Pilar Bonet

Sobre el autor

, corresponsal en Rusia y países postsoviéticos desde 2001 y testigo de la "perestroika" durante su primera estancia como corresponsal en Moscú (1984-1997). Fue corresponsal en Alemania (1997-2001). Trabajó para la agencia Efe en Viena (1980-82).

Eskup

Rusos que volvéis de vuestras vacaciones en la Costa Brava, cuidado antes de dejar entrar a desconocidos en vuestras cocinas.

Comida

Para viajeros de lengua española,traduzco la información que la Fiscalía General de Rusia ha difundido esta mañana en su página de web http://genproc.gov.ru/smi/news/genproc/news-852437/

Título:
En la Fiscalía General de la Federación Rusa se ha organizado una "línea directa" para recibir informaciones sobre casos de importación ilegal y venta de mercancías prohibidas
Texto:
“Con el fin de defender los intereses nacionales de la Federación Rusa por decreto del presidente de la Federación Rusa del 06.08.2014 número 560 se prohibió la importación de mercancías procedentes de EEUU, países de la Unión Europea, Albania, Australia, Islandia, Canadá, Lichtenstein, Noruega y Montenegro. La lista de tales mercancías fue confeccionada por el Gobierno de la Federación Rusa. En ella se incluyeron: embutidos y otros productos cárnicos, pescado y mariscos, frutas, frutos secos, verduras, carne congelada y fresca.

Mientras tanto los suministradores de mala fe traen estas mercancías sin efectuar el control de su calidad y sin observar las normas de transporte y almacenamiento, lo que puede ser peligroso para la salud de los ciudadanos.

Para evitar infracciones masivas contra los derechos de los ciudadanos, la Fiscalia General de la Federación Rusa ha puesto en funcionamiento una "línea directa" para recibir información sobre los hechos de la importación y comercialización ilegal de las mercancías prohibidas.
Teléfonos de la "línea directa":
- 8 (985) 169-75-74;
- 8 (985) 169-75-77.
Horario de trabajo de 9,00 a 18,00.
Fin de la traducción.

En el ojo del huracán, en el espacio donde malviven los civiles atrapados por la guerra de Donbás (las regiones de Donetsk y Lugansk), hay personas que encauzan su energía hacia la ayuda a los demás, sorteando para ello los obstáculos que no está en su mano controlar. Enrique Menéndez, fundador y activista del grupo Ciudadanos Responsables (CR), parece pertenecer a esta categoría. El ex empresario, de 31 años, es nieto de un republicano español, exiliado tras la guerra civil.

Enrique editado

A principios de 2014 la fortuna sonreía a Menéndez, el director de Adfactory, una agencia de publicidad por Internet que acababa de ganar el concurso para una campaña de imagen de un gran banco. Pero las turbulencias generadas por el Maidán de Kiev alteraron el rumbo de los acontecimientos. En la patria chica del derrocado presidente Víctor Yanukóvich los empresarios temían las represalias de los nuevos dirigentes. Los 37 clientes corporativos que Menéndez tenía al iniciarse el año quedaron reducidos a cuatro en julio. Menéndez despidió a sus siete empleados y seis colaboradores y liquidó el negocio. Por entonces la violencia se había apoderado ya de la región, de la que huían los civiles y adonde llegaban los uniformados de uno y otro lado.

En junio, con otras personas que no quisieron abandonar Donetsk, Menéndez fundó CR y comenzó a viajar a Kiev para pedir ayuda a las ONGs, que se mostraron muy reacias al principio, según cuenta en una conversación en Donetsk. Poco a poco, CR se ganó la confianza de las organizaciones humanitarias. En agosto, comenzó a trabajar en Donetsk el fondo humanitario del oligarca Rinat Ajmétov que prestaba sus coches a los voluntarios de CR para que fueran a las zonas donde nadie quería ir”.
UNICEF, Médicos Sin Fronteras, y People in Need se establecieron también en la región, donde CR tiene ahora 23 personas fijas, gestiona varios proyectos internacionales y colabora con la Cruz Roja y la ONU. Menéndez dice haber dejado de repartir patatas entre los necesitados para concentrarse en la recaudación de fondos a través de su cuenta de facebook, que tiene más de 9000 seguidores.

Menéndez es un punto de referencia en Kiev, donde le invitan a debates televisivos y cree haber podido trasmitir su mensaje en una tertulia de la televisión estatal en Moscú. Pero en época de guerra, los matices no son apreciados ni bienvenidos por las partes en conflicto.
“La sociedad ve los acontecimientos en blanco y negro. En Kiev lo contemplan todo a través del prisma de la intervención rusa y no quieren oír nada sobre las causas locales e internas del conflicto, es decir, sobre la guerra civil. En Moscú, por otra parte, no entienden que el Maidán era también la protesta de la ciudadanía contra la corrupción del régimen”. “Rusia ayuda a los separatistas, con dinero, armas, voluntarios y tal vez con unidades del ejército, pero eso no anula la dimensión de guerra civil del conflicto”, dice.

El 5 de marzo de 2014, Menéndez fue uno de los organizadores del mitin a favor de la unidad de Ucrania en Donetsk. La policía, desorientada por las señales que llegaban de Kiev, no garantizó la protección de los 7000 manifestantes que acudieron a la convocatoria. A Menéndez no le gustaba la proliferación de banderas rusas en la ciudad, pero no volvió a exponer a sus conciudadanos al riesgo de salir a la calle con banderas ucranianas. En mayo, “cuando los milicianos ocuparon el aeropuerto y Kiev respondió utilizando la aviación”, entendió que la situación era “muy seria”.

Menéndez se define como un "ucraniano de origen español" y se siente vinculado a España aunque no conoció a su abuelo, Enrique Sandalio Menéndez Blanco, fallecido en 1971. Nacido en 1913 en Madrid, Enrique Sandalio dejó a dos hijas para irse voluntario al frente a luchar por la república. Tras la derrota, huyo a Francia, donde fue apresado por los alemanes en 1942. Al concluir la Segunda Guerra Mundial, Enrique Sandalio, que estaba preso en el sector soviético de Berlín, fue enviado a la URSS. Lo mandaron a un campo de distribución de prisioneros en Crimea, y allí se casó con una rusa del contingente enviado a repoblar la península, de donde en 1944 habían sido deportados los tártaros. Como residencia después de Crimea, Enrique Sandalio eligió Artemovsk, ciudad de la provincia de Donetsk, donde vivían 23 españoles. Cuenta Enrique que “en Donbás había una importante diáspora española y en Donetsk existía incluso un centro español”. El abuelo trabajó como ingeniero de control de calidad en la fábrica metalúrgica de Artemovsk y cultivó su identidad como español. Se relacionaba con los otros compatriotas, copiaba versos y se carteaba con familiares y amigos en España y en Latinoamérica.

Menéndez va y viene entre la ciudad de Donetsk, donde reside, y la zona controlada por Kiev, donde viven sus familiares. Su esposa y su hija (Camila Edelmira, de 8 años) están en Krasnoarmeisk y su madre, en Artemovsk. Como otros civiles, Menéndez soporta las largas horas de cola en los puestos de control entre la zona de la autodenominada República Popular de Donetsk y la zona dominada por Kiev. A su juicio, la situación para la población civil ha empeorado debido a las dificultades para el desplazamiento de personas y transporte de mercancías entre ambos territorios.

CR se declara apolítico y trabaja con todas las partes implicadas en el conflicto. Su actividad se concentra en ayudar a personas que no se pueden ayudar a si mismas y abastecer instituciones como asilos, refugios, orfanatos u hospitales. La lealtad de Menéndez hacia Ucrania está sometida a constantes pruebas. “En Kiev muestran irritación cuando les dices que Ucrania debe responder de los ciudadanos que viven en Donetsk, de las personas que no tomaron las armas y no portaron la bandera rusa, que no llamaron a Putin y que no renunciaron a sus pasaportes”. “A Kiev le cuesta comprender que no hay solución militar, aunque, bajo la influencia de occidente, ha comenzado la búsqueda del diálogo”. Menéndez cree haber detectado los inicios de esta búsqueda en seminarios esporádicos. El empresario considera necesario dar una “amplia autonomía” a Donetsk y reconocer que Ucrania es “un país muy variado que debe respetar las peculiaridades de las regiones”. Entre sus planes está “Back to Donbás”, una página de web para fomentar la comunicación entre los oriundos de la zona que se marcharon y los que han permanecido en ella. Partiendo de la nostalgia compartida por el espacio urbano y europeo existente antes de la guerra, el proyecto aspira a superar las fantasías de uno y otro lado. “Los de Kiev dicen que restablecerán el control de Lugansk y Donetsk como antes y los insurgentes fantasean con la idea de que Rusia los acogerá”. “Ninguna de estas dos visiones es realista”, afirma Enrique. “Hay que buscar un discurso constructivo sobre el futuro, partiendo tal vez de la cooperación económica. El bloqueo al que Ucrania nos tiene sometidos es muy peligroso, porque destruye lo último que nos une”, dice.

Putin juega con la comida y con el fuego

Por: | 07 de agosto de 2015

El crematorio, el foso, la apisonadora y el tractor son los ejecutores del decreto del presidente Vladímir Putin por el que se ordena destruir los alimentos vetados procedentes de los países que sancionaron a Rusia por su política en Ucrania. El balance oficial de la primera jornada inquisitorial, el 6 de agosto, fueron 320 toneladas de alimentos destruidos (290 de frutas y verduras y 30 de carne). La administración rusa celebraba así el primer aniversario de la entrada en vigor, el 7 de agosto de 2014, de las contramedidas restrictivas a la Unión Europea y a otros como EEUU, Canadá, Noruega y Australia.

Desde que comenzó el “año sin jamón” (la expresión es del servicio de web gazeta.ru), Rusia compensa la renuncia a sus principales proveedores agrícolas con nuevos suministradores y con sus propios comestibles nacionales, hasta ahora insuficientes. El resultado ha sido un vertiginoso aumento de los precios, un incremento del 2% de la producción agrícola, la proliferación de la picaresca y una menor variedad en la oferta.

Verduras verano Moscu


La administración rusa podía haberse limitado a prolongar las contramedidas y seguir cerrando el territorio nacional a los quesos, frutos y hortalizas procedentes de los países vetados o con documentación irregular, pero necesitaba un espectáculo aleccionador, así que anunció el exterminio de los alimentos que lleguen de contrabando y facilitó a los periodistas la asistencia a los actos inquisitoriales.

Las imágenes de las apisonadora aplastando las frutas y de los quesos caminos del crematorio han inundado las televisiones, los periódicos y el Internet, ahora que los rusos de “Novarrosia” (el término hoy en desuso, que fue aplicado por la propaganda oficial al Este y Sur de Ucrania en 2014) irritan y dan miedo y ya no son fuente de inspiración. Pero en Rusia con la comida no se juega (o no se debería jugar). La población (sin excluir periodistas de publicaciones muy leales al Kremlin) ha reaccionado de forma muy negativa ante la pira. En el Internet, la petición de change.org en contra de la destrucción de alimentos alcanzaba las 302.000 firmas a la hora de escribir estas líneas. Los comentarios de las redes sociales recuerdan el hambre de la guerra y las épocas de escasez de la Unión Soviética y son muchos quienes expresan repugnancia viendo como desaparecen toneladas de comida que podían haber sido entregadas a los pobres o a los huérfanos: 22 millones de rusos viven por debajo del límite de la pobreza, que son 9662 rublos (cerca de 150 euros al cambio actual) y de ellos 80% son familias con hijos.

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“Como hija de una superviviente del bloqueo considero que la destrucción de alimentos es amoral”, escribía en facebook la periodista Elena Tsilínskaia, y entre las más de 3100 personas que "cliquearon" aprobando su comentario estaba Natalia Timakova, la secretaria de prensa del jefe de gobierno Dmitri Medvédev, responsable de la disposición que establece el procedimiento de exterminio.

Los argumentos del régimen, contradictorios y de carácter político, no son compartidos ni por Kazajistán ni Bielorrusia, los países socios de Rusia en la Unión Euroasiática. Para justificar que los alimentos no sean transferidos a organizaciones caritativas, los responsables rusos acusan a los países europeos de mandar productos de mala calidad a Rusia, y elogian a los países latinoamericanos y africanos que han sustituido las importaciones , porque "ellos sí" que son agradecidos, diligentes dispuestos a cumplir cualquier requerimiento documental. Lo que no dicen es cómo afectará en el futuro la destrucción de alimentos al abastecimiento (que se ha empobrecido durante el primer año de sanciones) y a los precios.

La terminología es bélica. El jefe de los servicios de vigilancia agrícola en Bélgorod se refiere un cargamento de queso no etiquetado como si fuera una invasión de “drones” no pilotados y Yulia Melano, secretaria de Prensa de Rossseljoznadzor (la entidad responsable de la vigilancia de los productos agrícolas) habla de la “destrucción mecánica en un polígono especial” de 73 toneladas de albaricoques y nectarinas con sospechosos certificados de Turquía. “Hoy o mañana los destruiremos”, dijo Yevgueni Antónov, el jefe de Rosseljoznadzor en Moscú, anunciando que la capital se preparaba para el exterminio de 28 toneladas de manzanas y tomates polacos, nueve toneladas de zanahorias y 28 toneladas de productos cárnicos del Canadá, Holanda y Alemania.

Si hay un componente revulsivo suplementario en toda esta destrucción de alimentos es la alegría malévola y la frivolidad con la que se anuncia, y también la imaginación que se aplica a encontrar nuevos motivos de veto, como por ejemplo los preservativos, que el ministerio de comercio ha incluido en el borrador de una posible decisión para ampliar la lista de instrumentos médicos vetados.

En Moskovski Komsomolets, el diario de más tirada de Moscú, el comentarista Mijaíl Rostovski califica la quema de alimentos de “payasada” cuyo denominador común con otros acontecimientos que suceden en la actualidad es “el desprecio demostrativo de los que toman decisiones por la opinión de aquellos sobre los cuales esta decisión se refleja de la forma más directa”.Sobre el telón de fondo del deterioro de la capacidad adquisitiva de los rusos y la caída del rublo, el gobierno de la forma más alegre comunica a los “queridos rusos” que tenemos un exceso de comestibles y que los vamos a quemar. Las autoridades convencidas de “que se puede realizar cualquier experimento con la población y que esta lo aguantará todo”, señala Rostovski, según el cual “ha comenzado el proceso de erosión paulatina de la legitimidad moral” que Putin adquirió a ojos de una gran parte de los rusos al hacerse con Crimea.

Pero si algo ha de salvar a Rusia, o por lo menos hacerle más llevaderos los caprichos de sus dirigentes, es su sentido del humor. Una agencia de viajes acaba de enviar sus nuevas ofertas a sus clientes. “En el marco del programa de destrucción de alimentos vetados le proponemos varios destinos para los que quiera participar. A continuación viene la ruta parmesano en dirección a Italia, la ruta del jamón en dirección a España y la ruta láctea a Finlandia”, señala el mensaje de la agencia, que recomienda a sus clientes no abrir su mensaje con el estómago vacío.

El País

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