La novia de papá

Sobre la autora

Paloma Bravo
Soy madrastra, periodista y autora de “La novia de papá” (Plaza&Janés). Este blog no lo escribo yo, lo escribe Sol Beramendi, la protagonista de mi novela. O sea, que es ficción y, por lo tanto, absolutamente real.

Paloma Bravo

SOBRE EL BLOG

Según la RAE, madrastra es una “cosa que incomoda o daña”. ¡Y una mierda! “Tía buena (buena en todos los sentidos), lista e inmejorable” es lo que debería decir. ¿O no? El caso es que me ofrecieron crear una plataforma de “madrastras sin fronteras”, pero mis bestias me necesitan en casa, así que nos hemos quedado en un blog. Para hablar de vuestras familias y otros animales.

TWITTER

24 nov 2011

El año que tuiteamos peligrosamente

Por: Paloma Bravo

Mel

(En la foto, Mel Gibson, hace años, cuando no era tan bocazas, en "El año que vivimos peligrosamente", otra peli basada en una novela).


Hace un año yo era una mujer atolondrada y feliz. Hoy soy una tuitera pesarosa y acomplejada. Y todo porque los últimos once meses he estado jugando con fuego, jugando con twitter...

Yo me creé una cuenta por ir de guay, porque de mayor quiero ser early adopter, pero no sabía qué hacer con ella, la verdad, hasta que el pasado mes de enero un hombre (un tuitero) me juró que yo era la mejor escritora que conocía (era la única, claro), que quería ser mi mecenas y que me iba a cambiar la vida. Era, es, un gran hombre y un gran jugador. Así que no le bastó con la intención: tuvo que apostársela. 

"Si, en un mes, dos, tres como mucho, me ganas en seguidores de twitter, yo te prometo que... Que te pagaré un año sabático en Los Ángeles, para que escribas, para que crees, para que produzcas. Para que patines y montes en bici. Para que veas tiburones de verdad".

Este hombre del que hablo -y no quiero hacerle publicidad por razones obvias- me juró que estaba ganado: "Tú eres escritora, cáustica y provocadora, yo sólo soy un feo liante, un liberal. Me vas a pegar una paliza histórica...".

Pero no: es un tipo que entra a todos los trapos, que vive con el iPad en la mano, que seduce en twitter a todo bicho viviente, que... Me ganó por goleada allá por febrero, incluso dándome consejos:

- Pon la foto en tu perfil y verás, que arrasas.

- Que no, que no doy para eso.

- Hazme caaasooooo.

- Que no, hombre, que yo no quiero que me reconozcan por la calle y además me gusta Hugo Pratt.

- Tú misma.

- Déjalo.

- Y otro consejo, ya que estamos, no hables de política ni de literatura. Pierdes followers cada vez que demuestras quién eres y lo que te gusta.

- Estupendo. Ahora quieres que venda mi alma al diablo.

- No, quiero que me ganes.

- ¿Y qué quieres que diga? O, mejor dicho, ¿quién quieres que sea en twitter?

- Di lo que quieren oír, disfrazándolo de honestidad. Es fácil: no cuestionas lo importante si va a polarizar y haces un chiste con lo anecdótico.

- Perfecto. Paso.

El mecenas interruptus se encogió de hombros y se puso a buscar otros talentos (yo diría que más bien "otras", pero, vamos, da igual; es el hombre de los 100.000 followers, lo encontraréis rápidamente).

Allá por semana santa, superada ya mi derrota y la renuncia a Los Ángeles, mientras vivía y tuiteaba mínimamente tranquila, mi novio decidió meterse en Facebook y en twitter. "Mi vida, ¿a que vas a ser mi community manager?".

- Si tú no sabes qué es eso...

- Claro que lo sé: quiero que seas la mujer que me gestiona las cuentas.

- ¿Y para qué quieres tú "gestionar" cuentas?

- Pues porque quiero ser como tú, y tener seguidores y una marca personal.

- ¿Y qué parte de la palabra "personal" es la que no entiendes?

- Venga, Sol, si a ti se te dan de maravilla los 140 caracteres...

- Oye, ¿y no puedo ser simplemente la mujer de tu vida?

Parece que no, que a Pablo el amor no le basta y necesita encontrarme utilidad. Hemos sobrevivido a su amor pervertido, supongo que porque aún no ha fichado una community manager y yo no le he mandado a la mierda, pero esto tiene mala pinta.

Y, encima, en septiembre se sumó a mis miserias otro hombre peor, el hombre Klout.

Como un personal coach de lo social, se ha instalado en mi vida este tipo disciplinado, obsesivo y puntilloso que me llama todas las mañanas.

Podría decirme, "Buenos días, princesa"; pero no, él quiere motivarme: "Buenos días, pringadilla, tu Klout sigue cayendo en picado".

(para quienes no lo sepáis, Klout es la web que ha reinventado y virtualizado una vieja droga: la vanidad. Klout decide cómo se mide la influencia de los usuarios de las redes y los nuevos yonkies, tan compulsivos como los de toda la vida, preguntan cada cinco segundos: "espejito, espejito, ¿hay alguien en esta red más influyente que yo?").

El hombre Klout no me encuentra lo bastante influyente, cree que tengo más potencial. Y no le doy pena, ni miedo, ni nada. Ni siquiera cuando me cabreo.

- Joder, que la web esa de mierda sólo mide la cantidad de tuits y no su calidad. ¡Déjame el klout en paz!

Y se parte de risa con una carcajada aterradora, como el malo de una peli.

- Que es en serio, que me resbala, que las métricas son una mierda, que yo no quiero ser gurú...

Cuanto más protesto, más se ríe. "Todos quieren ser gurús y a ti la palabra no se te cae de la boca ni del blog. Pringada, haz algo, tuitea, súbete el Klout...".

Todas, todas, todas las mañanas.

"Porque, además, en algún momento, lo tuviste alto. ¡Venga! ¡Mueve el culo! ¡Vuelve a ser influyente! ¡Vuelve a ser alguien, ectoplasma!".

Al hombre Klout no le sirve el incentivo, no promete viajes ni mimos ni amor, sólo le vale la humillación pura y dura.

Insoportable.

Por eso, ahora que asoman diciembre, el fin de año y el fin del mundo, me he marcado un propósito clarísimo para el caso de que sobrevivamos al 2012: encontrar la paz en twitter.

Y, para eso, quiero, antes de nada, encontrar un cuarto hombre, un tuitero -o no- que me quiera por mi sonrisa, por mi alma, hasta por mi cuerpo si se atreve. Por cualquier cosa que no tenga nada que ver con mi número de followers, mi nivel de influencia, mi uso de los 140 caracteres y mi reach. Quiero fugarme con él y dejar a Pablo, al exmecenas, al hombre Klout... Y al gurú, claro. 

Dejarlos del todo. Con cariño, con pena, sin dudas.

Y, mientras tanto, mientras lo encuentro o me encuentra, como diría Violeta, la amiga de Guillermo el Travieso, "tuitearé y tuitearé hasta enfermar".

 


 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

21 nov 2011

De vidas ajenas

Por: Paloma Bravo

0-Portada-De-vidas-ajenas-w-1

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Me acuerdo de que, la noche antes de la ola, Hélène y yo habíamos hablado de separarnos. No era complicado: no vivíamos bajo el mismo techo, no teníamos hijos en común, hasta podíamos pensar en seguir siendo amigos; sin embargo, era triste. Conservábamos en la memoria otra noche, justo después de habernos conocido, que pasamos repitiéndonos que nos habíamos encontrado, que viviríamos juntos el resto de nuestra vida, que envejeceríamos juntos e incluso, que tendríamos una niña…”

 

Así empieza "De vidas ajenas". Con dolor.

Pasé veinticuatro horas administrándome este libro a traguitos pequeños, homeopáticos. Porque nada más empezar, me dio miedo leerlo y, a la vez, me dio miedo acabarlo. Pero no tenía remedio: me invadió y se me ha quedado dentro. 

Más que hablar de "vidas", así, en plural, que también, habla de "vida": de amor y de dolor. Es un libro intenso, sentimental, sincero, brutal. Un libro excepcional.

Y, para Sofía y para Beatriz -juristas alegres, sensatas y buenas- que hoy andan de resaca postelectoral, tengo que copiar otro discurso que se cita en la novela:

Sed parciales. Para mantener la balanza entre el fuerte y el débil, entre el rico y el pobre, que no pesan lo mismo, inclinadla a un lado. Tened un prejuicio favorable con la mujer contra el hombre, con el deudor contra el acreedor, con el obrero contra el patrono, con el atropellado contra la compañía de seguros del atropellador, con el ladrón contra la policía, con el acusado contra la justicia. La ley se interpreta, dirá lo que quieran ustedes que diga. Entre el ladrón y el robado, no tengáis miedo de castigar al robado”.

Sofía, Bea: yo estoy con vosotras.

 

P.D.: y gracias al hombre que me lo recomendó. Por esto y por alguna cosa más.

 


 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

17 nov 2011

Todo a zen

Por: Paloma Bravo

  BUDA58

(En la imagen, lo que algunos llaman "Buda chino" que puede dar muchas cosas, pero desde luego a mí no me da paz).

 

Mi prima Mica hace yoga con mucha más intensidad y criterio que yo. No por nada, sino porque es más seria. Ella lo hace, lo respira, lo practica y, si pudiera, viviría dentro de la voz de su monitor.

- Pero ni por ésas, Sol. No encuentro la paz.

- ¿No la encuentras o la pierdes al salir de clase?

- Me la arranca mi jefe a tirones en cuanto consigo arrastrarme hasta la oficina.

No voy a contar los dramas de Mica con su jefe, su campo semántico ("arrancar", "tirones", "arrastrar"...) ya es bastante ilustrativo. Pero sí quiero explicar lo que le ha dicho su gurú (a diferencia del mío, el suyo -insisto- es profesor de yoga y tiene una voz capaz de pacificar los mercados): "El sufrimiento viene del deseo, Micaela".

- ¿De qué deseo? ¿Del sexual?

- Sol, tía, que pareces una obsesa...

Yo lo pregunto en serio, que necesito entender bien las cosas. Y Mica intenta ayudar:

- Lo que dice el profe es que desear lo que no se tiene es lo que crea insatisfacción.

- Ya, pero eso es una obviedad.

- Una obviedad cierta.

- Una obviedad, da igual. A ver, sigue el razonamiento: ¿tú qué deseas que no tienes?

- Paz, joder, ya te lo he dicho.

Está claro: Mica se impacienta conmigo porque no tiene paz. Y no tiene paz porque se impacienta.

Eso lo he entendido.

Y he entendido también que, de la mano de su profe de yoga, se queda con alguna frase así, reciclada, medio budista medio no, una frase un poco de todo a zen (expresión con copyright de mi amigo Manu), y lo intenta, pero se choca siempre contra el mismo muro:

"Lo que resistes, persiste. Lo que aceptas, se transforma".

"Eso me dijo el yogui, Sol. Y todos los días voy al trabajo decidida a ponerlo en práctica, pero... No soy capaz de aceptar a mi jefe, y él, claro, persiste y no se transforma".

- ¿Y si nos vamos de vacaciones?

- ¿Al Tíbet?

- O a Gijón.

- Pues encontraremos paz, amor y risas.

- ¿Mañana?

- Claro.

 

P.D.: este es un post contra el jefe de Mica y no contra el budismo. Luz, la amiga de mi amigo M., ha prometido iniciarme bien y yo he prometido aprender.


Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

11 nov 2011

Los paraísos perdidos

Por: Paloma Bravo

Levitt_4boys

(Foto de Helen Levitt. El título del post es una referencia a Milton y su Paradise Lost, aunque él hablaba de Adán y Eva y, para mí, el único paraíso, mi única patria, es la infancia; como dijo Rilke pero en versión feliz, porque mi infancia son mis hermanos, mis primos y un pueblo de Navarra).

 

El último puente largo ocurrió un milagro.

Nuestro valle de Larraun, los colores del otoño y, por primera vez en muchos años, una conversación en la que todos somos adultos.

No se había pactado así, pero sucede de repente: los abuelos secuestran a los niños para enseñarles no sé qué joya del románico ("¡para torturarnos, Sol, socorro!", gritaba mi sobrino Juan, que tiene fobia a la cultura), y mis hermanos y mis primos nos quedamos a solas, como cuando éramos pequeños pero siendo mayores.

Y hablamos.

Hablamos y jugamos, porque aún nos queda ese punto familiar, ese punto Beramendi, de perseguirnos, putearnos, hacernos daño, darnos cariño, reconocernos, querernos, descojonarnos...

Somos veinte; doce de sangre, más ocho en varios grados de relación política (alguno de primer matrimonio, otros de un buen asentado segundo turno, y hasta alguna incorporación reciente, especialmente en el caso de Mikel que, por alguna razón, se empeña en presentarnos a todos y cada uno de sus ligues).

De los niños no se habla, porque ya ocupan demasiado. De política, tampoco mucho, que estamos muy de acuerdo. Y, poco a poco, en ese grupo de entre 30 y 40, nos va lastrando la edad y la melancolía: quién hace deporte, quién está para el arrastre, quién se rapa para disfrazar la calvicie de opción estética, cuántos divorcios nos quedan, quiénes de los presentes (de los no sanguíneos) no estarán cuando nos reencontremos en Reyes...

(Un ejercicio bastante duro para las parejas, sí, pero alguno es verdad que sobra; y el mío, Pablo, tiene más hermanos que yo y no se amilana tan fácilmente).

Y es Jon el que se lanza contra la yugular de su hermana Mica, mi prima favorita, por alguna razón que se nos escapa a los demás. “Te quedan diez años, Mica; quince si te operas las tetas. A partir de ahí serás invisible”. Y su mujer, previsible como ella sola, le apoya tan firme como una receta del Cosmopolitan: “Cierto, a los 45 las mujeres nos hacemos invisibles y los hombres se hacen interesantes”.

Yo salto la primera (¡“Eso es una estupidez”!); y mis hermanos se alían con Jon, como han hecho siempre: “Y lo tuyo no son argumentos, Sol”. Pablo también los apoya: "Algunas de vosotras estáis al borde del precipicio. Os vais a quedar solas. A nosotros nos esperan largas colas de rubias de treinta; a vosotras... Nada".

 

-       Porque no tienen criterio.

-       Porque tienen mejores armas.

-       ¿Y qué pasa con lo que uno es, con lo que sabes dar, qué pasa más allá del cuerpo?

-       No pasa nada. O, sí, pasa con tu madre, tus hermanos, tus amigos. Pero más allá del cuerpo no se puede empezar una relación, con suerte sostienes una. Por eso os tenéis que dar prisa, sol-te-ro-nas.

-       ¿Y si no queremos estar en pareja?

-       ¿Y si las ranas volaran?

-       ¿Y si nadie quisiera estar con tipos tan frívolos como vosotros?

-       ¿Y si los mercados no gobernaran el mundo?

 

Ni quiero ni puedo creer que esto ocurra en mi familia, en ese valle en el que cada verano hemos jugado juntos los doce (seis hombres, seis mujeres, más uno que ya no está pero que nunca se fue), sin tópicos ni sexismos, pero ocurre.

Joder, cómo estamos.

A mí me encanta decir que prefiero estar sola que mal acompañada, y lo digo porque es cierto, y ahora está Pablo porque le quiero (aunque a veces...); pero miro a Mica, que es guapa como ella sola, dura, fuerte y capaz, miro a mi prima gemela, y, no sé, le siento la tristeza.

Me la llevo a un rincón y se confiesa: "Yo creo que no he tenido criterio, Sol, que he elegido siempre los tipos con los que no quería quedarme. Pero, vamos, que también te digo que no me voy a operar las tetas ni la cara, ni aunque me lo pague el imbécil de mi hermano".

 

- ¿Y si nos paga tu hermano un 2x1?

 

Mica me sonríe, pero sigue melancólica: "De todos modos, la próxima vez a ver si dejamos a los políticos en casa. Yo quiero saber qué dice Jon cuando no está delante su mujer".

- ¿Está operada?

- No sé, igual del cerebro. Pero te lo digo en serio: estaría bien vernos sin elementos ajenos.

Tiene razón Mica. A mí también me pasa con mis hermanos: los echo de menos y, sabiendo quiénes fueron, quiero saber quiénes son. Pero nunca los veo sin parejas y... con cariño a mis muchos cuñados y cuñadas, con muchísimo cariño, que... ¿ya, no? Y en ese momento, oportuna y directa como siempre, entra su cuñada:

- Oye, Mica, ¿cómo está tu ex?

- Otro día, ¿vale?, que hoy estamos en el paraíso.

- Con las serpientes...- digo, y su cuñada se alela, y yo me pongo a picar hielo, y... Ya no cuento más, que continuará.

 



 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

08 nov 2011

Define "victoria"

Por: Paloma Bravo

 Napoleon-Bonaparte

(En la imagen, Napoleón Bonaparte. Le quitas el uniforme, le pones la corbata, y podría ser directivo de cualquier empresa; un hombre que lleva en la cara muchos consejos de administración victoriosos y en el estómago demasiadas comidas de trabajo y pocas batallas cuerpo a cuerpo).


Esta tarde me he escapado del trabajo a escondidas, casi gateando entre las mesas. Porque, a pesar de la crisis, yo sigo buscando la utopía de un jefe que me respete, me enseñe, me deje trabajar y me estimule, y hoy me ha invitado a un café uno de esos hombres con los que haría cualquier cosa (así, en ambiguo y en general).

Lo voy a llamar Nelson, porque tiene un toque british que a mí me pierde (en el sentido del humor, en los ojos, en la distancia...). El caso es que Nelson, como yo sospechaba y deseaba, me ha citado para hablarme de trabajo, de hacer cosas juntos, de pasarme a su ejército.

Y yo estoy tan hipnotizada por su mirada y su tono que tardo en detectar el tiempo verbal en el que anda inmerso. Nelson no dice "haremos", no hay futuro en su discurso, hay puro subjuntivo, y lo que es peor, pretérito pluscuamperfecto: "hubiéramos hecho...".

Fuck!

Nelson ha tirado la toalla y ha abandonado su particular Trafalgar. "Yo estaba montando un negocio, desarrollando proyectos, creando realidad. Yo estaba construyendo. Y contigo habría sido aún más sólido, pero...".

No cuento los peros de Nelson, que son los de un contexto mezquino, cobarde y melindroso que todos hemos vivido alguna vez (alguna vez esta semana y varias la semana pasada). "Estoy negociando mi salida, Sol, lo siento". Y yo ya me centro en él y me olvido de mis sueños. "¿Qué tienes? ¿Tienes algo previsto? ¿Otro trabajo, montar algo, lo montamos juntos?".

- Nada.

- ¿Y entonces?

- Tú sabes, Sol, que en toda negociación, lo importante es definir bien qué es la victoria. Y eso lo tengo definido.

- ¿Y qué es?

- La dignidad.

- ¿Y el dinero?

- No, la dignidad.

Nelson es un romántico.

Por eso, cuando termina de contarme sus avatares profesionales, me pide que le haga sonreír y que le haga un update de mi situación emocional. Pero es un truco; Nelson está pensando en algo y en alguien, y yo sólo soy una excusa.

"Si tú algún día te separas de Pablo, con ese blog en el que lo cuentas todo y con lo bien que usas el 'punto y seguido', no va a haber manera de que alguien se acerque a ti. No te lo digo como topicazo de hombre contra mujer, no te lo digo porque te tengan miedo o porque no quieran salir en el blog, te lo digo porque eres demasiado lista".

- No me digas eso, Nelson, que pareces mi jefe cuando me pide que no piense.

- No me has dejado terminar... Demasiado lista y demasiado emocional.

 - Yo no soy emocional, soy una borde.

- Eso es lo que te gustaría, pero no cuela. A ver, imagínate en una negociación de amor, ¿qué sería para ti la victoria?

- ¿Al principio, en medio o al final de la relación?

- Al principio, cuando todo está por negociar.

- ¿Con un rollo o con alquien que me guste?

- Con... ¡Sol, no me líes y contesta! He dicho negociación de amor.

- Vale, vale. La victoria sería saber; saber qué siente, saber qué quiere... Saber para ponerlo al lado de lo que yo supiera, saber para poder construir.

- ¿Y si es un rollo?

- Si es un rollo, no quiero conexión ni emociones, no quiero negociar, quiero sexo y eficacia. Satisfacción rápida y segura. Y ya.

Y Nelson se queda pensando en sus negociaciones emocionales, con la mirada nostálgica, y yo sé que no le puedo preguntar porque él no me lo puede contar, y le amenazo con sacar su ensimismamiento en un post: "cámbiame el nombre, que nos conocemos y aún me metes en un lío".

Sonríe cuando le sugiero nombres absurdos para ocultar su identidad maravillosa. El de su jefe, el del jefe de su jefe, el del tipo al que más odio, el de una mujer a la que quizá quiso y quizá aún quiere...

Sonreirá también cuando vea que su discurso me ha llevado a Napoleón y a una de sus citas menos conocidas: "El amor es una tontería hecha por dos".

- ¿Y quién gana, Sol? ¿El que quiere o el que es querido?- me pregunta antes de irse.

Me da a mí que Nelson ha perdido el corazón, aunque conserva bien la dignidad.

Me da, sobre todo, que va a necesitar todas las citas de Napoleón. Y ésta, por si acaso, se la mando también por twitter y por whatsapp: "Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo".

 

P.D.: este post es un extra para Nelson. De momento, estoy intentando mantenerme en dos entradas semanales por prescripción facultativa.

P.D.2: escribí esto anoche, mientras chateaba con Koldo y Manolo por encima del debate. Me reí mucho con ellos, pero sigo pensando que estas elecciones ya las hemos perdido todos.

 

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

07 nov 2011

Sexo en campaña

Por: Paloma Bravo

Efecto-domino

Éste va a ser un post en el que cuento la verdad y mi padre cree que me lo invento. Que es casi mejor (papá, por favor, deja de leer mi blog. A ti no te gusta y a mí tampoco...).

 

Es quizá el momento de confesar una cosa. Mi novio es periodista. Mi novio es analista político. Mi novio sigue al PP. Quiero decir que los sigue literalmente: está acoplado al equipo de campaña de Mariano Rajoy y hace semanas que no le veo el pelo.

Ni ganas: me sobra con controlar su perfil de twitter para detectar el principio de un agudo síndrome de Estocolmo. Ya pienso en él como #PPablo y... Antes de que vuelva a casa, necesito que pase por una de esas duchas antiradiactiva o por un programa de desintoxicación: la última vez que hablamos de política, encontraba guapísimas a la Cospedal (que vale) y a Soraya (WTF?), y juraba haber oído decir algo sólido, inteligente y concreto a Rajoy.

El caso es que mientras espero a que vuelva a su ser, tengo una vida intensa y rica, que es la mía y no la de él. Y, en esa vida, un fin de semana aparentemente perfecto. El sábado había quedado para comer con Antonio, para ir al cine con Domingo y para cenar en casa de Carlinhos. El domingo sólo había programado el aperitivo, con Koldo y Manolo, para luego improvisar a gusto. Y son todo tíos, sí, pero son mis amigos.

Lo que pasa es que me tocó cuidar a Eva y a Teresa su agradable e intensa gastroenteritis toda la semana porque, ya digo, #PPablo andaba con Mariano y la madre de mis hijastras había sido la primera en caer. Buena compañera de mi novio #PPeizado, las cuidé sin rechistar. Sin rechistar y sin enfermar hasta que el viernes las niñas se fueron con su madre y me dejaron el virus. Con cariño.

Así que el sábado amanecí con muchísima fiebre, y mis planes se fueron derrumbando uno por uno. Anulé la comida con Antonio, sustituí el cine con Domingo por una larga conversación telefónica y, por la noche, cuando le fallé a Carlinhos, me sumergí en la autocompasión más absoluta.

Supongo que por eso Manolo y Koldo decidieron reinventar el momento del aperitivo. Dejaron a sus chicas en casa y aparecieron en la mía con un dominó, seis latas de Alhambra y un carné de socio del Bernabéu que debía servir para los dos (a Koldo para escupir en el estadio, a Manolo para celebrar los siete goles que le hubiera gustado ver).

Y como las desgracias nunca vienen solas, a mi fiebre se quiso sumar el gurú. Pasaba en bici por delante de mi casa, pinchó y pensó: "Mira tú qué bien, con lo pjipi que es Sol, seguro que tiene una bomba superferolítica y unos parches de marca para su bici nueva".

Lo pensó, me lo mandó en un mensaje y yo no le contesté, claro, pero él llamó a la puerta porque domina mi mente y sabía que estaba en casa. Le abrió Koldo, que tenía interés en conocerlo: "Pues eres alto y flaco, sí, pero no pareces gurú. Sol, ¿seguro que es éste?".

Manolo estaba mejor que en su casa, abriendo latas de cerveza y bolsas de patatas, descubriendo el vino que nos regaló mi padre, encontrando el sacacorchos... Se acomodaron y yo los escuchaba hablar medio en sueños. Deliraban ellos o deliraba yo.

Manolo y Koldo quuerían entender qué es un gurú, pero el gurú, que es listo, intentaba aprovecharse de mis amigos y volver al sexo: "Convencedla vosotros, que ya se ha vendido 'La novia de papá' todo lo que se iba a vender y ahora tiene que provocar o se olvidarán de ella. Nos olvidaremos de ella. Convencedla de que hable de sexo".

- ¿Del que tiene contigo?

- No, del otro.

Y os ahorro toda la conversación que me incluía, pero recupero algo que contó Manolo y que aún estoy intentando valorar. Resulta que en su trabajo hay un tipo que estudió en Estados Unidos de los 17 a los 22 años. Resulta que este tipo cuenta que tuvo una sobredosis: "Entre la castidad y el miedo al embarazo, no había forma de follar ni con condón ni sin, pero te la chupaba cualquiera, porque el sexo oral no es pecado ni es sexo. O algo así. El caso es que el tipo acabó harto y ya no soporta que se la chupen".

- ¿Y es del Madrid?- le pregunté a Manolo con un hilo de voz.

- No, no le gusta el fútbol.

- Preséntamelooo...

- ¿Ves, gurú? Sol no quiere hablar de sexo, sólo quiere practicarlo.

Pero el gurú tenía otra inquietud: "Oye, ¿y el dominó para que lo habéis traído?, que pensaba que los amigos de Sol eráis más modernos..."

Yo cerré los ojos y me hice la dormida, pero oí a Koldo contárselo bajito: "Nos explicó el padre de Sol que se dio cuenta de que su hija era superdotada en una partida de dominó que jugaron a los tres años, y queríamos comprobarlo, porque de superdotada sólo le conocemos la capacidad de tocar las pelotas".

Y entonces volvieron a hablar sobre mí, y yo les dejé porque soy capaz de cualquier cosa con tal de que no se vayan nunca y de que Manolo renuncie por mí a su primer partido matinal en el Bernabéu.

Pedimos sushi y más cerveza; yo me hiché a Aquarius y acabamos jugando al dominó.

Gané, claro, hasta delirando.

Aunque no se lo crea #PPablo, que cuando me llama por la noche y se entera de que he estado en la cama con tres tíos (alrededor), se pone de los nervios y me dice que se va a resarcir con Cospedal. "Perfecto, por mí no te reprimas, que ya te reprimirá ella".

- ¿Tú crees?

- No me cabe duda.

- Me gustará.

- Eso tampoco lo dudo.

 

 

 

P.D.: para los que leéis esto desde América y no sabéis quiénes y cómo son los del #PP español, os remito a una frase de mi tío, "en las próximas elecciones, el PSOE tendrá lo que se merece y el PP lo que no se merece". Lo triste es lo poco que tendrán los partidos minoritarios: la ley y los grandes medios apenas reconocen su existencia; lo triste, también, es que esta es una campaña perezosa y de perfil bajo, sin propuestas. Para eso, francamente, que se presenten Stiglitz y Krugman, que tienen ganas, ideas y criterio para hacer las cosas de otra manera.

 

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

04 nov 2011

Los perros románticos

Por: Paloma Bravo

Boxer-puppy

En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.

Roberto Bolaño.

 

P.D.: He leído "Los perros románticos" en una edición de Acantilado y ha sido uno de los muchos hallazgos del pasado fin de semana, pero también una manera distinta de entrar en Bolaño. Ahora quiero más.


Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

02 nov 2011

Con quién duermo esta noche

Por: Paloma Bravo

La foto (2)

(Ilustración del Sunday Books Review, The New York Times. Podría ser un niño leyendo en la noche de los muertos, podría ser mi novio vigilando el sueño y los novios de su hija).

 

 

-    Papi, me dijiste que no te mintiera y no te miento. Este puente me voy a casa de Miguel.

-    ¿Quién es Miguel?

-     El niño que me gusta.

 

Esta conversación se desarrolla entre Eva (13) y su padre (45). Ella afirma y se reafirma, tímida y decidida; él se calla todas sus contradicciones. En realidad, hay una salida fácil y no sé si cobarde: delegar. Porque, oficialmente, en el puente a Eva le toca estar con su madre, así que toda gestión de planes e invitaciones recae directamente sobre la ex de Pablo, mi adorada y temida mujer Leo.

Yo, por si acaso, me pongo la capa de invisibilidad de Harry Potter, porque cualquier cosa que diga será utilizada en mi contra. Que eso es lo que tenemos las madrastras: una manifiesta capacidad para no acertar jamás.

Pablo sigue callado.

Y callado.

Y callado.

Y a mí me empieza a dar pena, que esto ya lo he vivido. Hace muchos años, la primera vez que uno de mis hermanos trajo a una novia a dormir a casa de mis padres. A casa de mis padres progres. Y compartieron cuarto, claro, para el increíble pasmo de la chica y de mi padre.

 

-       ¿Pero cómo toleras eso?- le dijo a mi madre.

-       ¿Y cómo no? Si ya han viajado juntos...

-       (...)

-       No van a hacer nada que no hayan hecho ya.

-       Pues no lo quiero saber.

-       Pues no lo sepas.


Claro que para entonces mi hermano ya había cumplido los 18 y Eva tiene 13, así que vuelvo a mi presente y a mi cocina e intento seguir siendo invisible. Me gustaría soplarle a Pablo unas cuántas preguntas clave: "¿vais más?", "¿qué adultos hay en la casa?", "¿cuál es el plan?", "¿qué te ha dicho tu madre?”...

Pero Pablo no reacciona y sigue callado.

Hasta que Eva, pequeñaja y puñetera pero mujer al fin y al cabo, se apiada de su padre y va desgranando las respuestas que mi novio no ha acertado a formular: “Vamos con sus padres y sus hermanos. Su hermana tiene un año menos que yo y es muy simpática. La verdad es que me hace mogollón de ilusión que me haya invitado, papi… Si mamá se pone intensa, ¿me ayudas a convencerla?”.

Y se ha ido, claro, y aún no la hemos visto, pero sabemos que ha vuelto. Y por los mensajes que ha enviado, ha estado nerviosa y contenta, excitada y feliz, enamorada, vaya.

Pronto empezamos...

O no, que quizá es una amnesia tramposa la que nos hace creer que nosotros éramos mayores o más responsables cuando empezamos a salir, a beber, a tocar... 

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal