
(Y al octavo día, el demonio creó el whatsapp. La foto es de aquí).
CLARA:
Clara tiene 15 años y es la hija del ex de Mica. Clara se lo cuenta todo a Mica, incluyendo lo que no debería contarse ni a sí misma.
Clara tiene un problema: no conoció el messenger; pasó de Tuenti al whatsapp sin ninguna educación virtual que la serenara y, como dicen los psicólogos cursis, le permitiera desarrollar la "tolerancia a la frustración". Clara se ha sumergido en el whatsapp y se ha quedado allí a vivir.
Sus charlas con Mica, las importantes, las tiene siempre por mensajito. Lo digo en serio: quedan, cenan, comen y hasta viajan juntas, pero Clara mira la ropa (o la comida, o las iglesias, o el mundo) con desprecio y luego vuelve a mirar su pantalla, con devoción. "Shopping con Mica, #myfavouritethingintheworld", tuitea sin dirigirle la palabra a Mica.
Cuando terminan el viaje, las compras o la comida, Clara deja a Mica y al segundo le manda mensajes para volver a quedar, y volver a distanciarse, dentro de su pantalla, fuera del mundo.
El caso es que Clara tiene un novio. Y su novio tiene whatsapp. Sumando los mil mensajes entrecortados de Clara a Mica y poniéndoles signos de ortografía (Clara cree que los puntos y las comas son defectos aburridos, y no elementos necesarios para la comprensión lectora), este es el problema de Clara:
"Cuando estamos juntos, estamos guay. Me quiere, le quiero. Nos reímos, nos queremos. Pero ya no me manda tantos mensajes como antes. Y yo hasta las seis de la tarde, que es cuando me dejan salir a la calle y reaparecen mis amigas, me aburro. Me aburro y quiero que mi novio me entretenga y me diga cosas bonitas, pero él no me contesta o no me dice nada".
Hay una cosa evidente: Clara ha descubierto pronto ese lado tan femenino (y a veces tan pesado) de querer hablarlo todo mientras los hombres quieren practicarlo o que les dejen en paz. Hay otra cosa menos evidente que es la que Mica le ha enfatizado: "Clara, rica, si te aburres, cómprate un loro. Que no tienes un novio para que te entretenga en el whatsapp. ¿Has probado a leer, a ver series, a hacer deporte, a acostarte con él?".
LUIS
Luis se acaba de ir a vivir con su chica. Ninguno ha cumplido los
treinta. Son jóvenes y curran, un anacronismo al que hacen frente
estando siempre conectados con sus colegas (a través, claro, de varios
grupos de whatsapp).
Luis es primo mío y el otro día, en una boda, me lo contaba
horrorizado:
"Solo hace tres meses que vivimos juntos y nos acabamos de
dar cuenta de que llevábamos días sin hablar. Si no salíamos, que no
salimos tanto, nos sentábamos en el sofá y chateábamos en el whatsapp,
hasta que un día quisimos hacer algo solos en plan adulto, y descubrimos
el 'Apalabrados'.
Y al principio nos parecía romántico: sofá, partida de intelectuales,
jugar entre nosotros... Pero, claro, mientras ella pensaba, yo veía la
tele; y, cuando me tocaba a mí pensar, ella veía otro trozo de otro
programa. Y, así, hasta que uno de los dos, agotado, se rendía y se iba a
dormir y el otro disfrutaba la victoria con un poco más de tele. Jugar
juntos al Apalabrados nos distancia y ya nos hemos desinstalado los dos
la aplicación, como yonkies en terapia, pero estamos volviendo a los
grupos del whatsapp... Que tampoco es lo ideal... ¿Tú apagas el
móvil por las noches? ¿Puedes?"
ANDREA
No sé si hablar de Andrea porque su competencia es lícita y desleal al mismo tiempo (la tía lleva ya cinco semanas por encima de "Cincuenta sombras de Grey" en la lista de más vendidos de Amazon y además se lo merece, que escribe ficción erótica con talento y con piel). Da igual, no hay envidia, que Andrea es amiga y una number one.
Andrea me confesó el otro día que su salud mental le fue devuelta este verano:
"Llevaba dos días intentando entender por qué un tipo no me contestaba los mensajes, a pesar de que su whatsapp me chivaba que los había leído y que hasta había escrito otros a algún desconocido o a alguna conocida. Entonces sacaron la actualización y me la instalé pensando en librarme de los celos de otro, un loco que me preguntaba cada mañana '¿con quién estabas chateando ayer a las tres de la madrugada?'. Conmigo misma, guapetón, o con tu padre, no sé...."
"...Pensaba que solo me daría intimidad y me ha dado la vida: me ha librado de la obsesión... Whatsapp trajo el mal al mundo y ahora lo ha corregido: si no quieres que vean cuándo te conectaste, dejas de ver tú también cuándo se conectaron ellos. Se acabó la ansiedad. Al no saber dónde andan mis líos ha empezado a no importarme, ya no los busco, ya no los persigo. Los ignoro y vivimos cada uno en nuestro mundo, o al menos yo vivo en el mío: ahora soy capaz de olvidarme del móvil, y medito, escribo, salgo, entro y dejo que me entren... Todo en real. Estoy en paz".
"...prefiero follar menos y follar de verdad que pasarme la vida en busca de masturbaciones virtuales. Por primera vez en tres años, me gusta un tío y no me estoy
mandando con él mensajes de ningún tipo. Ni twitter, ni SMS, ni
whatsapp, ni facebook, ni mails, ni nada. Si me quiere, que me venga a buscar, y que me toque...".
Sí, yo sueño con el día en que momento esta época de hipercomunicación se normalice y volvamos a la piel, la conversación y la sonrisa. Y, puestos a soñar, sueño con el día en que alguien en Alemania, en la Moncloa o en el infierno de los mercados, entienda que podar es sano y talar es letal, que basta de recortes, que necesitamos sanidad, educación y cultura para todos. Y, también, industrias que sean sostenibles y creen empleo.
@PalomaBravo