Pilar Bonet

Ucrania:¿Quién tiene el pegamento?

Por: | 16 de mayo de 2014

IMG_7577

Foto: Pilar Bonet

“El Sendero Luminoso” es un colmado ubicado en uno de esos barrios de Donetsk que surgieron en torno a minas o plantas industriales. El barrio, en el sudeste de la ciudad, se llama Budionovski y el colmado fue en el pasado la cantina de los directivos de una nociva fábrica de materiales aislantes, cerrada por obsoleta.
Alexéi es el dueño de “Sendero Luminoso” y para ilustrar qué entiende por tal, en la fachada del colmado, cuelga un cartel donde Vladímir Lenin, el fundador de la URSS, vestido de Supermán con la hoz y el martillo en la capa, se dirige hacia una cesta llena de comestibles. Bajo el cartel, dos hombres beben cerveza y picotean unos arenques. En el interior de la tienda, se mantienen los mosaicos que decoraban la antigua cantina y un Yuri Gagarin en escafandra, en tonos grises, blancos y negros, asoma detrás de las tabletas de chocolate producidas por Piotr Poroshenko, el candidato favorito de las elecciones presidenciales ucranianas que se celebran el 25 de mayo.
La naturaleza exuberante disfraza y dulcifica la decadencia industrial, las naves abandonadas, los hierros oxidados, los residuos del carbón, que se vende aquí mismo en la calle, en cubos, al por menor. Alexéi está dispuesto a hacer frente a la crisis desde esta tierra de gentes curtidas y duras que soportan y callan durante años cual siervos y, de repente, se expresan de forma contundente y hasta brutal.
“Los precios suben y la capacidad adquisitiva disminuye. Compran menos, pero seguirán comprando eso, aunque se priven de esto otro”, dice Alexéi señalando primero hacia la estantería del vodka y después, hacia los comestibles. “Es difícil que las cosas puedan ir bien en Ucrania”, reflexiona. Hace una pausa y pregunta: “¿Quién tiene el pegamento para pegar este país hecho de retales?”. “Cortar es más fácil que pegar”, asegura rotundo.

IMG_7571

Foto: Pilar Bonet

Alexéi deja a su pulcra dependienta colocando la mercancía y sale a la calle. Abre su coche, un modesto utilitario soviético que le sirve desde hace veinticinco años, según dice, y saca con cuidado un libro de su infancia al que tiene en gran aprecio. Se titula algo así como “Relato sobre el impresor Iván y sus libros” y fue publicado en1983 en la editorial “Malish”. En las guardas está dibujado un “mapa del Estado Ruso a mitad del siglo XVI” en el que además de esta entidad se identifican los vecinos tales como el Kanato de Crimea, el Gran Ducado de Lituania. Dentro del “Estado ruso” está el río el río Severnii Donetsk. “Ve, aquí no está Ucrania y esta obra no tiene nada que ver con la política actual”, afirma, hojeando el libro, que se editó por primera vez en 1979 y cuyo responsable era un tal A.A.Sídorov, de la Academia de Ciencias de la URSS, a juzgar por los datos tipográficos.
“¿Cómo interpretar esto?”. “En Rusia no regalan caramelos, pero sin Rusia no somos nada. ¿Qué tenemos nosotros para ir a Europa? Mi padre sirvió en el Ejército Soviético en Alemania y yo viví tres años allí. Vi la cultura local, vi como cuidan las cosas”, dice Alexéi, recogiendo una colilla que alguien ha echado sobre la arena del parque infantil que ha improvisado junto al colmado. “La destrucción, la ruina no está en el entorno, sino en la cabeza. Si ordeno mi cabeza, dejaré de tener una ruina en el entorno”, dice Alexéi filosóficamente, en una cita que atribuye a un clásico de la literatura rusa.


“En todas partes hay ladrones y pillos”, explica Alexéi refiriéndose a un amigo que los emisarios de la autoproclamada República Popular de Donetsk están presionando para que les ayude. ¿Qué hará si los separatistas acuden a él para que contribuya? Alexéi no lo duda, llamará a un “amigo” que le protege y le dejará en paz. ¿Es posible vivir sin “protección” en Donetsk? Lo es, dice, pero los impuestos que el pequeño empresario tiene que pagar son tantos que acabaría ahogado, por eso todos se ven abocados a la ilegalidad.
“Hay Estados sin materias primas donde la gente trabaja y vive bien. ¿Por qué no podemos hacer nosotros lo mismo? ¿Qué nos impide trasplantar aquí las leyes europeas y hacer que funcionen? Dígame, ¿qué nos lo impide?”.
Le hablo de oligarcas y de sus imperios feudales, mantenidos por personas que se someten a estas estructuras paternalistas sin rechistar por miedo a vivir peor si protestan. Si salen a patrullar Mariúpol los obreros de Rinat Ajmétov no lo hacen en función de su propia iniciativa como ciudadanos, sino porque Ajmétov se lo ha mandado.
“Ahora se está creando una nueva realidad”, ataja Alexéi. “El referéndum habrá estado mal organizado, pero la gente fue a votar y lo hizo sin que nadie la obligara, como ciudadanos y en nombre propio”, afirma. “Cualquiera de los caminos que tenemos por delante será duro, pero hay que moverse y avanzar. Yo no voy a huir a ninguna parte”, dice, y vuelve a entrar en el colmado. De detrás del frigorífico de los refrescos, saca dos banderas, una la de Ucrania soviética, que perteneció a su abuelo, y otra la del Estado ucraniano actual.
“Volvemos a lo que le preguntaba al principio: ¿Quién tiene el pegamento para pegar este país?”, dice con ambas banderas en la mano. En la fachada de “El Sendero Luminoso” hay dos soportes para los mástiles.

Hay 0 Comentarios

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

Sobre el autor

, corresponsal en Rusia y países postsoviéticos desde 2001 y testigo de la "perestroika" durante su primera estancia como corresponsal en Moscú (1984-1997). Fue corresponsal en Alemania (1997-2001). Trabajó para la agencia Efe en Viena (1980-82).

Eskup

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal