Sobre el autor

Jose Luis Merino

Jose Luis Merino nació en Bilbao. Vive en esa ciudad. Es autor de 14 libros de arte y literatura. Trabaja en la actualidad en cuatro más, asimismo de arte y literatura. Ha tenido muchas edades. Ahora tiene la edad que representan sus palabras.

Sobre el blog

Como lo haría un fotógrafo de palabras, en este blog aparecerán retratos o semblanzas de gentes de la cultura. La mayoría de ellos son ladrones de fuego, en el sentido rimbaudiano del término. También se hablará de arte y poesía (el único ángel vivo sobre la tierra), en tanto se descubre cuánto hay de auténtico y de falso en esos dos universos.

Ladrones de fuego

"Artistas del fogón" (Arzak)

Por: | 31 de diciembre de 2012

JUAN MARI ARZAK   (1942-    )

Arzak merino (1)

     El restaurante elBulli, de Ferran Adrià, perdió en 2010 el cetro del mejor establecimiento gastronómico del planeta. El veredicto anual de la revista británica Restaurant se decantó por la cocina de René Redzepi en el Noma de Copenhague. Entre los diez primeros figuraban tres españoles. El citado elBulli (segundo puesto), el Mugaritz, del guipuzcoano Andoni Luis Aduriz (quinto puesto) y el Arzak, del también guipuzcoano Juan Mari Arzak (noveno puesto). 
     Ha asegurado el donostiarra Juan Mari Arzak que es una injusticia relegarle a Ferran Adrià al segundo puesto, porque, según él, “Adrià encarna una categoría aparte, es único e inclasificable”. 
     En 1994, mucho antes de ser consagrado Ferran Adrià como el número uno de la cocina mundial (relegado después al segundo puesto), Juan Mari Arzak fue quien respaldó públicamente las propuestas innovadoras del catalán de Hospitalet, aunque llegara a confesar que no las entendía del todo. Quien respaldaba al catalán no era cualquiera, sino alguien cuyo restaurante mantenía desde 1989 a nuestros días las tan preciadas “tres estrellas Michelín”. 
    En julio de 1983 mantuve una larga conversación con Juan Mari Arzak en el ámbito de su propio restaurante, para el periódico en el que colaboraba. Por aquel entonces estaba ya considerado en el firmamento de los fogones como uno de los mejores cocineros del mundo. 
     Según expresaba en la entrevista, Juan Mari Arzak advertía que más que una forma de comer, la nueva cocina vasca había evolucionado en la forma de pensar. Por eso, aducía, los cocineros vascos trataban de elevar la cocina al nivel del arte, lo que nunca había pasado hasta esos momentos... 
     “Nuestro esfuerzo más importante ha sido elevar al cocinero a su sitio, al artista que es en sí. Creo, además, que la cocina tradicional nunca se puede cambiar, porque es la forma de ser de un pueblo. Tal como comes eres. Todos los platos nuevos que hagamos será pensando en la psicología y en la forma de comer de Euskadi”....
     “Yo quisiera decir a la gente, que no vamos en contra de la cocina tradicional vasca; lo que hacemos es apoyarnos en ella, para poder ir a más”.
     Al preguntarle si al confeccionar platos nuevos tenía en cuenta la compatibilidad e incompatibilidad de los alimentos, Arzak contestaba: “Es curioso, lo que en sabores no va bien, dietéticamente tampoco va bien. La Naturaleza es muy sabia en esto”.
     Al final del encuentro, el entrevistado abundaba en la idea de elevar la gastronomía a las cotas del arte, y lo hacía con tres trazos: Uno, “El arte requiere para evolucionar un elemento dinámico: la imaginación” / Dos, “El cocinero, en tanto que artista, tiene que imaginar, quiero decir: inventar, crear” / Tres, “Porque la cocina es un arte y porque el arte tiene como fin supremo hacer la felicidad del ser humano, nuestra profesión me parece importante; creo que es uno de los empeños más admirables que puede asumir el hombre”. 
                                                                        ***
     Lo que el hombre debería asumir, para denunciarlo, es la ignominia de permitir las permanentes hambrunas existentes en el mundo. El hombre podía estar menos atento a las propuestas procedentes  de los artistas del fogón, al tiempo de exigir a los responsales de las execrable hambrunas una distribución justa de los recursos alimentariuos del planeta. Respecto a llamarles artistas del fogón, indica el grado de adulteración-banalización del lenguaje al que hemos llegado.  Frente a la idolátrica filosofía del perejil multicolor y demás especias místicas, el presocrático Heráclito rotundizó con sabiduría: “Si la felicidad consistiera en los placeres del cuerpo, llamaríamos felices a los bueyes cuando encuentran algarrobas para comer”.

