Laboratorio de Felicidad

Sobre el blog

En el laboratorio de la felicidad analizamos experiencias, recogemos investigaciones y aportamos claves para vivir de un modo más saludable y optimista. Ponemos un microscopio para entendernos un poco mejor a nosotros mismos en nuestra relaciones personales y profesionales y ofrecemos fórmulas prácticas para incrementar nuestras dosis de felicidad en el día a día.

Sobre la autora

Pilar Jericó

Pilar Jericó. Curiosa del ser humano, de las emociones y de las relaciones personales. Es socia de la consultora Be-Up, coach y doctora en organización de empresas. Escritora de ensayos y novela y conferenciante internacional desde 2001. www.pilarjerico.com.

¿Se puede ser feliz con sólo tres pasos?

Por: | 28 de noviembre de 2014

Felicidad

Un ingeniero de Google cree que sí… Se trata de Chade-Meng Tan, empleado número 107 y miembro del Talent Group del gigante de internet. Meng, como popularmente se le conoce, desde sus inicios en la compañía se propuso acabar con el estrés y los agobios de la oficina y apostó por técnicas de mindfulness para mejorar la inteligencia emocional e impulsar el bienestar de sus colegas.

Meng, que ha trabajado durante ocho años intentando hacernos la vida un poco más fácil cuando buscamos información en internet, también se preocupó por una búsqueda más interna y propuso en “Busca en tu interior" las claves para la felicidad.

Se trata de tres sencillos pasos o técnicas, avalados por la ciencia, que nos ayudarían a ser un poco más felices en nuestro día a día.

1. “Medita”

En Laboratorio de felicidad ya hemos hablado de mindfulness o de la práctica de la atención plena, siendo tamibén para Meng una de las técnicas clave que nos acercan a la felicidad. Desde la meditación somos capaces de contemplar los problemas con ecuanimidad, lo que nos ayudará a encontrar mejores soluciones. Jon Kabat-zinn, de la facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, lleva muchos años trabajando en esta línea y ha llegado a la conclusión de que la conciencia plena reduce la ansiedad y es buena para nuestra salud mental. La atención plena nos exige habitar el momento presente, lo que evita que nuestra mente esté en el pasado o en el futuro, antesalas de la depresión o la ansiedad.

A pesar de que meditar pueda parecer un tema místico, con algunas sencillas claves podemos incorporarla de forma práctica a nuestro a día a día. Se trata de dedicar tiempo a observar nuestros pensamientos sin juzgarlos, lo que con la práctica nos ayudará a no dejarse llevar solamente por impulsos. Por ejemplo, como proponíamos en “Mindfulness o vivir el momento presente” podemos incorporar ejercicios sencillos, como esperar tres sonidos para respirar y centrarse antes de coger una llamada, o dedicar un tiempo a ser consciente de lo que vamos a ingerir antes de comer algo.

2. Llevar un registro de momentos alegres

Los momentos de “alegría cotidiana” pasan desapercibidos a lo largo del día y somos capaces de arruinar una jornada si algo negativo se presenta sin aviso. Por eso Meng recomienda anotar y recordar cada uno de esos momentos de alegría que vamos teniendo a lo largo del día. Por ejemplo: encontrarte a un amigo en la calle, compartir unas risas con los colegas de trabajo, ese metro que parece que esté esperando por nosotros y que no nos hace perder ni un segundo… en esos momentos, debemos decirnos a nosotros mismos: !Tengo un momento de alegría :-) Un momento mindful!

3. Desea felicidad a otras personas

En este laboratorio, en diferentes post, hemos analizado cómo los pensamientos altruistas y de gratitud reportan más felicidad incluso que recibir. Y es que no solamente parece que ser generoso y desear la felicidad de los otros nos ayude a ser más felices, parece que también nos hace más eficientes en nuestro trabajo.“En la medida en que seamos generosos, creamos un entorno mucho más agradable a nuestro alrededor y conseguimos que beneficie también a las personas con las que trabajamos”.

En Google, la empresa que alardea de tener a los empleados más felices del mundo, se toman la felicidad muy en serio, tanto que Meng convenció a sus jefes para hacer un curso que les enseñara técnicas de mindfulness, cursos que son de los mejores valorados, según me contaron cuando estuve en Google Palo Alto. 

Con esa iniciativa, Meng se convirtió en Jolly Good Fellow de Google. Es el cargo que aparece en su tarjeta y la descripción de su puesto de trabajo habla de “Enlighten minds, open hearts, create world peace”.

Aquel curso para sus colegas de Google, le llevó a hacer más cursos abiertos con otras personas y organizaciones, a escribir el libro Busca en tu interior, a fundar el Instituto de Liderazgo Busca Dentro de Ti (SIYLI) y a un sinfín de actividades comprometidas con la paz en el mundo.

En cuanto a mi experiencia, aún no sé si estos tres pasos que esboza Chade-Meng Tan son el secreto de la felicidad, pero sí que me parecen lo suficientemente sencillos pare empezar a practicarla… ya os contaré :-) 

 

Chade-Meng Tan: Everyday compassion at Google

 

Chade-Meng Tan: "Search Inside Yourself"

 

 

Fuentes: 

The Google engineer teaching happiness in three steps, David G Allan , BBC

 

Imagen: Licencia Creative Commons, Jorge Sanmartín Maïssa

“La felicidad no es un lugar, es un camino”

Por: | 22 de noviembre de 2014

CintilloHEROES

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Comenzamos con nuestra serie de héroes cotidianos, personas que han compartido su experiencia vital y qué han hecho para reencontrarse con ellos mismos o superar obstáculos. La sección la inaugura Eduardo. Su historia nos hace comprender cuál es el precio de la intensidad o del olvido de sí mismo llevado a una adicción. Gracias a un acontecimiento importante, abre lo ojos y comienza su camino de superación. Sin duda, es un gran ejemplo de cómo las dificultades pueden despertarnos y cómo es importante pedir ayuda para afrontar nuestros desiertos y aprender a reinventarnos.

 

“Me anestesiaba bebiendo y trabajando… nada raro en el mundo de la gran corporación donde un alto porcentaje de ejecutivos son alcohólicos funcionales”. Es la experiencia de Eduardo Espinosa, ex directivo de multinacional, que llegó a ser vicepresidente de la filial mexicana de una de las grandes tecnológicas, gracias a sus excelentes resultados. Sin embargo, su gran reto no fue lograr más beneficios, sino cambiar la creencia en la felicidad de las cosas materiales por la felicidad asentada en la tranquilidad, el amor a sí mismo y a los demás.

Antes de asomarse al abismo, Eduardo se sentía un dios del Olimpo: viajes en Business Class, hoteles de lujo por toda América y, ocasionalmente, por Europa y Asia, en un trabajo que él vivía como un desafío tecnológico, generación permanente de estrategias comerciales y entretener a clientes en largas comidas o cenas. Tenía el empleo de sus sueños en la mejor empresa del mundo. Se sentía envidiable y si le preguntaban cómo se sentía, su respuesta no tenía fisuras: feliz. “Creí que el éxito profesional era lo único que contaba.  En el mundo corporativo te premian por lo que nos hace fracasar en la vida. Fui creando una imagen ficticia de mí… no sé cuándo me perdí y dejé de ser yo”.

Hasta que un día su esposa le enfrentó con la otra realidad: divorcio. A Eduardo le costó comprender que su mujer no quisiera seguir con él, ¡si no le faltaba de nada! Lo tenía todo… excepto a él. Cuando se dio cuenta cómo había provocado una segunda separación y perder a su familia, llegó a pensar en el suicidio. Había arruinado todo lo que había prometido cuidar, -rememora.

“En esos días, una psicóloga con más ética que ambición económica me dijo que ella no podía con mi caso. Que mis problemas de estructura de personalidad eran tan serios que mi única esperanza era vivir una “experiencia” a la cual me invitaba a asistir.  Yo pensé que era una torpe y que era inconcebible que se atreviera a decir “no puedo””. A pesar de sus resistencias, Eduardo asistió y vivió una experiencia originalmente concebida para adictos dentro del programa de Alcohólicos Anónimos (AA), que le permitió revisar y sanar a fondo su historia personal. Comenzó su verdadero camino hacia la felicidad.

Regresó a su casa, pidió perdón y una nueva oportunidad pero desde la certeza de que podría sobrevivir a cualquier decisión de su esposa, que aunque le doliera se recuperaría. Su mujer accedió y hoy Eduardo reconoce que vive lo que nunca hubiera creído posible en una relación de pareja “en la que se pone el corazón por delante”.

Desde entonces, 2009, los cambios han sido muchos. Trabaja en una empresa mucho más pequeña, “integrada por personas de buen corazón y con una forma de vida basada en la ética”. Cinco años después, sigue asistiendo a un grupo de AA para seguir trabajando sus temas de vida. “Ahora creo empezar a ser un hombre que sabe amar y se deja amar”.

Eduardo, ¿qué te dió la voz de alarma?

Me empecé a dar cuenta que mi relación con mis padres era casi nula, tenía pocos amigos de verdad y la alerta más seria fue cuando mi esposa ya no quería vivir conmigo.

¿Da vértigo dejar el éxito?

Hay cosas que se extrañan pero es muy placentero simplificar la vida al hacerla menos glamurosa.

¿Qué aprendiste en los programas AA?

En AA he aprendido a ser más humano, a compartir el dolor de otros y a dar más que a recibir. He aprendido, sobre todo, que soy uno más y que eso está bien… que hay un plan superior que es perfecto y que soy parte de él. Me defino como alcohólico, adicto a relaciones destructivas y adicto al trabajo. En AA esas enfermedades son de por vida. No hay algo tal como un ex alcohólico o ex adicto al trabajo… es un programa de paradojas que han ayudado más que cualquier otra forma de ayuda (al menos, a adictos).

¿Qué te ha enseñado la vida?

Que la felicidad es la única meta a perseguir; que la respuesta a todo es el amor y el perdón; y que dando es como recibimos.

¿En qué se diferencia tu felicidad de hoy de la de tus años de éxito?

Antes mi felicidad era obtener cosas materiales y lograr reconocimiento. Hoy mi felicidad se basa en la paz interior, en el amor a mí y a los demás, en conocer quién soy de verdad y aceptarme así. Dice el Paso 12 del programa de AA: La verdadera ambición no es lo que creíamos que era. La verdadera ambición es el profundo deseo de vivir útilmente y de andar humildemente bajo la gracia de Dios.

¿Qué has descubierto con este cambio?

Qué la vida es mucho más simple y placentera.

¿Qué es para ti lo realmente importante?

Lo realmente importante en la vida no se compra con dinero. Es poder disfrutar estar solo conmigo mismo. Es poder disfrutar esos ratos de compañía con mis seres queridos.

¿Qué dirías a otra persona de éxito pero con una vida vacía?

Que despierten y no sigan comprando el engaño de creer que somos aquello que las corporaciones piden. Que recuperen la inocencia del niño que fuimos y que hacía las cosas que realmente amaba. Que vivan creyendo que se puede vivir en equilibrio y que al final, lo que nos llevamos en el corazón es lo más valioso (no lo que se puede guardar en una cuenta de banco o colgar en una pared).

¿En qué consiste tu felicidad?

Hoy mi felicidad es tener equilibrio entre mi vida familiar, laboral y espiritual. Es hacer las cosas que disfruto y estar con las personas que amo.

¿Qué haces para alargar tu bienestar?

Continúo trabajando en grupos de autoapoyo con base en los principios de AA, compartiendo mi experiencia de vida y acompañando a otros en su proceso de despertar.  Al hacer esto, me puedo seguir conociendo y aprendiendo a amarme yo mismo. Mi bienestar se alarga por si solo pues aplicando la filosofía de AA, yo solo me ocupo del día de hoy.

¿Se puede ser feliz pase lo que pase en la vida?

Sí. El ser en equilibrio es independiente de las circunstancias. La estabilidad emocional se pone a prueba cuando las cosas no van bien, pero es posible transitar por lo más difícil y mantener el equilibrio. Esto no quiere decir que la tristeza y la ira nunca existirán, pero puedo ser feliz aun cuando las circunstancias me lleven a estos estados emocionales.  La gente sigue muriendo y traicionando, pero mi equilibrio emocional no depende de eso.

¿La felicidad se hace?

Sí lo creo. Se ha dicho mucho que la felicidad no es un lugar sino un camino. Uno puede diseñar la felicidad y yo creo que puedo decidir ser feliz ahora mismo. Aceptando mis circunstancias y quien soy, soñando realidades deseadas y poniéndome en acción para lograrlas. La felicidad no es algo que pueda verse en futuro, la felicidad siempre es en presente.

¿Sabes ser feliz?

¡Estoy aprendiendo! Y cada día me sale mejor…

¿Dirías que eres feliz?

¡Sí! Hoy soy feliz de muchas formas… al ser un motivo de las sonrisas de mi hija y de la paz de mi esposa. Al permitir que mi niño salga a jugar cuando bailo con mi hija… 

 

Imagen: Licencia Creative Commons O.F.E.

