Ensayo de La Tempestad . Foto de Yulia Kriskovets
Mientras las relaciones políticas ruso-norteamericanas se agrian o, como mínimo, se acartonan cómo máscaras en espera de mejores tiempos, la cultura tiende puentes entre los norteamericanos y los artistas nacidos o criados en Rusia y también en los Estados postsoviéticos. Ejemplo de ello es el teatro, como he podido observar durante una estancia de cuatro meses en Washington. Dos de los éxitos de crítica y público de esta temporada en la capital norteamericana se han visto protagonizados por oriundos de la ex URSS. Se trata del ruso Yuri Urnov, director invitado en el “Woolly Mammoth”, y del georgiano Paata Tsikurishvili, que dirige el Synetic Theater, una compañía donde conviven georgianos, rusos, ciudadanos de los Países Bálticos y del Este de Europa.