Sobre el autor

Jose Luis Merino

Jose Luis Merino nació en Bilbao. Vive en esa ciudad. Es autor de 14 libros de arte y literatura. Trabaja en la actualidad en cuatro más, asimismo de arte y literatura. Ha tenido muchas edades. Ahora tiene la edad que representan sus palabras.

Sobre el blog

Como lo haría un fotógrafo de palabras, en este blog aparecerán retratos o semblanzas de gentes de la cultura. La mayoría de ellos son ladrones de fuego, en el sentido rimbaudiano del término. También se hablará de arte y poesía (el único ángel vivo sobre la tierra), en tanto se descubre cuánto hay de auténtico y de falso en esos dos universos.

Ladrones de fuego

Umberto Eco sabe y no sabe

Por: | 28 de octubre de 2013

UMBERTO ECO   (1932)

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        Mi comunicación con el profesor Umberto Eco coincidió con la fulgurante aparición de su novela El nombre de la rosa. Mi interés por entrevistarlo venía de mucho antes; fue a partir de la publicación de su libro ensayístico Obra abierta (editado en 1962, y traducido al español tres años más tarde). En esos ensayos Eco aplicaba diversos estilos de investigación, desde el análisis del lenguaje a la teoría de la información, donde pretendía identificar una serie de comportamientos observables en muy distintas zonas del arte contemporáneo: pintura, música, narrativa, poesía, cine y en ciertas manifestaciones de televisión.    
        Junto a las preguntas enviadas, incluí el recorte fotocopiado de un periódico de tirada nacional –en el que yo colaboraba–, donde daban cuenta de su exitosa novela; al lado, iba un artículo mío sobre un narrador latinoamericano (concretamente, el mexicano Juan Rulfo). La coincidencia me pareció una buena manera de presentarme.    
     Al parecer acerté, puesto que unas semanas más tarde recibí una carta de Umberto Eco. En la carta manifestaba cómo su secretaria estaba dirigiendo en esos días una circular a “decenas y decenas de periodistas”, advirtiéndoles la imposibilidad de que el profesor Umberto Eco concediera entrevistas. Para dar más crédito, adjuntaba la circular, donde se recordaba que la novela se había traducido o estaba en vías de hacerlo a una veintena de idiomas.   
     Al pasarme copia de la circular, Eco quería hacer patente que a mí me escribía una carta personal, lo que era un modo de distinguirme entre las “decenas y decenas de periodistas”. Terminaba su carta con un cordiali saluti y una aclaración: Tengo da parte le Sue demande e può darsi che tra qualche mese riesca a trovare qualche momento libero, ma devo onestamente dirLe che ho tenuto da parte altre liste di domande e non so proprio se riuscirò a rispondere a tutte.        
    
 Carta y circular al margen, me resultaba difícil comprender cómo alguien que ha elegido encaminar sus pasos por la senda del pensamiento ensayístico, se dedicara a escribir novelas comerciales, o sea, la pretensión de ofrecer la máxima legibilidad para así conseguir ser quien más libros venda. Por otro lado, aseguran los centinelas del canon que quienes saben mucho de literatura raras veces sus escritos de creación alcanzan la excelencia.  
    Las palabras del propio Eco, en entrevista concedida a Vicente Verdú, El País Semanal, 25-4-2010, son harto significativas: “...dejé de ser sólo un profesor y empecé a ser un novelista, a ganar más dinero, y mi vida cambió.” / "...mis ensayos vendían 10.000 copias, y las novelas, 1.000.000". Así fue cómo entró de golpe en la escurridera del éxito literario bajo la oriflama de los best-seller. 
    
El ensayista italiano será el primero en no querer que califiquen su obra de ese modo. Sabe que la mayoría de los best-sellers están hechos para gente que mueve los labios cuando lee. Y sabrá, asimismo, que quienes escriben best-sellers no escriben para la gente que cree que escribir es un arte, sino que lo hacen para aquellos que quieren comprender sin prestar especial atención en lo leído.
   Viva inmerso en el mismísimo tuétano de los best-sellers o fuera de ellos, los días de gloria han alcanzado de lleno al profesor Eco. Ha pasado de ser un apocalíptico a trasformarse en un integrado, para decirlo en una terminología que él mismo utilizó para dar vida a uno de sus libros de ensayo, Apocalípticos e integrados, de 1965.
   Se comprende así la renuncia a participar en entrevistas ajenas a su espectacular exitismo. Queda el testimonio de su carta, escrita en el idioma de los admirados Pavese, Quasimodo, Montale, Ungaretti, Gadda, Bufalino y otros...

                               [siguiente personaje Bárbara Jacobs: 4-11-2013]

 

Alfonso Sastre en la taberna

Por: | 21 de octubre de 2013

ALFONSO SASTRE   (1926-    )
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     Obedezco al deseo del entrevistado, Alfonso Sastre, para escribir su currículo. "Lo puedes sacar de la solapa de algún libro o enciclopedia”. Así lo hago: Alfonso Sastre nació en Madrid en 1926. Dentro del teatro español de posguerra, a su obra, Escuadra hacia la muerte (1953), se le suele atribuir un significado  simbólico, comparable al de Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo, y Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura. Sastre es autor de novelas, ensayos, poemas, aunque su cuerpo literario se asienta fundamentalmente en obras para la escena, como La mordaza, Muerte en el barrio, Guillermo Tell tiene los ojos tristes, La taberna fantástica, Demasiado tarde para Filoctetes, ¿Dónde estás Ulalume, dónde estás? entre otras. Vive desde 1977 en el País Vasco. Tendidas al regodeo, las preguntas y respuestas se suceden:

    ¿La verdadera libertad es la ausencia de elección?
    No exactamente ni todos los días. Es una tesis que parece acertada los viernes.
    ¿La lengua está en el norte del porvenir?
    Como dijo un poeta, los cuatro puntos cardinales son tres: Norte y Sur. En cuanto a la lengua no figura en el mapa.
    Digamos a los lectores que ese poeta era chileno y que se llamaba Vicente Huidobro. A propósito: ¿es más fácil hacer preguntas que responderlas?
    Sí, sí. Léase Platón / Sócrates.
    ¿Negar el tiempo es un modo de vencerlo?
    Pero es mejor ignorarlo porque va a ser igual.
    ¿Cualquier buena lectura paga una deuda de amor?
    En el caso de que nos propongamos lo imposible.
    ¿Cuánto tiempo tarda una voz en alcanzar a otra en una montaña muy alta?
    El equivalente a la distancia entre un tiempo y un espacio limitados, o sea, infinitos.
    ¿Das como buena la advertencia de Voltaire, “marcha siempre a carcajadas por el camino de la verdad”, o prefieres tomártelo más en serio todo?
    Es una idea que él plagió de un manuscrito indochino traducido al alemán, aunque él no lo confesó nunca.
    ¿No te parece una maravilla que un pedacito de hierba, lo más mínimo y humilde, sea una parte del Universo?
    Es tan maravilloso como que la constelación de Hércules forme parte de mi vesícula.
    ¿Quién dijo “hay razones que nos pueden”?
    Sí, hombre, fue aquel señor de gafas.
    ¿Te has fijado en la atrevida osadía de los cojos empeñados en pasar los semáforos en rojo?
    Con ello afirman la tesis de la armonía preestablecida.
    ¿El águila siempre está en el futuro?
    En la anterioridad del futuro exactamente.
    ¿El lenguaje debería darse a la fuga de vez en cuando, y volver a su puesto con los ojos cerrados dispuesto a hacer milagros?
    Iba a responder a esta pregunta cuando, de pronto, se me ha ido el santo al cielo.
    ¿Algunas ideas son rosas que se clavan en el alma?
    Más bien creo que las ideas son espinas que se clavan en las rosas.

    * Alfonso Sastre y JLMerino, a la puerta del teatro donde se representaba la obra del primero, La taberna fantástica, dirigida por Gerardo Malla, y en la que el actor Rafael Álvarez "El Brujo", bordaba al personaje protagonista. Fotografía: Iñaki de Andrés.

                                      [siguiente personaje Umberto Eco: 28-10-2013]

Pimientos verdes para Vázquez Montalbán

Por: | 14 de octubre de 2013

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN   (1939-2003)

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     El viernes próximo se cumplirá el X aniversario de la muerte del periodista y escritor Manuel Vázquez Montalbán. Mantuve con él varios encuentros. Dos en Bilbao, en la galería de arte Grises y en la librería Herriak, y otro más en su casa de Barcelona. De esos encuentros salieron dos entrevistas. Una publicada en un periódico de Madrid (Diario 16). La otra permanece inédita. 
    En las dos entrevistas el periodista-escritor barcelonés mostró lo mejor de su repertorio intelectivo y vitalista. Las respuestas de Barcelona llevaban un trasfondo político profundo, desarrollado con probada inteligencia. Su decir, calmoso como un estanque, constituía por sí mismo la trama de un texto de corte ensayístico. Se traslucía una gran solidez en el pensamiento que movía los hilos de sus palabras. 
    En la entrevista de Bilbao su trenzado fue rápido, ligero como humo de cigarrillo, con respuestas cortas y relampagueantes. El desparpajo humorístico desplegado se movía como los pasos de papel detrás de la llovizna. En la mayoría de las respuestas nacía una carcajada, labio a labio, que conducía a la siguiente ocurrencia, que producía a su vez otra carcajada. 
    Posiblemente la imagen más conocida que se tiene de Vázquez Montalbán sea la del irónico y cáustico personaje popular. Es verdad que fustigó con risible eficacia las cascarrias del largo periodo franquista, por lo que se le recuerda con enorme simpatía y cariño. Solo quien ofreciera la imagen de un enfelizado Rabelais del Ensanche barcelonés, como él, podía enfrentarse sin disimulo a la estulta sociedad dominante de su época. Le sobraba talento y gracia para ello. 
    Aunque le concedo todos los méritos imaginables en ese sentido a Vázquez Montalbán, mi preferencia se inclina por la clara lucidez que poseía al ver en lo ordinario lo que verdaderamente hay de extraordinario. Me gustaba su saber consciente cuando aducía que no escribía para recapturar una experiencia, sino para aproximarse a ella todo cuanto fuera posible. 
    Esto se palpa en la entrevista que califico como breve ensayo. Se realizó en mayo de 1971, en su casa de Barcelona, como está dicho. Han pasado cerca de cuarenta años y todavía sigue viva esa magistral lección. La entrevista formaba parte de un libro –junto a otros autores–, que estuvo a punto de editarse. Llevaba por título La Península Estigia
    Como tantos otros proyectos, el libro se perdió como el agua en el agua. En este caso, es una lástima perderse el contenido de sus respuestas, donde se perciben ecos, muy bien asimilados, de los Walter Benjamin, Lukacs, Marcuse, Adorno y Hausser, quienes varios lustros atrás fueron la punta de lanza del progresismo pensante. Espero que algún día ese saber mostrado por Vázquez Montalbán deje de estar sumergido en las perdidas aguas de la nada. El líquido verbal de sus palabras corre por mi memoria como los ríos de un país.
    Sobre los afectos personales guardo un excelente recuerdo de Vázquez Montalbán. En una de sus declaraciones públicas jugó a exagerar: “¿Qué puede hacer uno cuando va a Bilbao? Comer pimientos verdes y visitar a José Luis Merino”. Como por aquellos años yo era una especie de perejil de todas las salsas culturales de la ciudad, me fue fácil contar con la inestimable atención generosa del escritor catalán, teniendo en cuenta, además, que todavía no existía el Museo Guggenheim de Bilbao.

                            [siguiente personaje Alfonso Sastre: 21-10-2013]

Groucho Marx real e imaginario

Por: | 07 de octubre de 2013

GROUCHO MARX   (1890-1977)

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    Este es un diálogo imaginario con Groucho Marx, el de las películas de los Hermanos Marx. Las respuestas son reales. El pregunterío se ha acomodado a la imparable-enrevesada-inteligente locuacidad del entrevistado. Ahí va todo en dulce montón: 
    ¿Cómo llegaron al cine usted y sus hermanos?
    De manera un tanto extraña. Yo hacía las mismas cosas que hacía cuando era un muchacho tímido a la luz de la luna –un tigre a oscuras con una rubia platino al lado. Lo curioso es que haciendo cine me pagaban. Nunca lo he comprendido. De ahí que Hollywood siempre me haya parecido la Orquesta Sinfónica de Berlín dirigida por una pelota de golf.
    Una de las noticias que conmovieron al mundillo del cine fue aquella que decía: “Groucho se casa con su secretaria”.
    Aquello fue una sarnosa redundancia. Si ella es secretaria, ¿para qué necesitaría nadie esposa?
    En realidad, su verdadero nombre es Julius; ¿por qué lo de Groucho?
   Antes de nacer yo había un tío Julius en la familia; media metro cincuenta y cinco sin calcetines, agujeros incluidos. Mi madre estaba obviamente embarazada; luego, como le sucede a todo el mundo, nací al fin; y antes de que pudiera decir Robinson, me bautizaron Julius. El resto ya lo conocéis por las películas. 
    La misión de ustedes en la vida siempre consistió en deparar momentos agradables a las gentes, ¿no es así?
    En efecto, era como preparar un manjar digno de los dioses, suponiendo que quede alguno. 
    Es famosa su tacañería. ¿Qué puede decirnos en su defensa?
    Mis enemigos confunden tacañería con democracia. Yo siempre he ido a las cenas que me invitaban e incluso a las cenas que no me invitaban. En esto he sido un verdadero demócrata. En 1959 asistí a 336 cenas, con invitación expresa a doce de ellas.
    ¿Cómo se las arreglaba para asistir a las que no estaba invitado?
    Muy fácil. Nada más entrar en la casa me iba directamente donde la anfitriona y le decía: “¡Vaya fineza la suya! ¡Mire que dar una fiesta y no invitarme! He estado a punto de no venir...”.
    También se dijo que acumuló usted muchos achaques en su vida de enfermo...
    De todos salí con vida, gracias a las enfermeras pelirrojas que tuve...
    ¿Por qué pelirrojas?
    Cada vez que sueño con una enfermera siempre es pelirroja. El pelo rojo hace que el hombre quiera recuperar rápidamente la salud, para que él pueda levantarse y la enfermera acostarse.
    ¿Cuáles son los recuerdos de su primera actuación en el cine?
    Mi primera actuación fue de cadáver. Me pagaron por ello doscientos dólares. Le dije al director que si me pagaban cincuenta pavos más les podía interpretar en la próxima escena el cadáver que hablaba.
    ¡Ja,ja,ja!
    No se ría, que no todo fue siempre un camino de rosas. Antes de llegar al cine nosotros actuábamos en ciudades donde ahora mismo me negaría a ser enterrado, incluso aunque el funeral fuera gratuito y me pusieran una lápida de yapa.
    Otra cosa. ¿Cómo surgió lo del puro en la boca?
    Yo no sabía tocar ningún instrumento. Harpo tocaba el arpa y Chico el piano. Así que yo tocaba el puro en cuanto me enfocaba la cámara.
    Se cuentan muchos chistes a cuenta de sus puros...
    Eso era porque siempre los dejaba un poco antes de la parte donde iba el explosivo. Más de una vez explotó en la cara de algún electricista. En una ocasión el detonante fue a parar al rostro de la mujer de la limpieza, con lo cual pudimos comprobar que tenía o llevaba bigote. 
    ¿Tiene algo más que añadir?
    Sí. Hola y adiós. Os regalo a todos lo que encontréis entre esas dos palabras. Ya veis: Groucho generosus.


    N.- Ha salido tan largo, porque no he podido hacerlo más extenso.

                    [siguiente personaje Manuel Vázquez Montalbán: 14-10-2013]

El País

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