LUIS GOYTISOLO (1935)
Somos cambiantes. Uno más que otros, y algunos muchísimo más. Esta es la historia de los cambios experimentados en el espacio de diez años por Luis Goytisolo, a través de dos cartas suyas. Me cuenta en la primera carta, fechada el 16 de diciembre de 1971:
“A la vuelta de verano he leído tu entrevista y no puedo ocultarte que el resultado me descorazona. Por supuesto la culpa no es tuya ni posiblemente mía, sino más bien del género, que obliga a respuestas banales aunque las preguntas no lo sean. El hecho es que no puedo reconocerme en mis propias respuestas; no es que no haya dicho lo transcrito, sino que lo que he dicho representa una reducción tal de lo que pienso, así desprovisto de su contexto conceptual, de su fundamentación dialéctica, de sus matices y precisiones, que deja de ser lo que pienso. Algo así como cuando en los manuales escolares se resume el pensamiento de cualquier filósofo en una sola línea, convirtiéndolo inevitablemente en pura imbecilidad”.
“De ahí que tras varias experiencias desagradables al respecto, haya optado por cancelar mi participación en toda clase de encuestas y entrevistas –de las que, como sabes, nunca he sido precisamente un partidario– a menos que sean de carácter concreto y monográfico. Lo que siento es haberte hecho perder tanto tiempo para llegar a este punto, pues repito que la culpa no es tuya”.
“Si quieres publicar esta carta en sustitución de la charla, desde luego puedes hacerlo; a fin de cuentas tiene ese carácter concreto y monográfico al que condiciono mi participación en las encuestas”. (1).
Con fecha del 10 de marzo de 1981 me escribe:
“Aunque con retraso, ahí van mis respuestas, que he redactado con la máxima espontaneidad posible, acordes con el tono vivaz que imprimes a las preguntas. Un tono en verdad insólito en el aburrido panorama de la mayor parte de las páginas culturales de la prensa diaria”.
“Te agradeceré que me hagas llegar el recorte correspondiente no bien aparezca”. (2).
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(1).- La entrevista referida corresponde a la grabada en cinta magnetofónica en su casa de Barcelona (se la envié, una vez transcrita). Iría en un libro de entrevistas titulado La Península Estigia. El libro no llegó a publicarse. En esa entrevista, Luis Goytisolo hablaba y hablaba papando viento. Se equivocaba al echarle la culpa al género. Mientras parloteaba nadie le exigía que hiciera una reducción de cuanto decía. Sus palabras habladas no redondeaban nada.
(2).- La entrevista aludida en la carta se publicó en abril de 1981, en Diario 16. Mas tarde pasó a libro, de título ¿Alguna vez hablaron los caballos? En sus respuestas por escrito a preguntas hechas también por escrito, precisaba y matizaba. Se expresaba en silencio (lo profundo tiene como glándula endocrina el silencio). En aquellas respuestas, Luis Goytisolo no llegó a convertir su pensamiento en realidad hasta no verlo escrito. Entonces es cuando realmente pudo llegar a pensar.
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N- Para algunos el acto mismo de escribir es una liberación, y la palabra hablada una incordiante piedra en el zapato.
[siguiente personaje: Javier Aguirre Gandarias: 1-4-2013]