La novia de papá

Sobre la autora

Paloma Bravo
Soy madrastra, periodista y autora de “La novia de papá” (Plaza&Janés). Este blog no lo escribo yo, lo escribe Sol Beramendi, la protagonista de mi novela. O sea, que es ficción y, por lo tanto, absolutamente real.

Paloma Bravo

SOBRE EL BLOG

Según la RAE, madrastra es una “cosa que incomoda o daña”. ¡Y una mierda! “Tía buena (buena en todos los sentidos), lista e inmejorable” es lo que debería decir. ¿O no? El caso es que me ofrecieron crear una plataforma de “madrastras sin fronteras”, pero mis bestias me necesitan en casa, así que nos hemos quedado en un blog. Para hablar de vuestras familias y otros animales.

TWITTER

30 abr 2011

Los esfuerzos inútiles

Por: Paloma Bravo

"Los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía". Ésa es la única cita que yo le he oído a mi padre, aunque mi madre afirma que cuando se enamoraron era una biblioteca humana: un tipo culto y memorioso, que podía recitar cualquier fragmento que le hubiera emocionado; recitarlo, además, emocionando.

Juraría que mi padre me dijo que era una frase de George Santayana ("Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo"), pero ahora no sabe, o no contesta, y cuando la he buscado todo el mundo se la atribuye a Ortega.

En cualquier caso, me vale para explicarme.

Me habéis escrito muchos para preguntar por qué no me he currado un poco más el blog en Semana Santa. Algunos me habéis llamado vaga, perezosa y caradura (con cariño, eso sí); otros me han confesado que me han echado mucho de menos (y yo a vosotros, Juan, Pedro, Carmen...), pero la verdad es que no era yo quien estaba de vacaciones, sino vosotros.

Duele escribir para la nada. Y es que me habéis malacostumbrado: por duras que sean a veces las críticas y los comentarios, a mí me gusta notar que hay alguien al otro lado, que hay respuestas, que sentís, que sois mejores que yo. Me gusta aprender de vosotros. Y para eso necesito que estéis.

Y ahora os dejo, que es sábado y tenéis planes mejores. Además es el cumple de Zoe, y voy a celebrarlo con ella: querer a Zoe nunca es esfuerzo y nunca es inútil; querer a Zoe es fácil, haberla conocido es un lujo.

Buen fin de semana.

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

29 abr 2011

La entradita española

Por: Paloma Bravo

  Chillida

(Una obra de Eduardo Chillida, porque siempre me da paz y el tema de hoy es de mucha guerra).

 

Así, "entradita española", llama un amigo mío a ese humor grueso que gastan algunos jefes con sus subordinadas atractivas. Ese coqueteo que no escucha, que no tiene en cuenta si a la mujer le gusta o no el hombre (hombre, sí, antes que directivo). Se miran al espejo y ven su cargo y su poder, y entonces se sienten irresistibles. Sólo así se explica que algunos tengan los santos cojones (perdón, M., ya sabes que yo hablo así cuando no puedo hacerlo de otra manera) de enviar mensajes que pueden ser interpretados como órdenes: "vente a mi casa, que estoy solo", "vámonos a echar un polvo", "yo sé que me deseas...".

 

- Joder, Juan, pero es un poco fuerte. Que tampoco le puedes decir a tu jefe que no te acuestas con él porque no te gusta.

- Ya, pero las mujeres os bastáis para haceros las locas. Al menos con las "entraditas españolas"...

 

Ojo, que la liamos: no digo que lo hagan todos los directivos, digo algunos, digo pocos, digo que aún así son demasiados. Y, de hecho, no hablo de mí (esto no es metafórico ni un desahogo; repito: no hablo de mí). Yo no tengo nada contra el coqueteo, ni contra el sexo, ni contra los jefes, ni contra nadie, pero sí, y mucho, contra el acoso.

Porque el acoso es amenaza, humillación, chantaje, intento de anular... El acoso es lo que describió Juanjo Millás ("Hay algo que no es como me dicen", Aguilar) y también lo que me cuenta Sara.

 

"Tengo 34 años, he vivido en pareja aunque ahora estoy soltera, y no me preguntes si soy guapa porque ya no me veo en el espejo y, aunque lo hiciera, he perdido todo criterio. Apenas peso 39 kilos. Soy víctima de acoso sexual. Y estoy sola...

(...)

He tenido jefes que querían acostarse conmigo. A veces, cuando era más joven, me he sentido como las viudas medievales, con ese cartel de 'no es virgen' y por tanto es 'follable'. Pero hasta ahora siempre me habían dejado trabajar, me habían respetado profesional e intelectualmente. Hasta ahora siempre he querido tomármelo sino con humor sí relativizando.

(...)

Esto es distinto, Sol. Esto es acoso y con él vienen la incomprensión, la soledad y la culpa.

Yo vivo de mi trabajo, ¿sabes? Y lo hago bien. Pero el jefe de mi jefe (perdona que no te dé nombres ni pistas) me está acosando.

Monta reuniones en su despacho en las que sólo estoy convocada yo, me intenta tocar, me hace ir con él en su coche a visitas de trabajo y me bloquea las puertas, me saluda con besos impuestos en los labios... Un día entré en el despacho de mi jefe y se lo conté: "tranquila, él es así. No me sorprende lo que me cuentas, pero no podemos hacer nada. Déjalo estar". Y se quedó allí, agarrado a su silla.

He intentado buscar otro trabajo y él, que es un tío con contactos, me ha interceptado dos ofertas. Me llamó al móvil y me lo dijo. '¿Ves? Puedo hacer que no vuelvas a trabajar nunca. Puedo despedirte y ponerte en la puta calle cuando quiera. No sé si me estás entendiendo, Sarita. ¿Te gustaría vivir debajo de un puente, con lo guapa que tú eres?'..."

"...Yo sé que puedo conseguir una baja por depresión, pero no quiero rendirme. No quiero dejarle que me gane. Una baja... ¿hasta cuándo? Él no se va a ir, yo no voy a encontrar otro puesto desde mi casa..."

"...Este señor me está dejando sin piel..."

"...Intenté hablar con la gente de Recursos Humanos y la respuesta fue aún peor que la de mi jefe. Me insinuaron que era yo la enferma, que como poco tenía anorexia y les expliqué que no, que el peso también se pierde cuando todas tus fuerzas se concentran en no dejar escapar la dignidad..."

"...Un amigo me habló ayer de un puesto en Argentina. Yo no quiero irme (aquí está mi vida, mi familia, mi gente), pero voy a aceptar: es una huida, un exilio, un castigo ajeno. Es la única salida que tengo. Me toca cambiarme de país, de piel, de identidad. Me toca expiar los pecados de otro..."

 

No puedo ayudar a Sara. Sólo puedo reconocer su dolor, publicarlo y desear que cese. El suyo y el de otras mujeres, hombres y niños que son acosados por gentes inseguras, egoístas y maltrechas. Por gentes de mierda. Ojalá todos los sádicos se vuelvan masoquistas: que sufran sólo ellos, que nos dejen en paz a los demás.

 

P.D.: hablando de acosos y de abusos, recordando como siempre a los navarros buenos, hoy Montxo Armendáriz estrena "No tengas miedo". Yo voy a ir a verla.

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

28 abr 2011

Peras, manzanas, naranjas

Por: Paloma Bravo

  Naranja

 

Anoche cené con Koldo y con Manolo. Os los presento: uno imposible e irreverente, otro generador de buen rollo, los dos chinchosos; de alguna manera, son mis dos "yoes".

La cena empezó de malas. Manolo porque se perdía el partido, Koldo y yo porque si el Madrid juega en casa no podemos aparcar, ni dormir, ni vivir. Manolo no vive en nuestro barrio y por eso le tiene menos ganas al Ayuntamiento de Madrid y su afición a cerrar calles a todo aquel que no sea conductor y/o madridista. Manolo, además, es ambas cosas y, por eso precisamente, por fastidiar, Koldo y yo le obligamos a quedar justo anoche.

"Total, para ver cómo humillan a tu equipo...".

Supongo que para no hablar de fútbol y de los sacrificios que imponen ciertos amigos, o para evitar mandarnos a la mierda directamente, Manolo nos dejó empezar la cena ensañándonos con la superconcejala Ana Botella.

