La novia de papá

Sobre la autora

Paloma Bravo
Soy madrastra, periodista y autora de “La novia de papá” (Plaza&Janés). Este blog no lo escribo yo, lo escribe Sol Beramendi, la protagonista de mi novela. O sea, que es ficción y, por lo tanto, absolutamente real.

Paloma Bravo

SOBRE EL BLOG

Según la RAE, madrastra es una “cosa que incomoda o daña”. ¡Y una mierda! “Tía buena (buena en todos los sentidos), lista e inmejorable” es lo que debería decir. ¿O no? El caso es que me ofrecieron crear una plataforma de “madrastras sin fronteras”, pero mis bestias me necesitan en casa, así que nos hemos quedado en un blog. Para hablar de vuestras familias y otros animales.

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27 sep 2012

Tres mujeres solas

Por: Paloma Bravo

 

  James-dean-reading

 (En la foto, James Dean leyendo. 'Reading is sexy').

 

La semana pasada publiqué un ebook. En números son 1,49€, 3 relatos, 30 páginas. En palabras es más.

A partir de aquí (ojo, disclaimer) este post puede tener efectos promocionales. En estos tiempos de sobreinformación y egosocialismo (el ego ventilado en las redes sociales), no quiero dar la lata, pero sí me gustaría explicar el lanzamiento y la existencia misma de este libro. Gracias por vuestra comprensión.

 

Por partes:

1. LOS CUENTISTAS.

Los cuentistas, para mí, son los americanos: Cheever, Carver, Moore... Esos escritores que, con una sencillez brillante y demoledora, diseccionan la vida cotidiana y te enseñan el lado más frágil del ser humano.

Lo que yo he aprendido sobre mí misma leyéndolos es casi más de lo que he aprendido viviendo.

Y eso que también aprendo escribiendo. Porque las tres protagonistas de estos relatos se me metieron dentro, se me desnudaron y me pidieron que contara su estrés, su impaciencia y sus problemas con la virtualidad como forma de convivencia. Me pidieron, también, que les resolviera la cuestión del perdón.

 

2. EL PERDÓN.

 Siempre me ha obsesionado la imposibilidad metafísica del perdón: ¿cómo puede haber perdón si no hay olvido? Recordar no es ser rencoroso, es tener memoria. Y claro que no se trata de hacer reproches y vivir con la lista de ofensas y deudas colgada en la nevera, pero también es verdad que el perdón no es una tarifa plana en la que cabe todo si una vez por semana te pones de rodillas y repites la frase mágica. "Perdona".

Por ejemplo... Hay gente que te da una hostia, te pide perdón y quiere que actúes como si no la hubieras recibido. Hay gente que cree que su perdón es un lujo solo digno de los bienaventurados. Hay gente que te perdona cosas de las que tú ni siquiera te arrepientes... El perdón, para algunos, es como el agua bendita: yo la bendigo, yo la reparto, tú te la tomas como un milagro.

No conozco un perdón inocente.

 

3. LA SOLEDAD.

Hace poco, un tipo al que quiero me hizo asomarme a su melancolía. "¿Qué te pasa?", le pregunté, "si acabas de volver de un viaje romántico con tu chica...".

- Me pasa que no la quiero y que al no quererla me doy cuenta de las ganas que tengo de querer. Me pone más triste ser querido y no querer, que estar solo en mi casa.

Le pasaba todo eso, que venía de un viaje en el que se sentía solo estando acompañado y que no conseguía bajarse del verbo "querer" ni dejar de conjugarlo.

Unas semanas después, otro hombre me dijo que ya no quería a su mujer. "No la quiero, pero ella me necesita". Y yo le pregunté si no era una falta de respeto y un exceso de condescendencia el pensar que ella merecía estar con alguien que no la amaba.

- Sí, puede ser, nunca lo había visto así.

Se quedó pensando y quizá ahora hasta se dé cuenta de que la quiere más de lo que está dispuesto a admitir.

A lo que voy: que estar solo no es fácil. Pero pedimos imposibles, exigimos que una sola persona nos lo dé todo. Marcar el check en la casilla de "pareja" y seguir adelante con nuestras vidas. Y, no soy experta, pero me temo que nuestras vidas pasan de ajustarse a las casillas.

Mi amigo Manu, otro ejemplo, me habla siempre de un día que yo no recuerdo. Pero él insiste: "Que sí, tía, que me convenciste de que es una utopía buscarlo todo en una sola pareja y que podía encontrar el sexo en una, la complicidad en otra, la compañía en una tercera, la madre de mis hijos en una cuarta... Y todas con derivaciones... Me salvaste la vida".

Si él lo dice...

No es fácil estar solo, repito. Y, al mismo tiempo, ¿qué quiere decir solo? ¿Sin pareja? ¿Sin amigos? ¿Sin hermanos? Las tres mujeres de mi relato están solas porque no tienen pareja, pero ni ellas ni yo diríamos que eso las define.

 

4. LAS MUJERES.

Algunos comentaristas de este blog me acusan de escribir "para" mujeres y "contra" los hombres. Lo negaría si no creyera que están en su derecho de percibirlo como les dé la gana. Escribo desde mí, y soy mujer, con lo que eso implique, que puede ser cualquier cosa o no ser nada. Es evidente que nunca he vivido como un tío, y eso que soy poco femenina en un millón de desconcertantes sentidos.

Por otro lado, soy incapaz de vivir sin hombres: me gustan y los necesito mucho más de lo que yo les gusto a ellos.

Y es que aquí no estoy retratando a los hombres en general, sino a unas mujeres en particular.

 

5. LOS HOMBRES.

Los hombres que se cruzan en la vida de estas mujeres no son los que mi madre querría como yernos (literalmente), pero eso no dice nada contra los tíos, sino contra el criterio de Julia, de Alejandra y de Martina. Sobre mi criterio prefiero abstenerme, quizá algún día mi madre (que es una suegra perfecta) me arrebate el blog y se explaye; sería divertido y... bastante bochornoso.

Sí puedo decir que conozco y disfruto de hombres que son grandes parejas y personas inmensas. Y los hombres de mi vida (mi padre, mis hermanos, mis amigos) saben lo que pienso, lo que soy y lo que doy. Creo que no tienen queja y, de hecho, a ellos les dedico mi próxima novela que saldrá en primavera (este ebook es para Vivi).

 

6. EBOOK.

Un ebook es una forma de demostrar que la cultura no tiene precio. ¿Cuánto cuesta la creación  del autor y la emoción del lector? ¿Cuánto cuesta el tiempo de los dos? ¿Cuánto cuestan sus almas? ¿1,49€, 2,49€, 7€, un millón? Todo y nada; de hecho, este libro no tiene DRM. Aunque, en el fondo, da igual: ya no se vive de esto, ni de escribir ni de publicar.

Aun así, yo creo que en estos tiempos despiadados tenemos obligación de contarnos, de entendernos, de crear y de resistir. De no dejar que nos impongan textos malos y bien valorados por un algoritmo misterioso, de evitar que nos invada lo que está pasando en las redes mientras ignoramos lo que nos pide nuestra piel y lo que nos exige un mundo que debe ser más justo, más solidario, mejor.

No sé si lo que hago es literatura, sí sé que por las noches, cuando mi casa duerme, escribo, leo o acaricio a alguien a quien quiero; por eso sé que la vida y la literatura son infinitamente mejores que una íntima amistad con mil perfiles de Facebook que se esconden detrás de una pantalla.

Este ebook cuesta 1,49€. No es dinero. Es (pretende ser) literatura: un texto que lees y te emociona, que tiene vida y te da más.

Aquí está el link, ya no es mi libro, es el vuestro: "Tres mujeres solas".

Gracias.

@PalomaBravo


 

 

Tres mujeres solas


 

 

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21 sep 2012

Winter is coming

Por: Paloma Bravo

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(La foto, como el título, me lo han prestado en Juego de Tronos).

 

Ha sido este un verano extraño, de calor infernal y corazones helados.

- ¿Y cómo esperáis que se calienten?- nos espetó un tipo brillante a Carlinhos y a mí a principios de julio. - Estamos en guerra. Mirad en la calle. El miedo, la tristeza. Son sentimientos de un pueblo al que le han declarado la guerra las instituciones y los poderes financieros. Esta es la auténtica y definitiva tercera guerra mundial.

Y tenía razón.

Hablando de guerras, acabamos hablando de "Juego de Tronos", de esos nobles y reyezuelos que, mientras esperan el invierno, siguen jugando con vidas y personas por ambición, por ego, por estulticia; sin que les importen el sufrimiento de los que no son enemigos o familia, o sea, el de de todos los demás.

A Carlinhos, al tipo brillante y a mí nos separó el verano, hasta que no llegó el invierno, no: llegó septiembre, doliente y con el IVA disparado, y el estado del bienestar se desplomó ante nuestros ojos.

Con la excusa de reencontrarnos (la excusa, en realidad, de verse sin excusas), Carlinhos, el tipo brillante y yo montamos el fin de semana pasado una de esas cenas en la que nos habría gustado quedarnos a vivir.

Y hablamos de todo, como siempre. Y, por supuesto, llegamos a los medios que nos intentaban colar sapos en forma de princesas mientras las calles nos enseñaban ciudadanos en forma de eso, de ciudadanos, y los premios Nobel venían a hablar de su libro... 

 

Si una familia gasta más de lo que tiene, acaba en la ruina.
Pero la economía de un país no es una familia, sino todo lo contrario: cuanto más se invierte en lo que es de todos -educación, sanidad, innovación, investigación...,- más dinero acaban teniendo las familias. Y así se crece y se pagan las deudas con menos sufrimiento.

        (Lo dice Stiglitz, lo cuenta La Vanguardia).

 

De princesas, de cadenas perpetuas, de Stiglitz, del gobierno, de libros y de nuevas formas de consumir alcohol estuvimos charlando hasta la madrugada, hasta que el tipo brillante concluyó:

 

- Mi mundo no es de este reino.

- Exacto: el reino para ellos, y el mundo para nosotros.

 

Esa era Mica, que, de otra manera, decía lo mismo: "A mí no me va a llegar el invierno, yo me quedo en la paz". Y, ya puestos (ella, sobre todo, muy puesta), nos soltó un mitin:

"Se puede y se debe tener paz dentro de la guerra. 'Winter is coming', sí, pero el verano es nuestro. No digo paz de resignarse, digo paz de resistir. La paz de verdad es la interna, esa sensación que dan los porros, el triptófano, la piel con sabor a sal, y, sobre todo, la distancia...".

"...alejarte del gobierno, de tus jefes y de todo aquel que te hace daño. Alejarte de aquellos que te persiguen porque no pueden vivir sin ti y no saben vivir consigo mismos, de los que te quieren sin conocerte y de los que te odian por miedo, de los que te quieren hacer abrir los poros para inyectarte sus miserias...".

"...El verano es quedarte con la sonrisa de Emi, las salvajadas de Manu y los planes con C. Quedarte con los desayunos largos, las partidas de cartas y hasta los piojos que se contagian con amor...".

"...El verano es quedarte con la paz y con la luz... Y dejarles el invierno. Que luchen ellos, que desplieguen sus ejércitos de presidentes, ministros, consejeros delegados, consejeros sin delegar, directores de medios, asesores, directores de organismos importantes, directores de organismos no importantes... Ellos en su invierno, nosotros en nuestro verano, creando y resistiendo..."

Mi prima Mica se ha jurado no perder esa paz que tantos veranos le ha costado entender y defender, para seguir bebiendo agua sin hielo y tomando un poco de chocolate por las tardes, para seguir vistiendo solo una camiseta de tirantes y un pantalón cualquiera, para seguir enseñando a nadar a los perros y a los niños...

"Hay que huir de ellos, de verdad; hay que construirse un mundo propio y no dejarlos entrar, ni siquiera en el trabajo. Manternos como hemos estado este verano: en un limbo nuestro, con paz, con luz. Ése es mi propósito para el otoño: no perder mi paz, no perderla al desnudarme en el primer polvo del curso ni al violentarme con el primer grito de mi jefe. Mi paz es mía; la guerra y la miseria es para ellos".

Mica estaba colocada, sí, y tenía toda la razón. ¿'Winter is coming'? A mi casa no.

 

P.D.: Y mañana más, porque Ana, imprescindible amiga de Mica, ha  montado una fiesta para no despedirse del verano, para estirarlo. Ya me veo a estas dos: acabarán montando una comuna, seguro; una comuna como segunda residencia; se meterán allí todos los fines de semana y sólo dejarán entrar a los revolucionarios buenos.

 

@PalomaBravo

 

 

 

 

 

 

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13 sep 2012

Un polvo, dos polvos, tres polvos

Por: Paloma Bravo

 

Globos-

(La foto es de aquí).

 

Todos los autores que conozco, que son muchos y no todos buenos, están como locos afilando sus recuerdos y sus fantasías para escribir un libro con polvos, o un relato erótico, o una novela porno, que les saque de pobres.

Y es que los escritores sabemos que, con o sin IVA, de esto no se vive. Lo que es nuevo es que no podamos vivir de ninguna otra cosa, ni nosotros ni nadie salvo las grandes fortunas, los especuladores y los mangantes que, para hacer buena la demagogia y darnos la razón en algo, han decidido delegar en nosotros, pringadillos, todos los impuestos; les es más cómodo aunque tenga menos gracia y menos viajes a paraísos fiscales.

Pero a lo que iba, a los polvos del título. Yo he leído "Cincuenta sombras de Grey" y no puedo decir lo que pienso porque pertenece al grupo editorial que me publica, pero... Pero no es literatura. Es machismo, es ñoñería, es represión, es paternalismo, es dejadez... Y está mal escrita, encima.

Aún así, firmaría esa novela orgullosa si eso me diera la cuenta corriente de su autora; y su vida: una vida sin jefes. Lo que pasa es que a mí me da pereza escribir de sexo, mucha más que practicarlo, y, mientras tanto, como mis amigos creen que soy sincera y que follo mucho y bien, y tengo criterio lector, me paso el día editando, revisando y asesorando los relatos eróticos de familiares, amigos y conocidos.

En general me gustan poco: muchos se lían con florituras que ni han visto ni podrían practicar; y muchas con libertades falsas y deseos ocultos de redención. Sí me ha gustado, mucho, el relato de mi amiga Andrea.Porque no es un relato erótico, sino una historia real en la que el sexo, claro, es vital.

Andrea escribe como vive: con la piel y la verdad por delante. Llama a las pollas, pollas; y a follar, eso, follar. A veces chupando, a veces metiendo, a veces confundiéndose... Andrea se corre, se ríe, se frustra, llora... Como dice mi amigo Diego, que ya lo ha comprado, leído y disfrutado: "es muchísimo más que un relato erótico, lo que pasa es que, además, está vivo y tiene sexo".

Y ya sé que esto parece el típico truco de "tengo una amiga que..." para ocultar mis obras detrás de un seudónimo. Vale. Podría ser. No es: tengo una amiga que se llama Andrea y que se parece a mí tanto como para que seamos amigas, pero no lo suficiente como para que yo escriba sus relatos ni participe de sus orgasmos.

De momento, sólo se vende en kindle, pero no hace falta el cacharrito: la aplicación de kindle se puede descargar en cualquier dispositivo con acceso a internet: ordenador, tableta y móvil (hasta mi madre se la instaló solita en el teléfono, porque es muy amiga de mis amigo). El título es "¿Dormimos juntos?", cuesta 2,68€ y tiene muchísima literatura, aún más vida y más de tres polvos intensitos. O sea, que se puede leer con una mano y, lo que es más, se lee bien: con la cabeza, la piel y el corazón.

Que, al final, es como hay que follar: como se vive. Y perdón por la zafiedad, pero es que el sexo es mucho más fácil, más divertido y más barato que lo que nos cuentan, nos venden y nos prometen. Y, también, más peligroso, más rico, más bonito, más triste, más duro, más intenso, más frustrante, más adictivo... Mejor. No se agota todo en una novela cursi, ni en una pareja ideal.

El sexo es vida y es infinito.

Y Andrea, que se atreve a que sus polvos le hagan daño, y a que la hagan feliz, es una valiente.


@PalomaBravo

 

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10 sep 2012

Las burbujas

Por: Paloma Bravo

Burbujas04

Después del resumen de mi verano, va la vuelta al cole de mi prima Mica. Reclamaciones a ella, que es la que escribe.

Cuando acabas de trabajar a las mil, se puede salir de casa sin prisas. Sin prisas y con Ana, que es lo básico. La otra noche, primer jueves de septiembre, decidimos ir en busca de algún local que considerara el gintonic un artículo de primera necesidad y no nos cobrara el IVA.

Los camareros suelen ser empáticos, pero los bares están vacíos, y ya no se creen eso de "los españoles en la calle y la crisis en sus casas". Tampoco les puedes explicar que la vuelta al curro ha sido una pesadilla. "Tienes trabajo, no te quejes", dice una vocecita interior. Y Ana y yo no nos quejamos, sólo queremos vivir en empresas en las que manden los buenos (bueno, ella ya lo hace, que es autónoma y excepcional).

Estábamos ya a punto de irnos a una farmacia, e intentar negociar el copago del gintonic con receta médica cuando apareció en la calle un amigo de mi hermano Jon. El típico amigo que ha sido uno de tus mil amores platónicos (como el 90% de los amigos de mis hermanos) y que lleva una billetera con tarjetas de crédito más sólidas que las nuestras, de ésas que no se autodestruyen.

- Aquí Ana, aquí Platónico.

- Encantada.

- Encantado.

Y empezamos. A mí me gusta mucho presentar amigos y decirles que confíen los unos en los otros ciegamente, porque siempre me hacen caso. En cinco minutos ya estábamos hablando de los chapuceros habituales; en diez minutos más, de sexo, de amor, de sexo, sexo y sexo. De los hombres que te tienen tres meses babeando por mensaje y son incapaces de tocarte en persona; de las mujeres que lo entienden todo y no quieren más con un hombre casado hasta que echan un órdago y lo pierden; de los hombres casados que no quieren cerrar puertas porque les molan las burbujas; de...

Pues de eso que se habla mientras un camarero te pone copas raras que no puedes pagar y, en la mesa de al lado, dos tíos con corbata intentan ligarse a unas chicas patilargas, como si fuera un documental de naturaleza:

"El macho pide algún detalle del que tirar para establecer una conexión. '¿Dónde trabajas? ¿Ah, entonces conoces a...?' La hembra sonríe y desde nuestro punto de observacion no conseguimos deducir si le da todo mucha pereza o está mínimamente interesada en este ejemplar de su especie que no anda demasiado deteriorado dado el contexto...".

Platónico, Ana y yo nos comimos todas las patatas fritas que nos dieron, que fueron muchas, y nos bebimos las copas, que también fueron unas cuantas. Pero Platónico, fiel a su nombre, tuvo que huir a casa.

- La vida siempre te alcanza cuando sales a buscarla.

- ¿Qué dices, Ana?

- Que sigamos, tía.

- No, no, que mañana a primera hora tengo una reunión con todos mis jefes y todos sus jefes.

- Te van a gritar hagas lo que hagas, mejor con resaca, que ensordece.

Ana suele tener razón, así que deambulamos por un Madrid en que los bares que antes estuvieron llenos a finales de mes estrenan septiembre vacíos, y nos dedicamos a hablar de los platónicos, los posibilistas, los reales, los mensajeadores...

"¿Para qué comprarte una vaca con lo barata que está la leche?". Eso nos había dicho Platónico, con una metáfora que en este año despiadado tiene menos gracia pero que se entiende bien: que pasando del amor, nos dedicásemos al sexo.

- ¿Al virtual?

- Que no, joder: a joder.

Para eso hay que tener tiempo. Y patrullar la ciudad, y poner buena cara, y... Y todo llega. A las cinco de la mañana conocimos a un tipo que daba paz y que vivía lejos, condiciones necesarias para un amor perfecto. Por eso lo abandonamos en la calle, sin intercambiar ni los teléfonos: era una noche bonita, no estábamos tan borrachas, brillaban nuestras sonrisas, nuestras pieles y nuestras espaldas, y podíamos imaginarlo todo, empezando por lo que hubiera sido maravilloso que pasara y lo que afortunadamente no se estropeó.

Esa esquina de San Bernardo será siempre la esquina de la paz: ahí la encontramos, ahí la dejamos, ahí estará. Yo tengo mucha resaca y llevo catorce horas seguidas currando; me han gritado y no les he oído, me han mirado mal y no los he visto. Ana y yo vamos a salir más y también a fumar menos.

 

 

@PalomaBravo

 

 

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06 sep 2012

Días de nocilla y sal

Por: Paloma Bravo

 Shakes

(En la foto, la librería Shakespeare&Co, de París. Por si alguien me quiere llevar, a ésta o alguna otra de aquí).

 

Mi verano se resume en un constante tráfico de libros y bocadillos de Nocilla. Qué le vamos a hacer: nací en una familia que cree que la cultura construye, y he pasado las vacaciones con Koldo y con Manolo, amigos que toleran que lea siempre que no les hable de ello y sea generosa con la crema de cacao que extiendo para sus hijas.Y, ahora, la versión larga (sin política y sin realidad, que me pongo triste y furiosa, y entonces me autodestruyo):

 

En el vestíbulo de casa de mis padres, mis hermanos y yo hemos ido ocupando una silla para desesperación de mi madre. Digo "desesperación" y me quedo corta, porque esa silla que usamos es una antigüedad que ha sobrevivido a varios siglos en Oriente para sucumbir ante los excesos de una familia de intelectuales hippiosos. Restos de su esplendor se aprecian todavía debajo del montón de libros, DVD's, vitaminas de herbolario y otras drogas más claras que se amontonan sobre ella.

Mis hermanos y yo nos vemos poco, pero nos queremos mucho, y la casa de mi madre es el intercambiador que todos atravesamos una o varias veces al mes, el sitio en el que es más probable encontrarnos en persona o por objeto interpuesto y demostrarnos que -aunque no estamos todo el rato- siempre somos, que pensamos los unos en los otros, que nos necesitamos y nos aportamos.

Los libros que me devuelve mi hermana, una temporada de "Juego de Tronos" para Peter, discos de John Lennon para Charlie, un paquete de tabaco con los porros ya liados para... Lo que yo no esperaba encontrar el último día de julio, en medio de ese bookcrossing desbordante, era una niña.

Una niña con nombre, mi sobrina, Blanca. Su madre, mi hermana, dice que no es ni puede ser la persona favorita de su hija mayor; Blanca no dice nada, pero se ha venido conmigo de vacaciones y se ha traído sus quince años adolescentes y sabios. Un punto a favor de Blanca, que acoplada como puente entre mis amigos y sus hijas (femeninas, pizpiretas y parlanchinas; muchas, de dos a ocho años), ha conseguido ser lo mejor del verano.

Blanca, algunas lecturas, algunas conversaciones, algunas decisiones, algunos gintonics. Blanca y algunas ausencias: la de las redes, por ejemplo. Porque, francamente, no contéis conmigo; doy un paso atrás: si todo consiste en gritar, condenar e insultar; en retuitear a los que te halagan y linkar noticias que no has leído; en comentar sin hacer y hablar sin saber; si para algunos no existe más que su "yo" social, prefiero quedarme en mi vida, fuera de esa pantalla sin piel, y ahorrarme esa famosa "conversación" que no es más que una mala mezcla de millones de monólogos.

Pero volviendo a Blanca, me quito el sombrero y reinvindico la adolescencia, "su" adolescencia. Mientras los adultos consultábamos compulsivamente el teléfono en busca de nuevas medallas olímpicas o mensajes perdidos de whatsapp, y las pequeñas comían palomitas y reclamaban ganchitos y huevos Kinder; Blanca permanecía inalterable, observándolo todo, con su móvil pacíficamente apagado en Madrid. Sin buscar, sin pedir, sin querer estar en otro lado; recibiendo, escuchando, dando, aprendiendo.

Algún otro verano he tenido momentos miserables, convencida de que las vacaciones son sólo días pegajosos de crema y de sudor en los que algún niño propio o ajeno te embadurna de arena y restos de Nocilla, y te hace comer las palomitas que le sobran mientras te hace un reproche definitivo que le dura cinco minutos. Este año no. Este año, con Blanca, he descubierto que las vacaciones pueden vivirse en la ausencia de ruido, en la meditación, en la paz... en el presente, vaya. Basta con dejar en casa el móvil y la ansiedad. Casi nada.

Pero mi móvil lo paga la empresa, y no se abandona tan fácil; así que la lección casi se me olvida en cuanto devolví a Blanca y me llevé algunos paquetes legales e ilegales que alguien había dejado en la famosa silla de mi madre. Por eso le supliqué a mi hermana, escéptica:

 

- Por favor, mándame a Blanca de vez en cuando, al menos una vez por semana. Déjame algo de tu paz.

- Quieres decir de mi guerra.

- Tu guerra es mi paz.

- A veces pareces idiota...

- Lo soy desde siempre.

(y así mucho más rato, que mi hermana y yo llevamos toda una vida discutiendo)

 

Además, igual si Blanca se viene a casa Eva y Tere aprenden, que la quieren, y dejan sus malditas BlackBerrys para volver a la realidad e interactuar con su padre y conmigo. No se cambia el mundo desde la pantalla, y tampoco se descubre, queridas. Este curso, ya os aviso, voy a ser una madrastra mala: "No tenéis hora para volver a casa. Podéis emborracharos, podéis ir a dormir con vuestros novios, podéis acampar en Sol... Sólo os prohíbo el whatsapp. Que hay que compartir, chicas, y hay que tocar. Compartid libros, amigos, polvos, copas, experiencias, pero que sean reales y no virtuales. Por favor...".

Eva me ha dicho que sí, que ya tiene novio y mi lado guay le parece muy aprovechable. Tere ni me ha contestado: le gusta más su blackberry que su vida. Otra tristeza más para este otoño en que el estado del bienestar lo vamos a tener que reconstruir desde cero y con ganas. Pa'lante.

 

P.D.: el libro que más y mejor hemos compartido en mi familia este verano ha sido "Casa de verano con piscina", de Herman Koch. Os lo recomiendo y hasta os lo prestaría, si no fuera porque ahora está en manos de algún cuñado de los que no devuelven ni la hora. Si lo recupero, será para Cé, una gran periodista y una mujer enorme. Y, por supuesto, este post es para Blanca: gracias por venir, por estar y por ser.

 

@PalomaBravo

 

 

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