DorkBot es el bricomanía de los geeks, una reunión a medio camino entre la tecnología y el arte, que nació a finales del siglo pasado en Nueva York y que se ha ido extendiendo por todo el mundo. El capítulo madrileño celebró ayer una convocatoria excepcional, tanto por el lugar –el antiguo cuartel de Conde Duque, aunque habitualmente se hace en Ladinamo- como por la temática: si habitualmente DorkBot se define como “gente que hace cosas con electricidad” ayer dedicaron la jornada a “gente que hace cosas sin electricidad”.
Uno de los ponentes, impulsor de DorkBot desde sus inicios fue el inefable Javier Candeira, quien presentó a la concurrencia una trampa para mosquitos construida a partir de una botella de Coca-cola de dos litros. Los mosquitos localizan a sus víctimas por el calor y el olor, concretamente el que genera el CO2, de modo que para atraer a los molestos insectos deberá rellenarse el fondo de la botella con azúcar o algún otro emisor del denostado gas.
Según el orador los mosquitos tienen un excelente sistema de detección de víctimas pero son bastante torpes a la hora de orientarse, de modo que el cono invertido les sirve de entrada pero les imposibilita la salida.
El dispositivo también sirve de trampa para avispas. En tal caso habrá que sustituir el cebo y poner pollo asado donde estaba el azúcar. Según Candeira, “nada le gusta tanto a una avispa como el pollo asado”.
Precio: 2 euros: 2 litros de Coca-cola y un kilo de azúcar
Dónde: En su colmado más próximo
Sentenciamos: Defendemos la biodiversidad pero no necesariamente a nuestra costa