Sobre el autor

Jose Luis Merino

Jose Luis Merino nació en Bilbao. Vive en esa ciudad. Es autor de 14 libros de arte y literatura. Trabaja en la actualidad en cuatro más, asimismo de arte y literatura. Ha tenido muchas edades. Ahora tiene la edad que representan sus palabras.

Sobre el blog

Como lo haría un fotógrafo de palabras, en este blog aparecerán retratos o semblanzas de gentes de la cultura. La mayoría de ellos son ladrones de fuego, en el sentido rimbaudiano del término. También se hablará de arte y poesía (el único ángel vivo sobre la tierra), en tanto se descubre cuánto hay de auténtico y de falso en esos dos universos.

Ladrones de fuego

Carta a William Saroyan

Por: | 27 de enero de 2014

WILLIAM SAROYAN   (1908-1981)

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    Carta dirigida a William Saroyan en el momento de su despedida del mundo de los vivos. 
    Querido William:
    El otro día dieron la noticia de que habías muerto, allá en tu casa de California. Dijeron que al saber que tenías una enfermedad incurable, llamaste a tu editor para preguntarle, “y ahora, ¿qué?”. Parece que te estoy oyendo, porque eso es la vida: para cuando te quieres dar cuenta estás preguntando, y ahora, ¿qué? Toda muerte trae consigo esa eterna pregunta...
    No encuentro mejor respuesta como volverme a ayer... Y me fui a tus libros. Ahora estoy sentado al borde de tus labios, escuchando cuanto dices. Te aseguro que al leerte es como si no hubieras muerto.
    De tu extensa producción literaria, novelas, cuentos, piezas teatrales, incluidos los inolvidables títulos como El tigre de Tracy y Mi nombre es Aram, a mí el que me gana por encima de todos es el libro que escribiste en París, cuando ya eras un escritor consagrado. Me refiero al titulado Cartas desde la rue Tibout. Me gusta, porque se adapta a la definición de Franz Kafka: “la forma epistolar implica descubrir una rápida vicisitud de un estado permanente, sin que la rápida vicisitud sufra las consecuencias de su rapidez; implica dar a conocer un estado permanente mediante un grito, y que la permanencia coexista con el grito”.
    Sigo. A través de tus cartas he sabido cómo eres. Me interesa todo lo que dices en ellas. En esas cartas aparece tu vida entera: el origen armenio de tu familia; la pobreza de la infancia; tus incontables oficios para poder contribuir al sustento familiar; la calle (la siempre dura y, al mismo tiempo, maravillosa calle), esa universidad de donde salen los mejores escritores; en fin, tu yo entero en esas cartas...
    Y es por eso que al reparar en tu juvenil oficio de vendedor de periódicos, he querido escribirte esta carta de despedida, justamente desde un periódico. Es un periódico que está lejos de California; pero eso no le hace, porque las palabras viajan, viajan y se unen a los hombres, y los pueblos...
    Claro que también sé que si uno pone aquí, fulanito ha muerto, eso no es nada en comparación con la verdad. Tú sabes que no siempre reparamos en las gentes desaparecidas en el entretejido de la ciudad donde vivimos. Gentes, cuyos rostros vemos cada día, y en un santiamén dejamos de verlos. Mientras para nosotros es un pequeño borrón en la memoria, esas desapariciones son mortalmente dolorosas para sus familiares. Ellos viven esos días entre la pena infinita y el desgarro interior, junto a otras muchas negruras. Las palabras no pueden dar exacta cuenta de lo realmente sentido. Lo que se siente va más allá del contenido de las palabras. Cada muerte es absurdamente incomprensible. Todo este parlamento para decirte que algunos tipos como tú, no deberían morir nunca.
    Ahora que estoy pensando en ti profundamente, se me ocurre que es una lástima que las raíces de los hombres buenos, como tú, no puedan ser traspasables. De todos modos, me conformaré con seguir escuchando el rico manantial de tu voz inconfundible.
    Agradecido por todo lo que nos has dado, recibe mi más cariñoso abrazo, con un último ruego, tomado de ti mismo: “no vayas; pero si tienes que ir, saluda a todo el mundo”.

                              [siguiente personaje José Emilio Pacheco: 3-2-2014]

Oraciones laicas de Vicente Rojo

Por: | 20 de enero de 2014

VICENTE ROJO (1932)

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      El pintor-escultor-grabador Vicente Rojo nació en Barcelona, en 1932, y vive en México, desde 1949. Pasó de republicano catalán a convertirse en republicano mexicano. Su quehacer plástico se ha desarrollado a lo largo del tiempo en encabalgadas series: Señales, Negaciones, México bajo la lluvia, Pirámides, Códices, Volcanes construidos, Frases, Alfabetos,... Vicente Rojo ha acompañado con imágenes a poetas como Octavio Paz, Álvaro Mutis, José Emilio Pacheco, José-Miguel Ullán, Olvido García Valdéz, Andrés Sánchez Robayna, entre otros. Sin apenas salirnos de la poesía, algunos escritores han ponderado las excelencias de este artista. Menciono a los mexicanos Juan Rulfo y Octavio Paz, y al español José-Miguel Ullán. Con todo, quiero significar la presencia viva  de la lúcida intensidad (murmullo de ribera) de las respuestas de Vicente Rojo, expresadas a continuación. Son como plegarias u oraciones laicas. "La lucidez es la herida más próxima al sol", recordaba el poeta René Char. Algo tiene la poesía cuando son tantos quienes la ignoran...

     ¿El arte es la apoteosis de la soledad?
    
 Siempre me ha parecido imposible (a mí y creo que a algunos otros, incluso famosos) precisar lo que es el arte. Si trato de explicar mi trabajo (algo que me resulta difícil), sí considero que lo puedo definir como una contradicción: sólo pienso que puede ser compartido si lo hago en la más absoluta de las soledades.
     ¿Tenía razón Antonin Artaud, cuando dijo al llegar a México que los artistas son, en el plano social, esclavos del sistema?
    
Para Artaud, que era un antisistema, todos los seres humanos somos esclavos. Claro que algunos más que otros, pero ¿cómo saberlo? ¿Artaud se salvaba? 
    ¿La emoción puede llegar a convertirse en una idea?
    
Las ideas surgen, por supuesto, de las emociones: lo mismo del amor o del desamor. La emoción mayor es la libertad.
    ¿El gran arte es suave como la inocencia, obsesivo como el juego e imprevisible como la duda?
    
No creo que el gran arte sea suave. Según me parece entender, sí es obsesivo, pero por supuesto tan poderoso como la inocencia, el juego o la duda.
     ¿Hay colores tímidos-exaltados-tristones-emotivos? ¿Algunos colores son más locos que otros?
    
Para cada obra, los colores tienen valores propios. En mi caso, la relación entre ellos es lo que me inquieta: no es el mismo un azul junto a un rojo que junto a un ocre. La locura está siempre presente.
    ¿El arte es el presentimiento de la verdad?
    
 Ya se ha repetido muchas veces: El arte es la verdad a través de una mentira. No recuerdo quién fue el primero en enunciarlo con tal precisión.
    ¿El artista persigue todos los días ir al encuentro del niño que lleva dentro?
    
Si me permito hablar de mí mismo (lo que ya he dicho, se me dificulta), no voy al encuentro del niño que fui, sino del que sigo siendo
     ¿Pintar es tener un misterio que decir... y decirlo?
    
La pintura es un gran enigma que se abre a muchos misterios. Cómo desentrañarlo es el misterio mayor.
    ¿Se hace arte para humanizar la realidad?
    
Si existe alguien que hace arte para humanizar la realidad, la propia realidad lo desmentirá.
    ¿El arte es la mayor inocencia del hombre? 
    
Sólo de manera inocente (y aquí aparece el niño de nuevo) es como el arte existe.
    ¿No es enfermiza la insistencia en preguntar qué es el arte, y no preguntarnos qué son los pájaros, el mar, el aire, las flores y los acantilados? 
    
La respuesta está en la pregunta: los pájaros, el mar, el aire, las flores o los acantilados, eso es el arte.
    ¿Los proyectos son países para el que los tiene y arena para los demás?
    
De nuevo las contradicciones: un país propio busca siempre la percepción (si tiene éxito) de los demás (si es que existen convertidos o no en arena).

                              [siguiente personaje William Saroyan: 27-1-2014]

                       

Réquiem por 3 millones de españoles...

Por: | 13 de enero de 2014

RAMÓN J. SENDER   (1901-1982)

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            El escritor aragonés Ramón J. Sender luchó activamente en la Guerra Civil. Por esos años murió su esposa. En 1938 se exilió a Francia. Un año después embarcaba para México. Allí vivió hasta 1942. Luego viajó a Estados Unidos, para instalarse allí definitivamente, donde impartió clases de literatura. Regresó a España, para pasar largas temporadas, en 1976.
     De su extensísima obra narrativa sobresalen dos de ellas. Réquiem por un campesino español, novela corta cercana al realismo crítico. Se tituló primeramente Mosén Millán (1953); en 1960 apareció bajo el título definitivo Réquiem por un campesino español, siendo considerada como una pequeña obra maestra. En la otra, Crónica del alba (autobiografía novelada), de los tres volúmenes que componen la serie, el primero, en el que se narra el mundo infantil del personaje José Garcés –coincide con el segundo nombre y segundo apellido del propio Sender– y su acceso a la experiencia, es el que reviste, a juicio de muchos, el mayor encanto e interés.
     Un par de años antes de la muerte de Sender le envié a su casa californiana unas preguntas barruntadas con pespuntes de plata virgen y cascotes de extrarradio. El escritor maño entró en ellas armado hasta los dientes.
    ¿Todo lo que es puede ser pensado?
    
 Sí, menos la nada. Pero la nada es sólo un “no ser”.
     ¿Cada palabra puede llegar a ser una obra poética?
    
 La emoción poética es inefable –inexpresable, lógicamente–, pero cada palabra puede contribuir a propiciarla.
      A propósito de palabras. ¿Alguna vez ha utilizado las palabras como si fueran suyas? ¿Acaso las palabras son de uno? ¿Son de uno cuando acierta en lo que dice? ¿No son de uno cuando no sabemos qué hacer con ellas?
    
 Todas son de todos, pero los escritores tratamos de establecer monopolios, sin conseguirlo sino a medias, con la indignación de los fabricantes de diccionarios.
    ¿Los únicos hombres admirables son aquellos que no han nacido ni nacerán nunca?
    
Admiramos mucho más y sin discusión a los que han muerto por el hecho de haber afrontado una experiencia incalificable. El nacer, en cambio, es calificable y comprensible.
     Si, como parece, el suicida es el más grande conocedor del misterio que habita en la frontera entre la vida y la muerte, ¿no es una lástima que no tenga tiempo para disfrutar de su conocimiento?
    
 El suicidio es una especie de doctorado nihilista. La negación es una apelación de la nada absoluta y el suicida un nadador (de la nada interior a la nada total) fracasado antes de arrojarse a las aguas (¿del Leteo?), porque, como usted dice, no puede gozar de esa nada en la que se doctora.
      ¿Conoce algo tan bello como el infinito? ¿Será bello, porque no lo conocemos?
    
  Es bello por la sugestión de totalidad, que es precisamente lo contrario de la nada. La sugestiva y brillante e intrigante belleza de lo infinito nos impide suicidarnos.
                                                                ***  
       Dándose en el cielo los mejores destellos de un día, cifrado como el 16 de enero de 1982, Ramón José Sender Garcés entraba en la mayor oscuridad existente. Desde ese momento, la muerte empezó a tomar la forma de la alcoba que lo contenía.

       N.- Mientras el Réquiem por un campesino español correspondía a una época franquista (dictadura de derechas, mostrenca, censurante, rancia y represiva), el Réquiem por los 3 millones de españoles que viven hoy (2014) por debajo del umbral de la pobreza, corresponde a una derecha neoliberal (cubil de corruptos-amparo de defraudarores fiscales-protectora de Bancos-congeladora de salarios a la clase trabajadora-negadora de la libertad de las mujeres, entre otras iniquidades de destrucción masiva arrojadas sobre el estado del bienestar social... Todo ello con la complicidad de la fiel infantería mediática, comandada por palmeros profesionales del halago y la mentira).                          

                 [siguiente personaje Vicente Rojo: 20-1-2014]

Juan Sebastián Bach enseña a morir

Por: | 06 de enero de 2014

ISABELLE FAUST

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    Los próximos días 9 y 10 de enero, la violinista alemana Isabelle Faust ofrecerá en la Sociedad Filarmónica de Bilbao dos conciertos. Se trata de las sonatas y partitas para violín solo, de Juan Sebastián Bach (a quien el compositor Claude Debussy llamaba "el buen dios de la música").
    La presentación de Isabelle Faust viene dada en dos facetas. Un breve currículo y una breve entrevista. Por el primero: Isabelle Faust fundó un cuarteto de cuerda con apenas once años. Tras sus tempranas experiencias dentro de la música de cámara comprendió que la interpretación es un proceso de dar y recibir, en el que escuchar es tan importante como expresar tu propia personalidad.
     En 2003 lanzó su primera grabación de una obra romántica para orquesta, como es el Concierto para violín de Dvorák. Después de interpretarlo con 15 años en concierto, junto a Yehudi Menuhin, la obra se ha convertido en pieza capital de su repertorio.
     Su arte y maestría han sido apreciados por gran número de orquestas y directores en los últimos años, tales como Claudio Abbado, Giovanni Antonini, Jirí Belohlávek, Daniel Harding, Heinz Holliger, entre otros.
    En 2011 grabó en la Sociedad Filarmónica de Bilbao el Concierto para violín de Brahms con la Mahler Chamber Orchestra y Daniel Harding, como director, con lo que consiguió el Diapason d’Or. 
    La entrevista: ¿Esta música pura, requiere suma concentración en el intérprete y máxima atención en el escuchante? 
    
Sí, por supuesto que requiere mucha atención. Es una música muy compleja y polifónica. La fuga en do mayor de Bach, por ejemplo, es la fuga más larga que compuso Bach y se precisa mucha atención para seguir todas las distintas voces hasta el final. A pesar  de tal concentración se crea un gran placer emocional y éste es el verdadero milagro de esta música.
     Aparte de ayudarnos a vivir, ¿la música de JS Bach puede enseñarnos a morir? ¿JS Bach nos puede quitar miedos?
    
Esta música sirve para mí como consolación en cualquier circunstancia de la vida. Es música que nos cultiva profundamente en este mundo pero a la vez nos enseña otro universo.          
    
¿Puede ser válida la definición dada por algunos expertos, al calificar a los grandes intérpretes como dobles domadores:el de las notas del pentagrama y el del instrumento que las ejecuta?
    
Por supuesto, todos los músicos deben buscar un perfecto control sobre su instrumento para interpretar de la mejor forma posible una pieza. Entender la partitura y desarrollar una buena técnica con el instrumento deben estar íntimamente ligados. El control sobre tu instrumento únicamente tiene sentido si sabes cuál es tu meta a nivel musical.
    ¿La música es relación y concordancia por encima de todo?
   
 Siento discrepar. La armonía no se entendería si no hubiera disonancia alguna.
    ¿Estará de acuerdo con Ludwig Wittgenstein cuando decía que la música de JS Bach está más cerca del lenguaje, que la música de Haydn y Mozart?
    La música de Bach y en general toda la música barroca es sin duda alguna música retórica diferente a la música posterior de Brahms o Mahler. Cuando estudias el estilo barroco  te enfrentas a reglas retóricas y a pensamientos filosóficos de la época. Esto y mucho más está reflejado en la música barroca y, en particular, en la música de Bach.

    N.- Lo que Isabelle Faust llama música retórica de Juan Sebastián Bach, es aquella que la Humanidad ha estado esperando miles de años. Esa música órfica-áurea e interestelar de JS Bach no se puede explicar con las pobres palabras de siempre, que pueden servir para narrar hechos heroicos o raptos de infinita alegría e incluso los arrebatados impulsos del frenesí carnal, mas será imposible describir el caudal que atesora el arte musical del cantor de Santo Tomás. Su música pasa por ser el verdadero lenguaje universal, y se constituye, por derecho propio, en Patrimonio de la Humanidad. Este juglar de Dios y los seres humanos, es el más grande hacedor de música, desde aquel coro griego del Orestes de Eurípides hasta nuestros días. 
    

       * En la imagen Isabelle Faust con un Stradivarius "bella durmiente" de 1704

                              [siguiente personaje Ramón J. Sender: 13-1-2014]

 

El País

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