ANDREU ALFARO (1929-2012)
Llamo enfelizado encuentro al ver por vez primera una esplendorosa escultura de Andreu Alfaro en uno de los paseos arbolados de la ciudad de Burgos. Se trata de una pieza de aluminio de
grandes dimensiones. Una placa de bronce sobre la hierba dice: Burgos a las Américas, 1987. Dentro de un estilo racionalista, sus formas geométricas se yerguen como regidoras de modulaciones espaciales. Para su ejecución se utilizaron múltiples perfiles industriales cuadrangulares de metal, de 6 x 6 centímetros y 2 milímetros de espesor. En el desarrollo de la obra adquiere un valor máximo el juego dual de concavidades y convexidades, provenientes
de fuerzas centrífugas y centrípetas. Mas la aparente frialdad de la pieza deja
de serlo porque en su ideario constructivo ha intervenido la inteligencia emocional
de su creador. Y así, ese cuadrivio de
fuerzas alternativamente contrarias, ha sido neutralizado y domeñado en función de una geometría
humanizada, dando entrada a una serie
de bucles y las ya apuntadas modulaciones espaciales.
Toda esa multiplicidad de piezas de perfil cuadrangular, una vez se han acoplado a los ritmos constructivos propios de la escultura,
terminan en sus extremos proyectándose hacia el espacio exterior, de tal suerte
que, aún siendo, como es, una pieza de abstracción geométrica, pueda sugerir afinidades con formas naturalistas,
como por ejemplo los agitados aleteos de una mariposa estática, o bien tres olas
a punto de romperse, e incluso como un grupo de aves que acaban de posarse en
tierra (la imaginación descubre formas que la realidad deniega)...
A
un lado la lírica imaginativa, la escultura de Andreu Alfaro puede codearse en valor artístico con esculturas públicas de artistas de primera fila, como Henry Moore, Richard Serra, Claes Oldenburg, Jean Dubuffet,
Jacques Lipchitz, Nicolas Schöffer, Alexander Calder, y otros.
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Conocí a Andreu Alfaro el mismo año de la aparición del
disco de vinilo del cantautor Raimon. En el disco estaba Al vent, uno de los temas más célebres de la canción-protesta del franquismo. Hablo de 1963. Mi viaje a Valencia, lugar donde
vivía el escultor, se debía a mi interés por ver las obras de Alfaro, de cara a la galería
de arte que me disponía a abrir en Bilbao un año más tarde. Me gustaron sus
trabajos. Volví a casa con la idea de contar con él para el nuevo proyecto
galerista. En mi equipaje venía el disco de Raimon, tras la fervorosa
insistencia de Alfaro para que me lo llevara.
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Han pasado
cincuenta años desde entonces. En ese recorrido temporal, Alfaro se convirtió
en un escultor de sólido prestigio. Hay esculturas públicas suyas en no pocos
lugares del mundo. Intervino como impulsor del IVAM (Instituto Valenciano de Arte
Moderno). La amistad entre él y Raimon fue acreciendo con el tiempo, hasta el
día de la muerte del escultor, el 13 de diciembre de 2012.
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Todas
las veces que acudí para analizar-degustar-disfrutar de la escultura de Alfaro
en el paseo burgalés, me pareció escuchar al lado del trino de los
pájaros de la arboleda, la emblemática canción que grabara Raimon hace muchos, muchos años: Al vent, la cara al
vent, el cor al vent, les mans al vent, al vent del mon...
* En la imagen: Inauguración oficial de la escultura de Andreu Alfaro en el paseo El Empecinado (Burgos, 1987). Archivo fotográfico FEDE.
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