Ladrones de fuego

El supremo saber de Roa Bastos

Por: | 06 de mayo de 2013

AUGUSTO ROA BASTOS   (1917-2004)

Bastos

     “Siento que se escribe por compulsiones hondas que vienen de lejos o que uno empieza a sentir a partir de ciertas mutaciones del espíritu y del cuerpo, pues de alguna manera todos los seres vivos somos mutantes mucho antes de que se inventara la ingeniería genética. El dolor físico, la locura, los grandes sufrimientos morales, al menos no impiden y muchas veces exasperan paroxísticamente –sin que se note–, la necesidad de escribir. Dante (el exiliado perpetuo), Cervantes, Dostoiesvski, Céline (el desollado vivo). Una robusta mala salud es siempre un poderoso estimulante. ‘Llevar la vida sobre el deseo que tiene uno de vivir’. La frase es de Cervantes, escrita dos días antes de su muerte. Podrían haberla escrito Stevenson, Kafka, Musil”.
     “Cada línea que escribimos pretende resumir los grandes libros de la humanidad, esos que escriben los pueblos para que los particulares lean. No es en modo alguno una pretensión maximalista”. 
    “Respecto a qué sería la literatura sin su condición de desmesura, diría que tal vez nada si la desmesura no está condensada en la naturaleza de los mitos y los símbolos que expresa; o sea, en el ‘arte bien temperado’ de un Cervantes, de un Kafka. En un arte de perfección semejante, la desmesura dominada es la materia misma de su trama, de su incandescencia, de su desdicha soterrada, de la felicidad que entraña el arte de la palabra cuando expresa las aspiraciones y necesidades más profundas del espíritu y se confunde con ellas restaurando el equilibrio entre arte y vida”.
     Estas contestaciones son pequeñas muestras de las respuestas a preguntas que le formulé al escritor paraguayo Augusto Roa Bastos.
     La represión de la dictadura militar de Paraguay obligó a Augusto Roa Bastos a iniciar un largo exilio. Dijo años después: “No me quejo, al contrario, a pesar de las tristezas que me causó, sin el exilio nunca hubiera sido escritor”.
     La mayor parte de ese irredimible exilio transcurrió en Argentina, para más tarde, cuando la dictadura militar hizo presencia en ese país de acogida, trasladarse a Europa, concretamente a Toulouse.
     Cuando contacté con él, Roa Bastos era ya un autor consagrado. En 1989 recibió el Premio Cervantes. Sus tres principales libros son El trueno entre las hojas (1953), Hijo de hombre (1960) y Yo, el Supremo (1974). Ha cultivado la poesía, el cuento, la novela y ha ejercido como guionista de cine.
     Releo muy a menudo sus contestaciones. Me gustan todas y, muy en especial, su respuesta a mi pregunta sobre si el auténtico escritor es aquel que trata de romper una y otra vez toda convención artística. “El auténtico escritor (la autenticidad es una cuestión de grados; no existe en estado puro) es aquel que escribe no para romper inacabablemente toda convención artística (la escritura misma, es una convención) sino para decir lo suyo con la mayor profundidad posible; es aquel que escribe –como lo sabía Kafka–, viendo el rayo de luz donde estuvo siempre sin que los demás lo vieran antes que él. Si logra esto, las convenciones se deshacen solas”.

                                    [siguiente personaje Krystian Zimerman: 13-5-2013]

Hay 6 Comentarios

Aunque me da mucho respeto comentar algo sobre este asunto que creo atañe principalmente a los que se dedican a escribir, me atrevo a comentar que me resulta especialmente atractivo el contenido de este artículo dedicado a Roa Bastos en el que Merino escoge sus vibrantes palabras para hacernos comprender que la creación literaria es un acto de liberación del escritor. Un acto creativo cuya intensidad legitima que esa necesidad expresiva se nutra o nazca de lo que sea y siempre desde la libertad de expresión consustancial al ser humano porque surge de lo más profundo de su ser, fruto de todo lo que conforma su mente y su cuerpo.
Y me admira muchísimo esa misma y contagiosa pasión por la literatura que subyace en cada renglón de cada artículo de este blog, siempre extraordinariamente escrito, y siempre en búsqueda permanente del pensamiento libre y profundo, imprescindible para iluminar todas las vertientes de nuestra condición humana en nuestra obsesiva búsqueda de nosotros mismos. Y digo y creo porque así lo siento, que es una de las mejores maneras de encontrar la expresión íntima de la belleza, necesidad vital de todo ser para reposar o despertar las inquietudes de su alma.

Gracias José Luis, por esta preciosa entrega. Cada una de tus líneas provoca y estimula nuestro pensamiento.
Leí hace muchos años “Yo el Supremo”, eran mis años jóvenes. Es una obra que recomiendo vivamente, claro ataque al autoritarismo, denuncia de la represión y una crítica al poder. Una literatura muy actual.
Años después me topé con sus cuentos breves. El mismo Roa decía que el cuento breve es comparable a una joya de orfebre. En el corazón de todo cuento sístole y diástole, dice Roa, deben combinarse con precisión para dar vida a la narración y lograr que el latido de las páginas siga vigente más allá de la primera lectura y del tiempo.
Es evidente que Roa Bastos consigue la destreza de un miniaturista al pintarnos e iluminarnos en pocas páginas, con trazos precisos, todo un auténtico retrato de acontecimientos y personajes. En sus cuentos no se sabe cuanto hay de real y cuanto de ficticio, “la contradicción, propia de la naturaleza humana nos permite que en la manera de narrar un hecho real nos sitúe ante historia distinta”.
Sus cuentos escritos tienen mucho de oralidad y fantasía. Dos ejemplos:
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“Hacía rato que había anochecido y el calor seguía crujiendo entre el follaje seco de los árboles que rodeaba las casas del puesto, en la loma. Parecía el chirrido de un horno que se fuera enfriando con imperceptibles rajaduras del adobe caldeado”
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“Parecían seres de cobre o de barro cocido, parecían figuras de humo que pasaban ingrávidas a flor de agua. Las chatas y negras embarcaciones hechas con la mitad de un tronco excavado apenas se veían. Era una flotilla entera de cachiveos. Se deslizaron silenciosamente por entre el crepitar de las llamas, arrugando la chispeante membrana del río”( Los Carpincheros)
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Para finalizar una de sus poesías
…………
Aguarda un poco más. No te me escurras
por la grieta del tiempo, ni te poses
en la rama del árbol que envejece.
No te vayas minuto con el polen
de mi angustia final hecha milagro,
espera un poco a que le ponga un nombre…

Gracias José Luis
Un saludo
Santi

Sí, "el supremo saber" de Roa Bastos... Buen título, el que encabeza este puñado de de ideas brillantes y visionarias, revelador de un profundo amor por el arte de la palabra y un poder privilegiado para expresarlo. De la mano de Merino, el escritor paraguayo nos viene al encuentro y, de su contacto, salimos más inteligentes, por una suerte de contagio benéfico.
Nos dulcifica la semana este faro de la razón y su hermanamiento con aquellos que nos precedieron y nos abrazan siempre desde el Olimpo merecido: Dante, Cervantes, Kafka y la estela de los demás resultan un escudo eficaz e imprescindible contra la mediocridad y la apatía.
Quedamos a falta de leer más respuestas (por cierto, a preguntas delicada y modestamente ocultas) de Roa Bastos. ¿Tal vez en una próxima entrega?
Por último, querida amiga Zuriñe, yo también atesoro la última cita, la del rayo de luz ajeno para todos salvo para el escritor. Si la felicidad del espíritu existe, debe esconderse en pequeñas (¿o grandes?) cosas; por ejemplo, en un hallazgo así.

http://nelygarcia.wordpress.com. El arte en general sirve para comunicarse con los demás; quizás en un primer momento, el mensaje no conecte con el público, pero las obras sobreviven al creador y muchas veces se valoran después de tiempo. Lo importante es, que los autores comulguen con sus escritos, u otras formas, dependiendo del grado percibido y plasmen lo mejor de ellos mismos, con el sentimiento del deber cumplido.

http://www.fabook.com/pages/Nely-Garc%C3%ADa/368054793274553?ref=hl

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Hay algo de mágico en las conversaciones de Merino con sus entrevistados. Las cubiertas que mantienen la autenticidad al vacío se destapan y somos capaces de descubrir a los artistas en su versión más genuina. Dice Roa Bastos que el escritor narra para que el resto no nos perdamos esa parte de la realidad solo visible a la sensibilidad creadora. Escritores como oftalmólogos y periodistas como magos: todo es distorsión de una realidad que no es más verdadera por ser más fiel a los hechos. Porque, a veces, lo deforme permite descubrir mejor lo real de lo que no lo es.

Más que merecido homenaje dejado en "boca" del propio autor, no podía ser de otra manera con un hombre tan excepcional. Sin ninguna duda, mi alma ha suspirado en perfecta comunión "... el auténtico escritor ... es el que escribe viendo el rayo de luz donde estuvo siempre sin que los demás lo vieran antes que él...". Gracias, José Luis, por iluminarnos siempre.

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Sobre el autor

Jose Luis Merino

Jose Luis Merino nació en Bilbao. Vive en esa ciudad. Es autor de 14 libros de arte y literatura. Trabaja en la actualidad en cuatro más, asimismo de arte y literatura. Ha tenido muchas edades. Ahora tiene la edad que representan sus palabras.

Sobre el blog

Como lo haría un fotógrafo de palabras, en este blog aparecerán retratos o semblanzas de gentes de la cultura. La mayoría de ellos son ladrones de fuego, en el sentido rimbaudiano del término. También se hablará de arte y poesía (el único ángel vivo sobre la tierra), en tanto se descubre cuánto hay de auténtico y de falso en esos dos universos.

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