionistas le dicen a todo que sí, que sí que quieren salir, no de putas, sí de copas. Al típico bar pijo de Madrid. Y ligan. Y hay foto. Y el mastuerzo llega al día siguiente triunfal, con la resaca en la cara y el iPhone en la mano: "Están jodidos. Están jodidos".

Les enseña a todos las fotos: los dos jefazos internacionales bebiendo copas con dos, una rubia y una morena.

 

- So what?- dice Jon.

- Tú eres un mierda, no tienes huevos. Están jodidos.

- ¿Pero por qué no van a querer que se vea la foto, si las tías son para enseñar?- dice otro compañero.

 

Y en ese momento entran los guiris y le dicen al mastuerzo que está "fired", y que gracias por las copas. Y al jefe de Jon se le cae al suelo algo, no se sabe bien si el cerebro o las pelotas.

Por imbécil.

(Este post se titula "machitos" no porque hable de machismo, sino porque habla de estupidez).

Qué pereza de gente, todo el rato con los huevos en la mano, en la boca, en la mesa.

Qué pereza.

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal