“Todo el pueblo ruso debe unirse en un único Estado formado por Rusia, Ucrania y Bielorrusia”. Este es el “ideal” del coronel Igor Strelkov, el ex ministro de Defensa de la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD en la provincia ucraniana de Donetsk”), quien el jueves protagonizó una rueda de Prensa en Moscú, convocada en ambiente de secreto y conspiración en un hotel lejos del centro. El objetivo era anunciar el lanzamiento de una nueva organización humanitaria para ayudar a los insurgentes y sus familias,que pasan hambre y frío entre ruinas en zona de conflicto en el Este de Ucrania, el territorio que los políticos y propagandistas rusos insisten en acuñar como “Novorossia” para confundir a quienes no estudiaron bien la Historia.
Strelkov explicó que su iniciativa tenía un carácter puramente humanitario. La ayuda oficial es “insuficiente” y “una importante parte” de la ayuda humanitaria enviada desde Rusia “va a parar a la venta libre” “en lugar de ser entregada” a quien lo necesita, dijo el oficial que prometió ejercer “control” del reparto y “desenmascarar” a los que, con el pretexto de la beneficencia, “se dedican a enriquecerse, que no son pocos”.
Efectivamente, la organización de la ayuda humanitaria a Donbás (las provincias de Lugansk y Donetsk) suscita preguntas en quienes han observado con qué celeridad mejoran su atuendo y refinan sus hábitos los ciudadanos ucranianos que, presentándose como exiliados políticos, pululan en Moscú y otras ciudades rusas en torno a las instituciones dispuestas a compartir sus recursos con los hermanos del otro lado de la frontera.
La rueda de prensa de Strelkov era esperada por sus seguidores desde hace un mes y el resultado defraudó a algunos. En vez del oficial que en verano fustigaba al Kremlin por no apoyar suficiente a los insurgentes, había un hombre en traje y corbata que leía un texto preparado de antemano y que evitó el enfrentamiento con los dirigentes rusos. Strelkov dijo no tener ni “palancas” ni “influencia” ni “información sobre los planes de los dirigentes rusos”, afirmó “no tener nada que ver” con los líderes actuales de Donbás y subrayó que se había opuesto a las elecciones organizadas por los separatistas el próximo domingo.”No entiendo cómo se pueden hacer elecciones cuando hay guerra y disparan, pero como la decisión está tomada no voy a comentarla”, afirmó. “La confusión en Ucrania no acabó. Se necesitarán aún muchas vidas para superarla y es mejor conservar esas vidas para el combate decisivo”, opinó el oficial, según el cual a las autodenominadas repúblicas populares les ha faltado “el reconocimiento por parte de Rusia”. El coronel no excluyó que la guerra actual pueda transformarse en otra, “de gran envergadura”. En Ucrania hay un “grandes posibilidades de que se reanuden los combates” y la tregua con Kiev es solo “una pausa”.
Preguntado si se sentía cómodo vestido de paisano, el coronel dijo que “durante mucho tiempo trabajé en el aparato central del Servicio Federal de Seguridad y la corbata y la americana no me son extrañas, aunque siempre preferí el uniforme militar”.
Desde la página de web del oficial, que lleva la divisa “Por la fe, por el zar y por la patria” la conferencia de prensa se trasmitía en directo. En la pequeña sala atestada de periodistas rusos, que aplaudían de vez en cuando, había personas que lucían las condecoraciones inventadas por el mismo Strelkov. Entre ellas estaba la alemana Margarita Seidler, que trata a los dirigentes ucranianos de "junta" y "fascistas", con dos Cruces de San Jorge (versión Strelkov) sobre el pecho. El militar, aficionado a la reconstrucción de batallas históricas, condecoró a siete hombres en traje de camuflaje, según dijo, como reconocimiento por su papel en la defensa Slaviansk, ciudad que Strelkov tuvo que abandonar a principios de julio ante el avance de las tropas leales a Kiev.
Junto con otros ciudadanos rusos vinculados con los servicios de Seguridad, Strelkov ocupó un alto cargo en la RPD durante un par de meses. Igor Boradái, que fue jefe del Gobierno, Vladímir Altuféiev, que fue vicejefe del Gobierno, y Strelkov aparecieron en Donetsk de repente, tras haber estado en Crimea, y volvieron a Rusia también de repente. Según medios políticos rusos, cumplían misiones supervisadas desde alguna de las torres del Kremlin y financiadas por el “empresariado patriótico”. Los analistas intentan entender qué clase de gente (y con qué uniforme) necesita hoy el Kremlin en Donbás. Strelkov, de momento, parece aparcado: No encabeza una rebelión ni un motín nacionalista ni un partido político, como algunos temían y otros deseaban. El coronel se ha responsabilizado de una organización humanitaria que garantiza con su nombre, pero dice estar dispuesto a “encontrar de nuevo” su “lugar” en las filas para “defender” Novorossia y “liberarla de las fuerzas venidas de Occidente”.