Pilar Bonet

Sobre el autor

, corresponsal en Rusia y países postsoviéticos desde 2001 y testigo de la "perestroika" durante su primera estancia como corresponsal en Moscú (1984-1997). Fue corresponsal en Alemania (1997-2001). Trabajó para la agencia Efe en Viena (1980-82).

Eskup

El cinturón de la Virgen

Por: | 27 de noviembre de 2011

DSC01562
Los rusos tienen un tesón y una capacidad de sacrificio extraordinarios. Lo hemos constatado frente a la catedral de Cristo Salvador de Moscú, por donde han pasado más de medio millón de personas largo para acercarse a una reliquia considerada importante en la comunidad cristiana ortodoxa, el cinturón de la Virgen María, del monasterio de Vatopedi en el Monte Athos, en Grecia.

La reliquia, que visita por primera vez Rusia, ha deambulado de ciudad en ciudad en un trayecto en forma de cruz que comenzó el 20 de octubre en San Petersburgo, donde la recibió el jefe del gobierno Vladímir Putin. A Moscú llegó el 19 de noviembre, tras pasar por Yekaterinburg (en los Urales), Norilsk (en el círculo polar ártico), Vladivostok (en el Pacífico), Tiumén (en Siberia). El lunes 28 de madrugada, el cinturón de la Virgen concluye un periplo que ha sacado a la calle a multitudes. En Moscú, las colas han llegado a ser de varios kilómetros y las esperas, de varias horas y hasta de más de un día. Un aluvión humano llegado de todo el Estado ha aguantado estoicamente el frío, la lluvia y las primeras nieves. Esta vez, las autoridades civiles han estado a la altura del evento, dosificando el acceso de los peregrinos, ordenando la masa humana con vallas y proporcionando servicios como autobuses para entrar en calor, lavabos y bebidas.

Tal ha sido la afluencia que las autoridades eclesiásticas, en un intento de consolar o compensar a quienes no llegaran a ver el cinturón, informaban a los fieles de la existencia de otras reliquias de la Virgen María, consideradas igualmente importantes, accesibles sin aglomeraciones y de forma permanente en otras iglesias de Moscú.

Cada uno sabrá qué le ha atraido a la catedral, una reconstrucción de otra que fue derruida en los años treinta por Stalin: ¿Curiosidad? ¿Fe? ¿Esperanza de milagro? ¿La cola en sí misma transformada en un simbólico polígono de pruebas de la capacidad de sacrificio y superación? ¿El ritual? ¿La norma?

La estratificación viciada de la sociedad se ha reproducido también en esa cola que ha contado con un acceso privilegiado para VIPS y que ha sido realmente un microcosmos del país, a juzgar por mi experiencia en uno de los accesos a la catedral, el más próximo hasta donde me permitió llegar la acreditación del ministerio de Exteriores.Rotation of DSC01597

Allí, el controlador exigía un pase especial emitido por las autoridades eclesiásticas: “El ojo de Dios lo ve todo y no tengo derecho a dejarla pasar. Y además, aquí hay un video que me está vigilando”, decía el funcionario. Mientras unos colegas del canal NTV, encallados también frente al control, llamaban al departamento de Prensa, las verjas se abrían para los portadores de pases expedidos por la patriarquía:

“¿Dónde lo consiguió?”

 “Me lo dieron en la parroquia”, decía una mujer mayor.

“Tengo un pariente que trabaja en Sofrinó”.

“¿Sofrinó?”

“Así se llama la empresa de producción de objetos de culto de la iglesia ortodoxa rusa. Pero dejaron de repartir invitaciones cuando descubrieron que las estaban vendiendo a cinco mil rublos (unos 120 euros)”, dice una mujer antes de deslizarse rauda a la siguiente zona de control.

Un hombre rechoncho con sotana vende estampas. Afirma ser el monje Porfionov, de la provincia de Kostromá. Las estampitas, asegura, protegen contra los ladrones y los incendios. ¿El precio? “La voluntad”.

El controlador mira con suspicacia uno de los pases: “Esto es una falsificación. Lo veo perfectamente. He detectado 250 falsificaciones hoy”, dice, impidiendo la entrada a dos mujeres.

Llega el funcionario de Prensa y con él queda libre el acceso a la catedral, aunque por la puerta de salida, en dirección contraria a quienes acaban de contemplar la reliquia. Todo es tan rápido que no veo nada. Sólo las vestimentas doradas, azules y blancas de los popes y los uniformes de los oficiales de las tropas de Ferrocarriles, que montan gurdia junto a la reliquia. Vladímir Yakunin, el jefe de los Ferrocarriles de Rusia (RZHD), es el presidente del patronato del Fondo Andréi Pervozvanni, que ha contribuido a traer el cinturón a Rusia.

“¿Dónde está la reliquia?”

“¿Pero no la ha visto?”, pregunta un hombre que con infinita amabilidad me lleva ante un cofre con tapa acristalada.

Salgo.

A la puerta de la catedral, un empleado del servicio de orden da la mano a una niña de aspecto acongojado: “Los padres de Masha…, por favor, los padres de Masha… que vengan a recogerla”.

En la escalinata, numerosos buzones para quien quiera contribuir a la reconstrucción de diversos monasterios, y repartidores de folletos de rutas turísticas y de peregrinación, además de dos puntos de distribución de réplicas en miniatura de los cinturones de la Virgen, acompañadas de la bendición del patriarca Kiril.

Esto ocurre en noviembre de 2011. Constato y reflexiono.

 

DSC01610

Silbidos y síntomas

Por: | 22 de noviembre de 2011

Por primera vez, la intervención del primer ministro de Rusia, Vladímir Putin, despertó reacciones negativas en un acto público masivo. Sucedió el domingo 20 de noviembre en el complejo olímpico de Moscú tras el combate de lucha libre que concluyó con la victoria del ruso Fedor Emilianenko sobre el norteamericano Jeff Monson. El candidato a la presidencia del Estado, que se encontraba entre los espectadores, subió al ring para felicitar al ganador y, mientras pronunciaba unas breves palabras, el público le silbó y le abucheó. La televisión rusa trasmitió las imágenes con todo su acompañamiento sonoro que posteriormente fue rebajado de tono y amortiguado, según creyeron advertir quienes compararon atentamente las imágenes.

Fuera como fuera, el incidente se convirtió en un agitado tema de discusión en el internet ruso a menos de dos semanas de las elecciones legislativas del 4 de diciembre, en las que Rusia Unida, el partido gubernamental, espera renovar su mandato como principal fuerza política del país. Unos interpretaban los silbidos y abucheos como un síntoma del declive político de Putin, mientras otros ponían en duda el motivo y la intensidad de estas manifestaciones y las atribuían a otras causas, como el hecho de que los lavabos del complejo deportivo estuvieran cerrados por razones de seguridad.

En su popular blog, el político de oposición Alexéi Navalni calificó el suceso como “fin de época” y aprovechó para citar el reciente informe del Centro de Elaboraciones Estratégicas en el que, sintetizando, se afirma que la marca “Putin” rebasó ya su cénit para comenzar un declive que sólo podría ser evitado con una maniobra casi imposible para renovar su presentación como producto político. Putin se prepara para volver a la presidencia y sustituir en ella a Medvédev que ha custodiado el puesto durante cuatro años. Según el informe del Centro de Elaboraciones Estratégicas, el “enroque” entre ambos ha tenido consecuencias “irreparables”, ya que ha evidenciado la “falta de independencia política de Medvédev” y ha hecho que éste pierda el atractivo que tenía cuando formaba parte del tándem, que apelaba a una sociedad en fase de diversificación. Los que apoyaron a Medvédev no engrosan las filas de los partidarios de Putin que, debilitado por el "enroque", se enfrenta ahora en solitario al problema del envejecimiento de su “marca”, sin poder apelar simultáneamente a los dos sectores que formaban la base de poder del “tandem”, los conservadores y los modernizadores. Estos últimos eran la base de Medvédev mientras tenían alguna esperanza de que este político fuera un complemento y no un apéndice.

El lunes por la noche, para acabarlo de arreglar, el secretario de Prensa del jefe de Gobierno, Dmitri Peskov, argumentó que la reacción del público tras el combate de lucha libre del domingo no iba dirigida contra Putin sino que contra el perdedor Monson. Peskov dijo que el estadio había recibido con aplausos y calidez al primer ministro y que los comentarios sobre el “fin del sistema” son “tonterías”. En los últimos años, las protestas políticas en Rusia son puntuales y tienen una convocatoria limitada. Los analistas discrepan sobre la posibilidad de que los estallidos de insatisfacción puedan cristalizar a corto plazo en algo de mayor peso, pero observan detenidamente las agitaciones aisladas de la sociedad. El sábado varios estudiantes fueron arrestados frente a la Universidad Estatal de Moscú por protestar la decisión de su sindicato de ingresar en el Frente Popular, una entidad constituida para dotar a Putin de una base más amplia que el partido Rusia Unida.

El analista Daniil Kotsubinsky compara las protestas estudiantiles actuales con las del estudiantado ruso en época zarista, en 1899 en San Petersburgo, y en 1911 en Moscú, y extrapolando augura que puede esperarse una revolución para 2017. Por su parte, Alekséi Venedíctov, el director de la emisora El Eco de Moscú, afirma que, de momento, los silbidos contra Putin son más bien un síntoma de “irritación” que de “indignación”. Claro que los “irritados” pueden convertirse en “indignados”. Fin

Rusia, la OMC y los problemas del Cáucaso

Por: | 11 de noviembre de 2011

Geo cine-La otra orilla 2

Fotograma de la película "La Otra Orilla" de George Ovashvili.

Gracias a un acuerdo con Georgia, Rusia ha desbloqueado el camino de ingreso en la Organización Mundial de Comercio (OMC), pero ha causado inquietud en Abjazia y Osetia del Sur, dos territorios del Cáucaso que se autoproclamaron independientes de Tbilisi y que fueron reconocidos como Estados por el Kremlin en 2008. Están por ver aún los detalles, pero el trato ruso-georgiano, concertado gracias a la mediación diplomática de Suiza, prevé la presencia en territorio ruso de observadores internacionales que controlarán la carga procedente de Georgia y de los territorios separatistas de Osetia del Sur y Abjazia por los pasos fronterizos de Lars, Rok y el río Psou, respectivamente.

Los observadores rendirán cuentas a Suiza y enviarán su información a un banco de datos al que tiene acceso Georgia. De este modo, Tbilisi podrá saber cuántas toneladas de mandarinas o de nueces salieron de Abjazia camino de Rusia. El acuerdo no se hace extensivo a las comunicaciones aéreas o marítimas entre Rusia y las regiones separatistas, por lo que Moscú podrá seguir enviando tropas o equipo bélico por estas vías (en el caso de Osetia del Sur no hay mar) para mantener las bases militares que tiene en aquellos territorios.

El régimen georgiano de Mijaíl Saakashvili ya ha calificado el acuerdo con Moscú de éxito diplomático y los rusos, pese a afirmar que no han retrocedido en el reconocimiento de los Estados separatistas, son conscientes de que el documento puede ser interpretado en provecho propio por la propaganda georgiana. Las realidades subyacentes son complejas y habrá que esperar un tiempo para valorar la incidencia del acuerdo en la geopolítica caucásica.

El Cáucaso —norte y sur— es una zona de importancia estratégica para Rusia por existir en ella numerosos conflictos latentes, susceptibles de estallar de forma encadenada. La lógica de Moscú responde a modelos de superpotencia y es diferente y más compleja que la lógica de las pequeñas comunidades que tratan de defender su cultura y su identidad en un mundo globalizado. Los principales intereses del Kremlin en el Cáucaso son la seguridad y la estabilidad. Para conseguirlos, una buena relación con Georgia sería de gran importancia, pero tal relación no puede existir de hecho en tanto Abjazia y Osetia no se hayan insertado en el rompecabezas del Cáucaso de forma aceptable para sus vecinos.

De ahí, que el acuerdo georgiano-ruso además de ser interpretado como el resultado de la presión occidental sobre Georgia, puede serlo también como un mensaje de apertura de Moscú a Tbilisi y el inicio de un proceso de acercamiento. No es de ciencia ficción pensar que Moscú se podría plantear de nuevo alguna configuración en el sur del Cáucaso, quien sabe si a la larga un modelo de confederación entre Georgia propiamente dicha, Abjazia y Osetia que fuera aceptable para todos ellos. Claro que no sería con Mijaíl Saakashvili en el poder en Tbilisi, sino con algún otro tipo de gobierno receptivo a las percepciones de seguridad de Moscú. La oposición a Saakashvili cuenta con aliados en Rusia, entre ellos discretos especialistas en propaganda política.

Si en Tbilisi hubiera un régimen neutral y amigo, Rusia sentiría menos necesidad de defender los intereses separatistas o mejor dicho, de defender sus propios intereses mediante Abjazia y Osetia del Sur. Saakashvili tuvo en su momento la oportunidad de mantener la unidad formal de su Estado a cambio de neutralidad, pero la rechazó, sobrevalorando sus fuerzas y el apoyo que occidente estaba dispuesto a prestarle frente a Moscú. En Rusia incluso las decisiones más radicales pueden revisarse, a no ser que se hagan irreversibles. Recordemos que en 1996, en virtud de los acuerdos de Jasavyurt (borrados ahora de la memoria política) el Kremlin de hecho reconoció la independencia de Chechenia, sin embargo los chechenos fueron incapaces de gestionar esa independencia, y Rusia acabó recuperando las riendas del territorio Caucásico que en algún momento dejó sueltas por incapacidad de empuñarlas.

A diferencia de Abjazia, con capacidad de gestionar sus recursos y un sistema político articulado, los líderes de Osetia del Sur son incapaces de resolver los problemas de aquella comunidad cada vez más despoblada, y se han enquistado en la dependencia absoluta de Moscú. Y una se pregunta si no estarán desaprovechando una ocasión única de demostrar que son capaces de gestionar su destino y acabarán sucumbiendo a la lógica de la potencia rusa y de sus intereses globales, que por supuesto incluyen el ingreso en la OMC.

Premios y cinismo

Por: | 03 de noviembre de 2011

Varios destacados periodistas críticos de la política rusa acaban de ser galardonados con premios estatales (la más alta distinción del Estado) por el gobierno que dirige Vladímir Putin. Entre los distinguidos está Mijaíl Békevov, el director del diario Jímkinskaia Pravda, que publicó valientes artículos denunciando a las autoridades de Jimki, municipio satélite de Moscú en cuya jurisdicción se ha talado un antiguo bosque para construir una nueva autopista de Moscú a San Petersburgo.

La tala del bosque provocó la más amplia y organizada movilización social y ecológica que ha vivido Rusia en los últimos años. En 2008, Béketov fue golpeado brutalmente y,a consecuencia de la agresión, perdió una pierna y sufrió irreparables daños cerebrales. El galardón concedido -una suma que en 2010 equivalía a un millón de rublos (algo menos de 25.000 euros)- no podrá devolverle la salud perdida al valiente periodista, que se mueve en silla de ruedas y tiene dificultades de habla.

El premio con cedido a Béketov no puede ser considerado como un acto de generosidad, ni mucho menos. La investigación sobre los autores de la paliza no ha dado resultado y la autopista Moscú-San Petersburgo, proyecto en el que participa un empresario cercano a Vladímir Putin, sigue adelante. La autopista en cuestión corre a cargo de la empresa Compañía Concesionaria del Noroeste, el 50% de la cual pertenece a Arkadi Rótenberg, que es un amigo de Putin, y otro 50%, a la francesa Vinci, según Védomosti. Este diario ha afirmado que Putin se disculpó personalmente ante los franceses porque las obras se habían retrasado.

PUTIN
REUTERS.

Efectivamente, las protestas en contra de la tala en el verano de 2010 obligaron al presidente Dmitri Medvédev a paralizar las obras y a encargar estudios suplementarios del proyecto, lo que paralizó temporalmente las excavadoras, pero no alteró el plan inicial. El asunto ha tenido también repercusiones internacionales y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo se salió de la financiación de la autopista, siendo sustituido por bancos controlados por el Estado ruso.

En la Rusia actual hay otros ejemplos de iniciativas críticas contra instituciones del sistema que han sido premiadas por otras instituciones de ese mismo sistema. ¿Esquizofrenia de las autoridades? ¿Nuevo estilo de gestión post modernista? ¿Distintos centros ideológicos dentro de la administración? ¿Nuevos y perversos métodos propagandísticos para tranquilizar a los críticos occidentales de la falta de libertad de expresión?

Sean las que sean las razones, lo importante no ha cambiado. Como afirma Védomosti, la autopista Moscú-San Petersburgo pasará por donde está programado, seguirán deteniendo a quienes participan en manifestaciones críticas y los “funcionarios y amigos del tándem dirigente (el presidente Dmitri Medvédev y el jefe de Gobierno Vladímir Putin) se enriquecerán “más deprisa que Steve Jobs”. “El mejor premio a la sociedad civil sería el esclarecimiento de los asesinatos de periodistas, el fin de la censura en la televisión y el cese de las palizas, por las cuales después entregan premios”.

Y como muestra actual de que la realidad rusa no ha cambiado, las autoridades de Jimki han vetado (alegando un defecto de forma) la lista entera de los candidatos del partido Yábloko a las elecciones del consistorio local, que se celebran el 4 de diciembre. La lista contaba con la presencia de los principales activistas de oposición y el apoyo la líder del movimiento de defensa del bosque de Jimki, la enérgica y carismática Yevguenia Chírikova. Así, todos los compañeros de lucha de Béketov acaban de ser eliminados de la contienda por el control de la política local en Jimki.

"Es el colmo del cinismo y pura propaganda que le den el premio a Béketov y no hayan llegado a esclarecer quien le golpeó ni hayan castigado a la gente que organizó esa paliza para matarlo",dice Serguéi Parjómenko. Este veterano y crítico periodista también galardonado por Vladímir Putin piensa entregar su premio a una fundación a cargo de niños con leucemia y opina que Béketov se merecería una pensión estatal que cubriera los gastos de su costoso tratamiento médico.

 

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal