Se cumple este año el 120 aniversario de la invención del
tocadiscos, posiblemente, el aparato que mejor ha resistido los envites del
tiempo sin apenas modificación.
Su paternidad se la
debemos al ilustre Thomas Alba Edison, que en 1877 descubrió la grabación del
sonido casi sin querer, jugueteando con una lata y una aguja mientras
inspeccionaba un telégrafo. Rápidamente
se le “encendió” la bombilla para pergeñar el fonógrafo, un cilindro
de estaño que registraba audio mediante los surcos que
dejaba una aguja conectada a una membrana que vibraba con el sonido.
Diez años más tarde, Emile Berliner patentó el primer gramófono, que grababa y
reproducía mediante un disco de goma lacada, hecho que suponía el
comienzo de la guerra de los formatos de grabación: el barrilete de Edison
frente al disco plano de Berliner, una contienda en la que sólo podía quedar uno; el disco de goma (luego se haría
vinilo) barrió al cilindro en apenas un lustro. Y así, hasta hoy.
Para celebrar esta
efeméride nada mejor que hacerse con “Gakken
Emile Berliner Gramophone kit”, o lo que es lo mismo, una reproducción para
montar en casa de esa primera gramola de Berliner, la madre de todos los
tocadiscos. El funcionamiento es el mismo que el original pero adaptado a los
tiempos modernos; en vez de un disco de goma se utiliza un CD regrabable, por
aquello de usar varias veces un mismo soporte sin dejarlo inutilizado.
Ahora bien, que
usted es de los de celebrar las cosas por todo lo alto, le recomendamos sin
duda el ELP Laser
Turntable, un tocadiscos que ha sustituido la aguja por un finísimo rayo
láser que lee los surcos sin dañarlos y sin digitalizar el sonido, algo que
encantará tanto a los puristas del sonido analógico como a los coleccionistas
de frágiles vinilos.
Sentenciamos: Al tocadiscos láser le va a perder su
gran parecido con el denostado Laserdisc.
Eso y los 12.000 € que cuesta el invento.