Ladrones de fuego

Luis Goytisolo papando viento...

Por: | 25 de marzo de 2013

LUIS GOYTISOLO   (1935)

Goytisolo 8

     Somos cambiantes. Uno más que otros, y algunos muchísimo más. Esta es la historia de los cambios experimentados en el espacio de diez años por Luis Goytisolo, a través de dos cartas suyas. Me cuenta en la primera carta, fechada el 16 de diciembre de 1971:
     “A la vuelta de verano he leído tu entrevista y no puedo ocultarte que el resultado me descorazona. Por supuesto la culpa no es tuya ni posiblemente mía, sino más bien del género, que obliga a respuestas banales aunque las preguntas no lo sean. El hecho es que no puedo reconocerme en mis propias respuestas; no es que no haya dicho lo transcrito, sino que lo que he dicho representa una reducción tal de lo que pienso, así desprovisto de su contexto conceptual, de su fundamentación dialéctica, de sus matices y precisiones, que deja de ser lo que pienso. Algo así como cuando en los manuales escolares se resume el pensamiento de cualquier filósofo en una sola línea, convirtiéndolo inevitablemente en pura imbecilidad”.
     “De ahí que tras varias experiencias desagradables al respecto, haya optado por cancelar mi participación en toda clase de encuestas y entrevistas –de las que, como sabes, nunca he sido precisamente un partidario– a menos que sean de carácter concreto y monográfico. Lo que siento es haberte hecho perder tanto tiempo para llegar a este punto, pues repito que la culpa no es tuya”.
 “Si quieres publicar esta carta en sustitución de la charla, desde luego puedes hacerlo; a fin de cuentas tiene ese carácter concreto y monográfico al que condiciono mi participación en las encuestas”. (1).
     Con fecha del 10 de marzo de 1981 me escribe:
     “Aunque con retraso, ahí van mis respuestas, que he redactado con la máxima espontaneidad posible, acordes con el tono vivaz que imprimes a las preguntas. Un tono en verdad insólito en el aburrido panorama de la mayor parte de las páginas culturales de la prensa diaria”.
     “Te agradeceré que me hagas llegar el recorte correspondiente no bien aparezca”. (2).
                                                                        ***
    (1).- La entrevista referida corresponde a la grabada en cinta magnetofónica en su casa de Barcelona (se la envié, una vez transcrita). Iría en un libro de entrevistas titulado La Península Estigia. El libro no llegó a publicarse. En esa entrevista, Luis Goytisolo hablaba y hablaba papando viento. Se equivocaba al echarle la culpa al género. Mientras parloteaba nadie le exigía que hiciera una reducción de cuanto decía. Sus palabras habladas no redondeaban nada. 
     (2).- La entrevista aludida en la carta se publicó en abril de 1981, en Diario 16. Mas tarde pasó a libro, de título  ¿Alguna vez hablaron los caballos? En sus respuestas por escrito a preguntas hechas también por escrito, precisaba y matizaba. Se expresaba en silencio (lo profundo tiene como glándula endocrina el silencio). En aquellas respuestas, Luis Goytisolo no llegó a convertir su pensamiento en realidad hasta no verlo escrito. Entonces es cuando realmente pudo llegar a pensar. 
                                                                        ***
   N-  Para algunos el acto mismo de escribir es una liberación, y la palabra hablada una incordiante piedra en el zapato.

                           [siguiente personaje: Javier Aguirre Gandarias: 1-4-2013]

Hay 9 Comentarios

No soy "escritora consagrada" pero siempre he puesto en mis textos lo mejor de mí. La palabra escrita por otros me acompaña desde la infancia, la escrita por mí desde hace menos tiempo, ambas son imprescindibles para mi vida, para los momentos de introspección y de silencio.
La oralidad es parte de lo cotidiano y tampoco puedo prescindir de las largas charlas con amigas y amigos.
Con respecto a las entrevistas, debo decir que me siento a gusto con aquellas en que se me presentan las preguntas por escrito y que deben ser respondidas también por escrito. y coincido con Goytisolo cuando afirma: “... respuestas, que he redactado con la máxima espontaneidad posible, acordes con el tono vivaz que imprimes a las preguntas..." Es decir que cuando el entrevistador pone calidad en las preguntas, el entrevistado puede poner su sello personal en la respuestas.
Calidad también se puede poner en las entrevistas radiales, televisivas, pero la velocidad de la oralidad hace que segundos después ya no se esté tan seguro de haber dicho lo que se quería decir. Eso no sucede con lo escrito, que requiere tiempo de elaboración y tiempo de concreción y tiempo de relectura.

Interesantísima la reflexión que constituye el fondo del artículo de esta semana: no es lo mismo escribir que hablar, aunque sea el mismo sujeto el que realice una y otra acción. Uno podría suponer que debería dar lo mismo, en el caso de una mente brillante. Pero, desde luego, es imposible, porque escribir lleva en su esencia más profunda algo que la hace única: el tiempo. El tiempo permite al alma y al intelecto desplegar sus alas, libres, y alcanzar, en algunos casos, la incandescencia del Paraíso. Hablar es epicúreo, evanescente, grato muchas veces, pero condenado a desaparecer según nace. La diferencia entre uno y otro hace al hablar, atractivo y halagador, y al escribir, perdurable y por ello merecidamente envidiable.
Goytisolo lo reconoce y Merino lo hace evidente.
Por cierto, buena imagen "lo profundo tiene como glándula endocrina el silencio", seguramente una de esas que no afloran, inadvertidamente, en la conversación, sino que se trasvasan lenta y concienzudamente al papel.

Supongo que dominar la expresión escrita no implica necesariamente ser un inigualable orador o conversador y que, sobre todo, depende del nivel de exigencia y compromiso de cada cual. Es lógico pensar, además, que el escritor se reconoce mejor a sí mismo a través de la escritura. Quizá por eso un escritor de tanta calidad como Goytisolo prefiere someterse al autocontrol de lo que queda escrito, evitando que sus palabras puedan ser controladas por otros. En cualquier caso, es muy significativa esa frase que trascribe el autor del blog: “He redactado con la máxima espontaneidad posible, acordes con el tono vivaz que imprimes a las preguntas. Un tono en verdad insólito…”. Es obvio que ambas entrevistas le daban mucho que pensar.
Y, como siempre, es interesante la reflexión que provoca el artículo de esta semana, por cuanto pone de manifiesto lo imprescindible que es el hecho de escribir para analizar, profundizar y ordenar debidamente el pensamiento que se teje desde ese silencio que abarca todo lo que nos rodea.

La palabra y sus sentimientos, reconocerte en una entrevista con los discutidos titulares, que menosprecia la reflexión o el entorno, hace muchas veces no compartir la labor periodística o el altruismo literario, reconocerte con los años es vital cuando escribes aunque los matices del entorno y la crítica nos hagan titubear una y otra vez, recuperar la fuerza y no perderte en la palabra escrita y si en la búsqueda de palabras que demanden otros escritos puede ser la fórmula para reconocerte en el vaivén de los tiempos.

Gracias nuevamente José Luis. Tu blog “ladrones de fuego” se está convirtiendo, si no lo es ya, en el rayo que no cesa. Una referencia obligada en el panorama cultural español. Cada lunes nos regalas bellos textos y variados personajes.
En esta ocasión me ha cautivado la frase de Goytisolo: “El hecho es que no puedo reconocerme en mis propias respuestas”. Esta realidad me ha recordado un cuento de I. Asimov titulado “El bardo inmortal”, resulta que cabalgando sobre el tiempo el gran escritor inglés W. Shakespeare se matricula en un curso avanzado de literatura que trata de estudiar y profundizar sobre su obra; él queda asombrado de las cosas que se dicen de su obra. La paradoja que plantea el cuento de Asimov es que Shakespeare es suspendido en el examen por un joven profesor de literatura. ¿A qué se debe semejante paradoja? ¿Es posible que un autor no sabe ni reconoce su propia obra?
De vuelta a Goytisolo, son interesantes algunas de las reflexiones de este insigne escritor y académico:
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Él mismo dice que nunca improvisa: “Cuando empiezo a escribir la novela llevo más de un año dándole vueltas, trazando planos, imaginando el guión, los puntos de conexión de los personajes. Prácticamente está escrita en mi cabeza”
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Es pesimista respecto a la literatura: “Creo que está en crisis desde hace años. Más la poesía que la novela, pero la novela también. Cada modalidad tiene características determinadas, tiene su momento de auge, de esplendor y decadencia. Y el de la novela ha acabado”
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Reflexiona respecto a el nuevo oráculo moderno, “Lo que da miedo es la gente que piensa que todo lo que quiere saber está en internet y que descuida los conocimientos necesarios previos. Está muy bien como instrumento, pero necesitas los contenidos básicos, que por desgracia están desapareciendo de los planes de estudio. Hay que saber historia, historia del pensamiento, geografía, tener una cultura artística, literaria, etc. para poder manejarte bien”
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Desde un punto de vista literario-filosófico-político son intrigantes sus últimas manifestaciones "El poder tiende hoy a ejercerse simultáneamente desde el pueblo, con el pueblo y contra el pueblo".
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Gracias José Luis
Un saludo
Santi


Estoy de acuerdo con los comentarios.
Pero en relación a la introducción también es verdad que el entorno cambia. En ocasiones más que muchos de nosotros, y que adaptarse suele ser la respuesta inequívoca o unívoca: ¿por qué? Si el entorno amenaza con destrucción, es necesaria una dialéctica.
No hay seguridad alguna en que vaya a resolverse bien, y aunque así fuera, la imperfección continuaría enseñandonos muchas cosas.
Y están también todas esas aparentes contradicciones en las que algunas personas extraordinarias incurren por cesión, por humanidad, por querer.
Esto lo he podido observar tras la lectura de uno de tus libros que me ha parecido una joya.

Me confieso indecisa ante la elección propuesta. La palabra escrita acompaña desde siempre mis días y mis noches, no podría renunciar a ella (la que escriben otros, por supuesto). Pero tampoco a una conversación apasionante, a un intercambio vivo con amigos, de ideas, utopías, experiencias ... La clave, supongo, para elegir la escrita, está en la grabación de la conversación. Si alguien transcribiera nuestras charlas de café seguro que también nos lamentábamos. Porque su esencia están el momento, como la de la escrita en perdurar. Y la de los grandes como Goytisolo y Merino, en hacernos reflexionar y ver siempre un poco más allá.

Parece que Goytisolo hiciera suya esa frase inventada que dice “Hablamos lo que parecemos y escribimos lo que somos”. Merino nos trae un documento singular que muestra la desilusión del autor barcelonés ante la huella impresa de su propio registro sonoro. Nos invita a cavilar con sus palabras sobre el ejercicio introspectivo que es escribir y que implica una reflexión penetrante aunque, a veces, el negro sobre blanco nos traicione y revele más de la cuenta.

http://nelygarcia.wordpress.com. Los creadores se inspiran en sentimiento, intuición y percepción, a veces abstracta. Es comprensible que a la hora de resumir todo eso en unas frases, la dificultad les pueda.

http://www.facebook.com/pages/Nely-Garc%C3%ADa/368054793274553?ref=hl

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Sobre el autor

Jose Luis Merino

Jose Luis Merino nació en Bilbao. Vive en esa ciudad. Es autor de 14 libros de arte y literatura. Trabaja en la actualidad en cuatro más, asimismo de arte y literatura. Ha tenido muchas edades. Ahora tiene la edad que representan sus palabras.

Sobre el blog

Como lo haría un fotógrafo de palabras, en este blog aparecerán retratos o semblanzas de gentes de la cultura. La mayoría de ellos son ladrones de fuego, en el sentido rimbaudiano del término. También se hablará de arte y poesía (el único ángel vivo sobre la tierra), en tanto se descubre cuánto hay de auténtico y de falso en esos dos universos.

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