Ladrones de fuego

E. Poniatowska en el ordenador de sueños

Por: | 23 de septiembre de 2013

            ELENA PONIATOWSKA (1932)

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             La narradora, ensayista y periodista mexicana Elena Poniatowska, nació en París, en 1932. En sus inicios como escritora estuvo unida a la causa feminista y a la izquierda política. Es autora libros como La noche de Tlatelolco (1971), De noche vienes (1979), Nada, nadie (1985), La flor de lis (1988), entre otros. Ha obtenido varios premios, entre otros, el de Novela Alfaguara (2001), por La piel del cielo; el XV Rómulo Gallegos (2007), por El tren pasa primero; el Biblioteca Breve (2011), por Leonora (en torno a la pintora Leonora Carrington). En 1978 le concedieron el Premio Nacional de Periodismo en México. Les presento una reciente entrevista frente a mi ordenador de sueños:   

           ¿Al despojar a los personajes de parte de su sexualidad, se da más paso a su condición racional?
          
 No, no tiene nada que ver. El amor es lo más racional que tenemos.
          ¿Las palabras son símbolos-máscaras que propagamos sin descubrir el enigma?
    
     Las palabras son lenguaje y el lenguaje está hecho de símbolos. Octavio Paz las llamó putas y las hizo chillar.
        ¿Conoce algo tan alegre como el aleteo de una mariposa en verano?
     En México también hay mariposas negras y algunos mexicanos (incluso científicos) están persuadidos que anuncian la muerte. Así es la mariposa de obsidiana que encontró Hernán Cortés. Es más alegre un buen tequila en cualquier época del año.
      Si en los inicios el motor impulsivo de la escritura se nutre de presunciones-sobrestimaciones-pedanterías, ¿es el paso de los años quien se encarga de dejar a un lado al Gran Yo, para adentrarse en el Mini Yo? ¿Por qué a la larga siempre se impone el Mini Yo?
      
 Con el paso de los años todo se hace mini. El paso de los años te obliga a abrocharte tantísimos botones, creer que estás brindándole a tu interlocutor tu mejor sonrisa y se te quedó una espinaquita entre los dientes, fijarte dónde pones los pies, lo cual entorpece tu andar y le quita su gracia. El Mini Yo recibe saludables lecciones de humildad. Ya nada se impone al final, salvo ese largo trayecto que significa llegar de la mañana a la noche como el “Voyage au bout de la Nuit” de Céline.     
        ¿El lector no tiene que ver lo que el novelista ve, sino lo que el novelista quiere que vea? De otro modo: ¿el novelista enseña al lector lo que quiere, lo cual no es siempre lo que debe?
          
El novelista enseña lo que puede porque escribir cuesta mucho trabajo. El lector lo completa, camina a su lado, mejor dicho, lee con él, es parte del texto. Si no sucede nada, la novela se quedó solita, sin lector.
        ¿Llamaremos avance el haber salido de la cueva de Altamira para entrar de lleno en la del Hambre Universal?
    
    Ahora mismo, además del hambre universal, estamos en la cueva del espacio cibernético.
     ¿Mientras el novelista trata de abarcar la suma de la realidad, el poeta pugna por salirse de ella a toda prisa?
       
Los surrealistas inventaron otra realidad; Marcel Duchamp es un poeta, su escalera, una poesía. Leonora Carrington es una extraordinaria cuentista y nadie diría que Frida Kahlo no es una gran escritora. Pedro Páramo es poesía, Cien años de soledad también. La realidad es de quien la trabaja, también el amor es de quien lo trabaja.
      ¿Por qué nunca o casi nunca coinciden lo que nos pasa con lo que deseamos?
     
 Porque, como Margaret Mitchell le hacía decir a Scarlett O'Hara, en su novela Lo que el viento se llevó, “I’ll think about it tomorrow”. Mejor mañana pienso en esta pregunta tan difícil.

    * Elena Poniatowska fotografiada por Gianluca Battista

                                        [siguiente personaje Andreu Alfaro: 30-9-2012]

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Intercambio ameno y equilibrado, el juego de preguntas y respuestas entre Merino y Poniatowska: no hay sino "voyage au soleil" de esta mariposa blanca y resplandeciente, a salvo de la cueva cibernética por el amor hacia lo que se hace. Sin necesidad de recurrir al mañana para pensar, el hoy nos pertenece, contagiados de la frescura de este diálogo.

La lucidez de Elena Poniatowska en esta charla es inmensa. La autora se presta al juego de preguntas-sorpresa de Merino, que consigue sacar a la luz a una creadora valiente e ingeniosa. Mucho se ha dicho sobre la dureza del oficio de escritor, consistente en hacer creer al otro las mentiras inventadas, la realidad trabajada de la que habla la Poniatowska. Si como dice ella “las palabras son putas” entonces el escritor es un proxeneta de las letras, pues las explota y las obliga a realizar cualquier acto para dar vida a sus historias. El lector sería, entonces, un voyeur compulsivo e insaciable.

Elena Poniatowska relata la visita que hizo, junto a Luis Buñuel, a la cárcel de Lecumberri en México D.F. para saludar a Alvaro Mutis (fallecido el pasado 22 de Septiembre) quien entró en 1959 en dicho penal para cumplir una pena de 15 meses:
“A Buñuel le gustaban las ratas. Cuando fuimos juntos a la cárcel preventiva de la Ciudad de México, conocida como el negro Palacio de Lecumberri en 1959, el director de la cárcel lo recibió con honores y nos enseñó el campo deportivo donde los presos además de jugar fútbol podían asolearse. De pronto Luis se inclinó sobre unas huellas en el polvo del gran campo deportivo.
-¿Serán de ratas?
Alguien comentó que además de ratas humanas había ratas de verdad. Buñuel se acuclilló:
-Claro que son de ratas.
Sonrieron sus grandes ojos saltones.
-¿Hay muchas ratas?
-Faltan las políticas. Ésas siempre se escapan.
-Las que deberían estar aquí están allá afuera -se solidarizó Buñuel.
Después de las huellas de ratas fuimos a la crujía de los homosexuales, que curiosamente se llamaba la J, de los jotos, un galerón inmenso que según Luis olía a semen. A los presos, ese día, los habían obligado a ponerse el uniforme azul marino y la gorra cuartelera. En la vida diaria, los dejaban usar sus blusas escotadas, sus brassieres, sus collares. A uno que no quiso quitarse el maquillaje le tallaron la cara con un ladrillo. A otro que se negó a hacer "fajina" (la limpieza) lo apandaron, metieron en una diminuta cárcel dentro de la cárcel, un estrecho cubículo tras de cuyos barrotes se asomaba su pobre cara. "Hay que hacer fajina, hombre" -le dijo Buñuel- "¿qué es un poco de fajina al lado de este castigo?". Se preocupó mucho, se le acabaron los cigarros. "¿Por qué no me dijiste, Elena, que todos fumaban para traer cajetillas?".
Ya en libertad, Buñuel acostumbraba pedir que atravesáramos la calle de Felix Cuevas para ir a una tienda llamada De Todo casi frente a su casa de Privada de Felix Cuevas 27. Íbamos a pie y para cruzar me tomaba del brazo. En unas jaulas blancas vendían unos ratones-hamsters también blancos con el borde de los ojos color de rosa. Allí permanecíamos horas. "Tu a veces pareces hamster" -me decía-. Los hamsters nos miraban con sus ojos bulbosos y Luis les sonreía. "También a ti te sonrío" -me consolaba-.”

Elena Poniatowska. 25 – 08 - 2003

http://nelygarcia.wordpress. Con el paso de los años se adquiere la visión, de que todo tiene la misma importancia y el ego se desmorona. La escritura como toda creación expresada sin prejuicios, ni complejos, plasma una realidad incierta por la incapacidad de comprensión, dejando en el aire todas las posibilidades.

Gran mujer y gran escritora, Elena Ponitowska, hija de príncipe polacos que ha seguido sabiamente a su Mini Yo por la izquierda, siempre por la izquierda. Periodista siempre, como ella se considera, tengo que agradecerle tantos paisajes no vividos ...

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Sobre el autor

Jose Luis Merino

Jose Luis Merino nació en Bilbao. Vive en esa ciudad. Es autor de 14 libros de arte y literatura. Trabaja en la actualidad en cuatro más, asimismo de arte y literatura. Ha tenido muchas edades. Ahora tiene la edad que representan sus palabras.

Sobre el blog

Como lo haría un fotógrafo de palabras, en este blog aparecerán retratos o semblanzas de gentes de la cultura. La mayoría de ellos son ladrones de fuego, en el sentido rimbaudiano del término. También se hablará de arte y poesía (el único ángel vivo sobre la tierra), en tanto se descubre cuánto hay de auténtico y de falso en esos dos universos.

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