Paloma Bravo
Soy madrastra, periodista y autora de “La novia de papá” (Plaza&Janés). Este blog no lo escribo yo, lo escribe Sol Beramendi, la protagonista de mi novela. O sea, que es ficción y, por lo tanto, absolutamente real.
SOBRE EL BLOG
Según la RAE, madrastra es una “cosa que incomoda o daña”. ¡Y una mierda! “Tía buena (buena en todos los sentidos), lista e inmejorable” es lo que debería decir. ¿O no? El caso es que me ofrecieron crear una plataforma de “madrastras sin fronteras”, pero mis bestias me necesitan en casa, así que nos hemos quedado en un blog. Para hablar de vuestras familias y otros animales.
(La ilustración es de Max y salió publicada en Babelia hace unas semanas).
Para los que entienden que querer es querer bien, y para los que no entienden nada pero quieren. Para Belén, que me descubrió este poema de Luis Alberto de Cuenca, brillante y luminoso como el amor bueno antes de romperse.
Me gustas cuando dices tonterías, cuando metes la pata, cuando mientes, cuando te vas de compras con tu madre y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños y me cubres de besos y de tartas, o cuando eres feliz y se te nota, o cuando eres genial con una frase que lo resume todo, o cuando ríes (tu risa es una ducha en el infierno), o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi no puedo resistir lo que me gustas, cuando, llena de vida, te despiertas y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana. Voy a empezar contigo el desayuno».
Mi amigo Edu me ha pedido que me deje de filosofía y de política y que haga, otra vez, más veces, la vez definitiva, una entrada sobre sexo.
- Claro, mira qué listo...
- Pleaseeeee...- y pone su mejor cara de santo (gran actor, mi amigo Edu).
- Edu, es que me sería más fácil si lo practicara, pero el sexo me pilla muy lejos.
- Pero tía, que vives con tu novio...
- Pues por eso. Lo que tengo es un novio estresado y con un millón de excusas, pero ninguna realidad.
- A ver, a ver... ¿Cómo es eso? ¡Si no lleváis tanto tiempo como para haberos agotado...!
- No me hagas generalizar, Edu, que no es mi estilo.
- Pues explícate en particular y no en general.
- Quiero decir, y digo, que a mi novio, desde que su jefe le empezó a gritar, y se vio venir el ERE, no se le pone dura, vive con miedo y sin sexo, qué le vamos a hacer...
- Pues a mí se me ocurren mil cosas que hacerle.
- Y las he probado todas, esas mil y las otras mil que no se te han ocurrido a ti.
- Hostia, sí. Así que, si quieres, yo te escribo un post de sexo, pero cuéntame algo que me inspire...
- ¿Te lo cuento o te lo hago?
- De momento, cuéntamelo.
Y, con esto y unas pastillas azules, Edu me ha convencido para intentar un post con mucho sexo. Próximamente... O sea, cuando acabe la Eurocopa. Pero Edu no ha acabado conmigo:
- Sol, perdona, ¿y no será la edad?
- Edu, corazón, que yo tengo un pasado y me he tirado a tíos de sesenta que la tienen como piedras.
- Mira que eres bruta.
- Mira que eres tocapelotas.
- Oye, Sol...
- (...)
- Estoy seguro de que al jefe de tu chico sólo se le levanta si grita, así que igual podías tirártelo a él y matabas dos pájaros de un tiro, o te tirabas a los dos, y me hacías una entrada, y...
La conversación empeoró y os la ahorro, pero es evidente que la crisis contribuye a la impotencia, y que la impotencia contribuye a la crisis. Entre los que andan mal follados porque son infollables, y los que andamos mal follados porque no nos dejan follar, estamos todos reteniendo hormonas y sembrando mala leche. He dicho.
(Y perdón por la zafiedad, pero la culpa es de Edu. Si queréis su mail o su teléfono, no tenéis más que pedirlo, que además está cada día más bueno).
P.D.: sobre la impotencia y la prepotencia (que a veces son simultáneas y siempre son dolorosas), os dejo un discurso de Martin Amis.
El lunes de la semana pasada escribí un post sobre la tristeza pensando en alguien que no soy yo, ni mi alterego, pero que en muy poo tiempo se me ha metido dentro. A veces hago eso: tiro los posts a la web como mensajes en una botella, a veces vacíos, a veces llenos, a veces míos, a veces ajenos, para que cada cual encuentre lo que quiera.
Cada cual o mi madre que es la única que me lee con un exceso de fidelidad y la dosis justa de escepticismo, como debe de ser: si yo titulo "días tristes", mi madre ya sabe que estoy bien. O que no, pero que no se lo voy a contar.
No como mi ex, que con esa misma fidelidad pero mucha más credulidad, grita, "¡Bien! Eso es que últimamente le falta sexo, mucho sexo". Mi novio, en cambio, puestos a ser fiel, es fiel a la ignorancia: no dice nada porque procura no leerme, no vaya a ser que se entere de algo, a él que tanto le gusta no saber...
El caso es que yo escribo porque mis amigos no me leen. Y, si me leen, no me creen. Ni Manolo, ni Koldo, ni Domingo, ni M., ni Carlinhos, ni Mario. Me leen sólo si salen en el post y quedan tan maravillosos como son, y yo les copio la url en un mail con acuse de recibo. O ni aún así.
O al menos eso creía yo, siempre tan lista, porque resulta que no, que uno de ellos, leyó la verdad justo donde mi ficción pretendía ser mentira. Muy listo el chico. Mucho. Tanto que se tomó el tiempo de redactar un mail largo e iluminarme en todos los sentidos.
Aquel lunes, a mí me habían despertado en casa con ironía y felicidad ("¿Hoy qué? ¿Champán?"), y luego publiqué el post y empecé a recibir ánimos, y negué necesitarlos, y me fui a yoga, y adelgacé, y compré unas tartas, y trabajé un poco, lo justo, y, cuando ya no daba más de mí, recibí el mail ese que cito.
O sea, éste:
A veces los días alegres son todos, o casi todos.
No por optimismo, ni por esas ganas de vivir que nos hemos echado encima para levantarnos porque no nos resignamos. A veces los días son alegres porque alguien se empeña en quererte, cuidarte y recomponerte con trocitos muy pequeños. Tan pequeños que aunque pierdas alguno puedes pegarlos sin importar el nuevo puzzle y volver a ser mejor aún que lo que eras.
A veces los días son alegres porque puedes quedarte y, si quieres, puedes irte. A veces los días son alegres porque alguien, creyéndose dios, se empeña en que su tormenta caiga sobre los demás pero no ve que los rayos le caen encima y que por encima de nuestras cabezas luce el sol. Y recuerdas que él no sabe que si quieres puedes irte. Y sonríes.
A veces, digo, muchas veces los días son alegres por capricho y por necesidad.
Entonces, encuentras una canción, como ésta, y la gritas con los amigos de siempre y con los amigos nuevos, y les dices a los cobardes que se vayan a tomar por culo, con mucha educación y mucha calma, y no te quedas a gusto, para nada, pero sí que alivia, que dignidad sólo tenemos una y no se regenera. Para conocer los días alegres, que son todos, hay que pasar un rato gritando, pero solo un rato que nadie se merece otra cosa que nuestra alegría.
Y los que lean y entiendan este mensaje, están invitados el sábado a la fiesta del champán. Y los que no lo lean, porque son amigos míos, también. Es jueves y "Here comes the Sun".
Tengo una amiga, Emi, que es rubia y lista, pero además es buena. Perdón, buena no, excepcional. Porque duda siempre, porque no se lo cree, porque se esfuerza. Porque le importan los demás más que ella. Porque sabe reír y sabe sonreír. Porque sabe dar. Porque no para de crecer (literal y metafóricamente, que la vi el jueves pasado y estaba alta como la luna).
Mi amiga Emi tiene un hermano. Un hermano al que no he visto nunca pero con el que he hablado mucho. Él me lee, yo le leo. Y, como anteayer fue el cumple del sol que nos une a ambos, y que es rubia pero no es Emi, hemos decidido haceros un regalo. O lo he decidido yo. El regalo es donarlo todo. Yo lo he hecho con mis órganos (la tarjeta va conmigo a todas partes) y lo hago ahora con mi blog.
Mi blog es, hoy y siempre que quiera, de Manu, que no es grande sino enorme, y que ha ganado por segunda vez a una leucemia de las duras.
Aquí está, después del trailer de Planta 4ª, una peli que dirigió un hombre al que quiero y, sobre todo, debo mucho.
Empiezo a escribir esto sin mucha idea de cómo hacerlo, metiendo la cabeza en un blog que no es el mío. ¿Debería presentarme primero?, ¿dejar quizá que la presentación salga por sí misma? No sé. Lo cierto es que me encuentro sentado en una, por extraño que parezca, muy confortable silla de hospital, escuchando una de mis canciones favoritas, rutina que se lleva repitiendo en los días buenos que hay desde que me diagnosticaron la Leucemia y me dijeron que necesitaría un trasplante de médula que me hicieron, hace 93 días ya, de la médula semi-compatible de mi señora madre. ¡Qué grandes las madres!, y las madrastras también: ella lo es de mis dos hermanos mayores. En total somos cuatro, yo soy el pequeño. Tengo veintiocho años y cómo ya os he contado sigo vivo gracias a ella.
Las enfermedades hematológicas son cosa seria, los enfermos hematológicos somos personas que nos volvemos complicados, a veces, porque se nos complican las cosas, pero la mayoría de nosotros nunca perdemos el toque de normalidad y buen humor, en parte porque no nos suelen dejar hacerlo, en parte porque lo mejor es mantenerse resistente.
Aunque el cabreo y la lágrima, a veces, sean más que necesarios.
De todas formas, no hay una enfermedad igual, como no hay un paciente igual a otro, como no hay dos personas iguales, en eso la ley universal de la diferencia prima siempre.
En cuanto a mí, mis amigos me llaman Manu Grande, por el tamaño -los motes de instituto nos duran a algunos toda la vida-, en realidad soy Manuel Lope. Ahora resido entre en el Gregorio Marañón, donde me tratan a cuerpo de rey, a pesar de recortes y mierdas que andan pasando ahora, y mi casa, a veces.
El hospital se cae a trozos -esa es la verdad-, pero lo sostienen unos profesionales increíbles que, desgraciadamente, están al borde del precipicio. Un poco como todos nosotros. Imaginaos un barco lleno de agujeros y gente metiendo los dedos en ellos para que el agua no entre. Algo así.
En cuanto a la médula… yo he tenido mucha suerte por la semi-compatibilidad de mi madre, pero la donación de médula ósea en nuestro país no se hace ni mucho menos todo lo que se debería. Hay mucha gente que aún espera donante compatible y en este país, ya sea por el Gobierno, o por el desconocimiento, o por lo que sea, no se dona médula. No la suficiente.
Lo bueno, la muchísima gente que lo hace y lucha porque se haga más, como la gente de la Fundación Carreras o los increíbles Pelones Peleones (estos sí que la lían bien).
Lo malo, las pobres decisiones gubernamentales de las que si seguís a los Pelones os enterareis.
Yo ya he metido mucho los pies aquí. Y ha sido un placer. Os dejo con Sol otra vez.
Manu os deja con Sol, y en Sol, pero volverá. Éste blog es suyo y de todos los valientes. Mientras tanto, tiene también uno propio que deberíais visitar: aquí.
No por pesimismo, ni por la maldita crisis que nos han echado encima para que no nos levantemos; ni por resignación. A veces los días son tristes porque alguien se empeña en machacarte, mutilarte y romperte en trocitos muy pequeños. Tan pequeños que pierdes alguno y entonces no puedes pegarlos y volver a ser quien eras.
A veces los días son tristes porque no puedes quedarte y tampoco puedes irte. A veces los días son tristes porque alguien, creyéndose dios, se empeña en que su tormenta caiga sobre los demás.
A veces, digo, los días son tristes por capricho y por crueldad.
Entonces, encuentras una canción, como ésta, y la gritas con los amigos de siempre y con los amigos nuevos, y les dices a los cobardes que se vayan a tomar por culo, con mucha educación y mucha calma, y no te quedas a gusto, para nada, pero sí que alivia, que dignidad sólo tenemos una y no se regenera.
It's hard, hard, not to sit on your hands, burrow your head in the sand, hard, not to make other plans and claim that you've done all you can, all alone and life must go on. It's hard, hard, to stand up for what's right and bring home the bacon each night, hard, not to break down and cry, when every ideal that you tried has been wrong. but you must carry on. Ref: it's hard, but you know it's worth the fight, cause you know you've got the truth on your side, when the accusations fly. hold tight! don't be afraid of what they'll say. who cares what cowards think? anyway, they will understand some day, some day. It's hard, hard, when you're here all alone and everyone else's gone home. harder to know right from wrong when all objectivity's gone and it's gone. but you still carry on. ‘cause you, you are the only one left and you've got to clean up this mess. you know you'll end up like the rest bitter and twisted - unless you stay strong and you carry on. Ref: it's hard, but you know it's worth the fight, cause you know you've got the truth on your side, when the accusations fly. hold tight! don't be afraid of what they'll say. who cares what cowards think? anyway, they will understand some day, some day.