Koldo había descubierto en internet lo que el diario Público llama sus "perlas dialécticas". Yo había encontrado una genial en wikiquote ("En la catástrofe del Prestige sólo hay un culpable: el barco") pero los tres coincidimos en que nada es comparable con su afición por la fruta.

"Y si se suman una manzana y una pera nunca pueden dar dos manzanas...", dijo Ana Botella para pasar a la historia. Hablaba de las parejas gays y de la adopción, hablaba de personas que se quieren y que quieren querer más, hablaba sin conocimiento de causa y sin criterio, hablaba y no decía nada.

En cualquier caso, el tema de Ana Botella es un punto de partida cualquiera, como siempre, para el "puteo" habitual de nuestras cenas de solteros; y Koldo y Manolo encontraron en la fruta la pista de despegue perfecta... Contra mí.

- ¿Y cómo es que en ese blog tan absurdo que tienes no te centras en la estupidez absoluta, en todo eso de que hay que ser una naranja completa y no una media naranja?

Ese era Manolo. En su versión de futbolero frustrado. Dándole pie al animal de Koldo.

- Pues porque no puede, Manolo. Porque Sol es una mierda de mandarina. ¿Tú no te acuerdas de la última vez que quedamos los tres, solos, quiero decir "SO-LOS"? ¿No te acuerdas de que apareció el pringado de su novio?

Koldo tiene razón.

Manolo, él y yo, que compartimos una forma algo salvaje de pincharnos, quedamos muchas veces con parejas y con niños (con nuestra cara más presentable), y, otras tantas veces, menos, nunca suficientes, los tres solos (con nuestra cara más gore y más auténtica).

Salvo que la vez anterior, Pablo no tenía plan, no estaban tampoco las niñas, y se plantó en el restaurante con la excusa de "Te acompaño, me tomo una caña con ellos y me voy".

- Si no le dierais bola y no le jalearais los chistes, igual no le caíais bien y no quería venir...- me defiendo atacando. Pero no cuela.

Yo intento ser didáctica con mi chico. Le explico que necesitamos independencia, vidas algo separadas, espacio mental. No le digo toda la verdad: que mis amigos son míos, que con ellos soy más yo que con él, que necesito verlos a solas, que el amor es más frágil que la amistad, que...

Pablo es un clásico: él cree que yo prefiero que estemos siempre juntos. Quiero decir que cree que prefiero que venga a mis cenas y, lo que es peor, que prefiero ir a las suyas. Y no. Yo sólo quiero que no me despierte cuando vuelva a casa y ver a mi gente con cierta intimidad.

De hecho, tengo un amigo, M2 (aquí su anterior cameo en el blog) que una vez al año nos obliga a quedar sin pareja, para vernos de verdad: "Mira que eres auténtica, Sol, siempre tan burra", dice, "y aún así te cortas con tu novio. Bueno, con tus novios, que yo ya he perdido la cuenta...".

Me centro... Koldo y Manolo me siguen puteando.

- Es que ya no eres la misma, Sol. Te has aburguesado desde que eres madre, madrastra o bruja. Lo que sea. Desde que vives con ese pánfilo, que aún cree que le das un toque hippy a su imagen intelectual. ¿Tú le has explicado que es un pedante?

- No Koldo, tío, no te pases, no es un pedante. Es un cursi. Aunque en lo demás sí que tiene razón Koldo, Sol. Que el domingo en tu casa me obligaste a usar posavasos por primera vez en tu vida.

Y ellos seguirían, pero el destino está de mi parte: suena un grito, Messi, Manolo tuerce la cara, Koldo le acorrala, y yo, que en el fondo no soy tan cruel, me compadezco de mi pobre amigo madridista y les devuelvo a Ana Botella en otra frase grandiosa:

"La Cenicienta es un ejemplo para nuestra vida por los valores que representa. Recibe los malos tratos sin rechistar, busca consuelo en el recuerdo de su madre".

Cuando el segundo gol de Messi nos aleja de los #botellafacts y Manolo renuncia -¡por fin!- a su equipo, seguimos hablando de lo que nos importa de verdad: sexo, jefes, sexo otra vez, parejas, etc.

Claro que hablamos con tal crudeza que no lo puedo contar aquí. Y con esta autocensura todo mi post parece dedicado a Ana Botella, pero no: yo no quería hablar de Ana, sino de esas parejas que se empeñan en compartirlo todo. Lo que pasa es que surgió el tema así, y tampoco era cuestión de ficcionar e inventarme una cena y unos amigos distintos a los que tengo, con lo que me gustan...

Gracias otra vez, Manolo. Te diría que siento el resultado, pero ya sabes que para mí sólo el Atleti es el puto amo.

 

P.D. para lectores no españoles: Ana Botella, teniente de alcalde y concejal de medio ambiente de Madrid, es la mujer de nuestro extravagante expresidente, José María Aznar.


 

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

27 abr 2011

Separaciones

Por: Paloma Bravo

Vacío

 

Aprovecho hoy que estoy melancólica para ponerme seria (visto lo que ocurrió el día de "Sigue pasando", a algunos os gusto cuando sufro, sádicos que sois).

Quería hablar del vacío.

A veces eliges mal y aún así quieres bien.

Quieres bien y entonces quieres dando. Das porque es mucho más bonito dar que recibir. Das porque no sabes querer de otra manera.

A veces lo das todo y no te devuelven nada.

Y sigues dando porque quieres. Quieres dar y quieres a quien (te) das.

Pero al otro lado no hay respuesta y un día te levantas y no te quedan lágrimas porque no te queda nada.

Te miras al espejo y tus ojos están muertos. Buscas tu sonrisa y ha desaparecido. ¿Tu estómago? Negativo.

Te miras el ombligo y lo entiendes: donde antes tenías las tripas, el corazón y el alma sólo hay un enorme agujero negro, un gran vacío. Tiene nombre, el nombre de la persona a quien quisiste y a quien ya no puedes querer porque no tienes nada para darle.

Y, en silencio, sin lágrimas, sin nada o, mejor dicho, con esa nada que ahora eres, recoges tus cosas y te vas.

Pasarán unos días, unas semanas, unos meses y habrá gente que te irá llenando, devolviéndote lo que eres. Tu gente, claro.

Tus amigos que saben como te ríes y como haces reír, tu familia que recuerda lo que te gusta comer y lo que te hacía feliz de pequeño, tu perro que aún quiere lamerte porque a ti te gusta que te laman...

Te miras en ellos y cada día ves un poquito más de ti.

Y sigues sin mirar atrás y sin contestar sus llamadas, ni sus mails, ni sus mensajes.

Te devuelve ahora los mails que tú enviabas.

"Este amor sigue aquí", dice.

No es cierto.

No supo dar. No supo, sobre todo, recibir y ese amor murió y moriste tú durante un tiempo.

Ahora ya no.

Ahora cuando te miras al espejo, ya te ves.

 

P.D.: y este post, claro, es para Sergio, que sabe querer y reconocer su tristeza. Sergio, como dice mi amigo M., todo está "100 tears away".

All of the happiness you seek
All of the joy for which you pray
Is closer than you think
It's just 100 tears away

 

Y mi melancolía, por si os preocupa, acaba de evaporarse, porque me ha llamado Manolo:hoy ceno con él y con Koldo. Enorme sacrificio en día del Madrid-Barça, pero así es la vida: Manolo (se) sabe dar.

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

26 abr 2011

Salvajismo ilustrado

Por: Paloma Bravo

Mowgli

(Mowgli, indignado ante los intentos de civilizarlo. Todo esto, claro, en la peli de Walt Disney que adaptaba una recopilación de cuentos de Rudyard Kipling).

 

Ayer fue un día de reencuentros. Con Pablo y con mi jefe. Dos momentos igual de apasionantes, como os podéis imaginar. Nada mejor que ver a tu chico después de diez días sin él... Salvo el maravilloso momento de la vuelta al trabajo después de unas larguísimas vacaciones (que no estoy siendo irónica, que no, que es que me están leyendo).

El caso es que me quedaba, como siempre, el mejor reencuentro: con las fieras. Eva y Teresa me esperaban despiertas. Acechaban, más bien, mi regreso; y yo, ingenua y agotada tras horas y horas y horas de reunión con mi jefe (apasionante reencuentro, insisto), sólo quería que me dijeran que habían tenido unas vacaciones estupendas, que todo iba bien, que tenían ganas de pasar tiempo conmigo y que se iban a dormir como dos niñas de cuento.

Pero no.

Eva y Teresa han vuelto de estos días con su madre tan salvajes como hace dos años.

Y aquí, como estoy perezosa, inserto el capítulo de la novela en el que lo cuento (por favor, recordad que "La novia de papá" es una novela publicada por Plaza&Janés y que si la compráis todos, la regaláis, la recomendáis, igual consigo dejar de trabajar y no volver a encontrarme con mi jefe. Lo echaría de menos, claro, pero... Sobreviviríamos los dos).

 

 


 

Después de la Semana Santa, parece que todos hemos estado en la selva: Pablo y yo volvemos de África, Eva y Teresa de pasar diez días con la mujer Leo. Todo el terreno que yo creía conquistado ha sido devorado por árboles, matorrales y grandes bestias.

 

Eva y Teresa besan a su padre y a mí me saludan con un “¿Qué pasa?”, Eva se levanta de la mesa, me mira provocadora y pone la televisión, Disney Channel a la hora de la cena. Creo que se está equivocando y que se avecina una catástrofe: prohibir la tele mientras cenamos no es una norma mía, sino de su padre (yo la comparto leal y ciegamente, claro).

 

-      “Eva”, dice Pablo tranquilo, “apaga la televisión y siéntate en la mesa”.

 

Es una niña lista y enseguida se da cuenta de su error, así que obedece. Pero hay un par de normas que sí son mías: que no juegue con el cuchillo y que coma con la boca cerrada. Bueno, llevaba diez días sin verla, así que creo que puedo soportar bien esta casi olvidada panorámica de su comida sin digerir, amenizada por los ruiditos de su cuchillo peleándose contra su tenedor. No tengo ganas de decir nada, y ella se cansa y mira a Teresa. Necesita otros países aliados si quiere desatar la III Guerra Mundial.

 

Lo que Eva no sabe es que yo ya tengo bastante con mi depresión post-vacacional. Lo malo de irse de vacaciones a un sitio maravilloso es volver. Lo malo de pasar diez días a solas con el hombre al que quieres es luego tener que compartirlo. Lo malo de perder de vista a tu jefe es lo bien que te acuerdas de todos sus defectos en cuanto reaparece. Lo malo de… Absorta en mis propias miserias, no me he dado cuenta de que Eva y Teresa han empezado un partido de baloncesto con las albóndigas. Creo que el objetivo es encestar el mayor número posible en el plato contrario. Va ganando Eva.

 

Yo odio la grasa, odio la suciedad gratuita, odio los malos modales.

 

Lo saben, y Pablo también. De todo eso me doy cuenta. Pero no reacciono, no tengo fuerzas. Hasta que, mientras Pablo intenta poner fin al encuentro y Eva lo celebra tirándole encima un vaso de agua, se me llenan los ojos de lágrimas y tengo que levantarme de la mesa.

 

Eva y Teresa me siguen impactadas: “Sol, Sol, perdona. Ahora lo limpiamos”.

 

-      “Vale”, mascullo entre gemidos.

 

A los diez minutos viene Pablo a buscarme: “No te preocupes, les pasa siempre que están una temporada larga con su madre. Les cuesta adaptarse a la vuelta, pero, después de tres días en el colegio, estarán como la seda”.

 

-      “Aha”, murmuro compungida.

 

Pablo me abraza, preocupado. Y a mí se me empieza a pasar la tristeza. Levanto la cabeza y le comento: “He tenido una reacción un poco exagerada, ¿no?”. Se descojona. Pero ha sido útil; volvemos a un comedor impoluto, con los platos de postre colocados y dos niñas formales que comen silenciosas.

 

Cuando las fieras se duermen, me atrevo con una pregunta que nos adentra en un terreno pantanoso (yo no hablo con Pablo de la mujer Leo, más que nada por aquello de “Dime cómo es tu ex y te diré quién eres”):

 

-      “De todos modos, ¿qué pasa cuando están con su madre?”, avanzo tímidamente.

 

-      “¿Me estás preguntando si Marina es una salvaje?”, estoy a salvo, suena medio divertido; parece que no lo ha tomado mal.

 

 

-      “No exactamente, pero no me importa que me contestes a esa otra pregunta”.

 

 

-      “Pues sólo pasa que a Marina no le gusta el conflicto. Es madre de dos preadolescentes y, por tanto, de dos tiranas; pero ella odia decir que no, no por falta de carácter, sino porque se siente culpable si le montan un pollo. Vamos, que vive en un puto callejón sin salida”.

 

 

Vaya, demasiada información. Porque todo eso me suena.

 

En cualquier caso, dos días más de colegio y vuelven a casa las niñas que yo conocía: más asilvestradas que salvajes. Imperfectas. Soportables.

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

25 abr 2011

Por favor, un día más...

Por: Paloma Bravo

Caricias

 

Lunes maldito. Maldito lunes.

Llevo diez días fuera de casa y, sí, ya lo sé, me lo he buscado solita por haberme ido sin Pablo de vacaciones, pero... Pero hoy deberíamos quedarnos en casa. Solos. Juntos. Suficientes.

Necesito estar con él. Tocarle y que me toque. Necesito recuperarle después de tanta meditación y tanta ausencia.

Lo escribo en el blog para que lo entienda mi jefe. Que no lo va a entender. Lo escribo en el blog para que lo sepa Pablo. Que sí lo va a saber.

Pablo, que vuelvo del retiro de yoga directa al trabajo y no sé si me he encontrado a mí misma, me da igual, pero ahora necesito encontrarte a ti.

¿Estás?

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

24 abr 2011

Arte en conflicto

Por: Paloma Bravo

Hoy es domingo de resurrección y este es un blog laico. Aún así, es buena excusa para hablar de Jerusalén, una de las muchas cosas de las que no sé suficiente.

Tengo dos amigos que, cuando se juntan, reactivan una discusión infinita, siempre apasionada y cargada de información. Son periodistas, han estado allí, tienen argumentos y... posiciones opuestas que a veces se cruzan y casi siempre divergen.

Yo ni quiero ni puedo pronunciarme. Sólo quiero rescatar dos exportaciones israelíes que me resultan imprescindibles.

En literatura, David Grossman. Que ha perdido uno de sus dos hijos, pero nada de su talento ni de su sed de paz. Por favor, leed "La vida entera".

En música, Habanot Nechama (The comfort girls), un grupo de mujeres que me descubrió el mismo tipo brillante que me ha descubierto casi todo lo que oigo (gracias, Peter). Aquí "So far".

 

 

 

P.D.: uno de los grandes lujos de EL PAÍS es un escritor certero e ingobernable que ahora anda de corresponsal en Jerusalén. Escribe poco en su blog pero cuando lo hace, compensa: para quien no lo conozca, Enric González y sus "Fronteras movedizas".

 

 

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

11 abr 2011

Aperitivo en el zoo

Por: Paloma Bravo

Animales050

(La foto es de aquí).

 

Ayer fue domingo, ayer teníamos a las niñas, ayer no fuimos al zoo. Ayer, perdón por el chiste fácil, fuimos "el" zoo.

Porque la política de puertas abiertas que mantenemos con mis amigos es un claro error estratégico. No por nada, sino porque a ver quien niega después, con una mínima coherencia, la entrada a los amigos de Pablo (que no, mi vida, que tus amigos son geniales, que sí, que... Pues que a un par de ellos no los aguanto, la verdad).

Y es que tenemos una casa céntrica. Tenemos dos niñas muy monas. Y tenemos, sobre todo, mucho aguante y una nevera siempre llena. Nosotros tenemos todo eso y mis amigos no tienen tasa. Todos los domingos, todos, viene alguno. Todos los domingos, todos, hay alguno que no se va.

Así nos va. En plan 'peterpanesco'.

Están los amigos (míos) que vienen a ver si hay citas a ciegas (no es una leyenda urbana: mi casa es como un bar pero con la música más bajita y un buen perfil de asistencia...). Están los íntimos (míos) que vienen a beberse la cerveza Alhambra (Koldo, Mario, Manolo, Zoe... La podéis comprar en El Corte Inglés, majos). Están, y ésos son los peores, los capullos (mis capullos y los capullos de Pablo) que vienen a ver cómo ejerzo de madrastra.

Koldo vive cerca, vale, y yo necesito que me chinche para poder seguir siendo quién soy; Zoe es una una referencia imprescindible; Manolo, Marta y sus hijas son lo mejor del mundo, pero es que...

Es que Eva y Teresa ya le tienen pillado el punto. Al zoo, al aperitivo y, sobre todo, a mí, a su intrépida y patética madrastra.

Saben que de Koldo y de Zoe, paso, que son habituales. Como Xevi y Juan. Como Mario y María. Como Manolo y Marta. Saben que ése es mi lado y que es todo fácil. Pero... Pero saben también que cuando viene el matrimonio mariperfecto (amigos de Pablo, claro) me crispo y me da vergüenza todo.

Y mis niñas, esas niñas puñeteras que no son mías sino de Pablo y su ex, se crecen.

Empiezan como unas lapas cursis, subidas en mis piernas, colgadas de mi cuello, las dos bigardas que pesan más que yo; y Mrs. Perfecta siempre da un gritito: "¡Sol, qué monas, te adoran...!".

Luego se cansan y deciden pelearse, se chinchan y fingen pataletas que no tienen. Yo no les digo nada y Mrs. Perfecta me mira mal hasta que Pablo, que la odia, grita: "¡Niñas, obedeced a vuestra madrastra!", y Eva y Tere me miran con odio también fingido (¿seguro?) y luego miran a su padre peor: "Papá, si Sol no se atreve a ordenarnos nada".

Cuando las niñas y Koldo se acaban el jamón, llegamos a lo peor del show, el show en sí mismo: tengo unas hijastras creativas. Hacen obritas de teatro, coreografías, "indiadas", que diría mi padre. Lo hacen porque saben que nos cortan el rollo y la conversación.

Normalmente, cuando no está Mrs. Perfecta, pasamos de ellas con la atención mínima para no traumatizar sus aviesos cerebros infantiles. Normalmente, además, se controlan y hacen sólo tres bailecitos.

Ayer no, ayer hicieron siete.

Y alguno más, porque al octavo yo me fui a pasear a Otto, el perro de Zoe, y a comprar más cervezas. Koldo se vino conmigo, claro. Nos tomamos el postre y el café en una terraza cercana, que hacía bueno.

Podíamos porque, y siento la deslealtad con mi chico, Mrs. Perfecta es también Mrs. Plómez y no se había marchado cuando volvimos a casa una hora después. Y aún tardó un rato en agarrar su bolso y a su marido. Con ellos del brazo, me besó y, como una institutriz antigua, me dio un pellizco en la mejilla: "Estás haciendo un buen trabajo con estas niñas, Sol. Son estupendas".

Y cuando se cerró la puerta, Pablo fue el primero en resoplar aliviado. Nos relajamos todos y de allí no se movió nadie hasta que conseguimos olvidarnos (a base de buen rollo) de que hoy, irremediablemente, iba a ser lunes.

 

P.D.aclaratoria: la cita a ciegas funcionó; adoro a mis hijastras; me gustan casi todos los amigos de Pablo y, no, no hacemos fondo común para este plan adolescente de dar de comer y beber a batallones en casa los fines de semana. Eso sí, este aperitivo no se lo dedico a mis gorrones habituales, sino a Emi, a Alberto y a Xevi. Ellos saben por qué.

P.D.2: el sábado algunos dijisteis cosas importantes: (i) que Pablo tiene mucho morro y yo me dejo por amor y/o por controlar a su ex. No os diría yo que no; (ii) que os gustan más estos posts, sobre nuestra vida diaria que los de las vidas de mis amigos, o los genéricos, o... No sé. Pero... es que ya retraté a mi familia en una novela (os la recomiendo, en serio, "La novia de papá", de Plaza&Janés) y casi me abandonan, así que ahora tengo que dosificar. Besos.

 


 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

10 abr 2011

Clara y Serena

Por: Paloma Bravo

Clara y Serena

(Cate Blanchett como Galadriel en El Señor de los Anillos. No se puede ser más clara, ni más serena).

