ASUNCIÓN BALAGUER (1925- )
La actriz Asunción Balaguer (viuda del actor Paco Rabal) fue galardonada, el pasado 12 de mayo, con el Premio Max de Teatro, como la mejor actriz de reparto, por su interpretación en el espectáculo musical Follies. La actriz recibió el premio muy emocionada, y el auditorio -formado por profesionales de las artes escénicas- corespondió con una densa-prolongada ovación.
Mantuve un encuentro con Asunción Balaguer, varios meses atrás. Fue en Bilbao, en un café cercano al teatro Arriaga. Una hora después su compañía estrenaba en la capital bilbaína la obra El pisito, de Rafael Azcona, dirigida por Pedro Olea.
En ese encuentro le llevé un par de ejemplares de un periódico local, donde aparecía la entrevista realizada por escrito un mes antes. Añadí como presente un libro mío sobre pintores y escultores vascos. “Lo mejor del libro son las citas que van en los frontis de cada artista estudiado”, dije con modestia algo fingida o, cuando menos, poco sentida [la falsa modestia es la más inocente de las mentiras, recordaba Nietzsche]. El acttor, José María Álvarez, que nos acompañaba, se aprestó a leer algunas de esas citas. Con buena y modulada voz leyó las de Emily Dickinson, Joseph Joubert, Witold Gombrowicz, entre otras. Cuando llegó la de Lope de Vega, “más vale pobreza en paz, que en guerra mísera riqueza”, Asunción Balaguer, señaló: “es lo que digo yo siempre, lo que importa es el amor, querer y que te quieran, aunque seas pobre”.
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Actriz de cine y teatro, Asunción Balaguer estuvo casada con Paco Rabal, desde 1950 hasta 2001, año de la muerte del actor murciano. Ha sido intérprete de 28 películas y un gran número de obras teatrales. Interrumpió su carrera interpretativa unos cuantos años para dedicarse enteramente al cuidado de su familia.
Muestro algunas de sus respuestas a preguntas mías:
Siempre me han gustado los personajes de personas mayores en las obras de teatro. García Lorca creó en algunas de sus obras personajes inolvidables, que contrastan con los cantos de la juventud.
Todos mis compañeros en El pisito te contestarán lo mismo que yo ahora. Los aplausos del público nos emocionan tanto que, a veces, nos duele hasta el corazón, y nos ponemos a bailar de contento como si fuéramos niños.
Cuando el actor trabaja con sinceridad y sin artificios, el público se conmueve y responde lo mismo tanto con la gracia que con el sentimiento.
Ahora los actores aprenden a respirar en las escuelas de arte dramático. En mi época teníamos que aprenderlo nosotros mismos, para defendernos. Recuerdo con horror las afonías que tuve de joven cuando hacíamos dos o tres funciones diarias... y dramáticas.
Siendo joven sufría mucho del dolor de muelas, pero cuando entraba en escena se me quitaba.
Yo trabajo en el teatro porque es lo que más feliz me ha hecho en mi vida –es mi discoteca–. He tenido la suerte de que al final de mis largos años sigo en él. Me considero una mujer libre y eso me da felicidad.
Siento que mientras le recuerde, Paco vive en mí y en todos los amigos que le siguen queriendo.
Todos los recuerdos se irán. Aunque recuerdo lo bueno y lo malo, estoy segura que me iré con todo lo bueno, que es mucho.
[siguiente personaje Blas de Otero: 3-6-2013]