Ladrones de fuego

El Guardián de las Moscas

Por: | 13 de julio de 2013

Manolo Gandía (1955-1990)

Dibujos 1 y 2

    El pintor bilbaíno Manolo Gandía murió a los 35 años. Tuvo una mano muy bien dotada para el dibujo. Había cursado la carrera de Bellas Artes. Presentaré seis ilustraciones suyas sobre un cuento mío. Pese a la endeble definición de las imágnes, en los seis dibujos coloreados (30 x 40 cents.), el artista despliega su atesorada fantasía, superando con creces cuanto la narración informa.  Esta es la primera entrega de tres. El cuento lleva por título, El Guardián de las Moscas :   

    Montado en un caballo del color del viento, el Guardián de las Moscas recorría el poblado de la Región Redonda. Acudía a recoger de los contribuyentes del lugar las moscas de la última cosecha. Era la exigencia anual del jamás visto y temido siempre Príncipe Raal. Poco a poco, las bamboleantes alforjas con tapas de buidos pomos del Guardián rebosaban de aleteos.
    Terminado el trabajo de forzada recolección, y una vez que los contribuyentes se iban perdiendo en la oscuridad de sus casas, el Guardián se acercó hasta la vivienda de su amigo Toppopo. Tras largos y ceremoniosos abrazos, los dos amigos hablaron de aquello que había transcurrido por sus vidas desde la anterior visita del Guardián a la Región Redonda: 
   -Un año entero de nieves, soles y moscas bellas, como todo- dice sentencioso el Guardián.
   -Como todo- asiente Toppopo, con notable poco entusiasmo.
   Después de estas últimas palabras, Toppopo depositó en una de las alforjas del Guardián su porción anual de moscas. Luego indicó que lo dejaría solo un momento, poque debería ir en busca de provisones y cerezas de mar para celebrar el encuentro.                                                                
    El Guardián aguardó la ausencia de Toppopo entreteniéndose en sacar de las alforjas las más recientes moscas conquistadas en la Región Redonda. Las pinzas de sus labios se entreabrieron codiciosas ante la visión de múltiples aleteos.
   En esos movimientos estaba, cuando de pronto apareció en la estancia una mujer envuelta en una túnica blanca o casi blanca. Su larga melena le caía sobre los hombros como una bandera movida en una danza. La mujer pasó por delante del Guardián, dirigiéndose hasta un espejo que colgaba en una de las paredes de la estancia. La imagen reflejada en el espejo representó a una mujer que se miraba el cuerpo como si quisiera hacerlo variar con la mirada. El Guardián no acertó a conocer si aquella mujer era la mujer de su amigo Toppopo. Debido a esa instantánea duda, trató de pasar desapercibido, porque la principal virtud de todo huésped radica en la discreción. Así que volvió a ocupar su tiempo en sacar las moscas de las alforjas una y otra vez. Volvió a meterlas. Seguido volvió a sacarlas, volvió a meterlas y a sacarlas, una y otra vez...

                                                    (continuará)

                            [siguiente personaje Manolo Gandía (II): 22-7-2013]

Hay 3 Comentarios

Donde hay moscas, hay materia orgánica, o sea vida. Y donde hay movimiento de alas, hay voluntad de ponerlas en funcionamiento y eso implica recorrer distancias, viajar. Eso hace Merino con este cuento, nos condena al viaje exótico de un lugar con costumbres familiares que sin embargo nos resulta extraño. Y juega malabares con el sentido de la maravilla que destila su fantasía ficcionada. Las fantasías son verdades aumentadas con la lupa de la imaginación libre. Yo quiero saber qué esconde ese Guardián de las Moscas, de lo inalcanzable…

Preciosos los dibujos y encantador el cuento (¿seguro que era discreción ese poco interés?). De momento todos nos quedamos con la mosca. Espero que cuente muchas


http://nelygarcia.wordpress.com. Bonito cuento que anuncia metáforas, o moralejas: me pregunto, ¿cómo las moscas no recobraban su libertar, volando al abrir la alforja? ¿Estaban en cajas?. Saludos y sincero deseo de que obtenga éxito

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

Sobre el autor

Jose Luis Merino

Jose Luis Merino nació en Bilbao. Vive en esa ciudad. Es autor de 14 libros de arte y literatura. Trabaja en la actualidad en cuatro más, asimismo de arte y literatura. Ha tenido muchas edades. Ahora tiene la edad que representan sus palabras.

Sobre el blog

Como lo haría un fotógrafo de palabras, en este blog aparecerán retratos o semblanzas de gentes de la cultura. La mayoría de ellos son ladrones de fuego, en el sentido rimbaudiano del término. También se hablará de arte y poesía (el único ángel vivo sobre la tierra), en tanto se descubre cuánto hay de auténtico y de falso en esos dos universos.

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal