18 agosto, 2008 - 00:37
Increíbles gadgets de los años veinte
Un mapa de
pulsera para que los conductores no se pierdan en la ruta. ¿GPS, tal vez?
¿Acaso una aplicación para el móvil? Negativo, se trata de un mapa analógico
enrollado en un reloj de pulsera con sendos rodillos para avanzar de norte a
sur, muy útil para circular por las carreteras chilenas o noruegas, no tanto
para el resto del mundo. Es el TomTom, uno de los extraños gadgets de la década
de 1920 que colecciona el excéntrico británico –valga el pleonasmo– Maurice Collins.
A continuación,
otros
sorprendentes dispositivos de la colección de Collins, que puede verse en la Biblioteca Británica de Propiedad Intelectual.
Esta singular
alarma está dotada de un mecanismo de relojería. Se coloca tras la puerta y se
activa cuando los cacos la empujan, poniendo en marcha un timbre asombrosamente
alto.
Masajeador
mecánico
En la década de
los 30, el masaje corporal no se consideraba una actividad para el bienestar de
las
personas sino una vía para mantener una piel sana y una buena circulación. Tal
vez por ello esta dinamo masajeadora de intimidante aspecto emitía pequeñas
descargas eléctricas al usuario.
Sellador de
sobres
Cuando la
saliva escasea nada como tener a mano este invento. Al accionar la manivela un
sistema de rodillos empuja el sobre hacia un mecanismo que concluye en un
sistema de cierre.
Gafas luminosas
El gadget Todo a 100
de la temporada son unas antiestéticas gafas de plástico con lucecitas, idóneas
para mejorar la experiencia lúdico-festiva. Hace 80 años ya inventaron algo
parecido, aunque con una montura de concha mucho más elegante y parecidas
posibilidades de electrocución bajo la lluvia.
Masajeador de
ojos
Lo de los locos
años 20 viene de cacharros como este peligrosísimo masajeador de globos
oculares. El osado usuario tenía que apretarse los binoculares contra los ojos
y, al accionar la palanca, el aire comprimido en las bolas de goma ejercían un
suave masaje sobre los ojos.
Protector de
bigotes
Hoy en día sólo
llevan bigote los iraquíes y los políticos de derechas pero hubo
un tiempo en
el que todo caballero que se preciara lucía un poblado mostacho. Para
salvaguardar su dignidad durante la ingesta de la sopa se desarrolló esta taza
con protector de bigotes.
Estirador de
dedos de pianista
Del inventor
del masajeador de ojos llega este aparato, comercializado en Estados Unidos en
torno a 1910. Pero lea las instrucciones primero: parece ser que el compositor
Schumann se destrozó las manos usando una versión beta del invento.
Vía: Digg
Más gadgets
del siglo XX.
Sentenciamos: Del
lacónico “que inventen ellos” de Unamuno sólo se salvó en España el ingenioso profesor Copenhague
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