                            [siguiente personaje Manuel Puig: 7-1-2013]

Muerte y resurrección de Bonifacio

Por: | 24 de diciembre de 2012

Bonifacio (1)
BONIFACIO   (1933-2011) 

     Muerte y resurrección del pintor Bonifacio. Todo eso en un año. Murió el artista guipuzcoano el 16 de diciembre de 2011, y el 20 de este 2012 se inauguró una muestra selectiva de su obra. La exposición consta de 48 óleos y medio centenar de dibujos y litografías. Patrocinado por Kutxa Fundazioa, puede verse en la Sala Kubo del Kursaal donostiarra, hasta el 7 de abril de 2013. 
     Se trata de una excepcional fiesta orgiástica de formas y colores de un artista que vivió la vida a mordiscos. Sus obras son la representación impulsiva de lo mejor de sí mismo. Ahí están sus fobias y filias, sus demonios y sus ángeles. Todo confluye en un bullente viaje por la libertad del arte. Nadie le iguala ni se le acerca y mucho menos rebasa a la hora de crear mediante la libertad suprema de los sentidos. Esos sentidos en desarreglo continuado, que proceden de resacas, vómitos horizontales y neones prostibularios, son transformados en gran arte a través de su ágil y sutil muñeca de azúcar. En el momento de pintar todo cambiaba. Lo abisal de su vida ya no lo era tanto. Las huellas y rescoldos de la negrura se han elevado en forma de arte por encima de su propia vida. Poco nos importa que la vida hubiera sido para Bonifacio el cabaret de la nada. 
     Dejo aquí lo que empecé a escribir sobre el arte de Bonifacio una mañana de abril de 1965 (de esa fecha data el inicio de nuestra amistad). Ahora prefiero  dar cuenta de aquello que otros expresaron sobre el propio Bonifacio. Ellos son escritores, artistas, críticos de arte, poetas, galeristas y admiradores del guipuzcoano. Algunas de esas frases han sido llevadas a las paredes del espacio expositivo y todas ellas incluidas en el catálogo editado para la ocasión. He ahí una breve selección (en la recámara han quedado otras 27 de altísimo nivel).
    *En una época cínica y pequeña de banalidad, fake y comercial, sin duda Bonifacio es un artista. Un artista de los muy grandes –y muy pocos– del último medio siglo en nuestra tierra (Juan Barja, director del Círculo de Bellas Artes de Madrid).
     *Me unía a Bonifacio que él también había ejercido todos los oficios. Los artistas son los únicos capaces de ser bohemios sin aspirar a gobernar –un país, el mundo (Guillermo Cabrera Infante, escritor).
     *Bonifacio era volátil como una raíz y amarrado a la tierra como el aire. Su pintura agarraba por ser una elegante pesadilla, era un sueño de antrópodos pintado como se solía pintar una seda veneciana. Era un gran calígrafo del color (Javier Viar, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao).
     *Eterno descontento, Bonifacio parece inquisidor de sí mismo. De ahí que no tema la imperfección.  Diría más: en algunos momentos es la imperfección la que da sentidos a su obra (Óscar Collazos, escritor).
    *Bonifacio pinta lo real, la realidad entera, más allá o más acá de lo inmediato visible, en esa frontera fluctuante en que la figura deshecha va a desaparecer, a confundirse con la densidad del aire, con la rugosa luz mortecina de sus bordes (Severo Sarduy, escritor)
     *Tenía cara de “malas pulgas”. Corazón tierno, espíritu fino. Tuvo muchas vidas... las devoró con furiosa pasión. Y nunca humilló la testuz, EL INDOMABLE BONI (José Luis Zumeta, pintor).
    *Rascas la superficie de este salvaje, de este vividor, de este náufrago de la madrugada, y te topas con la mayor delicadeza, la sensibilidad más exquisita, la mejor poesía, la elegancia más profunda (Francisco Calvo Serraller, crítico de arte).

    **En la imagen Bonifacio con J.L.Merino. Foto: Javier Hernández

                                      [siguiente personaje Juan Mari Arxak: 31.12.2012]

El amante de Marguerite Duras

Por: | 10 de diciembre de 2012

MARGUERITE DURAS    (1914-1996)

Margarite Duras2


     A mediados de los noventa le escribí a Marguerite Duras para solicitar de ella una entrevista. No hubo respuesta. Un año o dos después llegó la noticia de su muerte. En este momento recuerdo con acucioso placer su novela breve El amante... 
    Su tema principal refiere la relación entre una chica francesa de 15 años y medio, con un joven chino de 25. Ella era blanca, hija de franceses, vivía con su madre y dos hermanos, y eran pobres. El chino era hijo de un banquero, vivía en la abundancia. La historia se desarrolla en Indochina, donde la propia Marguerite, autora del libro, había nacido. Tenemos ante nuestros ojos el fondo geográfico de Saigón, Hanoi, Sadec, las orillas del Mekong, las montañas de Siam.
    Junto a lo atrayente de esa relación figuran los otros componentes familiares de la autora. Es asombrosa y espeluznante la presencia del hermano mayor de Marguerite. Lo sigue a través de los años y cuenta su periplo de mezquindad asquerosa. Pero lo cuenta con tal precisión que nos conmueve, porque no solo es la vida de su hermano la que decae, son los demás de la familia (madre, hermano menor, ella misma) quienes se ven rozados impunemente en esa caída. 
    Sobre esos dos núcleos pivota la obra. Cuando sentimos una cierta congoja por el devenir de su madre y hermanos, Marguerite se mete dentro de aquella niña que fue y trae a la página la relación con aquel joven chino, el primer hombre que se acercó a su cuerpo. Esa relación amorosa es tan fuerte, con tanto poder evocador que uno quiere que todo el libro se vea envuelto a lo largo y a lo ancho en esa atmósfera. Desde la habitación de deshonra (como la llama la autora), tras las cortinas, se ve la ciudad; hasta la habitación llegan olores a cacahuetes tostados, a sopa china, a caramelos, a carne asada, hierbas, jazmines, incienso...
    La relación sexual entre los dos jóvenes amantes es complejísima. Los contactos físicos están descritos con una frialdad artística fuera de lo común. El todo nos llega como de un vuelo profundo, de lo más soñado de la escritora, porque se ha penetrado a través del pensamiento inacabable. Lo que leemos no está escrito en ningún texto conocido. No hay filosofías previas. Todo nos viene de la vida que Marguerite vivió; ella lo ha confeccionado para nosotros removiendo sus fibras vitales.
    Así como en la relación con el amante comprendemos cada instante, cada silencio, cada gesto ya sea de amor o de desprecio, en las relaciones con su madre y hermanos, y su familia (sobre todo con éstos), ahí vemos que lo escrito no llega a nosotros con total nitidez, ya que en ocasiones son estados más que vividos, son estados entrevistos, y por eso solo pueden ser percibidos por ella; su trascripción es imposible. 
    En esta novela, la autora hace probaturas sintácticas que apenas se perciben. Juego con el tiempo. Va hacia delante y vuelve al pasado. Percibimos su intención poética en la escuetez de algunas frases. Pero da suma importancia a las palabras únicas, que lo marcan todo. En conjunto queda el aroma de la gran poesía. La belleza de lo perverso. Es un libro pequeño que se agranda al leerlo y releerlo. Para un mayor envolvimiento alterna los tiempos en primera y en segunda persona.
    Al referirse a las mujeres, ella sabía que no son los vestidos los que hacen a una mujer más o menos hermosa. “Ni los tratamientos de belleza ni el precio de los potingues, ni la rareza o el precio de los atavíos. Sé que el problema está en otra parte. No sé dónde. Sólo sé que no está donde las mujeres creen”, señalaba con sutileza de femenísima duda. 