El arte de simplificar la vida

Por: | 14 de noviembre de 2014

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El hombre más rico del mundo no es feliz. Así lo confesaba Jack Ma, el fundador de la empresa china Alibaba, la compañía más sexy en los mercados financieros, en una entrevista concedida en la CNN. Los motivos son varios: la presión que ha vivido en los últimos meses con su salida en bolsa, la carga de las expectativas sobre él, el deseo de no decepcionar a otros; lo más importante, la dificultad para poder ser él mismo. Más allá de que el dinero no nos haga felices pasado un umbral, y de lo que hemos hablado en otra ocasión, algo que nos secuestra por dentro es la complejidad en agenda. Y no hace falta ser Ma, Gates o cualquier magnate, para comprobar en nuestras propias carnes que la serenidad interior va muy de la mano de la felicidad y aquella no se alcanza sino simplificamos un poco nuestra vida.

Se ha vendido una imagen de éxito que no corresponde con la serenidad interior. Parece que debemos estar muy ocupados para sentirnos importantes o para que otros piensen que trabajamos mucho. Y es una trampa. Pretender dar esa imagen nos impide disfrutar de los pequeños momentos con nuestras familias o simplemente, paseando por una calle; y lo que es peor, nos obliga a forzarnos a algo que no somos necesariamente. Ya sabemos: traicionarse a uno mismo es una pésima apuesta para ser feliz.

Otro motivo por el que nos embarcamos en tener una vida compleja está relacionado con la búsqueda de la intensidad. Hay personas que adoran hacer un sinfín de cosas, que no pueden estar paradas y que necesitan una máxima actividad para sentirse vivas. Este es el comportamiento más habitual que reconocen directivos y mandos medios cuando les pregunto en los talleres de liderazgo sobre su principal dificultad. Y la intensidad es una respuesta de negación, es decir, de tapar problemas. Cuando una persona corre y corre, está huyendo de conectar consigo mismo. La búsqueda de la intensidad te obliga a no tener tiempo para ser tú mismo y eso, a la larga, te lleva a la infelicidad, como dijo Jack Ma, en esta entrevista.

Por ello, si queremos ser más felices tendremos que simplificar nuestra vida para disponer de tiempo para nosotros mismos y para saborear los momentos. Veamos algunas ideas para ello:

  • Identificar nuestras dificultades. No podremos simplificar nuestra agenda si previamente no reconocemos cuáles son nuestras barreras. Si seguimos necesitando dar una imagen de persona híperocupada o si la intensidad nos seduce, es difícil desprendernos de la complejidad. Por ello, si eres de las personas que tienes una agenda al límite y no encuentras momentos para saborear los momentos (y no importa que seas estudiante, ama de casa o empresario), párate a pensar un momento y pregúntate: ¿de qué estoy huyendo? Por lo que he observado muchas veces, a veces la respuesta a esa pregunta es una pareja, un trabajo o un tipo de vida, de la que no sabemos cómo salir y preferimos olvidarnos de ello a través de la acción.

“La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes”

John Lennon.

  • Centrarnos en la esencia de las cosas y en las más importantes. La simplicidad pasa por aceptar desprenderse de lo superfluo a todos los niveles, desde un email, a un artículo, a una explicación de por qué hemos hecho algo o, incluso, a la hora de montar una empresa. Es decir, simplicidad es sinónimo de decir no. Es imposible mantener una vida sencilla si arrastramos miles de compromisos.
  • Olvidarse de la perfección. A veces nos llenamos de detalles para alcanzar la perfección y en esa búsqueda damos la espalda a lo sencillo, a lo que el otro puede comprender. No hace falta un sinfín de datos para demostrar que sabemos mucho, como ocurre en muchas organizaciones que se llenan de páginas y páginas de justificaciones para decir algo que se podría resumir en una sola. De hecho, la inteligencia más elevada se demuestra en la capacidad de hacer sencillo lo complejo para que pueda ser comprendido por todos y si no, recordemos del colegio las fórmulas de la teoría de la gravedad o de la termodinámica. Son enunciados sencillos que recogen años de estudio.

“La verdad siempre se halla en la simplicidad y no en la multiplicidad y confusión de las cosas”

Isaac Newton

  • Crear colchones de tiempo en nuestra agenda. Si seguimos estrujando el tiempo como si se tratara de un limón para llegar a mil y un sitios, nos iremos olvidando de nosotros mismos. En nuestro día a día, debemos encontrar los colchones de tiempo para los pequeños momentos que nos hacen sentirnos plenos. Y eso solo depende de nosotros mismos.

Imagen: Licencia Creative Commons, Katie Brady

 

No hacer nada desarrolla nuestro cerebro

Por: | 07 de noviembre de 2014

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¿Qué estaba haciendo Newton cuando descubrió la teoría de la gravedad? Según su biógrafo, el científico estaba descansando debajo de un árbol y la caída de una manzana le inspiró. Einstein tuvo un sueño de adolescente en el que se veía descendiendo en un trineo a la velocidad de la luz. Aquella imagen fue la clave para formular años después su teoría de la relatividad. Parece que los grandes avances científicos llegan cuando los investigadores introducen mucha información al cerebro y se toman espacios de relajación. En dichos espacios, aparecen los “momentos ajá”, cuando se nos ocurre aquello que llevamos tiempo dándole vueltas y no sabíamos cómo abordarlo. La explicación la tenemos en nuestra mente. Cuando no hace nada, también trabaja. Y lo que es más importante, si queremos ser creativos tenemos que aprender a “hacer nada”, como explica maravillosamente Marta Romo en su libro “Entrena tu cerebro”.

No necesitamos ser genios para tener “momentos ajá”. Cualquiera de los mortales podemos tener ideas creativas o encontrar la solución a nuestros problemas complejos. Tenemos más recursos inconscientes que conscientes, según David Rock, pionero en el mundo de neuroliderazgo. De hecho, solo hace falta echar un vistazo a los números. Nuestro cerebro representa un 2 por ciento de nuestra masa corporal y, sin embargo, consume un 20 por ciento del oxígeno. Cuando nuestro cerebro está realizando una tarea, “solo” dedica un 5 por ciento de la energía. ¿Y qué hace el 95 por ciento restante? Todavía sigue siendo un misterio, sin embargo, parece que continúa haciendo cosas en “modo ralentí” y vamos acumulando una serie de recursos inconscientes. Ahora bien, para acceder a nuestra “biblioteca de soluciones o de ideas” necesitamos una actitud especial, como explica la Spanish Resting State Network. Tenemos dos circuitos en nuestro cerebro: uno encargado de la atención y otro de la introspección. El acceso a nuestra biblioteca personal nos surge en el circuito de la introspección, el cual se activa cuando tenemos la mirada perdida, estamos ensimismados o estamos descansando. Es entonces cuando conectamos nuestro presente con nuestro pasado. Y lo más importante, el circuito mental de la atención y el de la introspección son incompatibles. Es decir, si estamos en la acción es difícil que surjan buenas ideas. Por eso, no es de extrañar que se nos ocurra esa solución a nuestros problemas cuando nos despertamos, vamos conduciendo o estamos relajados. Ni tampoco es de extrañar que los genios tengan fama de despistados. De hecho, Niel Bohr, quien enunció el modelo atómico, jugaba como portero en un equipo de Copenhague, pero se enfrascaba tanto en sus pensamientos que incluso, fue capaz de verse sorprendido por un gol en un partido mientras anotaba cálculos matemáticos en el poste de la portería.

El problema que tenemos de “hacer nada” es que nos sentimos culpables. La sociedad nos ha vendido la idea de que ser mejores es actuar y actuar y, desgraciadamente, muchas personas caen en el síndrome del hámster, en el que se corre y se corre en una rueda y no se llega a ninguna parte. Por ello, si queremos salirnos de lo habitual, desarrollar nuestra creatividad o, simplemente, encontrar una solución diferente a nuestros problemas, necesitamos no hacer nada. Veamos qué consejos nos ofrece Marta en su libro:

  1. Busca diez minutos al día de inactividad. No significa ver la tele, sino estar tumbados en el sofá, relajados en un parque y dejar que la mente vague sola.
  2. Apaga el móvil durante varias horas cada día o al menos, el fin de semana. Un problema para más de uno. La hiperconectividad de los dispositivos actuales no ayuda necesariamente a nuestro cerebro. Si queremos ser más productivos, necesitaremos tomarnos un descanso hasta del mundo.
  3. Elige tú tus tareas y que las tareas no te elijan a ti. Como siempre, la productividad es esencial. Si algo es importante, ha de estar en tu agenda.
  4. Permite el no hacer a los demás, ya sean colaboradores, hijos y pareja, incluida.
  5. Realiza alguna actividad placentera y manual al día, que te entretenga y no implique un esfuerzo intelectual elevado.

Imagen del libro "Entrena tu cerebro" de Marta Romo, Jose Castillo

El dinero no estimula la creatividad

Por: | 01 de noviembre de 2014

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Suponte que eres pintor y trabajas en dos cuadros: uno por encargo y otro sin ningún tipo de retribución, simplemente porque quieres. ¿Cuál tendría mejor calidad pictórica? Esta pregunta se la formuló Teresa Amabile, profesora de la Universidad de Harvard y una gran experta en creatividad. Junto con dos colegas, seleccionaron obras de 23 pintores profesionales: algunas habían sido por encargo, otras por voluntad propia. Posteriormente, fueron a críticos de arte y a directores de museos y galerías para que valoraran dichas obras. Y, sorprendentemente, aquellas que habían sido por encargo fueron consideradas mucho menos creativas que las que se habían pintado por voluntad propia. ¿Por qué? Las personas tenemos dos tipos de motivación: motivación extrínseca (dinero, prestigio, reconocimiento) y motivación intrínseca (aprendizaje, reto, diversión). Cuando se pretende que la creatividad se alcance por factores externos, esta no es plena. Y el motivo es sencillo: lo que nos hace dar lo mejor de nosotros mismos proviene de la pasión y, por tanto, de la motivación intrínseca. Así lo explica Daniel Pink, en uno de los libros más interesantes sobre el comportamiento humano de los últimos años, “La sorprendente verdad sobre qué nos motiva”. Veamos otro estudio.

En la escuela del Art Institute of Chicago en la década de los sesenta clasificaron a los alumnos de último curso conforme a si les movía su motivación extrínseca o intrínseca. Veinte años más tarde, analizaron sus carreras profesionales y aquellos pintores y escultores motivados por dinero o prestigio tuvieron menos éxito, que aquellos motivados intrínsecamente, lo que no deja de resultar paradójico: en el mundo de la creatividad el hecho de que no te motive el dinero te puede ayudar a alcanzarlo pasado el tiempo

“El problema de convertir una gratificación externa en el único destino importante es que hay gente que elegirá el camino más corto para alcanzarla, aunque eso signifique el camino menos noble”

Daniel Pink, escritor

Y no solo nos lleva al camino más corto, sino que si solo nos motivamos por dinero, cuando desaparece la tarea deja de interesarnos. Así lo demostró Deci, un gran psicólogo e impulsor del estudio de la motivación intrínseca. Dividió a un grupo de estudiantes en dos equipos: A y B. Ambos equipos tenían que montar unas piezas con una cierta dificultad. En medio de la sesión, Deci se ausentaba con un pretexto, les daba un descanso y analizaba durante esos ocho minutos si los grupos seguían entrenando para mejorar o por si el contrario, se entretenían con otras cosas. Las pruebas las hicieron en tres ocasiones. El grupo A no recibió ninguna recompensa en ninguna de las tres sesiones. El grupo B no recibió tampoco ninguna compensación económica en la primera ocasión. Sin embargo, en la segunda sesión les motivaron con el equivalente a seis dólares por persona si eran capaces de realizar la prueba. En dicha ocasión, cuando el psicólogo se ausentó, en el tiempo de descanso el grupo B se esmeró en practicar para ganar el dinero. Sin embargo, lo apasionante ocurrió en la tercera sesión. El grupo A seguía sin tener ninguna recompensa económica; sin embargo, el grupo B que había sido anteriormente retribuido, se le dijo que ya no había más dinero y que, por lo tanto, tendrían que hacer la prueba por “amor al arte”. ¿Y qué ocurrió durante el descanso? Pues que el grupo A le dedicó incluso más tiempo (podrían estar aficionándose al juego), pero el grupo B dejó de entrenar como lo había hecho la segunda vez e incluso ¡menos que la primera, cuando se habían encontrado por primera vez con el juego! Sorprendente el resultado, ¿verdad?

“Cuando se emplea el dinero como recompensa externa a alguna actividad, el sujeto pierde interés intrínseco por la actividad”

Edward Deci, Universidad de Rochester

La magia de la motivación intrínseca no siempre se ha tenido en cuenta en la educación o en el mundo de la empresa. Hemos pretendido que las personas desarrollen su talento a través de reconocimientos externos (ranking en las escuelas, incentivos económicos en las empresas), pero la ciencia está demostrado que de cara a la creatividad y a aquello que sale de los estándares, resulta mucho más eficaz fomentar la pasión a través de los retos o los espacios de trabajo motivantes. 

Imagen: Chris Potter, creative commons

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