EDUARDO GALEANO (1940)
En este mes de mayo se está presentando en España el nuevo libro del escritor Eduardo Galeano, Los hijos de los días. La serie de presentaciones se inició en Barcelona el 9 de mayo, y terminará el 15 de junio en Santiago de Compostela. Entremedias ha pasado y pasará por Córdoba, Granada, Sevilla, Madrid (por dos veces), Bilbao, San Sebastián y Ourense.
La ocasión viene pintiparada para mostrar un entrecruzado vaivén de preguntas y respuestas con Eduardo Galeano, autor montevideano de Las venas abiertas de América Latina, entre otros libros. Esto se dijo:
Aquel escritor que se pasa al bando de los ángeles, ¿lo hace por comodidad o por traición?
Allá ella, o él. Prefiero el bando de los diablos. Menos aburrido.
¿En el fondo de cada cosa hay una melodía que dormita? ¿Despertará si encontramos las palabras adecuadas que la describan?
La realidad es la loca que canta. El poder nos tapa los oídos.
¿Definiría la literatura como una verdad sospechosa?
En el mejor de los casos: sospechosa con toda razón.
¿Para que un libro sea considerado de gran belleza es preciso el adorno que proviene de la indiferencia de las ruinas?
Un libro bello es un libro vivo.
¿Es cierto que en algunos momentos de desesperación nos calma el saber que aún nos queda poder hablar directamente para los pájaros, el mar y el aire?
A mí, no.
Lo realmente profundo es aquello que en nuestro interior sabemos que es indecible. Nuestra lucha consiste en querer demostrar que se puede decir. Llevamos miles de años intentándolo. ¿Estaría de acuerdo en esto?
Uno pelea contra esa distancia entre lo que quiere decir y lo que las palabras pueden: el océano o charquito que separa el deseo y el mundo.
Cuando escribimos con la mayor precisión imaginable creemos que todo está bajo control. Sin embargo, ¿por qué olvidarnos que en ese control supremo se encuentran infinitas miríadas del azar mismo?
Si el texto no tiembla, no sirve.
¿Es evidente que ningún lenguaje es capaz de convertir la estupidez en sabiduría?
Convertirla, no; pero a veces la disfraza eficazmente.
¿Con el deseo por escribir un poema, empieza en ese momento el aniquilamiento de ese poema?
Y del autor.
¿Qué es la suprema inteligencia de un gran artista-escritor-compositor-cineasta-etcétera, sino su grandiosa sensibilidad?
Pregúntale a ese gran...
¿Odiosa victoria? ¿Amada derrota?
No creo en la vida como un sistema de recompensas y castigos.
¿El escritor es invencible en la soledad, y un derrotado ante los demás?
Tampoco creo en los invencibles.
Tengo como cosa averiguada que Eduardo Galeano siente aversión por ese tipo de preguntas. De ahí sus respuestas a regañadientes, con desgana, displicentes y ásperas como un mordisco; aunque, eso sí, no exentas de lacónica agudeza.
[siguiente personaje Jorge Semprún: 4-6-2012]