La novia de papá

Sobre la autora

Paloma Bravo
Soy madrastra, periodista y autora de “La novia de papá” (Plaza&Janés). Este blog no lo escribo yo, lo escribe Sol Beramendi, la protagonista de mi novela. O sea, que es ficción y, por lo tanto, absolutamente real.

Paloma Bravo

SOBRE EL BLOG

Según la RAE, madrastra es una “cosa que incomoda o daña”. ¡Y una mierda! “Tía buena (buena en todos los sentidos), lista e inmejorable” es lo que debería decir. ¿O no? El caso es que me ofrecieron crear una plataforma de “madrastras sin fronteras”, pero mis bestias me necesitan en casa, así que nos hemos quedado en un blog. Para hablar de vuestras familias y otros animales.

TWITTER

29 dic 2011

Cenando con apps

Por: Paloma Bravo

Tejyes

(La foto es de aquí).

Ésta es otra entrada reciclada del año pasado. Se siente; que me hubieran pagado el blog, las vacaciones o algo; que me hubieran dado una excedencia. Pero es que, además, llevo un año desayunando, comiendo y cenando con Eva, Tere y sus dos BB's, que ellas pronuncian "bebé" y que son sus dos mejores amigas: dos malditas Blackberrys que han abducido a mis niñas, y monopolizan todo su ingenio y su cariño. Llevo un año en que todos los besos me los dan por whatsapp. Llevo un año que... En fin, mejor ni lo digo o les tiro las BB a la basura y, de remate, me voy yo. A Miami. O sea, que ésta es una entrada que me ha estallado en la cara.

 

Mi madre se ha documentado y nos amenazó la semana pasada, cuando estábamos ya medio borrachos, medio empachados, medio idos, a última hora del día 25:

- Si esto sigue así, el próximo año quedamos todos por Skype y os pongo el árbol de fondo mientras hago mi vida. Me ahorro cocinar y el aguantaros.

- Pero si no sabes lo que es Skype, mamá.

Mi hermano, que se pasa siempre de listo y mi madre que no se achanta nunca: "un servicio de comunicación telefónica, con o sin pantalla, por voz o por chat, que te lo descargas en el ordenador y..."

- Y... Déjame, que no lo digo en broma, que basta ya.

- También podemos hacer una App para iPhone y iPad de las cenas navideñas...

Éste es mi otro hermano: "Una aplicación que recuerde las pullas que repetimos cada año. Porque yo estoy un poco hasta los huevos de que me recordéis siempre lo del conejo que metí en la lavadora... Y en el iPhone igual tiene más gracia."

- ¡Eso! Y entonces me compráis un iPhone, para que no me pierda nada... (ésta fue mi sobrina).

Pero mi madre avisa una sola vez, y hablaba en serio.

"Os lo digo muy clarito: quiero que en Nochevieja dejéis toda la tecnología en la puerta..."

Tiene razón.

En la comida de Navidad permanecieron encendidos 24 teléfonos móviles para 20 comensales.

No sé qué buscábamos refrescando obsesivamente nuestras pantallas, porque estoy segura de que ni a mí ni a mis hermanos nos enviaron una urgencia profesional en todo el día. Y si alguno recibió un mensaje de amor inaplazable casi prefiero no saberlo, porque allí estaban, leales y aburridas, nuestras parejas oficiales.

Por no hablar de mi cuñado, que, además de cretino, es gurú (ya lo he dicho, y juro que esto no es ficción): se pasó toda la comida tuiteando el menú. Pobre imbécil, yo ya lo he borrado de mi timeline.

Mañana por la noche va a ser peor. Hay más preadolescentes (incluyendo mi aportación conyugal) y, por lo tanto, hay más Tuenti.

Eva ya nos ha avisado: gran quedada en el chat como protesta por un castigo que le han puesto a su amiga Marta. A las 23:50 se conectan todas y se levantan del ordenador a las 00:05, justo pasadas las uvas.

En alguna casa va a haber más que palabras. En la mía, conociendo a mi madre y su capacidad para cumplir promesas, va a haber una cena virtual.

Se bajará una app de angulas frescas que le recuerde los buenos tiempos, se preparará un mojito, y a los demás nos mandará al cuarto de estar hasta que aprendamos a cenar como adultos.

Hace bien.

 

 


Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

26 dic 2011

¿Bien o en familia?

Por: Paloma Bravo

Con-ocho-basta1

("Con ocho basta". Y con tres, y con dos... Toda familia es suficiente y a la vez es demasiada).


El año pasado, cuando todavía era feliz y mi jefe no leía con lupa mis entradas (era otro jefe, era otra vida), yo escribía en este blog todos los días y, encima, escribía mejor. Por eso, ahora que muchos estáis de vacaciones y otros invadidos por el espíritu que todo lo perdona, voy a recuperar una entrada de aquella Navidad. Reciclando, que es gerundio; y ya lo siento, pero es que no estoy en mi sitio y mi jefe me sigue vigilando, me busca y un día me acabará encontrando.

El caso es que así fue mi Nochebuena del año pasado, y la de éste ha sido parecida, y las que me quedan también lo serán, y que sean muchas y no falte nadie más. Porque la Navidad y la familia son conceptos inseparables e irreconciliables, pero aquí estamos: empachados, mimosos y melancólicos.


¿Qué hacéis esta noche?

Mi madre es extremadamente respetuosa y no se ha atrevido a preguntar si cenamos en su casa hasta esta misma mañana, a las 9, eso sí, como un reloj.

Mi madre es una santa.

Y yo... soy una descastada y no me acordaba de la Nochebuena. De verdad.

- Lo pregunto y te llamo, mamá.

(...)

- Pablo, ¿en tu casa qué celebran? ¿La cena de Nochebuena o la comida de Navidad?

Una pregunta así de fácil y le he dejado sin palabras: mi novio es fácil de impresionar y, además, le cuesta mucho pensar por las mañanas.

Debemos ser la única pareja del mundo que nunca ha hablado sobre la Navidad. O quizá es que en esta parte de las vacaciones no tenemos a las niñas y nadie nos ha obligado todavía a tragar con el arbolito y el espíritu navideño.

El caso es que en casa de Pablo da igual, porque son ocho hermanos, todos con pareja (menos Miguel, ya se sabe, huido en misión de conquista), todos con dos o más hijos. Quiero decir que en casa de Pablo siempre son demasiados. 

Son, además, mucho más formales de lo que creen. Sólo Pablo está separado. Sólo Miguel está soltero (aunque de él no se espera cordura).

En mi casa somos más alternativos. Casi radicales. Como buenos laicos, sólo nos interesa el estar juntos, pero sabemos que la familia es un deporte de riesgo.

Por ejemplo, suele venir mi tía, que ya lleva tres maridos y de cada uno conserva un perro (todos vivos: hombres y animales). Los tiene aún a todos locos por ella y no es raro que mezcle amores y ex (en casa de mi madre, claro, que hace ya dos maridos que vive sola y los tiene a ellos en sus propios pisos).

También está mi primo, el músico, que vive en Pamplona y suele tener bolos en Madrid: más de una vez ha traído a su banda.

Y mis primas, siempre arregladas para irse de fiesta en cuanto se zampan la tarta de manzana de mi abuela.

Pero lo más duro es siempre en la familia cercana.

Mi hermana está casada con un exnovio mío (no es raro, ya he avisado que hay muchos). Lo malo es que éste fue uno de esos errores imperdonables, es un cretinoYo lo sé, él lo sabe y es mi hermana la única que lo ignora.

Cuando nos toca cena, nos miramos amenazantes y no nos dirigimos la palabra. Un año me pasé toda la cena silbando la música de "El bueno, el feo y el malo". Él es el feo, yo soy la mala. Me gusta ser mala con él.

Con mis hermanos, con los chicos quiero decir, no hay grandes dramas. Porque no los vemos. Se pasan las reuniones refugiados en el cuarto de los niños.

"Estamos controlando", dicen, pero se pican al Risk y al Monopoly exactamente igual que hace 30 años, sólo que ahora los juegos son de sus hijos y los niños les observan fascinados.

¿Y sus mujeres, mis cuñadas? Una ya no viene nunca. No sabemos por qué. La otra ha aprendido a jugar al Risk.

¿Y los niños, entonces?

Los niños hacen mucho ruido.

"¡Cuánto tardan en crecer...!", se lamenta siempre mi padre.

Y tiene razón, porque cuando consiguió superar a sus propios hijos, llegaron sobrinos y sobrinastros, y empalmaron con los nietos que van a unirse a los nietastros.

Mi padre aún no conoce a Eva y a Teresa. Quiero decir que no las conoce en acción. Ésa es una sorpresa que le tenemos reservada para la Nochevieja.

En cualquier caso, esta noche cenamos en casa de Pablo, que uno está más tranquilo, y mañana ahogaremos nuestra resaca y nuestra melancolía en casa de mis padres.

No hemos discutido como otras parejas. No ha habido chantajes ni presiones: en realidad, los dos preferiríamos pasar la Navidad en la Patagonia.

 

(Nota exclusiva para mi familia: esto es ficción. Quiero decir que sois tal y como os describo, pero no es verdad que no quiera estar con vosotros. Jamás me iría a la Patagonia en Navidad, y menos si, como ayer, puedo sentarme al lado de mi prima Bea para que alguien -no digo quién, pero ya te vale- nos explique sus desventuras con una bolsa de marihuana...).

 


 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

19 dic 2011

#RegalaLibros

Por: Paloma Bravo

Leer

(La foto la encontré aquí).


Llevamos ya tres semanas viendo reportajes de este 2011 que agoniza: los 10 vídeos, los 10 libros, las 10 pelis, las 10 fotos, las 10 noticias, los 10 tuits, los ... Y así. No digo que no tenga sentido, digo que si veo otra lista, grito.

Yo me he pasado el 2011 entre jefes, amigos, novios (en singular, que conste mi monogamia), cenas, médicos, hijas postizas, madres, cuñados, risas y llantos. Podría hacer mis 10 mejores rabietas del 2011, pero no las recuerdo. Podría hacer mis 10 mejores amigos, pero son los mismos de siempre (con el añadido de las tres tuiteras rojas de rojo, más información sobre ellas otro día, cuando me autoricen). Podría hacer mil listas que sólo le importan a la cotilla de mi madre, al celoso de mi novio y a la cabrita de mi hijastra mayor, pero...

Pero hay una  lista que igual sí tiene sentido.

Porque en el 2011 he encontrado grandes libros y los he leído cada uno a su manera (en papel, en kindle y en iPad, hasta en el móvil, en inglés y en español). Los he leído, los he vivido y me han emocionado. Y, repasándolos todos, no me salen 10, como a la gente ordenada, sino 18 que tengo que recomendar sí o sí. Es una selección caótica, errática y heterogénea; como yo, pero mucho más brillante.

Por si acaso queréis regalar libros, por si os vale (como le vale a Eduardo, otro conocimiento tuitero) mi criterio literario. Son éstos (por el orden en que los leí):

1. "Wilson", de Daniel Clowes. Mondadori. Bestial, descarnado y lleno de ternura.

2. "La bicicleta estática", de Sergi Pàmies. Anagrama. Las frases de Pàmies radiografían el alma.

3. "Norte", de Edmundo Paz Soldán. Mondadori.

4. "Pulse", de Julian Barnes. Alfred A. Knopf. Algunos de los relatos, de esos burgueses ilustrados, tan cínicos y tan humanos, son simplemente perfectos.

5. "Arrugas", de Paco Roca. Astiberri. Un retrato feroz del Alzhéimer y la senilidad que pronto se estrena como película.

6. "Ricardo III", de William Shakespeare. Austral. Recuperar a Shakespeare es recuperar al ser humano y sus defectos: el mal, y el humor.

7. "La mujer de tu prójimo", de Gay Talese. Debate. La suma de intimidades que retrata una sociedad. Minucioso y perfecto.

8. "Gemma Bovery", de Posy Simmonds. SinSentido. Tierna, alegre, luminosa.

9. "The filter bubble", de Eli Pariser. Penguin. Para que sepamos como internet al abrirnos al mundo, nos encierra en nosotros mismos (la tesis también de Lanier y de Carr, pero a mí me gusta más como lo cuenta Pariser).

10. "El hombre que amaba a los perros", de Leonardo Padura. Tusquets. Que del horror del stalinismo se pueda extraer una novela tan bella es un milagro.

11. "El ruido de las cosas al caer", de Juan Gabriel Vásquez. Alfaguara. Por amor al lenguaje.

12. "Legend of a suicide. Stories", de David Vann. Viking. La poesía de la muerte y del hielo.

13. "Los perros románticos", de Roberto Bolaño. Acantilado. Excepcional, un librito que te para el corazón.

14. "De vidas ajenas", de Emmanuel Carrère. Anagrama. Pura vida, pura muerte. Doloroso e imprescindible.

15. "Pagando por ello. Memorias en cómic de un putero", de Chester Brown. Ediciones La Cúpula. Un autorretrato crudo que podría ser el de todos.

16. "A life's work: on being a mother", de Rachel Cusk. Faber and Faber. Todo lo que se le pasa por la cabeza a una mujer que es persona y no sólo madre.

17. "The paper anniversary", de Joan Wickersham. Washington Square Press. Una historia de amor y desamor contada despacito, con anécdotas perfectas.

18. Y, por supuesto, releyéndolo una y otra vez, siempre cerca, "Viñetas para una crisis", de El Roto. Porque sus viñetas son los textos más lúcidos y brillantes que han pasado por los periódicos en estos larguísimos años de crisis general y desidia institucional. Porque hizo esta viñeta.

Puta calle

A algunos de estos libros llegué sola, otros me los han ido descubriendo gente a la que quiero y que me quiere (E. y C., sobre todo), casi todos se los he prestado a Peter y, así, a lo tonto, hemos creado este año una larga cadena de favores, de vidas, de emociones y de regalos.

Regalad libros, con o sin hashtag, con o sin twitter, porque es regalar mundos.

 

P.D.: y no, de "La novia de papá", ni hablamos, pero si queréis comprarlo o regalarlo mis editores os lo agradecerán y mi amigo Koldo os pagará unas cañas. Hasta ha llegado al kindle, que se estrena en España este mes de diciembre...


Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

12 dic 2011

Amor minimalista

Por: Paloma Bravo

Lejos

(La foto la encontré aquí).

 
Me escribe un lector que se llama Pedro y me cae bien instantáneamente por un montón de Pedro-razones y Pedro-alrededores. Este Pedro quiere que le cambie el nombre y le contesto que no, que "tururú", que se hubiera llamado de otra manera, que yo no cambio a ningún Pedro.

Pedro quiere hablarme de su "amor minimalista".

"Yo lo llamo así, ¿sabes?, y creo que tiene algo que ver con tu amiga Clara y sus ganas, pero a la vez es distinto. Te cuento un poco quién soy: soy yo, con mis 49 tacos (cosecha del 62, la de tu motero, que dicen que es buena), sin hijos, y un par de largas y bonitas convivencias a mis espaldas..."

"...y, ahora, después de dos años solo, con mis líos y sin amores, me encuentro con Elena. Elena es como yo, también sabe lo que no quiere. De hecho, tenemos mil cosas en común y una sola gran diferencia: su hija. Que no es diferencia, sino hecho: su hija la ancla y le condiciona los fines de semana. Nada raro, nada que nos separe, nada que nos impida..."

"...Llevamos seis meses juntos. ¿Juntos? Igual no, no lo sé. Llevamos seis meses viéndonos, acostándonos, hablando de casi todo porque compartimos muchos mundos, muchos intereses. Y eso sin convivir, claro, ni tampoco una cosa que yo considero invasiva y Elena detesta: sin llamarnos cada noche, sin tener conversaciones inanes (qué tal, amor, cómo ha ido el día, te llamo mañana, muac)...".

"...Elena y yo estamos cuando estamos. Y es raro, porque estamos sólo en presente, sin rellenarnos las ausencias del pasado, sin hacer planes de futuro. Estamos y estamos bien..."

"...pero yo no sé por qué no estamos más..."

"... Yo se lo propongo a veces, se lo insinúo también, cuando se acerca un fin de semana en que sé que ella no tiene a la niña, que tampoco tiene que trabajar, que podría querer quererme y dejar que yo la quiera, venir a mi casa, irnos de viaje, invitarme a su vida, asomarse a la mía...".

"...Se lo insinúo flojito, eso sí. Como si no me importara. Y cada vez lo hago menos, la verdad. Porque, Sol, yo no quiero vivir con ella (no ahora, en cualquier caso). No sé lo qué quiero, pero sí sé que quiero saberlo. Es decir..."

"...quiero verla más y saber qué pasa y qué no pasa. Saber dónde estamos aunque no sepamos dónde vamos. Pero.."

"...en los últimos dos meses apenas la he visto una noche. Y ella parecía querer estar allí, estaba muy conmigo. No es que me rehúya, no, es que se esfuma..."

"... y últimamente ya no sé ni siquiera si sigo queriendo verla más. Se me difumina, se me escapa como arena entre los dedos, la veo pequeñita, borrosa. Y lo único que me da pena, o rabia, o yo qué sé, es que no sé si la veo lejos porque se ha ido a propósito, o si se va porque no sabe que yo quería verla cerca."

Pues eso. Poco tengo que añadir a Pedro, a ningún Pedro. A mí también se me ha escapado mucha gente, sin querer queriendo. Sin saber. Tampoco le puedo ayudar, aunque tengo la sensación de que si ve a Elena muy lejos quizá no sea tanto porque ella se difumine, sino porque se ha movido él.

Como yo, que llego de un viaje largo, extraño y agotador; de deambular en busca de soluciones y de wifi, de arrastrar maletas, broncas y problemas; yo también he tenido ganas de escaparme, de difuminarme y desaparecer, pero al entrar en casa se me ha echado encima una mariposa.

Es Teresa, que con sus diez años aún tiene alas, y no me abre la maleta en busca de regalos como otras veces, no, sólo revolotea por mi cara y me susurra: "¡Bienvenida, Sol! ¡Bienvenida a la casa de los besos!". Y me besa. Y detrás de ella me besan, suave, su padre y su hermana. Y entonces mis contornos se aclaran: ya no me quiero borrar.

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal