VICENTE AMEZTOY (1946-2001)
Con motivo de la reciente aparición del libro Hablan los artistas (son cien los entrevistados: alaveses-guipuzcoanos-navarros-vizcaínos), traigo al recuerdo a uno de ellos, Vicente Ameztoy, muerto varios años atrás. Lo hago a través del obituario publicado en El Paìs, al día seguiente de su desaparición. Así lo sentí entonces y sigo sintiéndolo ahora: "El seis de noviembre de 2001 murió Vicente Ameztoy, poeta del sueño y la infancia perdida. Ni en lo estrictamente creativo ni en lo personal es posible encontrar parecido alguno con el resto de los artistas del País Vasco, tanto en el presente como en el pasado. Él era una isla entre artistas".
"Fue un artista precoz. Poseía una mano muy dotada para la pintura. En sus jóvenes años vivió la vida con un vendalavesco frenesí. En ese tiempo probó la experiencia de pintar bajo la influencia de alucinógenos, opiáceos y toda clase de drogas. Hizo cuadros enteros con ácidos lisérgicos. Todo le servía para colmar su arrebatadora pasión por el arte, a la vez que le ayudaba a explorar en derredor de su geografía interior. Pero por encima de todo le importaba el hecho artístico".
"No aspiró nunca a estar dentro de los circuitos comerciales, como tampoco movió un dedo por convertirse en un pintor de éxito. Por esa razón realizó pocas exposiciones individuales en su vida".
"En los últimos veinte años, tan sólo expuso de manera individual en dos ocasiones: la antológica de Arteleku (San Sebastián), bajo el título Karne & Klorofila (recopilación 1976-1990), y la celebrada en el centro Koldo Mitxelena, en octubre de 2000, donde se pudo contemplar el encargo que le hicieran siete años antes los propietarios de la Bodega Remelluri (Rioja Alavesa), para que pintara varios retratos de santos y un Paraíso ubicados en el interior de la ermita de esa heredad".
"Hay dos efemérides sustantivas en el arte de Ameztoy. Destaca en la primera el esplendor de su certera mano, sobre todo en las obras fechadas en 1977. En esos trabajos surge una suerte de éxtasis, hasta el punto de que su alada mano le impele a querer desaparecer como persona para convertirse y llegar a ser la totalidad del lienzo, repleto de formas y colores. En esas obras, vividas en un estado de latencia extática, ahí es donde Ameztoy era incomparable e insuperable. En la segunda, y en referencia a las obras de Remelluri, se nota que el artista había perdido parte del dominio y seguridad de su mano, sin embargo, continuaba en posesión de una sutil e inteligente sensibilidad que atesoraba desde muy temprana edad. Mas continuaba siendo el artista isla".
"Mientras vemos pasar de manera regular y velocísimamente a no pocas generaciones de jóvenes artistas vascos camino de la gloria del talonario y la ubicación apoltronada en museos localistas, cobra un valor especial la actitud que mantuvo en vida Vicente Ameztoy, ajeno al deseo de medrar a costa de perder independencia. La voluntad de querer ser pintor, por encima de todo lo demás, le llevó a alzarse a mucha distancia de la mayoría pululante y populosa".
"Su arte fue su refugio recurrente. Allí se palpa lo más parecido a una búsqueda hacia la cueva o fondo primigenio, que viene a ser simbólicamente el útero materno. Años atrás se lo indiqué al propio Ameztoy, y él dijo estar completamente de acuerdo. De igual modo aceptó sentirse poseído por la abundancia de la flora, para refugiarse en la hierba, en los cloroplastos de los órganos de las plantas, en una imperiosa necesidad de volver a la infancia como quien busca con ansiedad una protección irrestañable. Todo su arte estuvo preñado de verdad. Era su imperiosa verdad".
"En mi fervorosa despedida hacia él, encuentro un breve epitafio tejido por un poeta del sueño, el mexicano Jaime Sabines (1926-1999), semejante a lo que fue en vida Vicente Ameztoy: Madre generosa / de todos los muertos, / madre tierra, madre, / vagina del frío, / brazos de intemperie, / regazo del viento, / nido de la noche, / madre de la muerte, / recógelo, abrígalo, / desnúdalo, tómalo, / guárdalo, acábalo".
** Fotografió a Ameztoy la pintora Rosa Valverde, interviniente en el libro Hablan los artistas (quienes me concedieron el inmerecido honor -como diría Borges- de ser el preguntador de todos ellos)
[siguiente personaje Asunción Balaguer: 27-5-2013]
Hay 8 Comentarios
Precioso y preciso comentario el de tabaquería.
Gracias
Santi
Publicado por: santiago fernandez | 27/05/2013 17:53:34
Emocionante artículo-obituario, pleno de pasión por el arte y el hecho creador, sabiduría para trenzar un agudo análisis de obra y artista y un entrañable cariño hacia la persona de Vicente Ameztoy.
Es triste, sin embargo, que un obituario (ni siquiera reciente) descubra seguramente a muchos un pintor desconocido. ¿Qué hace evidente la obra maestra? ¿Qué salvaguarda del inmesericorde paso del tiempo? La "gloria del talonario" y la "ubicación apolronada en museos localistas" desde luego que no. Ni el azar.
Sólo la obra en sí, el colocarse delante del lienzo (o dejarse atrapar por las páginas de un libro, o sumergirse en el vaiven sin fin de una composición musical) y sobrecogerse, ser interpelado por la esencia misma de uno y de todos, reconocer ahí el pavor de ser y no poder esconderse.
Eso se siente, por ejemplo, ante las obras de Ameztoy y eso nos ha transmitido Merino. Más allá del localismo, más allá de la muerte, y del tiempo.
Por cierto, participan de esa calidad de obra maestra los versos de Sabines, desoladores por lo cierto, por lo desnudo, por su irrechazable desamparo.
Gracias, Merino, por recuperar y mantener un trocito de ese algo superior que nos hace mejores. Ojalá Ameztoy, desde donde esté, pueda interrumpir, un instante al menos, ese lienzo interminable para recoger con agrado tu homenaje y el nuestro.
Publicado por: tabaquería | 27/05/2013 11:00:36
Rectifico mi ortografía: Quería decir Eduardo Chillida.
Publicado por: grumete | 25/05/2013 15:53:06
En muchas ocasiones, a través de la contemplación de una obra artística, se hace patente nuestra propia incapacidad para expresar aquello que percibimos por pura intuición o sentimiento. Eso nos induce a analizar su exterior intentando llegar a lo más profundo de su interior, cuestión tan inalcanzable como la línea del horizonte. Ahí reside el misterio y la grandeza del arte y, para mí, es eso inexpresable lo más provocativo de la pintura de Ameztoy, algo que sobrepasa al tiempo, y que identifico con el germen acuoso de la vida y de la muerte, con la ingravidez de lo que nos rodea... La misma sensación que me transmiten esos versos. Un lienzo perfecto para este portentoso pintor en cuyo interior indaga Merino en su libro recientemente publicado “Hablan los Artistas” y en el que figura junto a Jorge Oteiza, Eduardo Txillida, Amable Arias y Bonifacio, entre otros.
Creo que es obligado decir que es una obra extraordinaria. Un libro inusualmente estimulante por la percepción inigualable de su autor para mostrar, a través de sus preguntas, lo esencial de cada artista. Una referencia para el mundo del arte, y una lección de conocimiento, inteligencia y sensibilidad por su agudeza para hacernos reflexionar, imaginar y soñar con lo inalcanzable...
Publicado por: grumete | 25/05/2013 11:49:33
Querido amigo José Luis, cada día nos sorprendes más.
El pintor que hoy nos presentas es para mí un gran desconocido. Estos días he tratado de bucear en su obra; todos coinciden en definir a Ameztoy “como creador singular e inclasificable, que se movió dentro de un estilo figurativo cercano al surrealismo, claramente distanciado de la vanguardia abstracta de su época”
Sus cuadros me recuerdan a la pintura de Magritte, grandes metáforas artísticas en los que se amalgama lo erótico, lo místico o lo siniestro. Además de la pintura, en 1990 colaboró en la dirección artística de la película "Vacas" dirigida por Julio Medem,que en su día tuvo críticas elogiosas: "Se trata de una obra tremendamente impactante, tanto por su fuerza visual como por su historia, dura y seca como el hachazo de un aizkolari, sobre la rivalidad y tortuosas relaciones de amor y odio entre dos familias vascas que viven cercanas a un extraño y magnético bosque"
De vuelta a Ameztoy, reproduzco algunos de sus pensamientos:
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- “Cada cuadro que pinto es un intento de sorprenderme a mí mismo, si eso funciona sigo para adelante. Si no me sorprende, o le doy largas, o no lo acabo”
- “La gente y el paisaje son mis principales fuentes de inspiración”.
- “El paisaje de Euskadi es el que más he trabajado porque al haber vivido siempre aquí lo conozco mejor que ningún otro. Son las personas en relación con este paisaje lo que con mayor frecuencia se puede observar en mis cuadros”
- “ La pintura ha supuesto para mí un modo de vida, mi vida”
- “No sigo ningún tipo de metodología o disciplina. Pintar es algo espontáneo y controlado a la vez”
- El halago no es una cosa que me guste demasiado, me doy cuenta de que hay mucho de querer halagar y de halago”
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Gracias José Luis por mantener la llama de la amistad y el compromiso.
Un saludo
Santi
Publicado por: Santiago Fernández | 24/05/2013 9:31:36
La sensibilidad cromático-biológica de Vicente Ameztoy me hace recordar los retratos de Giuseppe Arcimboldo llenos de virtuosismo, creatividad y capacidad alegórica. A través de su obituario, Merino nos acerca a la vida de un hombre preocupado por su obra, con pocas concesiones a la cara B del arte que es el negocio. El surrealismo que invocan sus telas define un estilo depurado cuya simbología remite a la reflexión profunda sobre la esencia humana. Es eso que llamamos nuestra “naturaleza” y que él representa acertadamente a golpe de clorofila y savia vegetal. Quizás él intuía al hombre “verde” porque lo imaginaba en su irreductible expresión de ser orgánico.
Publicado por: Cristina Jurado | 21/05/2013 6:16:16
http://nelygarcia.wordpress.com. La independencia es la esencia de la creación. En las pinturas de Ameztoy, percibo un alto grado de simbolismo y un deseo latente, de integrarse en la naturaleza del paisaje.
La pasión conlleva riesgos y por entregarse a ella, muchos artistas utilizan métodos que no siempre les permiten lograr lo deseado, ¿o sí?.
Publicado por: Nely García | 20/05/2013 9:37:04
A pesar de tu acertada visión de Ameztoy como una isla entre artistas, tengo que confesar que la mayoría de su obra me ha hecho pensar siempre en Dalí, otra isla paradisíaca inalcanzable. Tan distintos como sólo pueden serlo dos personas, dos artistas, unidos sin embargo en mi mente por vaya usted a saber qué mecanismo, ambos me llevan al fondo primigenio.
Publicado por: Zuriñe | 20/05/2013 9:27:09