TERENCI MOIX (1942-2003)
Por más que lo intenté unas cuantas veces, Terenci Moix nunca llegó a contestar por escrito a mis preguntas en torno al hecho literario y cercanías. Pero como las aguas del tiempo tienen sus exósmosis de ida y vuelta, un día surgió la ocasión de entrevistarle en un mano a mano personal. Fue a raíz de la presentación en Bilbao de su libro Mujercísimas. Reconozco que jugué con ventaja. Mientras yo iba armado estéticamente hasta los dientes –utilizando las mismas preguntas de mis envíos anteriores–, el escritor catalán improvisaba en tanto hablaba.
¿Cómo calificarías la belleza?
Nuestra apreciación de la belleza existe a partir del momento que nosotros decimos que esto es bello, feo, cursi u horrible.
¿Amada derrota, odiosa victoria?
Jamás debiera existir un vencedor, porque jamás debiera existir una contienda. Pero, al mismo tiempo, sin contienda tampoco se explicaría la historia del arte. Creo que el arte es una contienda continua, porque la victoria nunca existe en arte; siempre hay una proyección...; perdón, un antojo posterior, un deseo posterior.
¿Por qué el público corriente y moliente no quiere comprender que se le quiere mostrar algo diferente de lo que busca?
A veces no pensamos que al público no se le puede exigir que tenga la altura de los dioses. La gran obra de arte se anticipa a su tiempo.
¿De nostalgias infinitas ascienden hechos finitos?
Yo siempre he tenido nostalgia infinita por cosas que no he vivido. Por ejemplo, períodos históricos que no he vivido me producen una inmensa nostalgia; son espacios finitos de la realidad que a mí no me han llegado y por los cuales siento una especial nostalgia. Siento nostalgia del Imperio Romano. Veo unas ruinas y pienso en aquello que fue; siento una nostalgia extraña por una cosa que ya está terminada.
¿En todo arte malo, indefectiblemente se dan cita las más buenas intenciones?
Siempre. Y además yo creo, incluso, que el arte malo nace de buenas intenciones, y el gran arte nace de intenciones a menudo abyectas. Imagínate la poesía de Rimbaud, que nos deslumbra y nos seduce, no nace de las buenas intenciones que podía tener un escritor familiar, en su casa rodeado de niños...
¿El amor es un dios que sueña en los espejos?
Esta pregunta es casi de Jean Cocteau. Acuérdate del juego de espejos de Cocteau. El amor es juego de espejos, y no es ni siquiera un dios. Es un sueño de espejos donde proyectamos nuestra imagen. Por mucho que esperemos más de lo que somos, tenemos que asumir lo que el espejo nos devuelve. Si el amor fuera un dios, sus acciones serían imperdonables.
¿Solo se es fecundo al precio de ser rico en antítesis?
La fecundidad es un don, del mismo modo que puede ser un don la paciencia. La fecundidad sólo se explica en sí misma; es un fenómeno muy extraño. Yo diría que la fecundidad es un acto histérico. Yo soy muy fecundo, y digo que la fecundidad es una enfermedad.
Diez años después de nuestro encuentro, dieron la noticia de la muerte de Terenci Moix. Según dijeron quienes lo vieron muerto, sombra peregrina, parecía un enfelizado niño dormido. Su imagen rendía culto a la ráfaga fulgurante vertida en Edipo rey: “No proclamemos dichoso a ningún hombre antes de su muerte”.
* En la imagen, Terenci Moix en Egipto
[siguiente personaje Julio Cortázar, sobre Rayuela: 9-12-2013]
Hay 5 Comentarios
Cada hombre
tiene una manera de traicionar
la revolución.
Esta es la mía.
Leonard Cohen (La energía de los esclavos, 1.972)
Publicado por: Bider | 05/12/2013 21:09:44
Terenci fue un mito en vida. En su obra "El día que murio Marilyn" nos enseña que los mitos también pueden dejarnos, que son vulnerables y que, quizá por eso, son mitos
Terenci era un hombre libre, amante de las culturas antiguas (tanto Roma como Egipto le cautivaron), cinéfilo hasta la médula, gran conversador, hombre encantador, sarcástico con la alta sociedad catalana, amigo de sus amigos; tenía, como dicen los franceses, “el mal de vivir”.
En una de sus últimas entrevistas comentaba: “La verdad, la gente de mi generación me aburre. Ahora soy adicto a las subastas de internet, a las bombonas de oxígeno, al ventolín y a la cortisona. Y sigo con el tabaco porque me gusta, aunque sé que será mi perdición”
Muchos le han clasificado como una persona frívola; nada más lejos de la realidad. Le gustaba repetir que “en el mundo que nos rodea, cada vez más absurdo, más masificado y que cabalga hacia la vulgaridad total y absoluta, lo único que queda es lo que te das a ti mismo”.
La inteligente entrevista de José Luis nos muestra un Terenci sagaz. Es verdad que Terenci vivió, no pensemos que fue un sueño.
Un saludo
Santi
Publicado por: Santiago Fernández | 04/12/2013 9:11:55
Borges, por el que siento una debilidad especial, decía en su cuento “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”: “Los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”. Terenci Moix equipara los espejos con el amor y no con el sexo. Donde el catalán es narcisista, el argentino aparece como un misántropo. Si el primero se ve continuamente a sí mismo proyectado en la figura del amado, el segundo reprocha al ser humano su naturaleza reproductora y evita hablar de sentimientos. Sin embargo, gracias a las astutas preguntas de Merino, Moix da un giro hacia la misantropía cuando afirma que la divinidad del amor sería un concepto intolerable pues, al final, el reflejo que implica el acto amoroso solo devuelve de uno mismo lo que se es, sin artificios ni adulteraciones. Y la visión nunca llega a ser todo lo hermosa, ni bella ni plena que esperamos.
Publicado por: Cristina Jurado | 03/12/2013 7:58:41
Preguntas inteligentes como siempre. La belleza es relativa y vencedor, o vencido, como señala el escritor, no pueden existir en obras que, sobreviven a los autores. Creo que Moix poseía el atrevimiento necesario, para plasmar su realidad contundente.
Pienso que en arte no tiene cabida bueno, o malo, sino diferente. Sócrates comparaba al amor, con un puente que conduce a la sabiduría.
La mayor parte de las veces, la fecundidad tiene su origen, en la incertidumbre, o la inquietud.
Publicado por: Nely García | 02/12/2013 9:18:19
Terenci era muchas cosas. Casi historiador, amante nostálgico como él mismo se define de los grandes mundos clásicos: Egipto, Roma, Grecia ... Mitómano de las grandes estrellas del siglo pasado, como su adorada Sofía ... Escritor fecundo, y crítico acerado de su tiempo y de los personajes con los que le tocó vivir. Tenía una facilidad "demoníaca" para ver las fortalezas y debilidades de cada uno, y plasmarlos en ficciones enloquecidas que, vistas con perspectiva, les daban más lustre que su propia realidad. Terenci fue y es imprescindible e irrepetible.
Publicado por: Zuriñe | 02/12/2013 8:54:24