Pilar Bonet

Sobre el autor

, corresponsal en Rusia y países postsoviéticos desde 2001 y testigo de la "perestroika" durante su primera estancia como corresponsal en Moscú (1984-1997). Fue corresponsal en Alemania (1997-2001). Trabajó para la agencia Efe en Viena (1980-82).

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Putin juega con la comida y con el fuego

Por: | 07 de agosto de 2015

El crematorio, el foso, la apisonadora y el tractor son los ejecutores del decreto del presidente Vladímir Putin por el que se ordena destruir los alimentos vetados procedentes de los países que sancionaron a Rusia por su política en Ucrania. El balance oficial de la primera jornada inquisitorial, el 6 de agosto, fueron 320 toneladas de alimentos destruidos (290 de frutas y verduras y 30 de carne). La administración rusa celebraba así el primer aniversario de la entrada en vigor, el 7 de agosto de 2014, de las contramedidas restrictivas a la Unión Europea y a otros como EEUU, Canadá, Noruega y Australia.

Desde que comenzó el “año sin jamón” (la expresión es del servicio de web gazeta.ru), Rusia compensa la renuncia a sus principales proveedores agrícolas con nuevos suministradores y con sus propios comestibles nacionales, hasta ahora insuficientes. El resultado ha sido un vertiginoso aumento de los precios, un incremento del 2% de la producción agrícola, la proliferación de la picaresca y una menor variedad en la oferta.

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La administración rusa podía haberse limitado a prolongar las contramedidas y seguir cerrando el territorio nacional a los quesos, frutos y hortalizas procedentes de los países vetados o con documentación irregular, pero necesitaba un espectáculo aleccionador, así que anunció el exterminio de los alimentos que lleguen de contrabando y facilitó a los periodistas la asistencia a los actos inquisitoriales.

Las imágenes de las apisonadora aplastando las frutas y de los quesos caminos del crematorio han inundado las televisiones, los periódicos y el Internet, ahora que los rusos de “Novarrosia” (el término hoy en desuso, que fue aplicado por la propaganda oficial al Este y Sur de Ucrania en 2014) irritan y dan miedo y ya no son fuente de inspiración. Pero en Rusia con la comida no se juega (o no se debería jugar). La población (sin excluir periodistas de publicaciones muy leales al Kremlin) ha reaccionado de forma muy negativa ante la pira. En el Internet, la petición de change.org en contra de la destrucción de alimentos alcanzaba las 302.000 firmas a la hora de escribir estas líneas. Los comentarios de las redes sociales recuerdan el hambre de la guerra y las épocas de escasez de la Unión Soviética y son muchos quienes expresan repugnancia viendo como desaparecen toneladas de comida que podían haber sido entregadas a los pobres o a los huérfanos: 22 millones de rusos viven por debajo del límite de la pobreza, que son 9662 rublos (cerca de 150 euros al cambio actual) y de ellos 80% son familias con hijos.

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“Como hija de una superviviente del bloqueo considero que la destrucción de alimentos es amoral”, escribía en facebook la periodista Elena Tsilínskaia, y entre las más de 3100 personas que "cliquearon" aprobando su comentario estaba Natalia Timakova, la secretaria de prensa del jefe de gobierno Dmitri Medvédev, responsable de la disposición que establece el procedimiento de exterminio.

Los argumentos del régimen, contradictorios y de carácter político, no son compartidos ni por Kazajistán ni Bielorrusia, los países socios de Rusia en la Unión Euroasiática. Para justificar que los alimentos no sean transferidos a organizaciones caritativas, los responsables rusos acusan a los países europeos de mandar productos de mala calidad a Rusia, y elogian a los países latinoamericanos y africanos que han sustituido las importaciones , porque "ellos sí" que son agradecidos, diligentes dispuestos a cumplir cualquier requerimiento documental. Lo que no dicen es cómo afectará en el futuro la destrucción de alimentos al abastecimiento (que se ha empobrecido durante el primer año de sanciones) y a los precios.

La terminología es bélica. El jefe de los servicios de vigilancia agrícola en Bélgorod se refiere un cargamento de queso no etiquetado como si fuera una invasión de “drones” no pilotados y Yulia Melano, secretaria de Prensa de Rossseljoznadzor (la entidad responsable de la vigilancia de los productos agrícolas) habla de la “destrucción mecánica en un polígono especial” de 73 toneladas de albaricoques y nectarinas con sospechosos certificados de Turquía. “Hoy o mañana los destruiremos”, dijo Yevgueni Antónov, el jefe de Rosseljoznadzor en Moscú, anunciando que la capital se preparaba para el exterminio de 28 toneladas de manzanas y tomates polacos, nueve toneladas de zanahorias y 28 toneladas de productos cárnicos del Canadá, Holanda y Alemania.

Si hay un componente revulsivo suplementario en toda esta destrucción de alimentos es la alegría malévola y la frivolidad con la que se anuncia, y también la imaginación que se aplica a encontrar nuevos motivos de veto, como por ejemplo los preservativos, que el ministerio de comercio ha incluido en el borrador de una posible decisión para ampliar la lista de instrumentos médicos vetados.

En Moskovski Komsomolets, el diario de más tirada de Moscú, el comentarista Mijaíl Rostovski califica la quema de alimentos de “payasada” cuyo denominador común con otros acontecimientos que suceden en la actualidad es “el desprecio demostrativo de los que toman decisiones por la opinión de aquellos sobre los cuales esta decisión se refleja de la forma más directa”.Sobre el telón de fondo del deterioro de la capacidad adquisitiva de los rusos y la caída del rublo, el gobierno de la forma más alegre comunica a los “queridos rusos” que tenemos un exceso de comestibles y que los vamos a quemar. Las autoridades convencidas de “que se puede realizar cualquier experimento con la población y que esta lo aguantará todo”, señala Rostovski, según el cual “ha comenzado el proceso de erosión paulatina de la legitimidad moral” que Putin adquirió a ojos de una gran parte de los rusos al hacerse con Crimea.

Pero si algo ha de salvar a Rusia, o por lo menos hacerle más llevaderos los caprichos de sus dirigentes, es su sentido del humor. Una agencia de viajes acaba de enviar sus nuevas ofertas a sus clientes. “En el marco del programa de destrucción de alimentos vetados le proponemos varios destinos para los que quiera participar. A continuación viene la ruta parmesano en dirección a Italia, la ruta del jamón en dirección a España y la ruta láctea a Finlandia”, señala el mensaje de la agencia, que recomienda a sus clientes no abrir su mensaje con el estómago vacío.

Una deuda con Josefina Iturrarán

Por: | 09 de junio de 2015

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Josefina Iturrarán se hubiera alegrado de saber que por fin ha sido erigido un monumento en memoria de los españoles que perecieron en el lager estalinista de Karagandá (Karlag), en la estepa de Kazajistán. A Iturrarán le corresponde el mérito de haber realizado la primera sistematización de los campos (dependientes del ministerio del Interior de la URSS o NKVD y del GULAG), donde estuvieron internados presos españoles a partir de 1941 y hasta los años cincuenta. Fue a mediados de la década de los noventa, hace más de veinte años, cuando, por encargo de EL PAIS, la investigadora trabajó durante varios meses en el archivo del Centro de Conservación de Colecciones Histórico-Documentales (antiguo archivo especial secreto fundado en 1946 para usos policiales políticos y judiciales, abierto al público en 1991).

Iturrarán emprendió la titánica tarea de examinar centenares de miles de fichas de presos de numerosas nacionalidades y estableció que los españoles habían estado internados en un mínimo de 20 campos a lo largo y ancho de la geografía soviética, desde Odessa y Donetsk, en Ucrania, hasta Ajmólinsk y Karagandá, en Kazajistán. Josefina descubrió además la orden secreta por la que el comisario del Interior Lavrenti Beria, el 26 de junio de 1941, había mandado internar en el campo de Norilsk, en el Círculo Polar Ártico, a varios contingentes de españoles residentes en la URSS. Al día siguiente fueron detenidas las tripulaciones de los mercantes de la República Española fondeados en Odessa.

El resultado de su trabajo fue “Una deuda con la historia”, un artículo publicado en EL PAIS el 12 de marzo de 1995, en el que Iturrarán pasaba revista al destino de los detenidos, marineros, pilotos, “niños” y emigrantes políticos, a los que se añadieron combatientes de la División Azul, algunos de los cuales se habían alistado precisamente para pasarse a la URSS.

Creía Josefina que, para cerrar ese doloroso periodo histórico, era necesario construir un monolito en memoria de los españoles en alguno de los campos por donde pasaron. En Karagandá su deseo se ha cumplido, pero ella ya no está entre nosotros para verlo.

La “niña de la guerra” que salió de Guernika en 1937 pocos días antes del bombardeo alemán, falleció en Moscú el 27 de enero de 2014 a los 90 años de edad.

Nos enteramos de su muerte con imperdonable retraso. Ucrania, en plena efervescencia,nos mantenía alejados de Moscú; en los últimos años, Josefina se empeñaba en no descolgar el teléfono y, además, había dejado de visitar el Centro Español. Apasionada e imaginativa,Iturrarán fue mujer de muchos talentos. Tras su llegada en barco a Leningrado en 1937 pasó por varias casas de niños de diferentes localidades hasta llegar a Odessa, ciudad donde estudió y donde tomó lecciones de canto. En 1940 se trasladó a Moscú, donde fue admitida en el conservatorio poco antes de que los alemanes invadieron la URSS en junio de 1941. Junto con otros niños españoles, huyó a Siberia y de allí, a Uzbekistán, en Asia Central, donde participó en la cosecha del algodón y comenzó estudios de Pedagogía.

De vuelta a Moscú se licenció en el Instituto de Lenguas con diploma de honor en 1952-53. Trabajó en el Instituto de Ciencias Sociales adjunto al Comité Central del PCUS y, ayudó a alfabetizar a militantes comunistas internacionales que, en un ambiente de clandestinidad e inscritos con nombres falsos, se preparaban para la revolución. Después pasó a la Academia Diplomática, de donde se jubiló en 1987. Conoció a Fidel Castro y al Che Guevara, grabó discos con canciones de Federico García Lorca, cantó para la Pasionaria, que apreciaba mucho su voz, para Pablo Neruda y para Rafael Alberti.

A lo largo de su vida, Iturrarán realizó múltiples investigaciones. Rescató las obras inéditas del músico Vicente Martín y Soler, que vino a Rusia invitado por Catalina la Grande en el siglo XVIII, y también correspondencia y grabaciones de Pablo de Sarasate y Pau Casals, asiduos de Rusia antes de la revolución de 1917, y fotografías y manuscritos de Rafael Alberti entre muchas otras cosas.

Josefina estaba especialmente satisfecha de haber conseguido que una calle de la ciudad de Nizhni Nóvgorod (en el Volga) fuera bautizada con el nombre de Agustín de Betancour, el ingeniero canario que desarrolló las obras públicas en Rusia a principios del XIX. Para conseguirlo, Iturrarán mantuvo cuatro años de correspondencia con Boris Nemtsov, cuando este político, asesinado el pasado febrero, era el gobernador de la provincia de Nizhnni Nóvgorod. Nemtsov, según explicaba Josefina, entendió que era importante honrar la memoria del artífice de los planos de recinto de la feria local.
Josefín investigó también la figura de José de Ribas, el fundador de la ciudad de Odessa en el siglo XVIII, quien luchó contra los turcos al frente de una flotilla de cosacos y estuvo aparentemente implicado en el compló que acabó con la vida de Pavel I.
Por sus méritos en la recuperación de la cultura española en Rusia, fue condecorada con al orden de Isabel la Católica.
La enterraron en el cementerio de Novodévichi, sin que pudiera llegar a cumplir su anhelo de ir a España, como dijo en una ocasión, para tener “un rinconcito con una cama y una mesa donde yo pueda escribir mis memorias y recuerdos y venga una persona una vez al día a traerme unos garbanzos”.

Español, soviético, cubano

Por: | 12 de abril de 2015

En el Instituto Cervantes de Moscú no cabía un alfiler al inaugurarse la exposición sobre los niños españoles evacuados a la URSS a raíz de la Guerra Civil (1936-1939). La muestra, que se abrió al público el 8 de abril,es itinerante y recorrerá las localidades rusas donde vivieron los miembros de aquel colectivo formado por unas tres mil personas.

Por recoger fotos y documentos privados de los propios niños, incluidos dibujos y correspondencia, la exposición es especialmente emotiva. Su organización ha corrido a cargo de la Asociación Archivo, Guerra y Exilio (AGE) el Centro Español de Moscú, la Fundación Nostalgia, el Arxiu Nacional de Catalunya y muchas otras entidades españolas y rusas, incluidas las respectivas embajadas. El proyecto, en el que convergen los esfuerzos de otras instituciones y personas, es un homenaje a los “niños”, de los que, por ley de vida, apenas quedan ya un centenar en Rusia.

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Algunos “niños” vinieron especialmente de España a Moscú para asistir a la exposición, como Manuel Arce, el jefe de la Fundación Nostalgia, o Fernando Rueda, un ingeniero de 88 años. Desde la tribuna, Arce se refirió a aquellas vacaciones del 37 que se prolongaron durante décadas. “Ni nosotros ni nuestros padres pensaban que la separación duraría tanto”, dijo. Sentado en la sala, Rueda escuchaba acompañado de su sobrina María y su sobrino-nieto Kolia. El tío Fernando nos regaló su libro de memorias, que se titula “Mis Tres Vidas” en referencia a los tres entornos geográficos y culturales que han marcado su biografía: España, la URSS y Cuba.
En el despacho de Tatiana Pigariova, la gestora cultural del Cervantes, encontramos la calma necesaria para conversar durante un par horas. Lo hacemos en ruso (con algunas licencias en castellano) deliberadamente para que Kolia, a punto de cumplir 19 años, pueda seguir un relato que le concierne por tratarse de sus propias raíces.

Fernando, nacido en San Sebastián, llegó a Leningrado en la última expedición de niños, salida desde Le Havre en 1938. Es plenamente responsable de ello, pues él mismo había escrito una carta al dirigente del Partido Comunista de España, José Díaz. La invasión nazi en junio de 1941 le sorprendió en un pueblo fronterizo con Finlandia. Fue evacuado primero a la parte europea de Rusia, y luego a los Urales. En la Moscú de posguerra, estudió ingeniería y trabajó en una fábrica de aviones, confeccionando las alas de los IL-2. Se casó con Esther Rueda, una asturiana que había vivido en la misma casa de niños.
Cuba es uno de los capítulos de la exposición, pues tras la Revolución Cubana de 1959, los “españoles soviéticos” (el término pertenece a Che Guevara, según Rueda) tuvieron un papel clave en el asesoramiento militar, organización económica, formación científica y profesional y también como intérpretes del español al ruso. Los “niños”, por entonces adultos formados y en la plenitud de su vida, fueron un eslabón clave entre el mundo soviético y el mundo caribeño, porque participaban de los dos.

Los ojos de Fernando ríen cuando recuerda su época de Cuba, adonde llegó en 1962 y donde estuvo 13 años. Él y su esposa, pediatra, eran parte del grupo de los “españoles soviéticos” que ayudaron a que la revolución de Fidel funcionara a pesar de las sanciones que EEUU le había impuesto. Recuerda el tío Fernando cómo organizó un taller nocturno de reparación de autobuses en La Habana para que las guaguas británicas, escasas de piezas de repuesto debido a las sanciones, pudieran salir a la calle por la mañana. Después de los autobuses, montó talleres de reparación de camiones para la rama agropecuaria del Estado Mayor del Ejército y luego, talleres para reparar los tanques que llegaban de la URSS.

“Es una lástima que el fenómeno tan extraordinario como el eco cultural de la Guerra Civil todavía esté por estudiar tanto en Rusia como en México y en EEUU”, escribe Natalia Malinovskaya, presidenta de la Asociación de Memoria de los Descendientes de los Voluntarios Soviéticos participantes en la Guerra Civil Española. Los niños se incorporaron a la sociedad soviética “sin dejar de ser españoles”, dice Antonio Fernández Ortiz, historiador y coordinador de la asistencia al colectivo de los niños de la Guerra en el Consulado General de España en Moscú.

El retorno a España tuvo varias oleadas a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. El régimen de Franco acogió con desconfianza a los que regresaban en los años cincuenta, tras la muerte de Stalin en 1953, y muchos volvieron a hacer las maletas, para retornar a la URSS o seguir camino hacia otros países.
Los repatriados de los cincuenta fueron el objeto del “proyecto niños”, un programa de la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA) que, entre otras cosas, estaba destinado a obtener información militar sobre la URSS. Según un documento de 1963, desclasificado en 1995 e incluido en la exposición, en Marzo de 1957, para llevar a cabo el “proyecto niños”, la CIA abrió un centro de interrogatorios en Madrid. El programa duró cuatro años, cubrió a 1800 repatriados y produjo más de 2000 informes útiles. Gracias a los interrogatorios, dice el documento, EEUU obtuvo “información de gran importancia” sobre los proyectos de construcción de misiles guiados.

En definitiva, la exposición sobre los “niños”, en tanto que viaje humano e histórico por el siglo XX, resulta simultáneamente entrañable y aleccionador. El interés se incrementa en esta época en que los distanciamientos (sanciones y contra sanciones entre Rusia y Occidente) coexisten con los acercamientos (EEUU y Cuba). Por lo demás, esperemos que los “niños de la guerra” encuentren el apoyo financiero necesario para pagar el alquiler del Centro Español de Moscú también en 2015. Un año más.

¿Hacia el aislamiento de Rusia?

Por: | 30 de enero de 2015


El recrudecimiento de la violencia en el Este de Ucrania provoca un creciente pesimismo entre comentaristas y politólogos rusos independientes, temerosos que su país pueda verse aislado internacionalmente. “Con cada nuevo día de guerra en Donbás se hace cada vez más claro cuánto y de qué manera Rusia tendrá que pagar por este derramamiento de sangre. Ejercer el papel de mayor Estado paria del mundo no es una pesadilla, sino una realidad”, afirmaba Serguéi Shelin, analista de la agencia Rosbalt. “Los multimillonarios que prometen con orgullo que el pueblo se apretará el cinturón y resistirá, no mienten (…), pero lo que se callan es que del aislamiento se sale pagando”, afirmaba Shelin,para quién el precio “será tanto mayor” cuanto “más dure el aislamiento”.

La agonía del proceso diplomático de Minsk (Ucrania, Rusia, los insurgentes separatistas prorusos de Donetsk y Lugansk y la OSCE) supone el retroceso de la diplomacia en la búsqueda de una salida de la guerra. Las conversaciones de Minsk partían de un acuerdo tácito para dar prioridad al problema del Este de Ucrania y dejar de momento entre paréntesis el tema de la anexión de Crimea. Si Minsk se da por muerto, ambos conflictos pueden volver a formar parte del mismo paquete y orden del día.

Serguéi Narishkin, el jefe de la Duma Estatal de Rusia (cámara baja del plarlamento), ha aludido a la posibilidad de que Moscú abandone el Consejo de Europa (CE). Si eso ocurriera, Rusia se liberaría de los compromisos que contrajo en 1996 cuando ingresó en esta organización colectiva, entre ellos la moratoria sobre la pena de muerte. Además, los ciudadanos rusos no podrían recurrir al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo en tanto que organismo de justicia supranacional cuando les fallaran todas las instancias judiciales de su país. ¿Es esto lo que Occidente quiere?

Narishkin consideró la posibilidad de abandonar el CE después de que la Asamblea Parlamentaria en Estrasburgo decidiera esta semana que Rusia continuará privada del voto y de otros derechos (en virtud de sanciones impuestas por la anexión de Crimea) hasta abril. Rusia reaccionó abandonando la Asamblea hasta diciembre, cuando decidirá sobre el futuro de su relación con el organismo. Los parlamentarios rusos y una parte de los representantes del CE realizaron un enorme trabajo para restablecer los derechos de los que habían sido privados los representantes de Moscú, pero finalmente la Asamblea votó en otro sentido.
La pérdida de una de las pocas plataformas de diálogo colectivas que quedan entre Rusia y los países de Europa puede contribuir todavía más a incrementar la fisura y la demonización mutua. Conviene recordar que los canales de comunicación sirven para calibrar la realidad del “otro” aunque a veces se requiera gran paciencia para escuchar y para tratar de comprender qué hay detrás de los empecinamientos inamovibles y en qué medida las caras de pocos amigos dejan traslucir los factores psicológicos, las tradiciones culturales e históricas, las casualidades, los planes y las equivocaciones que no se quieren reconocer públicamente.
La manipulación de la Historia es uno de esos puntos que exige paciencia. El miércoles Narishkin encargó al comité de Exteriores de la Duma que examine la posibilidad de adoptar una declaración sobre la “anexión de la República Democrática Alemana por la República Federal de Alemania en 1989”.Narishkin aceptó así la propuesta que el diputado comunista Nikolái Ivanov le formuló “como respuesta” a las críticas por la anexión de Crimea, a la que había estado sometido el jefe de la cámara la víspera en Estrasburgo. Narishkin pudo haberse encogido de hombros o rechazar la sugerencia con una broma, pero aceptó el envite, tanto más cuanto en Estrasburgo, el jefe de la cámara había dicho que ambos casos eran semejantes. Con todo, una cosa es un comentario ante la prensa, y otra distinta considerar una posible declaración parlamentaria que ponga en entredicho la reunificación alemana, algo que ocurrió con el indiscutido consenso de los dos Estados alemanes y las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial.
Los cibernautas rusos se lanzaron de inmediato a discutir sobre este tema, convertido en una nueva autopista para la imaginación desenfrenada que la clase política rusa cultiva en su tratamiento de la Historia. Hasta Mijaíl Gorbachov, el ex presidente de la URSS, y la figura clave en la reunificación alemana, calificó de “disparate” la propuesta y recordó los mítines de centenares de miles de personas que gritaban “somos un pueblo”. “No se puede valorar desde la posición actual lo que sucedió en otra época, en otro tiempo, hace 25 años”, dijo Gorbachov, quien, por otra parte, apoya la incorporación de Crimea a Rusia.

La historia se ha convertido en un objeto de manipulación no solo para la clase política rusa sino también para la de otros países postsoviéticos. Si no, que le pregunten a Arseni Yatseniuk, el primer ministro de Ucrania, cuál es su versión de quién atacó a quien en la Segunda Guerra Mundial y a los dirigentes polacos que tratan de dividir por “nacionalidades” a los soldados de la Unión Soviética que liberaron a los prisioneros del campo de concentración Auschwitz.
En lo que a Rusia se refiere, llama la atención la persistencia con los dirigentes cultivan el motivo “Rusia, fortaleza acosada”, también en los casos en que resulta obvio que el acoso no existe. Moscú actúa de acuerdo con el lema: “todo lo mió es sagrado y todo lo ajeno es cuestionable”. Politólogos en la órbita del Kremlin afirman impasibles que Ucrania no existe como Estado, pero se rasgan las vestiduras si se les recuerda que ni la comunidad internacional representada por la ONU y ni siquiera los países aliados del Kremlin reconocen a Crimea como parte de Rusia.

En el parlamento ruso circulan iniciativas para revisar la valoración del lanzamiento de la bomba atómica norteamericana sobre Hirosima y Nagasaki en 1945 y para revisar las posiciones sobre la salida de las tropas de Afganistán, así como el acuerdo por el que Jruschov transfirió Crimea de Rusia a Ucrania en 1954. Todo es posible en la imaginación de los legisladores, pero que a nadie se le ocurra poner en cuestión la soberanía sobre las islas Kuriles, en el Pacífico, tomadas por Stalin cuando los japoneses ya habían capitulado en agosto de 1945. ¿Y qué decir de Kaliningrado?, la antigua Prusia Oriental,incorporada a la URSS como resultado de la derrota de la Alemania Nazi. Según legislación que entró en vigor en 2014, quienes cuestionen la integridad territorial del Estado ruso pueden ser condenados a penas de cárcel, así que, en esas condiciones, no hay nada que decir sobre estos temas, aunque exista total libertad para debatir sobre Kósovo, Cataluña, Escocia, Texas y las dos Alemanias. De seguir así las cosas, no es descartable que un día lleguemos a Curlandia,la Marca Hispánica o el Califato de Córdoba.
Mientras los bloggeros se van animando, la atención se desvía de las preguntas incómodas sobre la misma Crimea, por ejemplo: ¿Por qué el coronel de los servicios de seguridad rusos (en la reserva), Igor Girkin (alias Strelkov) llegó a Crimea el 21 de febrero, cómo él ha afirmado en una entrevista, cuando el presidente Víctor Yanukóvich estaba aún en el poder en Ucrania? ¿Y por qué Vladímir Putin no ayudó Yanukóvich a consolidarse en el Este de aquel país en vez de facilitar su huida? Fin

Un año delirante

Por: | 31 de diciembre de 2014

El año 2014 ha puesto fin a una época en el espacio postsoviético. Rusia, con su anexión de la península de Crimea y su apoyo a los secesionistas del Este de Ucrania, ha evidenciado la vulnerabilidad de las fronteras internacionales que los Estados surgidos de la Unión Soviética se reconocieron mutuamente en 1991 y en múltiples ocasiones desde entonces.

En un delirio colectivo, en 2014 una buena parte de la sociedad rusa prescindió de los 23 años transcurridos desde que se desintegró la Unión Soviética, y se reinstaló en los escenarios del antiguo imperio, convertido éste en un cómodo mito elástico para quienes lo recuerdan con nostalgia o lo imaginan con deseo. Los escenarios no coinciden ni tienen porque coincidir con las realidades históricas entendidas éstas como materia científica, pues se trata de ambientaciones reconstruidas por tecnólogos políticos como instrumentos al servicio de la clase dirigente rusa con Vladimir Putin a la cabeza.

En este año que acaba hemos creído en varias ocasiones estar al borde de un conflicto global de inconmensurables consecuencias. Es una impresión que no se ha disipado todavía. En el campo de la politica y la geoestrategia los pronósticos para el 2015 son a lo sumo reservados.

En economía, las previsiones son negativas tanto para Rusia como para Ucrania, pero está por ver qué consecuencias tendrá la recesión en la política de estos dos países y en la evolución de los conflictos entre ellos. Los analistas, tanto rusos como ucranianos, hacen pronósticos dispares, que van desde algún apaño acelerado (aunque no definitivo) para el enfrentamiento con los secesionistas del Este a un recrudecimiento de la guerra. Pronostican también inestabilidad social que podría degenerar en procesos de desmembramiento, lo que en el caso de Ucrania supondría una continuación de lo que ya sucede y en el de Rusia un inicio o reinicio de lo que no llegó a consumarse ni siquiera en Chechenia.

El año 2014 está lleno de lecciones, entre ellas las que evidencian la fragilidad de las identidades de los ciudadanos post soviéticos. También las que revelan el poder de la propaganda sobre las mentes, sobre todo cuando todas las cadenas de televisión estatales se han subordinado al mensaje político del Kremlin, que impone un férreo control a la sociedad civil.

La anexión de Crimea disparó la popularidad de Vladímir Putin y consolidó la sociedad rusa en torno al líder. En diciembre, cuando el descenso del precio del petróleo y las sanciones occidentales se notaban ya en la capacidad adquisitiva de los rusos, una encuesta de centro Levada indicaba que la incorporación de Crimea cuenta con un 86% de apoyo (88 % en marzo y 90% en abril) entre los rusos. La mayoría de la población (67%) atribuye las sanciones a la hostilidad de Occidente ante su país y solo una minoría del 12% a la anexión.

Rusia considera el "retorno" de Crimea como la superación de una “injusticia histórica” y un hecho irreversible no negociable. Los acuerdos internacionales por los que Moscú se comprometió a respetar la soberanía de su vecino han quedado convertidos en papel mojado con el argumento de que “si EEUU y la Unión Europea pueden, nosotros también”, con lo que se quiere decir-- grosso modo y sin rigor comparativo--que las infracciones del derecho internacional por parte de países occidentales se han convertido en precedentes justificativos de otras infracciones por parte de Rusia y que unas neutralizan a las otras. En esta competición infantil ("si tú eres malo, yo también"), puede ocurrir que algunos sucesos como el estatus de Kósovo (que no ha sido reconocido como Estado ni por Rusia ni por Ucrania, precisamente por miedo al precedente) hayan sido evocados por Putin en sentidos opuestos según la ocasión, lamentándolo en Belgrado en solidaridad con Serbia y utilizándolo en provecho propio, en apoyo de la anexión de Crimea.

Así las cosas, el problema de Crimea tal vez pueda quedar aletargado largo tiempo en espera de nuevos elementos, como lo está la situación del norte de Chipre o como lo estuvo durante décadas el estatus de las tres repúblicas bálticas anexionadas por Stalin, que nunca fueron reconocidas por EEUU como parte de la URSS.

La herencia más candente que 2014 lega a 2015 es la guerra de Ucrania con los secesionistas de las autodenominadas repúblicas populares de Lugansk y Donetsk apoyados por Rusia. El conflicto afecta a millones de personas y la solución es complicada, ya que Kiev no está dispuesta a satisfacer las reivindicaciones de los insurgentes ni Moscú a apoyar una independencia,que en realidad equivaldría a una costosa dependencia económica de Rusia. En parte por estas razones, Moscú tampoco quiere ni puede anexionarse la región de Donbás,

En la política que Putin ha practicado en 2014 hay elementos psicológicos subjetivos e individuales y también elementos racionales compartidos con sus compatriotas, con independencia de que la lógica pueda ser obsoleta o colonial. En febrero, cuando se celebraban aún los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi y Víctor Yanukóvich era todavía presidente de Ucrania, Putin reunió a un grupo de expertos y les preguntó sobre las consecuencias y costes que tendría la incorporación de Crimea a Rusia. Se sabe poco sobre los consejos que le dieron en aquella reunión de la que la agencia Bloomberg informó recientemente citando fuentes gubernamentales rusas. Tampoco se conocen detalles sobre el proceso (la combinación de improvisaciones y cálculo premeditado) que llevó a Putin a ocupar militarmente la península con el propósito de asegurar una precipitada e irregular consulta popular.Fuentes bien informadas aseguran que, una vez tomada Crimea, Putin volvió a consultar a los expertos, esta vez para preguntarles cuánto costaría la anexión del Donbás. En esta segunda ocasión, según estas fuentes, los expertos desaconsejaron la empresa.

Con el tiempo, los argumentos que Putin dio para intervenir en Crimea (proteger a sus habitantes de “fascistas” que avanzaban hacia la península desde Kiev) han sido sustituidos por otros. Ahora el líder del Kremlin va más allá de la conquista de la península por Catalina la Grande en 1783: Putin ha invocado el “carácter sagrado” de Crimea para los rusos y ha recordado la conversión al cristianismo del príncipe Vladímir en Hersonés, junto a la actual Sebastopol, en el siglo X, es decir ha hecho referencia a la Rus de Kiev y no a la Rusia de Moscú. Si Putin fuera consecuente con sus últimos argumentos, habría razón para temer que pudiera aspirar también a “recuperar” la actual capital de Ucrania para incorporarla al imperio, entendido como una recreación “a la carta”, es decir un menú creativo a partir de un surtido de productos históricos diversos y con distintas fechas de caducidad.

Deslumbrados por la operación rusa en Crimea, sectores rusoparlantes del Este de Ucrania en tensión con Kiev (por las competencias, el reparto de las finanzas y la lengua) creyeron factible una operación semejante en sus regiones. Los secesionistas (gente relativamente marginal en el panorama político antes de la caída del régimen de Víctor Yanukóvich) no habrían podido ir tan lejos sin la ayuda económica, militar y organizativa de Rusia, y, sobre todo, sin el acceso a la frontera. No obstante, Putin (tal vez por los consejos recibidos, tal vez por su propia percepción del peligro desestabilizador) no ha querido abrirles la puerta de Rusia. A fines de agosto, la política del Kremlin cambió y, desde septiembre, con contradicciones y vacilaciones, busca una fórmula que le permita marcharse formalmente del Este de Ucrania, sin ser percibido como un “traidor” por los secesionistas y los rusos que les respaldan. Según la encuesta del centro Levada solo un 13% de los rusos quisiera la incorporación del sudeste de Ucrania a su país(frente a un 35% en abril).

Es difícil imaginar que 2015 traiga soluciones sólidas para los problemas ruso-ucranianos,pero el conflicto en el Este tal vez pueda enfriarse algo y reducir con ello los costes en vidas humanas (casi cinco mil muertes reconocidas), en desplazados (más de ochocientos mil) y en centenares de miles de refugiados en Rusia. A mediados de enero, el presidente de Ucrania Petró Poroshenko espera reunirse con Putin, Ángela Merkel y Francois Hollande en Astaná, la capital de Kazajistán, con Nursultán Nazarbáyev como anfitrión.Es un atisbo de esperanza que no habría que desperdiciar.

Una de las cosas a resolver es qué hacer con los líderes separatistas y los combatientes que les respaldan, con esos hombres curtidos que son un problema para Poroshenko y podrían serlo para Putin, si Rusia los acoge como exiliados, en el supuesto de que estuvieran dispuestos a renunciar a su causa y refugiarse a Rusia como lo hicieron en el pasado a la Unión Soviética los dirigentes de la que se denominó República Autónoma de Azerbaiyán, una efímera entidad que, con el apoyo de Stalin, fue creada en norte de Irán al concluir la Segunda Guerra Mundial. Cuando la URSS, presionada por los aliados, retiró al Ejército Rojo, Teherán recuperó prontamente el control sobre aquel territorio rebelde.

La URSS tenía una tradición de asilo para quienes compartieron su causa ideológica y así lo experimentaron los comunistas griegos que se exiliaron a la URSS en 1949 tras la guerra civil en su país y antes los comunistas españoles. La diferencia, sin embargo, es que los griegos o los españoles eran extranjeros en la Unión Soviética, pero los líderes y combatientes de la RPD yla RPL se sienten rusos, han sido tratados como rusos por Moscú y como tales pueden querer participar plenamente en la vida política del país y sucede que, para los sectores nacionalistas rusos a los que Crimea ha revitalizado en 2014, Putin resulta demasiado débil y comprensivo y hay quien opina que el presidente debería haber conquistado ya toda Ucrania. Putin es hoy rehén de estos sectores y del estado de ánimo engendrado por su propia propaganda.

Pero la crisis puede ser una fuente de oportunidades y cabe la posibilidad de que los problemas económicos que se avecinan en 2015 aporten elementos prosaicos que neutralicen la fantasía de los mitos y que hagan reflexionar a todos, incluidos los países occidentales, para buscar, si lo hay, ese afiligranado camino que pasa por enfriar el conflicto, sin congelarlo, en búsqueda de una solución presentable a todos los electorados, a los rusos que consideran a Putin como “un ternero vacilante” y a los ucranianos que creen “merecidas” las penurias de los ancianos de Donbás como castigo por “haber apoyado a los terroristas”. Eso, a no ser que Kiev y los países que apoyan una Ucrania soberana capaz de ocupar el puesto que le corresponde en Europa prefieran intentar ganar ya la guerra y acepten el riesgo de que el botón nuclear pueda depender de la psicología de un individuo acorralado.

Horror

Por: | 25 de noviembre de 2014

El gobierno de Kiev se niega a pagar las pensiones y prestaciones sociales en los territorios del Este de Ucrania controlados por los insurgentes de las autodenominadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk (RPD y RPL).

Los que más sufren son los más indefensos.El horror se filtra incluso en el monótono lenguaje burocrático de la Misión de Vigilancia de la OSCE en Ucrania.

Traduzco un párrafo incluido en el informe del 23 de noviembre de 2014: La SMM (Special Monitoring Mission o Misión Especial de Vigilancia) visitó el hospital psico-neurológico regional en las afueras de Slovyanoserbsk (30 kilómetros al noroeste de Lugansk) bajo el control de la “República Popular de Lugansk” (LPR). La SMM fue informada de que quedaban solo seis de los 180 miembros del personal, ninguno de los cuales tenía un título médico o entrenamiento como enfermero. El SSM observó las críticas condiciones en las que viven los 350 pacientes, incluidas la falta de calefacción, electricidad, gas, comida y medicamentos. Unos 120 pacientes están obligados a permanecer en cama y el hospital tiene un departamento de enfermedades mentales graves. A la SMM le enseñaron el registro del hospital, según el cual 49 personas han muerto desde agosto”.

¿Se imaginan, 350 pacientes, de ellos 120 obligados a permanecer en cama, a cargo de 6 personas sin formación profesional, sin calefacción, sin electricidad, sin gas, sin comida y sin medicamentos? ¿Son o no ciudadanos de Ucrania estas víctimas inocentes? Si esto importa a Kiev, Bruselas, Moscú, si esto importa a la Cruz Roja internacional, ¿Qué están haciendo todos estos sujetos de derecho con responsabilidades varias para proteger a los más débiles, a los que no pueden opinar ni sobre fronteras ni sobre ambiciones políticas?

Condena a muerte en Alchevsk

Por: | 04 de noviembre de 2014

Pilar
Momento del "juicio popular" de Novorrosia.

 

Alexéi Mozgovoi, uno de los líderes insurgentes de Lugansk, ha difundido a fines de octubre un vídeo que está causando un gran impacto y que se puede ver en este enlace (Youtube ha desactivado la opción de insertarlo):

http://www.youtube.com/watch?v=T2Ymaq4m1zY

Se trata del “primer juicio popular” de Novorossia. Tiene lugar en la ciudad de Alchevsk, en la provincia de Lugansk, en el escenario de un teatro, donde el “pueblo” ha sido convocado para que “asuma responsabilidades” y decida sobre la vida o la muerte de dos hombres al que los uniformados de la brigada motorizada Prizrak (Fantasma), al servicio de la autoproclamada Republica Popular de Lugansk, presentan como dos violadores, el primero de una chica de quince años, y el segundo, como un violador múltiple con antecedentes penales.

Incluso aunque no se entienda el ruso, idioma en el que transcurre el juicio, las imágenes pueden ilustrar algo sobre las realidades del siglo XXI en una atormentada región de Europa. Trataré de resumir a grandes rasgos la banda sonora a partir de las notas que tomé viendo el documento.En el tribunal formado por tres hombres en traje de camuflaje, el de la izquierda es Mozgovoi. El tribunal presenta primer acusado como Igor Anánev, nacido en 1976, ex policía y durante un cierto tiempo integrado entre los combatientes independentistas. Le han condenado a ser fusilado de acuerdo con las leyes de guerra tras acusarle de violar a Olga M., de 15 años, que acudió a su casa porque él le había prometido un teléfono móvil. Bebieron juntos y fumaron marihuana y luego el le regaló el teléfono. Mozgovoi pide que el pueblo se responsabilice y confirme o no la pena que le han impuesto el tribunal. “Todos deben comprender que construir un país no depende de dos personas”, dice el líder insurgente. “Todos tienen que asumir responsabilidades”, añade.

Al acusado se le permite hablar. Acepta la culpa, puntualiza que fumaba marihuana, pero que no la vendía, y dice estar dispuesto a lavar su delito con sangre, en el frente. Admite también que “engañó un poco” a su víctima y que le regaló el teléfono “con la esperanza de que la próxima vez (la relación sexual) sería voluntariamente”.

El padre del acusado toma la palabra. “No lo justifico”, afirma el hombre, que pone en cuestión a la víctima por haber ido a “casa de un hombre extraño”.

Toma la palabra Mozgovoi. Viene a decir que si ve a una chica en un café la mandará arrestar, que las “mujeres deben ser guardianas del hogar” y que los cafés hoy “están llenos de población femenina”. “¿A quién pueden educar después?”, se pregunta y, con un peculiar sentido del humor, espeta : “Habría que violarlas a todas”. “A las patrullas se les dará la orden especial de arrestarlas”, “las mujeres deben estar en casa, haciendo pasteles”, y “ya es hora de que se acuerden de su espiritualidad”.

El “pueblo” hace preguntas, incluido un tal Dmitri Kudínov, de Siberia, que se identifica como transportista de ayuda humanitaria.

“Ustedes son el poder superior por el que luchamos. Ya es hora de que se ocupen de todos estos juicios, de cuestiones económicas y políticas”, “los jueces son ustedes”, continua Mozgovoi.

“!Y quería que la próxima vez fuera voluntariamente! No solo la violó sino que quería vivir con ella”, exclama una de las interpeladoras del reo.

El tribunal añade que al acusado le han encontrado “200 giga bites de videos porno” en su casa y propone condenarlo a muerte. Votan, 340 personas en la sala de las cuales 164 están a favor de condenarle la pena capital y 139, por otro castigo. Como no hay mayoría simple a favor del fusilamiento, al reo le conmutan la pena. Le enviarán a luchar a la vanguardia del frente. A estas alturas, el reo que ha ido encogiéndose progresivamente ya está hecho un ovillo en el suelo. El pueblo le ha conservado la vida.

No tiene tanta suerte el otro acusado, un tal Vitali Kravtzov, nacido en 1979. El tribunal dice que antecedentes penales y se le acusa de violar a varias jóvenes reiteradamente. El tribunal propone al pueblo confirmar la pena capital. En la sala una mujer que se presenta como la madre del acusado rompe a gritar y a llorar: “gente, gente, se lo ruego”, “gente, gente, perdonen”. Un insurgente pregunta al acusado si es cierto que tiene una cruz gamada tatuada en el cuerpo. El acusado asiente y eso sella su destino, y de nada sirve que su madre diga que fue “una tontería de juventud”. El "pueblo", que charla y rie, vota a mano alzada. Una mayoría absoluta (271 de 290) está por la pena capital. La sala aplaude de nuevo. “Espero que gracias a estos juicios, habrá más orden. Espero que todos comprendan su responsabilidad. Si queremos de verdad construir una república popular que sea justa, comencemos por nosotros mismos”, dice Mozgovoi.

“Comprendo el dolor de madre, pero ¿por qué ha venido?”, pregunta el presidente del tribunal a la mujer que no cesa de llorar y gritar. “Se acabó el juicio”,grita.

Cuando se disponen a irse, los miembros del tribunal reparan en una omisión: “No podemos permitir que el reo no diga su última palabra”. Habla el reo: “Por favor, dadme la oportunidad de lavarlo (el crimen) con sangre”. Le responden silbidos y más gritos de su madre. “Perdón, perdón”, continua. “La decisión está tomada”, contesta el jefe del tribunal.

No hay datos sobre lo que pasó con Kravtzov y si realmente lo fusilaron. En Ucrania, país miembro del Consejo de Europa, no existe la pena de muerte pero los acusados han sido condenados de acuerdo con la justicia interpretada y ejercida por los insurgentes de Novorossia.

La película filmada por los servicios informativos de Mozgovoi se acaba. En la pantalla aparecen los créditos y junto a ellos el número de una cuenta benéfica del Sberbank (el mayor banco ruso) para ayudar a Novorossia.

El coronel Strelkov se viste de paisano, pero pronostica guerra

Por: | 30 de octubre de 2014

“Todo el pueblo ruso debe unirse en un único Estado formado por Rusia, Ucrania y Bielorrusia”. Este es el “ideal” del coronel Igor Strelkov, el ex ministro de Defensa de la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD en la provincia ucraniana de Donetsk”), quien el jueves protagonizó una rueda de Prensa en Moscú, convocada en ambiente de secreto y conspiración en un hotel lejos del centro. El objetivo era anunciar el lanzamiento de una nueva organización humanitaria para ayudar a los insurgentes y sus familias,que pasan hambre y frío entre ruinas en zona de conflicto en el Este de Ucrania, el territorio que los políticos y propagandistas rusos insisten en acuñar como “Novorossia” para confundir a quienes no estudiaron bien la Historia.
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Strelkov explicó que su iniciativa tenía un carácter puramente humanitario. La ayuda oficial es “insuficiente” y “una importante parte” de la ayuda humanitaria enviada desde Rusia “va a parar a la venta libre” “en lugar de ser entregada” a quien lo necesita, dijo el oficial que prometió ejercer “control” del reparto y “desenmascarar” a los que, con el pretexto de la beneficencia, “se dedican a enriquecerse, que no son pocos”.

Efectivamente, la organización de la ayuda humanitaria a Donbás (las provincias de Lugansk y Donetsk) suscita preguntas en quienes han observado con qué celeridad mejoran su atuendo y refinan sus hábitos los ciudadanos ucranianos que, presentándose como exiliados políticos, pululan en Moscú y otras ciudades rusas en torno a las instituciones dispuestas a compartir sus recursos con los hermanos del otro lado de la frontera.

La rueda de prensa de Strelkov era esperada por sus seguidores desde hace un mes y el resultado defraudó a algunos. En vez del oficial que en verano fustigaba al Kremlin por no apoyar suficiente a los insurgentes, había un hombre en traje y corbata que leía un texto preparado de antemano y que evitó el enfrentamiento con los dirigentes rusos. Strelkov dijo no tener ni “palancas” ni “influencia” ni “información sobre los planes de los dirigentes rusos”, afirmó “no tener nada que ver” con los líderes actuales de Donbás y subrayó que se había opuesto a las elecciones organizadas por los separatistas el próximo domingo.”No entiendo cómo se pueden hacer elecciones cuando hay guerra y disparan, pero como la decisión está tomada no voy a comentarla”, afirmó. “La confusión en Ucrania no acabó. Se necesitarán aún muchas vidas para superarla y es mejor conservar esas vidas para el combate decisivo”, opinó el oficial, según el cual a las autodenominadas repúblicas populares les ha faltado “el reconocimiento por parte de Rusia”. El coronel no excluyó que la guerra actual pueda transformarse en otra, “de gran envergadura”. En Ucrania hay un “grandes posibilidades de que se reanuden los combates” y la tregua con Kiev es solo “una pausa”.

Preguntado si se sentía cómodo vestido de paisano, el coronel dijo que “durante mucho tiempo trabajé en el aparato central del Servicio Federal de Seguridad y la corbata y la americana no me son extrañas, aunque siempre preferí el uniforme militar”.
Desde la página de web del oficial, que lleva la divisa “Por la fe, por el zar y por la patria” la conferencia de prensa se trasmitía en directo. En la pequeña sala atestada de periodistas rusos, que aplaudían de vez en cuando, había personas que lucían las condecoraciones inventadas por el mismo Strelkov. Entre ellas estaba la alemana Margarita Seidler, que trata a los dirigentes ucranianos de "junta" y "fascistas", con dos Cruces de San Jorge (versión Strelkov) sobre el pecho. El militar, aficionado a la reconstrucción de batallas históricas, condecoró a siete hombres en traje de camuflaje, según dijo, como reconocimiento por su papel en la defensa Slaviansk, ciudad que Strelkov tuvo que abandonar a principios de julio ante el avance de las tropas leales a Kiev.

Junto con otros ciudadanos rusos vinculados con los servicios de Seguridad, Strelkov ocupó un alto cargo en la RPD durante un par de meses. Igor Boradái, que fue jefe del Gobierno, Vladímir Altuféiev, que fue vicejefe del Gobierno, y Strelkov aparecieron en Donetsk de repente, tras haber estado en Crimea, y volvieron a Rusia también de repente. Según medios políticos rusos, cumplían misiones supervisadas desde alguna de las torres del Kremlin y financiadas por el “empresariado patriótico”. Los analistas intentan entender qué clase de gente (y con qué uniforme) necesita hoy el Kremlin en Donbás. Strelkov, de momento, parece aparcado: No encabeza una rebelión ni un motín nacionalista ni un partido político, como algunos temían y otros deseaban. El coronel se ha responsabilizado de una organización humanitaria que garantiza con su nombre, pero dice estar dispuesto a “encontrar de nuevo” su “lugar” en las filas para “defender” Novorossia y “liberarla de las fuerzas venidas de Occidente”.

Guennadi Tímchenko, poseedor de la sexta fortuna de Rusia (15.300 millones de dólares, según Forbes ), se ha quedado sin poder volar en su avión personal Gulfstream, porque el fabricante aeronáutico norteamericano ha interrumpido el servicio técnico tras las sanciones que EEUU impuso al multimillonario por sus relaciones con el presidente de Rusia Vladímir Putin.

Tímchenko, personaje lacónico en el pasado, cuenta ahora los males que le aquejan. “Las sanciones se manifiestan de la forma más caprichosa. Por ejemplo la compañía Gulfstream dejó de cumplir sus obligaciones contractuales, interrumpiendo los vuelos del avión que les compré por una buena suma”, ha declarado en una entrevista que la agencia oficial rusa Itar-Tass ha divulgado por entregas durante varios días.

“A Gulfstream le está prohibido cualquier contacto conmigo, no puede ni discutir el próximo suministro de los aviones ya encargados, ni su trabajo”, ha dicho el empresario, cuya relación con Putin se remonta por lo menos a principios de la década de los noventa. Nacido en Armenia, Tímchenko estudió ingeniería en el Instituto Mecánico Militar de Leningrado y en 1991 emigró a Finlandia, donde adquirió la nacionalidad de aquel país y prosperó gracias al comercio de crudo. Pocas horas antes de que Washington lo pusiera en su lista negra, el empresario se desprendió de sus acciones en el trader petrolífero Gunvor, uno de los más grandes del mundo.

Condecorado con la Legión de Honor francesa en 2013, Tímchenko, de 61 años, teme ahora viajar a Europa porque, según ha dicho en la misma entrevista, cree que los servicios secretos estadounidenses están tramando algo contra él. Preguntado como sobre cómo se desplaza cuando tiene que recorrer largas distancias ha contestado: “En último caso, siempre se puede encargar un chárter, aunque esto no es muy confortable”.
Razón tiene el multimillonario, los chárter son incómodos, que se lo pregunten sino a los casi 30.000 turistas rusos que se han quedado abandonados en diferentes puntos del globo (España incluida) el pasado fin de semana debido a la quiebra de la compañía aérea Labirint. Que se lo pregunten también a los que se han quedado con el billete comprado y sin poder volar. Convincentes argumentos son estos para no salir de Rusia, para sumarse a los militares, policías, agentes de seguridad que se remojan en las playas nacionales y de la anexionada Crimea, porque sus mandamases les han prohibido los viajes al extranjero para evitarles incomodidades y sustos.

Cuenta Itar-Tass que Tímchenko es poseedor de un avión Gulfstream G650 cuyo valor según catálogo es de 64,5 millones de dólares. Como otros multimillonarios postsoviéticos, Tímchenko se perfila como un benefactor y para ello mantiene una fundación familiar (junto con su esposa Elena y su hija Ksenia). El informe anual correspondiente a 2013 indica que esta institución se gastó en diversos proyectos benéficos y culturales un total de 330,2 millones de rublos ( 9,2 millones de dólares), es decir una séptima parte de lo que le costó el avión personal ahora varado (precio según catálogo citado por la agencia oficial). Las migas benefactoras destinadas a ancianos, familias y deportistas más bien parecen migajas si se considera que, según los datos del informe, un tercio de los gastos del fondo se destinaron a su apartado de cultura, lo que incluía una invitación a la Royal Philharmonony Orquestra de Londres al festival musical “Ploschad Iskustv” en San Petersburgo. El presidente Vladímir Putin inauguró aquel festival el 16 de diciembre.

La otra historia de aviones varados es la de la compañía de vuelos de bajo coste Dobrolet, una filial de Aeroflot nacida con grandes ambiciones esta primavera como la primera “lowcost” de Rusia y que estaba destinada a cubrir el trayecto entre Rusia y la anexionada Crimea. Dobrolet, que está en la lista de sanciones europeas, deja de funcionar el 4 de agosto después de que le fueran anulados los contratos de leasing de sus Boeing 737-800. El hueco dejado por Dobrolet en la península será cubierto por Orenburgski Avialinii, otra filial de Aeroflot. La compañía bandera de Rusia de momento vuela y vuela.

El rapto de Izolyatsia

Por: | 05 de julio de 2014

“Izolyatsia” ha sucumbido a la guerra. La plataforma cultural instalada en una antigua fábrica de materiales aislantes de Donetsk se ha convertido en un cuartel de los independentistas prorusos. Los representantes de la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD) llegaron con sus fusiles el 9 de junio y requisaron la fábrica.
En dos automóviles, el personal de Isolyatsia evacuó parte del patrimonio cultural acumulado. El resto, que incluye algunas obras muy cotizadas, es hoy el decorado-- e incluso el instrumento-- de la nueva funcionalidad revolucionaria del local.

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Foto cortesia Izolyatsia
Al mando de Izolyatsia está hoy “El Mongol”, que es el nombre de guerra del oficial jefe de las unidades de intervención especial de la RPD. Timur Olevski, el corresponsal del canal de televisión independiente ruso “Dozhd”, ha visitado la fábrica ocupada y ha conversado con “El Mongol”, quien califica el patrimonio confiscado como» arte para los europeos avanzados y “maidánovzi” (partidarios del Maidán y en sentido amplio proeuropeos) integrados”. Cuenta Olevski que “El Mongol” aseguró haber hecho prácticas de tiro sobre las estatuas que la artista Masha Kulikovska (nacida en Crimea) dejó a la intemperie para comprobar el efecto del tiempo sobre ellas. El periodista asegura que “El Mongol” se negó a disparar sobre las estatuas ante la cámara y que sólo una de las obras había sido dañada. Mientras tanto, Kulikovska ha organizado una “performance” (escenificación de la muerte con una bandera ucraniana como sudario) en “Manifesto 10”, la bienal europea de arte moderno de San Petersburgo.

Paco de Blas es el español que en el otoño de 2013 lo dejó todo por venir a gestionar la plataforma cultural Izolyatsia, y Liuba Mijáilova es la economista que privatizó la fábrica de aislamiento donde su padre fue director durante décadas. Ambos buscan la forma de continuar el trabajo que consistía en la creación de un espacio postindustrial dedicado al arte que al mismo tiempo contribuyera a formar un nuevo tejido económico y a la educación estética de la sociedad. De Blas está en Madrid y Mijáilova, en Kiev y con ellos hablo por Skype. De entrada, su idea es informar al mundo sobre la suerte que está corriendo Izolyatsia en estos tiempos turbulentos. La exposición del Consejo de Europa dedicada al “deseo de la libertad” ha sido aparcada de momento.

Pero la historia de Izolyatsia es compleja, tiene múltiples actores y dimensiones. En los años noventa del pasado siglo, cuando los clanes locales luchaban por el control de las fábricas y las minas de Donetsk, Mijáilova se marchó de Ucrania. “Pero llegó un momento en que pensé que había que pararse y pensar para qué vives y para qué haces dinero”, dice. Corría el 2010 y Mijáilova encontró un “fondo de inversión” que con ciertas condiciones y pagos me compró en Inglaterra todos mis activos en Ucrania, incluida Izolyatsia” agrega. Mijáilova debía acabar este año el proceso de transición de sus activos en Ucrania, que además de Izolyatsia incluyen fabricas en Górlovka (Donetsk) y Stajánov (Lugansk).La “compañía internacional de Pittsburg (EEUU) a la que debía traspasar sus activos “había calculado todos los riesgos, económicos, energéticos, pero nadie calculó los riesgos políticos”, explica.
Izolyatsia se conservó entera, a diferencia, de más de dos docenas de empresas ubicadas en la vecindad, en la calle el Sendero Luminoso. Justamente por haberse mantenido íntegra Izolyatsia, que tiene un total de 7,5 hectáreas, constituye un tentador espacio para los insurgentes. La empresa tiene un extenso bunker subterráneo, señala Mijáilova. Eso puede ser un valor añadido en tiempos de guerra.
En Kiev se ha formado ya una colonia de exiliados de Donetsk, artistas, intelectuales, que se reunieron recientemente en una exposición organizada por “Izolyatsia en el exilio”. Formalmente, la capital de Ucrania es solidaria con estos exiliados culturales. En la realidad, hay que pagar altos precios por los locales de exhibición y nadie está dispuesto a ceder esferas de influencia a los recién llegados, señalan fuentes de los “exiliados”.
Cree Mijáilova que en Kiev se ha llevado a cabo una revolución burguesa y en Donetsk, una revolución proletaria de gentes que fueron héroes en época socialista y que hoy se sienten engañadas. Para entenderlo mejor recomienda el documental “Entusiasmo” (La sinfonía de Donbás, 1930) del documentalista soviético Dziga Vertok.
Reducir el conflicto en torno a Izolyatsia a una lucha de la barbarie con el arte sería simplista. Son muchas las batallas inacabadas que se superponen y se mezclan en Donetsk. Entre sus protagonistas están los clanes locales, incluido el del ex presidente Víctor Yanukóvich, los “perdedores” de las privatizaciones de la década de los noventa, que utilizan en su beneficio la retórica proletaria (tanto real como inventada). Y además, están los portadores de los intereses rusos, que son varios y diversos.
Para contemplar el caso en perspectiva, ampliamos el marco de observación hasta la calle Sendero Luminoso donde está ubicada Izolyatsia y también el colmado de Alexéi. “Izolyatsia no llegó a tender puentes con gente como Alexéi”, comentó Paco de Blas en mayo, mientras nos tomábamos un refresco en esa tienda que tiene el mismo nombre de la calle.
Llamo a Alexéi por teléfono. Cuenta que la gente se ha empobrecido y que sus ventas han disminuido de forma drástica. “Gano prácticamente lo mismo que mis dependientas, es decir muy poco, pero tengo que estar aquí porque la gente tiene que comer y yo vendo pan subvencionado socialmente”, dice. ”Hace unos días corrió el rumor de que se había acabado la sal y el precio de la sal se disparó”, agrega. Le pregunto por los ocupantes de Izolyatsia. “Son chicos normales que entran a comprar cigarrillos. Vinieron a avisarnos de que no nos asustemos por los disparos que hacen cuando se entrenan”, dice.
Alexéi ha trasladado a su familia a la casa de sus padres en Crimea, y allí ha dejado también su querido mapa, el que muestra que la región de Donetsk era parte del imperio ruso en el siglo XVI. Sirva este texto, el tercero ambientado en el Sendero Luminoso de Donetsk,como esbozo de puente entre dos lados de esta calle.

El País

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