Prisas, seminaristas y por qué somos incoherentes

Por: | 04 de junio de 2013

Prisas

Si tenemos prisa, cuidado con nuestras decisiones… corremos el riesgo de dejar los valores abandonados en un cajón. Así los demostraron en 1973 Darley y Batson en un famoso experimento de psicología social. Se dividió en dos grupos a 67 seminaristas del Princeton Theological Seminary. Al primer grupo se les pidió que dieran una charla sobre el buen samaritano, aquel que brinda ayuda a un pobre desvalido, y al segundo grupo que hablara de las oportunidades del empleo. Como los experimentos en psicología social ponen siempre algún tipo de “trampa” para ver cómo actuamos, en este caso los investigadores crearon condiciones de prisa. A unos se les dijo que llegaban muy tarde, que la gente les estaba esperando desde hacía unos minutos; a otros que los asistentes estaban preparados y a un tercer grupo se le comentó que fueran tranquilamente al lugar de la conferencia. Es decir, crearon condiciones de prisa alta, media y baja. Y la peculiaridad común de todos ellos es que tenían que atravesar el campus para ir a otro edificio donde se impartía la charla y donde “casualmente” se tropezaban con un hombre apoyado en una puerta, inmóvil, que tosía y se quejaba…

¿Qué seminaristas se pararon a ayudar al hombre? El tipo de charla influyó: Los que iban a impartir la conferencia sobre el buen samaritano se detuvieron en un 53% de los casos, en comparación con los que presentaban las oportunidades de empleo (29%). Pero quizá lo más significativo fue con respecto a la prisa. Independientemente de lo que hablaran, solo el 10% de los que estaban muy apurados ayudaron al desvalido frente al 45% de los de prisa media o el 63% de prisa baja. Como concluyeron los investigadores, “en ocasiones los seminaristas que iban a dar su discurso sobre el buen samaritano saltaron literalmente sobre la víctima en el afán de continuar su camino”. Resumen: con prisa podemos aparcar nuestros valores. Si les pasó a los seminaristas, ¿nos puede ocurrir al resto?

La presión del tiempo (y de la crisis) puede ser un mal amigo para ser coherentes con lo que nos gustaría ser. Nos podemos llegar a olvidar de nosotros mismos con tal de lograr un objetivo y lo que es peor, no somos ni conscientes de ello. Habría que ver cuántos seminaristas que iban tan apurados fueron capaces incluso de darse cuenta del pobre hombre desvalido. Con prisas nuestra mirada sufre de efecto túnel: es decir, literalmente no vemos más allá de lo que buscamos. Por ello, la coherencia con nuestros valores tienen su momento de la verdad cuando vivimos situaciones de estrés o de presión del tiempo. Es entonces cuando deberíamos encender una señal de alarma, encontrar un pequeño espacio de reflexión (difícil, lo sé, pero no imposible) y ampliar la mirada de un modo más generoso que el propio objetivo. Y por supuesto, evitar luchar contra el tiempo. Hay personas que les gusta competir contra el reloj en agendas ajustadas al milímetro. Parece que aporta dosis de adrenalina o de intensidad. Pero cuidado, todo ello nos lleva al riesgo de olvidarnos de nuestros valores. Y es posible que ser coherente con lo que nos gustaría ser es uno de los aspectos que más serenidad aporta con la almohada.

Es posible creer en algo y no estar a la altura de tus creencias

Doctor House, personaje televisivo

 Recetas

  1. Identificar momentos de presión del tiempo y recordar a la hora de tomar decisiones qué valores estoy poniendo de manifiesto.
  2. Preguntar a amigos el grado de coherencia de lo que hacemos con lo que decimos… Podría haber más de una sorpresa.
  3. Crear colchones de tiempo para no sacrificar algo más que la salud.

Fórmula

Con prisas podemos olvidarnos hasta de nuestros propios valores.

 

Hay 7 Comentarios

Una vez más, gracias por los comentarios.
Pedrín, totalmente de acuerdo. Todos podemos no ser conscientes del otro… aunque hay personas que ni sin prisas son sensibles a las otras personas.
José María, me gusta la definición que haces de generosidad. No obstante, el cambio quizá sea en ver más al otro.
Máximo, me gusta tu conclusión: Hablan más los hechos que las palabras. Y efectivamente, esa es la base de la coherencia.
Ado… ¡pobres psicólogos! Nos ayudan también a conocernos ☺
Profesor, te doy la razón en que existen personas bastante perdidas y que hacen bastante daño… no estoy segura de la causa que dices.
Y Antonio, muchas gracias.

Pilar, el articulo es excelente, en general, como todo lo que escribes, y además hace mucho bien para vivir mejor.

Efectivamente, hay quienes ayudan, estudian y trabajan ( o quieren hacerlo) y quienes son capaces de vender a su madre, robar a su hermano o vender a sus hijos por dinero o por una triste hipoteca.
Si Dios existiese, no habría hambre, ni guerras, todo el mundo tendría casa ( que no picaderos) y habría pleno empleo...democrático, en un estado social asertivo y constitucional, tal como fue refrendado por el pueblo soberano en 1978... no te encontrarías gente mangoneando y otros inocentes culpados por lo que otros hicieron.

Sería un país libre y maduro, sin violencia ni fanatismos ideológicos de ningún género.
Lo contrario de casarse mal y pronto, que dijo Larra.

Lo que parece seguro es que con las prisas, es mas facil evitar la trampa que te han puesto unos psicologos cabr..nazos

Me ha venido a la memoria en texto bíblico. Es en ese donde Jesús, hablando a sus discípulos del precio de seguirle. Así dijo el Maestro: «¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de su alma?» (San Matero. 16:26. Versión Reina Valera del 1995). Este artículo nos ha mostrado, que los alumnos, pusieron todo el interés en cumplir con la tarea encomendada y con su objetivo, pero se olvidaron ser quienes en realidd eran (creyentes, seminaristas y estudiantes de teología; de los cuales, para ser coherentes, se esperaría te demostraran tener los valores cristianos adquiridos en más alta estima y en mayor disposición a cumplirlos). El autor dice, que la mayoría olvidó sus valores personales cambiándolos por otros ajenos o tal vez eran valores funcionales, a los cuales le terminaron dando su mayor fuerza y por los cuales mostraron mayor diligencia en cumplirlos. Sin embargo, por lo menos aquellos que se debían haber interesado más por el "samaritano", ya que incluso se les pidió dar un sermón sobre ese tema en concreto; no lo hicieron. Por eso creo que es pertinente el texto y las palabras de Jesús, porque nos podemos interesar casi unicamente por las cosas y negocios de este mundo y avandonar aquellos valores y cuestiones de mayor transcendencia para nuestra vida. Demostrando una gran incoherencia entre lo que creemos y lo que practicamos. Hay un dicho que reza así: «hablan más tus hechos que tus palabras».

La generosidad se mide por el grado de esfuerzo -o de renuncia- que nos cuesta hacer algo por los otros. La comodidad -o la permisividad- con nosotros es un signo de nuestra "fortaleza" de espíritu. A fin de cuentas, nos olvidamos de aquello que (interiormente) no consideramos importante.

A mí me pasa mucho. Normalmente, si no llevo prisa ayudo a cualquiera que necesite que le eche una mano, sobre todo yendo hacia el trabajo. Ayudo a las mujeres mayores a bajar su maleta del tren o por las escaleras de la estación donde me bajo, que no tiene ascensor. También a alguna mujer que va con un carrito con un niño pequeño. Pero, cuando llevo prisa porque se me ha hecho tarde, ay, no miro nada, ni siquiera a esas personas a las que ayudé otras veces. En esas ocasiones mi mente me reconforta diciéndome: "no vas a ser siempre tú el que les ayude". Efectivamente, también hay gente que NUNCA ayuda, tengan o no prisa.

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En el laboratorio de la felicidad analizamos experiencias, recogemos investigaciones y aportamos claves para vivir de un modo más saludable y optimista. Ponemos un microscopio para entendernos un poco mejor a nosotros mismos en nuestra relaciones personales y profesionales y ofrecemos fórmulas prácticas para incrementar nuestras dosis de felicidad en el día a día.

Sobre la autora

Pilar Jericó

Pilar Jericó. Curiosa del ser humano, de las emociones y de las relaciones personales. Es socia de la consultora Be-Up, coach y doctora en organización de empresas. Escritora de ensayos y novela y conferenciante internacional desde 2001. www.pilarjerico.com.

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