La novia de papá

Sobre la autora

Paloma Bravo
Soy madrastra, periodista y autora de “La novia de papá” (Plaza&Janés). Este blog no lo escribo yo, lo escribe Sol Beramendi, la protagonista de mi novela. O sea, que es ficción y, por lo tanto, absolutamente real.

Paloma Bravo

SOBRE EL BLOG

Según la RAE, madrastra es una “cosa que incomoda o daña”. ¡Y una mierda! “Tía buena (buena en todos los sentidos), lista e inmejorable” es lo que debería decir. ¿O no? El caso es que me ofrecieron crear una plataforma de “madrastras sin fronteras”, pero mis bestias me necesitan en casa, así que nos hemos quedado en un blog. Para hablar de vuestras familias y otros animales.

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31 may 2011

Ropa vieja

Por: Paloma Bravo

Ropa vieja

 

(En la foto, una versión sofisticada de la ropa vieja)

 

Mi padre se queja siempre de ser un coche escoba, de que en su casa se sigue cocinando para siete cuando ya son sólo dos, de que todas las sobras le tocan a él. Mi padre se queja salvo que sean sobras de cocido, que sea ropa vieja.

En lo que mi padre no ha caído nunca, tras mil años de matrimonio y ninguno de separación, es que la ropa vieja tiene otro significado -más literal- para los padres y madres separados, que puede ser mucho menos nutritiva y que, de hecho, a algunos les sienta fatal.

Como a Salva. Salva no es amigo mío (lo aclaro porque hay algún crítico que cuestiona mi capacidad para tener tantos amigos; "deja de tirarte el pisto, tía, que tus amigos no caben en una mano", me dijo uno por mail. No me caben en una mano, no, porque son demasiado grandes).

A Salva lo veo todos los lunes en la consulta del osteópata que me ha devuelto la movilidad, yo medio dormida y él (Salva) indignado.

Porque Salva, por la barba y el mal carácter, es igual que el capitán Haddock. Y yo, que debo tener un gen masoca, siempre he sentido debilidad por el único carácter medio humano de Tintín (Tintín, lo siento, me parece un cursi repelente).

Además, a Salva le aprecio porque cumple las funciones del despertador que no consigo tener en mi pacífico dormitorio conyugal: si no fuera por sus gritos de los lunes, yo no sobreviviría a mi misógino entorno laboral recién salida de 48 horas en los brazos de Pablo. Gracias a Salva, me pongo de mal humor, agresiva y borde. Gracias a Salva aún no me han quitado el despacho.

El caso es que los lunes que siguen a un finde con sus hijos está mucho peor de lo suyo.

- Sol, ¡ropa vieja! ¿Tú sabes lo que es eso?

Salva, como algún otro personaje que ha salido en este blog, escucha regular. Así que yo no contesto y él sigue. "Que tienes que contarlo en el blog, que hay ex, repijas ellas, que te mandan a los niños todas las semanas con la maletita llena de ropa vieja"

Voy a resumir el largo monólogo exterior de Salva, porque el osteópata siempre tiene veinte personas esperando y los 90 minutos de discurso que le caben a Salva en la sala, a mí no me entran en el post:

"¿Y qué pensará ella que hago yo con los niños por joderle la ropa? ¿Que los revuelco en barro? ¿Que les tiro la comida encima? ¿Por qué me manda todo lo que está hecha una mierda? ¿Por qué nunca los veo estrenar nada? ¡Dímelo tú que eres tía! Que yo pago mi pensión y hay de sobra, que cuando los veo pasear con ella están recién salidos de un catálogo, que me da la ropa vieja no sé si por fastidiarme o porque no se fía de mí. Y a mí me la suda, ¿entiendes, Sol?, pero a mis hijos no. Porque estando conmigo ellos también quedan con sus amigos, y van a cumpleaños, y quieren sus zapatillas favoritas, pero no, conmigo les toca vestirse de Carpanta, llenos de harapos y de costurones..."

Salva se ha embalado y yo no le puedo contar mi caso: a Marina, la ex de Pablo, no le gusta mandarnos la ropa vieja, ella no es así. Su obsesión es que no se pierda nada: todo, absolutamente todo, le tiene que ser convenientemente devuelto en perfecto estado (lavado, planchado, doblado). Claro que yo fui más práctica y pasé de la pensión, de los gastos ya incurridos y de todo lo demás: les compro ropa y la tenemos en casa, para que se pierda; así la de Marina la custodia ella.

Lo que está claro, y no me pongo de parte de Salva ni de su ex, es que seguimos consiguiendo entre todos que en las separaciones salga lo peor de cada uno, y que se le devuelva multiplicado. Un efecto matemático flipante y casi infinito.

A veces creo que debería presentar a Salva y a Alberto, mi otro malhumorado semanal, pero igual es un encuentro demasiado violento para esta era revolucionaria que estamos estrenando. Ellos están indignados, Salva sin reaccionar, Alberto reaccionando, pero... Pero no se dedican a la política. Si lo hicieran, igual ya habríamos pasado de pantalla: de la acampada a la República. Lo malo es que impondrían el exilio de todas las exmujeres. Y eso tampoco.

 

P.D.: insisto en la autopromoción. Firmo ejemplares de la novela "La novia de papá" este sábado 4 en la Feria del Libro de Madrid. Caseta 28, de 12 a 14.

 

 

 

 

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30 may 2011

Familias (y literatura)

Por: Paloma Bravo

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(Aquí, aunque borrosa, la carátula del DVD de "Familia", grandísima película de Fernando León de Aranoa)

 

Lo suyo, para hablar de familias desde un blog nacido de una novela, sería citar a Tolstói: "Todas las familias felices se parecen, las infelices lo son cada una a su manera". Lo que pasa es que yo esa frase la veo magnífica como boutade, pero... Pero no me dice nada. Yo creo que todas las familias "son" a su manera.

En cambio, la frase que sí me ha dejado inquieta es la que leí el otro día en twitter. "When a writer is born into a family, the family is finished". La firmaba un -para mí- perfecto desconocido: Czeslaw Milosz. Lo googleé y mi ignorancia me estalló en la cara. Resulta que es un abogado, escritor, poeta y traductor polaco que fue premio Nobel en 1980.

 

(Espacio para todos los críticos del blog: reafirmad aquí que soy una inculta).

 

Es igual. No he leído nada suyo y no voy a fingir ahora que lo he hecho. Sí he leído a Alberto Fuguet y dice algo parecido:

"...soy el escritor de la familia, la oveja negra de la cual están orgullosos y a la vez temen, el que les ha dado alegría y pena, el que provoca odios y asco y temor, el que habla poco pero publica mucho, el que sintió que las peores críticas a sus primeros libros venían de adentro (...)".

Lo explico porque algunos últimamente echais de menos a Pablo, a Eva, a Tere... A mi familia. A esa familia que me ha dado un ultimátum: el blog o nosotros. Yo, que soy muy bruta, no me lo quise creer; al fin y al cabo, Pablo, Eva y Tere protagonizaron mi novela y no se han quejado (bueno, Pablo sí, pero mi madre me consiguió aplacarlo: "Pablo, hijo, vaguete, pero como un príncipe etrusco, así es como sales...").

- Es que esta vez te has pasado Sol...- me dice mi madre que siempre se pone de parte de su familia política (o sea, de sus nietastras) y en contra de los políticos.

Vale. Confieso que Eva me contó una cosa y yo, enseguida, tenía escrito un post. La discusión continuó así más o menos (sin contar la anécdota detonante para evitar un parricidio):

- No me estás escuchando Sol. Te veo tomar notas mentalmente. Intento que me ayudes y tú sólo piensas en esa especie de Tuenti para tontos que te has montado porque te lo pidió un tipo con barba de gurú.

- Claro que te escucho, Eva.

- Sol, joder, que no se lo puedo contar a mi padre y contártelo a ti es como poner un altavoz... ¡Papáaa...!

Fundo a negro y resumo la cumbre familiar. Por unanimidad (de ellos), me toca estar callada unos días, unos meses o un par de vidas. No puedo contar nada sobre los Aguirre. Ni lo que sea verdad, ni lo que sea ficción. "Cuando te lo inventas es peor, Sol", me dijo Tere con su odiosa sensatez, "porque encima hay gente que se lo cree".

Eva fue más rastrera: "Si no obedeces, te puedo hacer sabotaje el blog y contar lo que haces en casa. O mentir. O inventarme que le pones los cuernos a papá. O hacerte una foto recién despertada y publicarla. O..."

- Vale, vale. Me hago una idea.

- Entonces está clarito, ¿no?

Mi familia volverá al blog cuando yo deje de fingir ser escritora y vuelva a ser persona. Mientras tanto, sólo puedo hablar de la gente que me autoriza a hacerlo: amigos, lectores, gurús y algún personaje imaginario.

Lo siento. Yo también les quiero, pero no les he respetado suficiente. Si nos portamos bien, volverán. Si no... Me quedaré con ellos.

 

P.D.: la cita de Alberto Fuguet es de 'Missing', un gran libro sobre escritores con familia.

P.D.2. Autopromoción: el sábado 4 de junio, de 12 a 14 horas, firmo ejemplares de "La novia de papá" en la caseta de Books Center (caseta 28) de la Feria del Libro de Madrid.

 

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29 may 2011

En la salud y en la enfermedad

Por: Paloma Bravo

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Los lectores de lágrima fácil  que se preparen, la historia de Alma es una historia de amor poderoso y feliz, de cuerpos enfermos y amores muy sanos. Os dejo con ella:

 

Leo tu blog desde su inicio. De hecho es lo primero que hago, con el café de cada mañana. A veces haces que sonría; y normalmente me haces reflexionar hasta que las rutinas diarias me reclaman. Siempre estuve tentada a contarte mi historia, aunque ni siquiera la conocen muchos de mis allegados, pero cuando leí tu post “Que paren los relojes” me sentí “obligada” a hacerlo.

La mía no es una historia excepcional. Simplemente es la mía. Podría empezar contando que yo también fui la novia de papá, con la circunstancia adicional de que sus hijas -nunca fueron mis hijastras- tenían prácticamente la misma edad que yo. Supongo que Pablo habría llamado a la nuestra una “relación desequilibrada”, pero mi chico siempre me dijo que yo no era guapa, sólo resultona.

Tardé mucho tiempo en asumir que me había enamorado de él. Más aún en entender que él se hubiera enamorado de mi.

Suelo -o solía- ser una persona cabal y autoexigente, con un sentido de la responsabilidad muy alto. Capaz de entender y defender las locuras cometidas por cualquiera que no fuera yo. Y para mí, aquello era una locura. “Te quiero pero no quiero quererte”, llegué a sentenciar, y me fui con mis cosas, mis prejuicios, mis miedos y mi incapacidad para arriesgar, negándome a mí misma.

Así viví durante casi tres años... Hubo otros hombres y otras historias; y encuentros y desencuentros con la persona a la que había decidido no amar. Hasta que un día, supongo que en un arrebato de sensatez (o de valentía), asumí por fin que lo que esperaba encontrar en otros era a él.

Corrí a buscarlo y tuve la suerte de que él me esperaba.

No diré que fue una relación idílica porque ninguna lo es, pero después de las renuncias individuales y compartidas, de las negociaciones, de aprender a escucharme a mí misma más que al resto, construimos un mundo que era el nuestro y que nos hacía felices.

Y un día, de repente, sin avisar, las paredes de aquel mundo se quebraron ante la presencia de una simple palabra: cáncer.

Fueron casi dos años viviendo con su certeza y, sin embargo, creo que nunca he sido más feliz que entonces. Disfrutábamos más de cada minuto y nos reíamos con más fuerza que nunca. También aprendí cosas: aprendí de su valentía y su lucha, descubrí mi fortaleza.

Con el final, mi vida, como la de Joyce Carol Oates, también se derrumbó. Durante semanas, mi única pregunta era ¿qué haré el resto de mi vida sin él? También quise que pararan los relojes. Pero el mundo seguía girando. Maldije el tiempo que perdí y todas mis dudas iniciales. Dio igual: hoy sé que vivimos todos los momentos juntos de aquella manera tan intensa porque sabíamos que no serían eternos. No hay día que no lo recuerde, que no lo eche de menos, pero he vuelto a disfrutar de la vida y, en muchos aspectos, veo el mundo con otros ojos.

Ahora inicio una nueva etapa. Por circunstancias profesionales estoy envuelta en la vorágine de una mudanza. Obligada a abrir cajones y armarios en las habitaciones de la casa -y del alma- que había ignorado voluntariamente.

Dejaré el mundo que construimos juntos y que me negué a abandonar durante mucho tiempo. Por fin he comprendido que él no está en esta casa, ni en los lugares por los que paseábamos ni en la ciudad en la que vivíamos. Él está -y estará siempre- en los momentos que compartimos, en mi cabeza, en mi corazón y en mi recuerdo. Y por suerte, el recuerdo de nuestra historia duele cada día un poco menos y me despierta cada vez más y mejores sonrisas.

Ahora puedes hacer con mi historia lo que quieras. Guardarla para ti o contarla. Lo harás mejor que yo. Sólo te diré una última cosa.: disfruta de cada uno de tus momentos con Pablo como si fueran el último. Porque, a veces, la vida es menos larga de lo esperado. Aunque eso quizá tú ya lo sepas. Y como escribía Miguel Delibes en “Señora de rojo sobre fondo gris”:

“Pero las más de las veces, callábamos. Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida eran sencillamente la felicidad”

 

P.D.: para Alma, como prometimos, mi novela. Gracias, inmensas, por compartir este amor.

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28 may 2011

Estoy rota

Por: Paloma Bravo

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(El Roto, todos los días en ELPAÍS.com, siempre con toda la razón, siempre en y con la calle).

 

He pasado horas pensando qué publicar hoy. He revisado un montón de borradores, de anécdotas, de mensajes de extraños, de mensajes de amigos, pero... No estoy de humor: estoy rota física, emocional, mental, política, periodística y socialmente.

Estoy rota, triste y cabreada: los medios han ignorado toda la semana el #15M hasta que los antidisturbios salieron a la calle (aquí el vídeo por si alguien no lo ha visto). Y, entonces, sí. Porque los ciudadanos que protestan pacíficamente sólo son noticia cuando les sacuden violentamente

No lo entiendo. No lo comparto. No quiero estar aquí.

Me voy a Sol.

 

P.D.: en esta semana de grandes mezquindades, quiero dar las gracias a tres hombres extraordinarios: a Shrek, al tipo que criticó mi pegatina y al caradura que me invitó a sushi para poder beberse dos gintonics. Nos vemos en Sol, nos vemos con Sol.

 

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27 may 2011

Tormentas

Por: Paloma Bravo

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Llueve en Madrid y escribo este post para mi amigo Martín, porque el otro día estuvimos hablando de tormentas. A él le gustan porque "se rompe el cielo"; a mí porque sólo así cambian ciertas cosas.

Martín siempre ha pensado que podía con todo y que nadie podría con él, pero se le ha quedado enganchado el corazón en una mujer y, sin embargo, el muy latoso no quiere renunciar a su vida pre-ella.

Yo en su lugar, escucharía a mis tripas, pero él está dedicándose al trabajo y al deporte, para ver si se le pasa, como la resaca, como las agujetas. Y no: en cuanto para un segundo, le devora su propia tormenta.

"Manifestación violenta de un estado de ánimo excitado", le leo del diccionario esta mañana de viernes, cuando ya hace semanas que no la ve. Y va el tío y se me echa a llorar, violentamente. Le abrazo y le pido que la busque.

- Que no, que no puedo, que es que la quiero de verdad.

Y entonces ya no sé si a Martín le dan miedo las tormentas o la felicidad. En cualquier caso, creo que se equivoca. Pero yo no puedo vivir por él, que bastante tengo con provocar mis propias tormentas, ir cambiando mi vida, ir ahogando mis pesadillas, ir sacando a flote mis sueños.

Y a la mujer que ha cambiado a Martín, que es lectora de este blog, sólo decirte lo que ya sabes: él te quiere, pero no sé si te va a saber querer.

 

P.D.: #estonosepara. En Sol, con Sol, con o sin tormentas.

 


 

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26 may 2011

La mujer de tu prójimo

Por: Paloma Bravo

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(Ilustración de Manara. Claro).

 

Pablo está de viaje desde hace días. Y yo, en medio de esta crisis profesional que arrastro, incapaz de decidir si sigo en la publicidad, monto un chiringuito o me compro un perro, decidí pasar las noches lejos de mis dudas y de mi vida, encerrada, leyendo.

Leyendo a Gay Talese, que es leerlo todo. Todo sobre el periodismo, todo sobre la sociedad en que vivimos, todo sobre el individuo. Incluso ahora, sí, en el 2011, treinta años después de que publicara el ensayo que yo acabo de terminar.

"La mujer de tu prójimo" (Debate) es un libro que le costó casi diez años escribir y vivir. Un libro sobre sexo que es un libro sobre la libertad y -creo- también sobre la esencia del ser humano.

El sexo que somos, el sexo que practicamos, el sexo que vemos, el sexo que prohibimos, el sexo que no queremos contar, el sexo que nos gustaría vivir... El sexo es el síntoma de muchas otras cosas.

Porque, no es para tanto, pero... Pero ahí estamos: condicionados, jodidos, excitados, ilusionados, contentos, satisfechos, asustados, celosos, enganchados, impotentes, extrovertidos... Ahí estamos todos con nuestros mejores y peores deseos, con nuestros tabúes, nuestros complejos, nuestros puntos débiles.

Nuestra intimidad.

En el sexo está todo y no está nada.

Os transcribo, como muestra, una respuesta de Talese, a La Nación:

-¿Qué mata a un matrimonio?

-Lo que mata a un matrimonio, o a una relación en general, es la falta de respeto. Lo que mantiene una relación es, de todas las cosas, el respeto. Y nunca es el sexo lo que mantiene una relación. ¡Es tan inmaduro pensar eso! Porque el sexo no es amor.

 

Dice Talese: "Siempre estuve orgulloso de contar las historias tal y como fueron, sin engrandecerlas". Por eso es enorme. Y con esta recomendación, os dejo, que Pablo no ha vuelto, yo sigo necesitando huir de mi mente, y necesito encontrar más libros de Talese antes de ponerme a trabajar (acaba de publicarse en España "Honrarás a tu padre"), porque cuando alguien me explica a los demás, me entiendo mejor a mí misma.

 

P.D.: Sol ya no está en los medios, pero es y está en la calle y en nosotros. #estonosepara.

 

 


 

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25 may 2011

La meto donde quiero

Por: Paloma Bravo

Pinball Shrek

(En la foto, Shrek con su pinball).

 

Este post es para Marta, que se lo he prometido. Marta es una compañera de trabajo y, de vez en cuando, nos toca hacer ronda juntas. Una ronda nada sospechosa: ir al despacho de un directivo y preguntarle por sus planes. Me doy cuenta al escribirlo que todo este lenguaje puede sonar ambiguo, "ronda", "planes", etc., pero es muy serio: hablo de sus planes profesionales, sus proyectos, sus power points, sus estrategias y esas cosillas que él finge hacer y por las que la empresa finge pagarle.

Hablo, además, de un directivo que me gusta: es brillante y justiciero, y tiene sentido del humor. No es como otros con el mismo tamaño de despacho, esos del club del carajillo, que te llaman "bonita" y te ignoran olímpicamente porque nunca vas a estar a su altura genérica y genéticamente hablando (tienes un cromosoma repetido, vaya, y ellos una sola neurona).

Y aquí también siento repetirme: este blog habla muchas veces de machismo y misoginia laboral. Casi tantas, me temo, como las que habla de trabajo en general.

El caso es que Marta y yo hemos estado un rato largo en el despacho de mi directivo favorito. Íbamos con un índice, tachando temas pendientes y preguntas importantes. Pum pum pum... Hasta que mi admirado directivo se ha puesto a ordenar:

- ¿Qué pasa, Sol? No me mires así, que yo también soy multitasking. Puedo hablar con vosotras mientras archivo todos estos papelajos en la basura. Para que en tu blog te rindas a la igualdad de los sexos o reconozcas por fin que nosotros somos mejores, yo soy mejor.

Y, con estas palabras, este deportista consumado ha recogido de uno en uno  todos los folios que tapaban su mesa, los ha convertido en pelotas de papel y los ha ido encestando con paciencia de santo. No ha fallado ni una canasta el tío, pero no se ha quedado tranquilo.

- Mirad, mirad, mirad qué otra cosa puedo hacer mientras hablo con vosotras...

Y entonces ha sacado su iPad y se ha puesto a jugar a lo que él y yo llamamos flipper y Marta llama pinball.

- Que soy la hostia de bueno. ¿Que no? Pero si la meto donde quiero...

- (...)

- (...)

- Y sin condón.

Pues esta es mi vida y este es mi directivo favorito: este es Shrek, guarrete, pero buena gente. Imaginaos a los demás. Los que no se han descargado el pinball en el iPad, los que no saben hacer varias cosas a la vez, los que no se desahogan dándole a los mandos sino dando por saco.

Y, aquí, una nota para mi amigo M.: "M., querido, ya me contarás cómo se puede vivir sin decir tacos ni cojones en un mundo con tanta testosterona. Si no comparto su campo semántico, no sobrevivo ni dos minutos".

Mi Shrek va a pasar esta noche por Sol, para agitar la revolución (ya os digo que en el fondo es bueno). #estonosepara.

 

P.D. para el ogro directivo: si me negocias una columna en una revista impresa, prometo dejar de sacarte en el blog y, en cambio, ir sacando, uno por uno, a todos tus colegas.

 

 

 

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24 may 2011

Autoenamorado

Por: Paloma Bravo

Pedro Bello

 

(Este es Pedro Bello. El presumido y vano corredor de Los Autos Locos. En todos los capítulos de la serie de Hanna-BarberaPierrenodoyuna y Patán se merendaban a base de carisma la belleza de este melón, aunque siempre acabaran estampados contra un muro. Yo tengo esta ilustración en el móvil, asociada al número de un tío del curro, uno de esos que pasa horas en el espejo, ensayando poses, atusándose, probando miradas intensas... Y ahí va a seguir hasta que el tipo se relaje, respire y deje de meter tripa).

 

Mi amiga Zoe va avanzando por 2011 relativamente bien. Después de nuestro brindis, "Buen rollo, buen sushi y buen sexo", le calculo una media de 8,5 en los tres frentes. Un notable alto.

Lo que pasa es que sin sushi y sin sexo, así, empezando sólo por el buen rollo, le ha salido un novio. Hay gente a la que le salen granos: a ella, que es absoluta e increíblemente querible, le salen novios.

- Todo porque le dije que no tenía pareja. Me voy a inventar que me he enamorado, que me voy a casar, que estoy embarazada... Pero es que se me da fatal mentir.

- Miente siempre sobre algo conocido. Sobre una base real. ¿Tú nunca has dado tu móvil con las dos últimas cifras bailadas?

Zoe me mira mal. Yo soy una experta mintiendo (en cosas absurdas, lo prometo) y ella no se lo esperaba.

- Que sí, quiero decir que si no te quieres equivocar ni caer en contradicciones, es mejor inventarte un novio al que conozcas: puedes decir, por ejemplo, que mi hermano es tu novio. Brillante, guapo, alternativo, buen cocinero.. Por cierto, ¿no te gusta mi hermano?

- Sol, que mi problema no es tu hermano, sino que me ha salido un novio y que no sólo no me gusta, es que no me deja en paz. Me llama cada mañana y cada noche, me pregunta qué voy a hacer y qué he hecho, me ofrece llenarme la nevera...

Estaban delante Juan y Xevi, fascinados por las dificultades emocionales de los heterosexuales, idénticas a las suyas.

- Es como un embarazo psicológico, ese pesado tiene una novia imaginaria. Lo malo es que eres tú.

- Que no tiene gracia, Xevi, que es amigo de unos amigos y no le puedo mandar a la mierda.

Juan aplica un acercamiento más científico: "Zoe, guapa, algo habrás hecho. ¿Qué le has dado? ¿Os habéis enrollado o algo?".

- ¡Nooooo!

Por el tono e intensidad de la negación, ni se han enrollado ni lo van a hacer nunca.

- Vale, entonces es un "autoenamorado"- le diagnostica Juan.- A mí me pasó. Más tarde o más temprano tendrás que dejar de cogerle el teléfono.

- ¿Por qué?

- Pues porque cuando se mira en ti sólo ve el reflejo de su amor y no lo que tú sientes.

Xevi y yo miramos a Juan impresionados. Siempre le hemos admirado su humanismo científico, pero cuando se pone didáctico nos deja mudos.

- Quiero decir, Zoe, que él no oye tus silencios ni tus sutilezas, sólo sus declaraciones. Y se las toma como dogmas.

- ¿Y qué pasa con nuestros amigos comunes? Voy a quedar como una maleducada si no le cojo el móvil, y tampoco les voy a explicar que su amigo es un brasas.

Y ahí los tres nos callamos. Que pase lo que tenga que pasar, pero, vamos, la salud mental de Zoe está por encima de todo y no apetece nada que te quieran sin querer.

 

P.D.: seguimos en Sol, seguimos con Sol. Spanish Revolution!

 

 

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23 may 2011

Tocando los cojones

Por: Paloma Bravo

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(No sé de dónde saqué la foto, siento no poder firmarla. También pido disculpas por haber escrito un titular en gerundio; lo hago por fastidiar a mi amigo M., y por fastidiarme a mí misma: el gerundio está siendo sobreutilizado en twitter y facebook, supongo que por herencia del inglés, y mi amigo M. prefiere una vida en infinitivo y sin redes sociales, pero... Pero el gerundio también demuestra una acción o estado que dura en el tiempo y, para mí, tocar los cojones es una vocación en la que he invertido ya varios lustros).

 

 

Yo hoy quería hablar de política y de revolución, pero como toda la semana pasada anduve en plan reivindicativo, mi gurú particular, el auténtico dueño de este blog, me ha llamado la atención: "Ni reivindicativa ni hostias, Sol, has estado tocando los cojones y ese papel no es tuyo, es mío. O es tuyo en tu vida, en tu casa, y mío en la vida de los demás".

Dice el gurú que mi blog va de relaciones personales y que me tengo que centrar en eso, que el #15M es una cosa "de hombres y de mayores de edad mental. Y otra cosa, rica, ya me explicarás por qué, dentro de las relaciones personales, andas últimamente haciendo apología del adulterio. ¿Cuántas veces le has puesto los cuernos a tu Pablo?".

Ninguna.

Ni a mi Pablo ni a nadie. Lo aclaro porque aparte de que es verdad que al gurú se le da bien -incluso mejor que a mí- lo de tocar las pelotas, últimamente recibo mucho "hatemail" que dirían los gringos con lecciones morales sobre sexo con amor, fidelidad a rajatabla y otros dogmas de alta gama.

Y, para acabar de rematar la faena, el viernes me escribió Juan.

Juan es un gran tipo y yo le quiero, pero hace meses que tiene por costumbre dedicarme un rato los viernes que me acaba desmoronando todo el fin de semana: primero me manda una canción, así, como de buen rollo, y luego me descarga una pregunta y me deja sin respuestas.

La del viernes pasado era para nota. Que cómo terminan las relaciones, me dice, que si hay que contar la verdad o es mejor soltar una mentira piadosa (algo del tipo "no eres tú, soy yo...")

- ¡Y yo qué sé!- contesto.

"No lo sé" es mi respuesta favorita, en parte porque sé poco y en parte porque me gusta reconocerlo a ver si cunde el ejemplo entre el montón de soberbios y sabelotodos que tengo alrededor. Lo que pasa es que Juan no se conforma e insiste e insiste hasta que acabo hablando de más: "En realidad, ya te tengo preparada una entrada con el título 'Cómo acaba el amor'. Es para más adelante, pero es que tú me estás preguntando que si hay que contar la verdad de los cuernos y yo de cuernos no sé nada..."

"...Yo nunca he dejado una relación por un tercero (ni me han dejado por una tercera... que yo sepa). En cualquier caso, separarse bien es más difícil que querer bien, así que yo preferiría que me dijeran la verdad. Más que nada porque siempre hay dudas, un momento de debilidad, de "¿volvemos?", y entonces es bueno tener respuestas sinceras y alguna cosa clara. No todas, pero sí las suficientes".

Y con esto, dejo la infidelidad para dentro de dos años o dos días, no sé, y el tocar los cojones para dentro de cinco minutos, ya en mi despacho y con mis jefes, y para otro blog que se llamará C2C, con dos cojones, y en el que nos turnaremos las entradas el gurú, Juan y yo con alguna estrella invitada.

Pero antes espero que, metafórica y políticamente, les hayamos tocado mucho las pelotas a los políticos habituales. Y espero, sobre todo, que lo sigamos haciendo. Que no se relajen, que estén incómodos, que se exijan, que... Que sean dignos de la gente de Sol.

 

P.D.: pido disculpas también a mi padre. No le gusta que utilice un lenguaje zafio, no le gusta que hable de sexo... Ni siquiera le gusta que tenga un blog, pero creo que le encanta que me rebele frente a políticos y gurús.

 

 





 

 

 

 

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21 may 2011

Pues yo no sé qué hago aquí

Por: Paloma Bravo

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(Fotograma de The Stepford wives", "Las mujeres perfectas", una peli que ya ha salido en este blog).

 

Ésta es la historia de H. "H" de hermana, porque es la hermana de la protagonista quien me envía su historia: "Sol, creo que puede servir a algunas mujeres que creen que, al llegar a cierta edad, tienen que cambiar su vida por un cliché". Aquí va tal y como me la cuentan:

 
Siempre he sido un poco despreocupada, derrochadora, un poco borrachina, sexualmente hiperactiva, infiel... Hasta que lo conocí: guapo, inteligente, interesante, con un buen trabajo, un buen sueldo y, también, divorciado.

En principio todo maravilloso, salíamos juntos, cenábamos, bebíamos.. Encajó en mi vida disoluta a la perfección. Nos lo pasábamos muy bien.

Entonces empecé a necesitarlo. Cada vez más y con mayor regularidad. Y me enganché a él como si mi vida dependiera de ello. Bueno, en realidad creo que mi vida dependía de ello. Y cambié mi vida de rímmel, tacones, chupitos de tequila, hotelitos a deshoras por las complicaciones de una “vida normal”, una vida en común.

No quería niños, pero acabé cuidando de su hijo.

No quería perro, y acabé dejándolo dormir en mi cama.

No quería ver la tele un viernes por la noche, y acabé haciéndolo viernes y sábado...

...pensaba que le había engañado, que  lo había metido de pleno en mi vida, pero ahora me doy cuenta de que soy yo quien ha entrado en una vida ajena. Y entiendo algo aún peor, que no sé qué hago aquí.

Quiero escapar de esta vida de 'pseudomaruja' (con perdón y con respeto), de esta vida que no me pertenece. Y digo que no me pertenece no porque yo no encaje en ella (que no encajo), sino porque de verdad no es mía: no es mi hijo, no es mi perro, no es mi casa, no es mi tele...

Creo que sólo me queda huir, que además el perro me da alergia. Y el niño también.

Cuestión de minutos que vuelva a mi vida.

 

A mí me ha encantado lo bien que se conoce H. a sí misma, y también la forma en que lo cuenta su hermana. Les mando mi novela, ya sabéis, que es lo que prometimos a las historias publicadas en el blog.

Y no digo nada hoy sobre #spanishrevolution porque es jornada de reflexión y yo reflexiono todo el año, hoy sólo me concentro.

 


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