 

Transcribo aquí la deliciosa carta de dos amigas opuestas que me hacen preguntas que, para variar, no sé responder. Preguntas, incluso, que yo misma he hecho aquí hace poco.

 

Querida Sol:

Somos Clara y Serena, y te escribimos desde una oficina muy lejana, del otro lado del charco. Yo, Serena, me enganché a tu blog este verano (invierno acá, aclaro) y arrastré a Clara de inmediato (aunque ella me grita: “no escribas mentiras”).

Ya habrás adivinado que éstos no son nuestros nombres; ni Clara lo tiene todo claro, ni yo estoy muy serena… Pero lo estamos intentando. Nuestra duda es la siguiente: (bueno, al parecer la duda es sólo mía, porque Clara me dice: “¿Por qué tiene que haber una duda? ¿No lo hacemos sólo para reírnos?").

Como decía la duda es la siguiente: a mí (Serena) me hizo pensar tu entrada sobre relaciones desequilibradas, y me puse del lado de Pablo.

Clara afirma que para ella las relaciones desequilibradas son las más divertidas, que hay que tratar de volar alto aunque luego te hagas pedazos contra el asfalto. Y puede afirmarlo, porque desde lo alto de sus 29 años, se desequilibra con un “bollicao” de 22 añitos. Al mismo tiempo, tiene días en los que me repite que no quiere estar sola, y que lo que busca en un hombre es su protección… Luego se le escapa la risa cuando piensa en su pimpollo de 22 años (que por cierto la adora). En el desequilibrio Clara encuentra su equilibrio, aunque siempre dude.

Yo, por el contrario veo el desequilibrio como causa de dolor y de estrés. Y lo puedo afirmar porque soy una experta en relaciones desequilibradas e imposibles. Necesito cuidar, mimar y equilibrar a la otra persona hasta que yo me desequilibro por completo. No sé querer a personas equilibradas, por eso ahora prefiero estar sola y mi trabajo se ha convertido en mi relación más estable... Lo que para Clara significa que soy una amargada; y lo repite varias veces a la semana mientras sonríe con cariño.

Clara encuentra su equilibrio en el desequilibrio de su relación, y yo no sé mantener una relación sin desequilibrarme. Con tantas contradicciones, ¿tenemos solución? ¿Vale la pena vivir siempre equilibrados? ¿Por qué nos empeñamos en vivir en la cuerda floja?

Un abrazo de Clara y Serena; bueno, dos abrazos, uno de cada una.

P.D.: Te juramos que no tenemos personalidades múltiples; Clara y Serena son dos amigas y dos personas distintas.

 

A partir de aquí, os dejo responder a vosotros.

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

09 abr 2011

El arte de delegar

Por: Paloma Bravo

Ampa_telefono8

No sé cómo es mi chico en el trabajo, pero en casa es un maestro de la delegación. Para empezar, me ha cedido, con amabilidad y firmeza, por pura omisión, el trato con su ex. Porque, para empezar, Pablo no coge el teléfono fijo y procura tener siempre apagado su móvil.

Así que...

Así que Marina me llama a mí para cerrar los detalles de las vacaciones de Semana Santa con las niñas.

"¿Y yo qué pinto en todo esto?". Lo digo en voz alta, para Marina y para Pablo, pero es una pregunta retórica y nadie me contesta.

Escucho, anoto, respondo, cuelgo... Y me encaro feroz hacia mi novio.

 

- Y si a mí me llama tu ex todos los días, ¿puedo darle tu mail a unos cuantos exnovios míos?

 

- Hombre... si están buenos y les gusta el fútbol.

 

- En serio. Que no me cae mal. Pero paso, no me toca todo esto.

 

- No puedes pasar: has comprado el pack completo. Mi ex, mis hijas, mi equipo de fútbol...

 

- O no.

 

- ¿Te estás haciendo la chulita?

 

- No. Solo digo que me trago a tu ex, pero no tu equipo de fútbol.

 

Y así me va. Si Pablo fuera de otro equipo, igual podría discutirle lo de la ex. Si Pablo cogiera el teléfono, igual podría él hablar con mi cuñada. Por compensar.

 

 

 

 

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal