Pilar Bonet

Sobre el autor

, corresponsal en Rusia y países postsoviéticos desde 2001 y testigo de la "perestroika" durante su primera estancia como corresponsal en Moscú (1984-1997). Fue corresponsal en Alemania (1997-2001). Trabajó para la agencia Efe en Viena (1980-82).

Eskup

Abjazia, dominó y democracia

Por: | 24 de octubre de 2011

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Fotos: Otto Lacoba.

El octavo campeonato mundial de dominó acaba de celebrarse en Abjazia, uno de los dos territorios (el otro es Osetia del Sur) que se autoproclamó independiente de Georgia. El evento no es baladí, porque gracias a ese campeonato (del 17 al 21 de octubre) varios centenares de personas (oficialmente 312 participantes de 25 países) han podido tener conocimiento directo de un entorno privilegiado por la naturaleza a las orillas del mar Negro. Abjazia ha sido reconocido por Rusia, que la protege militarmente, y unos pocos Estados más, entre ellos Nicaragua y Venezuela.

La oportunidad de ser anfitriones del campeonato es para los abjazos un paso hacia la identificación de su país como sujeto internacional. Georgia lo ha visto como un asunto político y, según el presidente de la Federación de Dominó de Abjazia, Artur Gabunia, Tbilisi ha hecho esfuerzos para impedir que se celebrara la competición y para disuadir la participación de algunos equipos, sobre todo de los vecinos armenios y azerbaiyanos. Para ser reconocida como miembro de la comunidad internacional, Abjazia tiene un arduo camino por recorrer. También tiene muchos problemas enquistados a resultas de la guerra que comenzó en 1992 sobre el telón de fondo de la desintegración de la URSS. La incursión armada de los georgianos acabó en 1993 con la derrota y expulsión de la población de esa nacionalidad que constituía la mayoría en Abjazia.

Con reconocimiento internacional o sin él, los abjazos afirman hoy orgullosos que su nivel de democracia interna supera al de Rusia y también a la misma Georgia. Hasta los intelectuales más críticos del territorio independentista (que los hay y bien formados) están de acuerdo en que esa democracia es su más preciado activo político. En este territorio donde los griegos levantaron sus colonias, la oposición se expresa con una libertad, que resulta envidiable vista desde Moscú, y quienes pierden elecciones saben que fueron derrotados en buena liza. A fines de agosto Alexandr Ankvab fue elegido presidente por el 54,9% de los votos, frente a otros dos candidatos, uno de ellos Serguéi Shamba, el primer ministro, que obtuvo el 21,02 % de los votos.

Ankvab ha sustituido a Serguéi Bagapsh, que falleció a finales de mayo y que, en 2005, había sido elegido por primera vez teniendo a la propaganda rusa en su contra. Ankvab, un jurista de 59 años, ha despertado nuevas esperanzas entre los abjazos, sobre todo porque se ha propuesto luchar contra la corrupción, que llegó a unas proporciones irritantes en la sociedad local. El presidente, que fue ministro del Interior durante la guerra y que después vivió largo tiempo en Moscú, ha dado una señal de su determinación al destituir a los altos funcionarios de la anterior administración más sospechosos de estar involucrados en negocios turbios. La medida, sin duda, aumentará el número de enemigos de Ankvab, que no son pocos, a juzgar por los cinco atentados que ha sufrido en el pasado. Ankvab es consciente del peligro que corre, por lo que protege a su familia, manteniéndola alejada de él.

Infatigable trabajador y parco en palabras, Ankvab hizo una campaña electoral muy práctica y concreta. De prosperar, el saneamiento de la gestión pública abjaza socavará la propaganda de Georgia, empeñada en desacreditar el pequeño territorio separatista y presentarlo como una cueva de ladrones. La campaña anticorrupción de Ankvab puede chocar también con influyentes sectores rusos que codician algunos de los tesoros de Abjazia (sus parajes vírgenes, el litoral y los bosques, entre ellos), situados a pocos kilómetros de Sochi, un hormiguero humano del litoral ruso del mar Negro ruidoso y lleno de atascos de tráfico, donde se celebrará la Olimpiada de invierno de 2014. El contraste entre la democracia interna de un territorio sin reconocimiento internacional y la falta de democracia de otros con asiento en la ONU es una de las paradojas del espacio postsoviético.

El pasado septiembre, algunos abjazos no ocultaban su disgusto cuando Rusia envió a la toma de posesión de Ankvav a la ex gobernadora de San Petersburgo y hoy jefa del Consejo de la Federación de Rusia, Valentina Matviyenko, por considerar ofensivo que un personaje que había sido elegido diputado local en unas vergonzosas elecciones manipuladas (requisito indispensable para poder promoverla a la cámara alta del parlamento ruso), representara a Moscú en la toma de posesión de su presidente.

El campeonato de dominó por equipos lo ha ganado un dominicano, y los primeros puestos han estado copados por latinoamericanos. En el campeonato había también españoles y portugueses y es seguro que quienes han asistido recordarán la atmósfera plácida del bar 'U Akopa' (Casa Akop) (también llamado 'Brejalovka'), que es el principal centro de juego dominó de Sujum y también el espacio más democrático de la capital de Abjazia. 'U Akopa' es un kiosko en el paseo marítimo, donde los abjazos se reúnen desde la madrugada hasta bien entrada la noche para conversar o jugar, no solo al dominó, sino también al ajedrez o a las damas. A golpe de fichas de dominó se duermen y se despiertan los huéspedes del vecino hotel Ritza, lugar histórico, si más no porque en él estaba alojado Trotski cuando murió Lenin en 1924.

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Putin, las ánforas y la crisis de confianza

Por: | 07 de octubre de 2011

Vladímir Putin nunca sacó dos ánforas griegas cuando hizo sus
pinitos como buzo el pasado verano en el estrecho de Kerch, entre el mar de
Azov y el Mar Negro. Por fin, Dmitri Peskov, el secretario de Prensa del jefe
del Gobierno de Rusia, ha tenido el valor y la sinceridad de reconocerlo en el
canal de televisión “Dozhd” (Lluvia).

“Putin no encontró las ánforas en el fondo del mar donde
yacieron durante muchos miles de años”, confesó rotundo Peskov, que aseguró haber
estado de vacaciones cuando su jefe descendía a las profundidades marinas allí
donde había estado la colonia griega de Fanagoria. Lavándose así las manos respecto
a aquella puesta en escena, el secretario de Prensa supuso que las ánforas habían
sido descubiertas por los arqueólogos que trabajaban en aquel entorno y que las
volvieron a depositar en el fondo del mar para que Putin las viera al sumergirse.

Las revelaciones de Peskov no son un secreto para nadie y
mucho menos para quien se pasó la infancia buscando vasijas fenicias con las
gafas de bucear cuando aún podían encontrarse fácilmente pedazos de viejas
cerámicas en las costas de Ibiza. A diferencia de aquellos restos de ánforas
tapizadas de caracolillos y recubiertas de plantas marinas, las de Putin
estaban limpias y pulidas. Quienes le prepararon el decorado al hombre fuerte
de Rusia no tuvieron siquiera la picardía de primeros vendedores de "souvenirs"
de las Pitiusas, que solían sumergir jarras nuevas en el fondo del mar con el
fin de que adquirieran la textura necesaria para engañar a los turistas.

La sinceridad es loable en un ambiente político que se caracteriza
por una masiva producción de “Aldeas de Potemkin” (decorados como los que
ideaba el conde Potemkin en el siglo XVIII para que Catalina la Grande tuviera
una impresión positiva de sus dominios). Sin embargo, Peskov ha sacado el genio
de la botella y ha provocado una peligrosa crisis de confianza.

Ahora, es legítimo preguntarse si el torso que Putin exhibió
cuando cabalgaba por Siberia era realmente su propio torso. ¿O era el torso de Schwarzenegger?
¿Y qué decir del otro torso, el que Putin mostró recientemente al hacerse un examen
médico ante las cámaras? ¿Eran ambos torsos el mismo torso?¿Y a quien
pertenecían?

Cabe también inquirir dónde se sumergió realmente Putin
cuando, metido en un batiscafo, descendió en un medio líquido oscuro. ¿Era
realmente el lago Baikal o se trataba de una piscina? ¿Y los aviones?, ¿Era un
caza de verdad el que Putin pilotó protegido con un casco? ¿O era un simulador
de vuelo?

¿Y el tigre que acarició el primer ministro? ¿Era de verdad
una fiera?, ¿Acaso, un felino domesticado?, ¿ tal vez, un agente de seguridad
disfrazado? ¿Y el piano que toco? ¿Y la canción que cantó? ¿Eran los talentos
musicales y vocales de Putin o se trataba de un karaoke? Vaya crisis de
confianza que ha provocado Peskov. Fin

Ciudadano poeta

Por: | 04 de octubre de 2011

La sátira política y social goza de buena salud en Rusia. El ingenioso escritor Dmitri Bykov asegura a los rusos una carcajada semanal con “Ciudadano Poeta”, un programa radiotelevisivo en el cual sus versos estilizados a la manera de autores famosos son leídos por el polifacético actor Mijaíl Yefrémov. Ambos forman el tandem más divertido de Rusia. Bykov pone la rima y Yefrémov, el gesto y la caracterización del personaje de turno en un decorado de época. “Ciudadano Poeta” es emitido por la emisora F5 que lo acompaña con imagen y en versión radiofónica sin imagen en El Eco de Moscú ,donde se emite el lunes por la mañana.

Putin
REUTERS.

El último programa “El Espectáculo del Año” ha estado dedicado al líder Dmitri Medvédev y su alocución en favor de la candidatura de Vladímir Putin a la presidencia de Rusia. El autor emulado ha sido William Shakespeare y el monólogo de Hamlet “Ser o no Ser”. Disfrazado de príncipe danés, Yefrémov pregunta a la calavera, “Puede ser que me digas pobre Riurik si yo seré o no seré”. “Tu no serás”, responde la sombra del padre, y continúa “ahora cambiaremos de lugar”. “¿Pero voy a volver alguna vez o no? ¿Qué puedo esperar al entregar la corona?”, pregunta Hamlet-Medvédev. “Me temo, hijito, que dentro de doce años el país estará del todo sumergido, como ya casi lo está. Date prisa en ingresar en un monasterio”, responde la sombra.

Bykov, biógrafo de Boris Pasternak, autor de varias novelas y galardonado con varios prestigiosos premios, no deja titere con cabeza. Al partido “La Causa Justa” y al oligarca Mijaíl Prójorov los imitó basándose en Iosif Brodski. También ha parodiado la seección de la película “La Ciudadela”, una costosa superproducción dramática de Nikita Mijailkov, como representante de Rusia al Oscar de Hollywood. Una de sus producciones más divertidas fue “El Pepino Asesino”, basada en Vladímir Mayakovski y dedicada al médico jefe de Rusia Guennadi Oníshenko, cuando éste decidió prohibir la importación de verduras de la UE.

Mientras reventaba pepinos, Yefrémov elogiaba a Oníshenko por proteger a los rusos de los vinos georgianos, el tocino ucraniano y las verduras europeas. “En algún lugar/con esperanza de penetrar aquí/apretando entre los dientes un bacilo intestinal/repta/el pepino asesino/ en respuesta/ Guennadi (Oníshenko) dio un rugido/ por todas partes/ buscando los colmillos de los enemigos/ y de un solo salto/cerró a cal y canto la frontera/ para la hortaliza forastera”. Bykov ha dedicado también un programa a la desaparición del asfalto de la carretera entre Chitá y Jabárovsk un año después de que pasara por ella Vladímir Putin. Bykov y Yefremov han llevado su espectáculo a los teatros de Rusia.

En verano, en la sala Satira,justo casi enfrente al Kremlin, los moscovita se partían de risa viendo actuar a Yefrémov, mientras Bykov con una vieja máquina de escribir componía en el mismo escenario un poema sobre el tema solicitado por el público. Las entradas más baratas costaban cerca de 50 euros y el local estaba abarrotado. A juzgar por los buenos y caros coches que recogían a los espectadores tras la sesión, se trataba de gente acomodada y de orden. También recientemente, en vísperas del congreso de Rusia Unida, el algún que otro delegado de ese foro del partido gubernamental acudió a ver al "tandem del humor" ruso antes de enfrentarse a otro tandem que puede dar ganas de llorar. fin

El nuevo espacio de Memorial

Por: | 03 de octubre de 2011

Actualizado 4 octubre a las 16,55 horas.

DSC01178 Yelena Zhemkova con una colección de fichas de condenados a muerte en el Gulag


Buena noticia. La asociación Memorial ha inaugurado oficialmente su nuevo local, un estupendo espacio de 1000 metros cuadrados en el centro de Moscú, donde por fin han encontrado un lugar digno sus archivos sobre la represión estalinista en la URSS. Memorial, una entidad fundada durante la “perestroika”, se ha consagrado a conservar la memoria histórica y también, a velar por los derechos humanos y a debatir y plantear temas históricos, filosóficos y morales claves para la deslavazada sociedad rusa. Ahora, estas actividades podrán transcurrir en un interior diseñado por el arquitecto Piotr Pasternak (nieto del escritor Borís Pasternak), que ha reproducido el tema “vagón de mercancías” por medio de elementos de hierro de color granate. Esta estilización ,a modo de “leit-motiv”, evoca los trenes que durante semanas y hasta meses llevaban a los deportados a los campos de concentración de Siberia o Asia Central como si fueran sacos de cereales o ganado.

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 Vitrinas con objetos procedentes de los campos estalinianos, tabaco, vajilla y dibujo infantil.

El nuevo local de Memorial, con grandes ventanales a la calle, algo poco frecuente en Moscú, ha costado 84 millones de rublos (poco más de dos millones de euros), lo que es una ganga en el mercado inmobiliario de la capital rusa, refractario a las crisis que afectan a otras ciudades. Los responsables de Memorial subrayan que han sido 84 millones “honrados”, entregados al único propietario que, en cinco años de búsqueda, se ha avenido a vender legalmente por el importe íntegro de la transación sin transferencia colateral a Chipre o maleta cargada de dólares bajo la mesa. Yelena Zhemkova, que fue la encargada de la compra, afirma que esta ha sido posible gracias a los mecenas y donantes, sobre todo extranjeros, entre ellos la fundación Ford, la Open Society la fundación Böhl, o la fundación Dinastía, esta última, rusa.

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