                                        [siguiente personaje Javier Tomeo: 17-12-2012]

Caballero Bonald y su sombra

Por: | 03 de diciembre de 2012

JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD   (1926-    )

Caballero

     El escritor gaditano José Manuel Caballero Bonald me escribió cuatro cartas. Decía en la primera, a propósito de unas preguntas que le proponía: “Acabo de encontrar el cuestionario que me enviaste hace ya tiempo y que tenía traspapelado por no sé donde. Confío en que mis respuestas lleguen aún a tiempo, porque me gustaría mucho que no dejasen de publicar este divertido juego de preguntas y contrapreguntas, donde probablemente salen a relucir muchos fantasmas” (9.XII.94).
     En la segunda recordaba: “Te debo dos cartas, pero sólo voy a poder contestarte con este tarjetón. Lo lamento, pero tendré que renunciar a tu libro taurino. Estoy agobiado de trabajo y achaques y hace mil años que vivo prácticamente de espaldas a los ruedos. Mi última –y lejana– atracción temática en este sentido fue el artículo que te incluyo”.[Se refiere a un artículo sobre el torero Rafael de Paula]. “Aproveché en mi conferencia en San Sebastián la magnífica entrevista que le hiciste a Oteiza: ‘para cuando te enteras de algo, ya te has muerto’. Fascinante anciano” (26.10.99).
     Así en la tercera: “Por supuesto que te autorizo para que reproduzcas mi texto sobre Paula donde y cómo mejor te parezca”. “Me gustan mucho tus artículos de El País (vasco). Son inteligentes y críticos y están muy bien escritos, cosa que ahora no suele tenerse muy en cuenta” (2.12.99).
     En la cuarta y última: “Muchísimas gracias por tus generosas y efusivas palabras, que me compensan con creces de todos estos rifirrafes académicos. Aparte de que, a mi edad, ya estoy curado de espanto, aunque no sé si del efecto 2000” (2.1.2000). 
     Caballero Bonald estudió Náutica, Astronomía y Filosofía y Letras. Ha sido profesor de Literatura de la Universidad de Colombia y ha trabajado en el Seminario de Lexicografía de la Real Academia Española. Es autor de libros de poesía, novela y ensayo.
     Con su largo nombre de hidalgüelo, el escritor andaluz dio sus primero pasos por el asendereado mundo de la poesía. Cuidadoso y hasta obsesivo con el lenguaje, buscaba a tientas lo que no tiene rostro. Su deambular poético consistía en ser fiel al desconocido que él mismo constituirá. Así nació la ilusoria trayectoria por convertirse en un poeta para siempre.
     Como ha recordado alguien que le conoce, una tarde de verano empezó a andar y su sombra no quiso seguirlo. Quizá fue entonces cuando decidió incursar en el terreno de la narrativa. Y lo hizo con buena nota. Por la obra Dos días de septiembre (1962) le concedieron el Premio Biblioteca Breve. Ganó los premios Barral y de la Crítica con su novela Ágata ojo de gato (1974). Más tarde escribió otras novelas, como Toda la noche oyeron pasar pájaros (1981), En la casa del padre (1988), Campo de Agramante (1992), entre otras. Ha publicado ensayos sobre diversos temas. Entre ellos: Narrativa cubana de la revolución (1968), Luces y sombras del flamenco (1975), Breviario del vino (1980) y Sevilla en tiempos de Cervantes (1991). Sus memorias, Tiempo de guerras perdidas, es uno de sus postreros  libros. Y debe incluirse como ultimísimo el amplio poemario Entreguerras (2012), equivalente a una autobiografía en verso.
     Tanto en poesía como en prosa aparece la constante del barroquismo. Contra quienes definen burlonamente al barroco literario como hipersensibles pompas ovaladas de jabón –nietas de la espuma–, Caballero Bonald lo defiende asegurando que es una vía de conocimiento de la realidad más que una forma de expresión. Nadie podrá desposeerle de su creencia, quiere decir, de su verdad, al caballero de Jerez de la Frontera.

    *El pasado jueves le concedieron a Caballero Bonald el Premio Cervantes 2012

                                [siguiente perspnaje Marguerite Duras: 10-12-2012]

El País

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