Comida, políticos y campañas

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 15 nov 2011

Butifarrada

Más de la mitad de los adultos españoles tiene sobrepeso y uno de cada seis sufre obesidad. Y el problema está afectando también a nuestros menores con severas consecuencias. El dato es contundente y los efectos en la salud mental y física de nuestra sociedad, así como los costes para nuestro sistema sanitario, son extraordinariamente importantes. El hecho es de una relevancia incuestionable, pero, sin embargo, está ausente del debate y de las propuestas en esta campaña electoral. La sensación de que la política no se ocupa de los nuevos problemas y ha dejado de resolver bien los antiguos se confirma en casos como este.

Si no me he equivocado en las búsquedas, las propuestas sobre “obesidad” o “trastornos alimentarios” no están presentes, de manera contundente, en los programas de las principales fuerzas políticas. Solo el PSOE propone, en la página 94 de su programa, “potenciar la función de la Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición en especial en la lucha frente a la obesidad infantil y en el desarrollo de una línea de información y recomendaciones para favorecer el consumo informado” y el PP cita sucintamente que “promoveremos hábitos de vida saludables y pautas de consumo responsable, velando por los derechos de los consumidores.”

Decía el filósofo Jean Anthelme Brillat-Savarin, en 1825, “Dime lo que comes y te diré quien eres”. En esta línea, Hunch es un sitio donde miles de usuarios escriben y recomiendan sobre aquello que les gusta, como, por ejemplo, sus preferencias gastronómicas. Con los datos recopilados han elaborado una infografía donde se establecen las relaciones entre los gustos y el tipo de dieta y los niveles de afinidad política. Así, se observa que los liberales prefieren cenar con vino, suelen desayunar más y son más vegetarianos, y los conservadores prefieren cenar con gaseosa, comer pasta y los locales de comida rápida.

Ausente la alimentación del debate de fondo, lo que sí está muy presente es la comida en la acción y en la vida política. Analicemos las principales asociaciones.

1. Comidas políticas. Siguiendo el paso de los almuerzos de negocios, la costumbre de tratar temas de interés político y público en encuentros privados alrededor de una mesa está muy extendida entre nuestros representantes. La utilización de reservados en los restaurantes, y una propensión a la discreción, hacen de estos almuerzos políticos un espacio de intimidad, de negociación e incluso de conspiración. Comer con alguien es, a veces, mucho más relevante que reunirse con él.

2. Gustos gastronómicos. En las campañas electorales, los candidatos se ven sometidos a todo tipo de perfiles personales y de tests. Nos interesan los gustos culinarios de nuestros políticos y políticas o sus restaurantes preferidos. Así, sabemos que Rubalcaba suele comer solomillo y verduras, pero que -como padece anisakis- no come pescado ni marisco; y que a Rajoy le encantan los platos de cuchara, pero que desde hace algún tiempo no suele cenar o toma solo fruta o un yogurt.

3. Comidas populares. Caracoladas, paelladas, pulpadas, butifarradas, mongetades, calçotades… forman parte de las tradiciones culinarias populares con las que jalonamos la vida política. Es indiscutible el valor social y movilizador que tienen estas grandes concentraciones alrededor de la ración, pero lo cierto es que provocan imágenes de forzada proximidad, tienen algo de excesivo y reflejan antiguos tics feudales que desnaturalizan la acción política. Se instala la duda razonable sobre si los partidos, que gastan importantes sumas para organizar mítines con comida, podrían tener dificultades para garantizar la concurrida asistencia sin el estímulo del plato. Además, la ruta gastronómica de una campaña electoral es un auténtico calvario y pone a prueba la resistencia gástrica de nuestros candidatos.

4. Fotos típicas. Nada provoca más alborozo entre los electores y las bases políticas que ver como el líder degusta, disfruta y exterioriza su entusiasmo por los platos tradicionales. Y todos y todas sucumben a la foto en el límite. Ver, por ejemplo, a la canciller alemana Angela Merkel zampándose una salchicha tradicional en Turingia forma parte de estas liturgias gastronómicas a las que la política se ve abocada. Quizás para compensar esa imagen colesteroica Merkel recomienda comer manzanas para estar sanos.

5. Comida por votos. En otros contextos, la comida se utiliza, lamentablemente, para conseguir votos. Durante la reciente campaña electoral en Perú, los voluntarios de Keiko Fujimori se dedicaron a recolectar votos ofreciendo paquetes de arroz, lentejas, azúcar o leche, con la excusa del día de la madre. Y, en España, no estamos tan lejos de esto. En Canarias, por ejemplo, durante las pasadas elecciones de mayo de 2011 se produjeron denuncias por un supuesto reparto de votos y bolsas de comida.

6. La dieta de los políticos.  Las dietas de nuestros candidatos y políticos despiertan un interés creciente. Perder peso está de moda, y, además, conviene a la mayoría. El presidente mexicano, Felipe Calderón, ha encabezado una campaña nacional para combatir la obesidad y, para ello, él y su gabinete pregonan con el ejemplo y se han puesto a dieta. El esfuerzo tiene su recompensa en forma de percepción de determinación y contención. Y forma parte de la preparación para una campaña electoral. La dieta del yogurt y los paseos de Mariano Rajoy le han dado un aspecto más jovial y, sin duda, le han favorecido en términos de imagen. Los saltitos que dio el pasado domingo en Valencia, no habrían sido posibles con el sobrepeso que le acompañaba. Además, diversas investigaciones afirman que los políticos obesos obtienen peor calificación en sus cualidades de liderazgo y que su peso, como su altura, puede influir en la decisión de voto de los electores.

7. La comida y las relaciones internacionales. Más allá de las comidas protocolarias que caracterizan buena parte de la agenda institucional de nuestros representantes, la comida forma parte de las estrategias de comunicación en las relaciones internacionales. Barack Obama, por ejemplo, ha llevado a cenar a diversos mandatarios en sus visitas a EEUU proyectando una imagen de acercamiento y complicidad. Las fotografías difundidas de Obama y el presidente ruso Dmitri Medvédev hablando de economía en una hamburguesería -claro icono de la comida americana-, o la cena íntima con la canciller alemana, en un elegante restaurante de corte europeo, responden a una intencionada estrategia.

8. Comida y lenguaje simbólico. La comida adquiere también, en diversas circunstancias, un alto potencial simbólico. Por ejemplo, la imagen de agencia difundida del encuentro del pasado mes de julio entre el Primer Ministro griego, Yorgos Papandreu, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, contiene un alto valor comunicativo. La fotografía, donde los mandatarios se sirven café de un termo y se reparten galletas y zumo en tetra-brik, no es casual, ni fruto de la austeridad germánica, sino que tiene un claro objetivo comunicativo en un contexto de profunda crisis.

El uso de frutas o verduras como poderosa metáfora en política tiene una larga tradición. Recordemos, por ejemplo, la manzana de Chirac o de Xavier Trias o los tomates del líder de los socialistas radicales holandeses, Jan Marijnissen.

9. Comida y crisis política. En ocasiones determinados gestos gastronómicos pueden contribuir a apagar una crisis. Así, ante los problemas surgidos con el pepino español, en entredicho por culpa de la bacteria E.Coli, nuestros políticos salieron en su defensa enviando un mensaje claro de apoyo y confianza. Para ello, tanto la Consejera andaluza de agricultura y pesca, Clara Aguilera, como Mariano Rajoy y sus barones, no dudaron en fotografiarse comiendo esta hortaliza para tranquilizar a la población y mostrar su apoyo al sector agrícola.

10. Un huerto en La Moncloa. No me imagino, aunque sería una gran noticia y muy positiva, que el próximo inquilino de La Moncloa plante un huerto, como sí lo han hecho los Obama. La Primera Dama de Estados Unidos ha creado un jardín orgánico en el ala sur de la Casa Blanca, con la ayuda de estudiantes de primaria y con el objetivo de que entiendan así la importancia de una alimentación sana. La iniciativa forma parte  además de la importante implicación de Michelle Obama en una campaña contra la obesidad y la mejora de la alimentación en su país.

 

Videos de respuesta rápida

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 14 nov 2011

Images

YouTube recibe cada minuto 48 horas de vídeo (¡69.000 horas al día!), con un crecimiento extraordinario. Se ha convertido, además, en el segundo buscador de referencia, ganándole cada día cuota de aceptación al gigante Google. Algunos analistas de tendencias de futuro afirman que el 90% de los contenidos digitales serán audiovisuales.

La Generación YouTube -aquella que al buscar información, busca imágenes- está cambiando la manera de comprender el dato, el conocimiento…y, en consecuencia, la política (y nuestra percepción de ella). Conectar con imágenes de calidad y adaptadas al potencial narrativo de lo audiovisual es el reto para la comunicación política.

En esta campaña, los vídeos políticos más eficaces (más virales, con mayor audiencia mediática) ya no son, fundamentalmente, los vídeos oficiales de los candidatos y sus espots. La videopolítica es una gran oportunidad para que, desde el sentido del humor (y del ridículo), la crítica ácida y mordaz o los argumentos más razonados, se generen piezas frescas, ágiles y oportunas que permitan empaquetar creativamente las propuestas de los partidos y candidatos/as. Muchos de ellos, impulsados o tolerados por los equipos de campaña, están inundando la Red con el objetivo de difundir rápidamente un mensaje, ganar notoriedad de marca… o desviar la atención. Las elecciones del futuro y del presente se parecerán bastante al rigor y exigencia del usuario de un mando a distancia o del internauta crítico. Tienen el poder de decisión en su mano y, si el contenido no es bueno, cambian de canal o pantalla.

Son vídeos especialmente útiles para generar viralidad y ser rápidamente enviados y compartidos en redes sociales. Pero, además, estamos viendo el uso de éstos como estrategia de posicionamiento político (la videología) para que puedan aparecer en los medios, en televisiones y en las páginas web de diarios, que cada vez incrustan más piezas audiovisuales. Una vez ocurre, el vídeo de respuesta multiplica exponencialmente su difusión y su participación.

Es por ello que los vídeos de respuesta rápida empiezan a ser básicos en la comunicación política actual. En los equipos de los candidatos hay que tener preparado tanto un equipo de campaña negativa como uno de respuesta rápida a campañas negativas de la oposición. La crítica (satírica y divertida), a menudo anónima, puede ayudar a difundir vídeos que atacan al oponente. También éste tiene que estar preparado para defenderse rápidamente, a través del mismo formato, ante los ataques de la oposición, que también existirán. Se trata de responder rápidamente con un vídeo a un vídeo del partido contrario, intentando desactivar su mensaje con otro mensaje, es decir, contraatacando. 

Tenemos numerosos ejemplos, que en España se hicieron conocidos a partir de las elecciones catalanas de 2010 por parte de CiU. En la actual campaña electoral, es el Partido Popular el que más está usando estos equipos de respuesta rápida.

El caso más reciente es el vídeo de respuesta que el PP lanzó contestando al que había colgado el PSOE, un par de días antes, en el que ciudadanos anónimos preguntan, megáfono en mano, al líder del PP por su "programa oculto", el que no reveló en el debate a pesar de las insistentes preguntas de Alfredo Pérez Rubalcaba. En La rueda de prensa que Rajoy no quiere dar, varios ciudadanos plantean al candidato popular -sin obtener respuesta- si, en caso de ganar el 20-N "va a ampliar los recortes que está haciendo el PP de Madrid y en Sanidad y en Educación", si "derogaría la ley del aborto" o si "daría marcha atrás" en la ley del matrimonio homosexual. Así, el jueves el PP respondió con un nuevo vídeo de campaña en el que su candidato a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, contesta a las preguntas que plantea una joven empresaria mientras se dirige en un taxi a pedir financiación al Instituto de Crédito Oficial (ICO). No habían pasado ni 48 horas.

Anteriormente, el PP había realizado otro vídeo de respuesta (en este caso al vídeo donde el PSOE lanzaba su eslogan “Pelea por lo que quieres”) en el que contraponía la "pelea" en las calles con la "suma de fuerzas", en alusión al lema de la campaña de Rubalcaba, presentado la semana anterior.

Decía el político italiano Antonio Gramsci que las batallas políticas son batallas culturales. Y hoy, la cultura dominante es la audiovisual. Cuando me preguntan sobre por dónde pueden (y deben) evolucionar los partidos políticos y sus políticas de comunicación hacia el futuro, para volver a reconectar con la ciudadanía y la contemporaneidad, afirmo, no sin un pálpito de vértigo y esperanza también, que las organizaciones políticas deben explorar y transformarse en organizaciones culturales. En productoras de contenidos. Sin creación cultural no hay combate político. La poderosa imagen es el nuevo escenario del debate ideológico. Entiendo los temores, comprendo los recelos, acepto los riesgos… pero la política debe renovarse por los cimientos: por las ideas y por sus mediadoras, las palabras. Y las palabras del siglo XXI son, más que nunca, imágenes. Pensar con imágenes, emocionarnos con las ideas. No hay otro camino para recuperar los nutrientes que reconecten la política con la vida.

Facebook electoral

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 13 nov 2011

FB

En las anteriores elecciones generales de marzo de 2008 entraron por primera vez en el juego electoral las redes sociales. Algunos de los principales candidatos se abrieron sus cuentas, como hicieron los partidos. Facebook fue sin duda la red social más y mejor utilizada por todos ellos, ya fuese mediante perfiles y páginas personales de cada candidato o a través de grupos de apoyo personales o institucionales que plagaron esa red social durante aquella campaña. Las redes sociales entraban en política, aunque de modo muy primario e iniciático. Se buscaba difundir, más que interaccionar.

En la actualidad, cuatro años después, Facebook tiene 800 millones de usuarios y su tamaño ya es comparable al que tenía todo Internet en 2004. En España lo usa el 19,7% de la población, aunque otros estudios indican que ya se acercaría al 25%. Por otro lado, el 76% de los ciudadanos va con un móvil en el bolsillo, casi la mitad de ellos con Internet, según el medidor de audiencias ComScore. Y casi el 60% de los españoles está en la Red (datos de la última oleada del Estudio General de Medios, EGM). Es en Facebook donde está la gente, pero también donde se mueven las nuevas energías democráticas. Algunos estudios, incluso, afirman que se puede relacionar directamente el número de amigos que una persona tiene en Facebook con el tamaño de determinadas zonas del cerebro.

En 2011, Facebook forma parte básica de las estrategias y de las acciones de campaña. Nadie renuncia a esta red social y se establecen acciones, ideas y equipos para poder ejecutarlas. El problema es que sigue siendo concebida desde una perspectiva analógica. Internet es, para la mayoría de los partidos, un medio más, como la prensa, la radio, la televisión o la publicidad exterior. Estamos muy lejos de utilizarla en su triple dimensión transformadora: comunicación; organización; y creación de contenidos, propuestas y debates políticos.

El objetivo de la campaña en Facebook es movilizar a los electores y a los activistas, ofreciendo la posibilidad de actuar sin esperar consignas o la planificación general. Crear estados de ánimo e influir poderosamente en el establecimiento de la agenda política y de la opinión pública. Y ofrecer una oportunidad para hacer más próxima la política representativa y, así, la capacidad persuasiva de los candidatos. La clave está en la estrategia y sincronización entre perfiles. No se trata tanto de repetir el mismo mensaje en diferentes redes como de matizar según el lenguaje de cada una de ellas. Crear conversación y enriquecer los mensajes con enlaces son dos de las exigencias básicas que debemos pedir a los partidos.

Esas relaciones y conversaciones -que son ahora medibles (y visibles) con la nueva herramienta de métricas de Facebook que mide el engagement- son la base del uso político de esta red social, y que en estas elecciones está siendo mejor usado por nuevos partidos como EQUO, UPyD o Amaiur.

En esta campaña electoral, hay tres acciones en Facebook que me gustaría comentar:

1. Quedadas. Una campaña en Facebook significa también potenciales relaciones offline, por ejemplo creando encuentros de amigos o admiradores con el candidato, como han hecho diferentes partidos en anteriores elecciones. Estos mítines de cercanía son los que generan más proximidad entre el candidato y los votantes, rompiendo la barrera “virtual” que ofrece Facebook. Las redes sociales deben servir en política para crear comunidades afines, pero las comunidades, como las personas, se relacionan y multiplican a través de encuentros personales.

2. Errores. Los errores en Internet tienen doble coste. Primero porque una equivocación en la red tiene un alto nivel de amplificación dada su naturaleza descentralizada y la dinámica viral. Y segundo porque la identidad personal y política (que es lo mismo que la identidad digital) se construye y reconstruye con una gran vulnerabilidad. Las disculpas que la exedil de Palma de Mallorca, Francisca Pol Cabrer, ha pedido a través de Facebook por colgar en esa red social un fotomontaje de la ministra de Defensa, Carme Chacón, en la que aparecía enseñando un pecho rodeada de mandos militares durante su última visita a Afganistán, son un ejemplo de ello. Las disculpas no han sido suficientes para restaurar y reparar un grave ataque machista que ha supuesto un duro deterioro de reputación pública para quien insulta, para la marca política que le da cobertura, y para el líder que calla.

3. Creatividad gráfica. En esta campaña -y gracias a las facilidades que Facebook ha incorporado en la gestión de la opción “Compartir” y el desarrollo y popularidad de las funcionalidades para compartir fotografías, etiquetarlas y visualizarlas- se ha producido la eclosión de imágenes gráficas de contenido crítico o humorístico. La creatividad se ha apoderado de los muros de los usuarios que, con los cambios en esta red social, se ha hecho mucho más “visual”.

El “Me gusta” todavía no es un voto (aunque sí una expresión intuitiva, epidérmica y –a veces- banal o superficial). Pero es la opción fácil, y también sugerente, para expresar opiniones de manera constante e instantánea. La vieja política puede confundir los votos con los amigos; y la nueva política puede confundir los “Me gusta” con compromisos y nuevas conciencias sociales. Los retos que tenemos que afrontar necesitan algo más que clics. Pero, a veces, parece que es el único espacio que nos queda para poder mostrar nuestras opiniones y motivaciones.

Los mítines en la era digital

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 12 nov 2011

Obamamiting

Muchos ciudadanos y ciudadanas se preguntan sobre la eficacia y la relación entre el coste (económico, organizativo) y el retorno (electoral, mediático) de los mítines en una campaña electoral. Y más en una sociedad digital como la nuestra. Lo cierto es que siguen siendo un elemento importante en la planificación electoral y son el prototipo de acto que acostumbra a cerrar la larga campaña.

Veamos cuáles son las razones que los hacen, todavía, imprescindibles y los nuevos usos y oportunidades que permiten.

1. Mediático. Durante un mitin a veces es curioso observar como el candidato/a que está desarrollando un discurso que va por unos derroteros, de repente, salta con otra energía, se mueve con otra dinámica, lanza un mensaje muy preciso, contundente… y también, en un instante, los aplausos se generan “espontáneamente”. Significa que ha aparecido una luz roja o una señalización muy visible, en el atril o en el fondo de la sala o del escenario, significa que se está saliendo en directo en televisión. No es falsear la realidad, es preparar una dosis de ésta (que ya estaba en el mitin) en el formato, en el tiempo y en el producto que necesitan los medios de comunicación y que necesitan las propias fuerzas políticas.

2. Audiovisual. Los grandes partidos acostumbran a dar la señal audiovisual a los medios de comunicación para garantizar el corte, los planos y los encuadres. Además, muchos mítines sirven después para postproducciones de vídeos en formato anuncio o reportaje para ser utilizados en las redes sociales o la televisión. En cada mitin todo está estudiado, desde la posición de las cámaras a la gente que se coloca detrás del político/a que está dando el discurso (para demostrar que no está solo y porque representa a otras personas con las que también nos podemos identificar).

3. Emocional. En cada mitin -por la visibilidad que tendrá- se plantea la oportunidad de lanzar el mensaje del día, de mostrar un estado de ánimo a los simpatizantes que están presentes físicamente y, también, a la gente que lo ve desde sus casas. Los espectadores quizás no acaben de escuchar muy bien la frase, o no estén muy pendientes del contexto político y mediático, pero sí que tienen un olfato especial para detectar ambientes. Se pueden crear ambientes de euforia, de victoria o expresar otro tipo de emociones y sentimientos. Se busca crear complicidades y generar un recuerdo perdurable: “Yo estuve allí, no lo olvidaré”. La música (de ambiente o en directo), los presentadores, los vídeos que se proyectan, las imágenes previas… todo se piensa para crear un efecto emocional intenso que permita insuflar ánimo, mostrar fuerza y movilizar al electorado.

4. Digital. La televisión y la búsqueda de los espacios mediáticos sigue siendo un pilar fundamental de la comunicación política en los mítines, pero cada vez más se busca tener repercusión en la Red. Los asistentes a los mítines tienen teléfonos móviles, cuentas de Twitter o de Facebook, y hacen fotografías, comentan, redistribuyen la información… También, en muchos casos, las fuerzas políticas emiten en directo vía Internet el contenido de esos mítines. Se hacen esfuerzos de realización de imagen más allá de la repercusión en los medios de comunicación. Los partidos también proponen hashtags para conseguir máxima difusión en Twitter, como en el caso del último mitin del PSOE en Dos Hermanas, el pasado 4 de noviembre, donde los hashtags “Alfonso Guerra” y “AndaluciaconRbCb” fueron trending topic mundial.

5. Relacional. Las primeras filas, las de los invitados, son un elemento clave para mostrar capacidad de relación, apertura y pluralidad. Es también una tónica habitual en estos últimos años invitar a reputados bloggers, pero esta vez para que se sienten casi siempre al fondo de la sala (a menudo con la prensa tradicional), con la idea de que escriban crónicas de lo que ven o sienten, sea en directo, a través de sus comentarios en sus canales de Twitter y Facebook (seguramente muy seguidos), o al día siguiente en sus blogs. Para ello, los partidos preparan y envían materiales de ayuda, como imágenes, logos o vídeos, que servirán a quien quiera hablar del mitin.

6. Crítico. Los mítines, por su capacidad de amplificación, son un gran escenario para la respuesta crítica o la contraprogramación política. La visibilidad en un mitin es real, y lo saben bien los colectivos que quieren protestar, que suelen tener presencia fuera de los mítines y que siempre intentan entrar para salir en los medios. También hemos visto críticas al político/a, especialmente en las últimas elecciones alemanas, cuando una masa de jóvenes incordiantes seguía a Angela Merkel a todos sus mítines para aclamarla con tal exageración que suscitaba el ridículo. Cada frase de Merkel, por ejemplo, "Estimados Señoras y señores..." o “combatir el desempleo con un rápido regreso al crecimiento" venía seguida de la aclamación "!Yeaahh....!”. El efecto para la oradora era demoledor.

7. Diferente. Con muy pocos elementos (y asistentes) también se puede conseguir recrear un ambiente de ágora cívica y ciudadana tan propia de los speak corners tradicionales británicos y hacer un mitin de bolsillo muy efectivo. Una silla o a una escalera a la que subirse, como es habitual en distintos parques del país -como el Hyde Park (y otros, en el resto del mundo)- o un palé (como el que utilizaba para hacer campaña el actual líder conservador David Cameron) son púlpito suficiente para un  buen mitin.

Twitterentrevistas

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 11 nov 2011

Obamaentrevista

Hoy a las 12h moderaré la Twitterentrevista que Alfredo Pérez Rubalcaba mantendrá, con el hashtag #YoRespondo, con los seguidores y usuarios de esta poderosa red y medio social. Su creador, Jack Dorsey, decía que Twitter no es una red social sino una herramienta de comunicación.

Twitter es un nuevo sismógrafo social y político. Hay miedo, en la política formal, a que lo digital desborde y contamine. Y existe el recelo mal disimulado de que tanto hervor digital sea una moda, esté vacío de (suficiente) contenido político y prisionero de nuevos y elitistas dogmáticos que acaben ampliando la brecha digital. Pero los riesgos, algunos de ellos muy reales como el del populismo antipolítico o apolítico, no pueden ni deben paralizar los cambios necesarios y urgentes. La política formal puede llegar tarde y mal a lo emergente. Que no se extrañe entonces de ocupar el último lugar en la valoración social.

En este fuego cruzado, a algunos dirigentes tan sólo les tienta canalizar la energía de los activistas digitales para instrumentalizar su capacidad movilizadora, pero lateralizando su protagonismo y liderazgo. Creen que el espacio digital hay que colonizarlo, sin comprender que de lo que se trata es de influir y dejarse influir. Pretenden convertir lo digital en un nuevo espacio dogmático o de reclutamiento, pero así sólo se encontrarán con redes vacías de vitalidad. No estamos hablando simplemente de nuevos militantes (cibermilitantes) o de un nuevo campo de batalla política (la Red). Tampoco se trata tan sólo de nuevas herramientas (blogs, Twitter, redes sociales, videopolítica…). No, no hablamos sólo de tecnología. Hablamos de la política del futuro. De comprenderla nuevamente, de repensarla en la sociedad red. No es tecnología, es una cultura.

La política no puede vivir de espaldas a esta nueva realidad. La política tiene que dar pasos decididos para incorporarse plenamente a una sociedad que ya es muy diferente de la del siglo XX y que exige nuevas demandas y nuevos actores. El estado natural del talento y de la creatividad está también en la Red. La filosofía de trabajo en cooperación, horizontal, será el sistema natural del siglo XXI y antes lo vean y lo hagan suyo los partidos, antes se darán cuenta de que si no hacen política con los ciudadanos, los ciudadanos harán política sin los partidos.

Las Twitterentrevistas, y más en campaña electoral, son una contribución a una nueva manera de relacionarse y atender a los ciudadanos. Y se pueden hacer de muchas maneras.

Patxi López, por ejemplo, respondió directamente en Twitter, sin filtros, aunque hablamos de principios de 2009, de todavía poca gente conectada relativamente y de pocos trolls y de holligans digitales. Respondió después en su blog el resto de preguntas que no pudo responder en directo.

Recientemente Barack Obama aceptó una entrevista vía Twitter.  Se recibieron muchas preguntas con hashtag determinado y se filtraron. Obama respondía en directo, pero no en Twitter, sino en vídeo.  

La opción escogida por @conRubalcaba es recoger preguntas a través del hashtag #Yorespondo, como hizo ayer.  El encuentro será lo que se denomina un twitcam (un tuiteo con vídeo), que permite transmitir vídeo en directo a través esta red social. De ese modo los internautas podrán comunicarse con el candidato socialista, que estará en el espacio para las redes sociales habilitado en la sede madrileña de su partido, mientras le ven y le escuchan en directo a partir de las doce del mediodía. Rubalcaba dispone de 45 minutos para contestar las preguntas, pero su equipo se compromete a seguir contestando durante el resto del día, según fuentes de su equipo de campaña.

Minutos antes de las 12, @ConRubalcaba mandará un tuit a través de la página de twitcam para hacer saber que ya está en directo y dará el enlace del chat para poder comunicarse en directo con él.

Tal como me ha pedido el equipo de Rubalcaba, yo seré el único encargado de filtrar y elegir las preguntas que plantearé al candidato socialista, y que él responderá en persona. Intercalaré alguna pregunta mía con las que haya recibido por vuestra parte.

He aceptado moderar la entrevista porque se han dado las dos condiciones que eran para mí irrenunciables:

1. Libertad total para escoger las preguntas, a partir de unos criterios que iba a compartir con todos los usuarios, y el compromiso por parte del equipo del candidato, y de él mismo, de grabar y contestar a todas las preguntas recibidas.

2. Y reservarme la opción de hacerle mis propias preguntas directas para contrarrestar cualquier posible limitación en la primera criba y clasificación que el equipo de Rubalcaba haya preparado. Veo, por la intensidad y dureza de las preguntas, que no lo han hecho. En la Red, y con un hashtag abierto y rastreable hubiera sido un error imperdonable.

Los criterios con los que voy a proceder a la selección para la entrevista en vivo son cuatro. Espero haber acertado:

1. Novedad. Preguntas nuevas o no contestadas hasta ahora por el candidato. Espero que “salten” noticias en esta entrevista. Algunas de perfil muy político y asociadas al post #20N pueden ser muy importantes hoy.

2. Diversidad. Dentro de las posibilidades que permitan los perfiles de las identidades en Twitter intentaré que la diversidad y pluralidad territorial, lingüística, generacional, de género… esté bien representada.

3. Personal. Intentaré que las preguntas personales encuentren una oportunidad. Rubalcaba es muy conocido, pero sigue siendo muy reservado. A ver si le conocemos un poco más. Rubalcaba, aunque no lo parece, es tímido. Veremos.

4. Relevancia. Este criterio ha recibido algunos comentarios críticos. Pero no me parece que sea una buena idea primar preguntas de usuarios sin seguidores, por ejemplo. Los "avatar-huevo" no son personas, son autómatas. No le voy a hacer el juego a los que usan Twitter como parte de las trincheras digitales. Frente a la duda, o con preguntas idénticas o similares, optaré por preguntas que sean planteadas por personas con eco y relevancia en Twitter. La idea es que las respuestas lleguen al máximo número de personas y la reputación del o de la que pregunta es un dato al que no puedo renunciar. Es un criterio más, simplemente. Pero si me entra una pregunta de otro candidato/a o de un bloguero/a o tuitero/a de referencia, por ejemplo, no dudaré en valorarla y promoverla.

Gracias a Alfredo por su disponibilidad. Espero que otros candidatos y candidatas se animen y estoy, claro, a su disposición si puedo ser útil. No le será fácil a Rubalcaba…, la Red es exigente, pero espero que no se arrepienta y que, pase lo que pase el día #20N, siga adelante con su recién estrenado Twitter y no lo abandone al día después.
Gracias también a todos y todas los que habéis participado, comentado, preguntado...

Los (y las) spin doctors

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 10 nov 2011

Consultor

Muchas veces me han preguntado en qué consiste mi trabajo de asesor de comunicación política. Y aunque, como decía Aldous Huxley, “nunca es igual saber la verdad por uno mismo que tener que escucharla por otro”, lo cierto es que nuestra labor consiste en decir algunas cosas que no son siempre agradables, no ceder a las adulaciones y esforzarnos en capacitar a los representantes públicos para ser más eficaces en su acción persuasiva y comunicativa. Los spin doctors son una figura del metier de la política que todos los partidos utilizan. Entre sus tareas está aconsejar (dando respuestas a las dudas), animar (en periodos de dificultades se deben dar ideas y ánimos), analizar (dando soluciones a los políticos en su día a día), pensar (reflexionar sobre la mejor estrategia a seguir) y negociar (buscar lo mejor para el político/la política en cualquier escenario).

No hacemos política, pero intentamos que sea mejor valorada y percibida, aunque por el resultado de la valoración que tiene en estos momentos para los ciudadanos, queda claro que hay algo que no funciona. Todos debemos hacer autocrítica. Lo saben bien dos grandes asesores como son Pedro Arriola y Nacho Varela. El primero ha guiado, con paso demoscópico, a Mariano Rajoy durante estos años. Buen conocedor de las dinámicas sociológicas de fondo, ha marcado el ritmo estratégico de la oposición y ha suavizado al candidato en el tramo final. Varela, un histórico de las campañas del PSOE, se ciñe a las encuestas y a los focus group como los datos más solventes y certeros para evaluar la conexión con la ciudadanía. Los dos han estado en el núcleo más íntimo de los candidatos en el reciente debate electoral.

Cada asesor tiene su propio enfoque, su sello profesional. Existe una gran oferta de estilos. La lista es interminable (y pido disculpas por no citar a todos los que se lo merecen) pero no se puede hablar de comunicación política sin citar a los que abrieron el camino como José Luis Sanchís, al que han seguido expertos como Daniel Ureña, Luis Arroyo, Antonio Sola, por poner algunos ejemplos, a los que hay que añadir una nueva generación de valores extraordinarios como Pau Canaleta, Albert Medrán, Yuri Morejón, Ángela Paloma Martín, Ignacio Martín Granados, Rafa Rubio o Xavier Peytibi, entre otros. La mayoría trabajan en todo el mundo, muestra de la vitalidad y calidad de la profesionalidad de nuestro país en materia de comunicación. Otros expertos de acción política en Internet como César Calderón o Nacho Campos -junto a extraordinarios analistas de la actividad política digital en la blogosfera, en las redes sociales o en las instituciones- completan un panorama muy potente y solvente. La comunicación política está más profesionalizada que nunca en España y proliferan los congresos y seminarios sobre la profesión así como asociaciones que nos representan.

Los spin doctors tienen un origen antiguo. Desde que existen líderes existen consejeros. Pero es a partir de la presidencia de Richard Nixon en 1968 que éstos se profesionalizan. En ese período, como indica Christian Salmon, la multiplicación de los medios de comunicación, el crecimiento del número de periodistas acreditados y la internacionalización de la cobertura mediática erosionaron la relación íntima entre el poder y la prensa. La televisión abrió un acceso directo al público gracias a los avances tecnológicos (satélites de comunicaciones), aumentando el acceso a la información inmediata para todo el país. Al mismo tiempo, la presidencia Nixon veía como las injerencias de la prensa organizaban pequeños “incendios” diarios que minaban la buena prensa del presidente.

Es por ello que Richard Nixon creó la White House Office of Communications, que ha pervivido hasta la actualidad, y se rodeó de una nube de asesores de comunicación (entre ellos William Safire y David Gergen), para intentar esquivar un poco a la prensa de Washington y, con sus mensajes a través de la televisión, intentar llegar directamente a los ciudadanos estadounidenses. Su objetivo era controlar la agenda y evitar que lo hiciera la prensa. Posteriores presidentes norteamericanos -especialmente Ronald Reagan- llenaron el Ala Oeste de la Casa Blanca de spin doctors, y allí siguen, con diferentes nombres y especialidades. Y son objeto de ficción y de series de televisión de éxito rotundo.

Pero si se quiere ser realmente moderno, hay que leer a los clásicos, como decía el poeta Josep Vicenç Foix. Y el primer gran asesor político, y de comunicación, fue Quinto Tulio Cicerón, hermano pequeño de Marco Tulio Cicerón que en el año 64 a.C. inicio la campaña para el consulado romano asesorado por su hermano.

Dos mil años después, las recomendaciones recogidas en el “Breviario de campaña electoral” siguen siendo extraordinariamente actuales: “Aunque estás dotado de todo lo que los hombres pueden adquirir con el talento, la experiencia o la dedicación, no obstante, por el afecto que nos une, he juzgado conveniente explicarte por escrito lo que, día y noche, acudía a mi mente cuando pensaba en tu candidatura. No es mi intención que aprendas nada nuevo de ello, aunque sí quiero presentarte con orden, método y unidad, algunas ideas que, de hecho parecen desligadas e indefinidas. Por mucha fuerza que tengan por sí mismas las cualidades naturales de un hombre, creo que, en un asunto de tan pocos meses, las apariencias pueden superar incluso esas cualidades”. Así empieza Quinto su “Commentariolum petitionis”.

Y Marco obtuvo la unanimidad de las centurias y el cargo al que optaba. Fue una gran victoria. 

Fotos electorales: la mesa de Rajoy

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 09 nov 2011

Rajoy

Hay fotos que lo dicen todo. No insinúan, hablan. No sugieren, muestran. No evocan, concluyen. Es el caso de la histórica  fotografía (no exagero) que se colgó en el Twitter de Rajoy a las 21:03h del lunes, justo antes de empezar el debate “cara a cara” con Rubalcaba. Rajoy ha utilizado con frecuencia la fotografía en su Twitter desde que lo empezó el 16 de septiembre, colgando la primera imagen en su cuarto tuit, la de Santiago Segura en el avión que lo traía de vuelta a Madrid desde Barcelona. Se agradece que esta vez, también, la fotografía haya mostrado cómo se preparaba para el combate dialéctico con su oponente. Es una instantánea que denota una gran transparencia. Espero que no se haya arrepentido.

La imagen es extraordinaria por la abundante información que aporta. Y porque revela algo muy elocuente: el estilo de trabajo del que, posiblemente, será el futuro Presidente del Gobierno. Analizarla, con detalle, y hacerse algunas preguntas relevantes, nos permite identificar métodos, estilos, actitudes y competencias de Rajoy. Aquí radica, a mi juicio, su importante valor documental.

1. En su casa. El equipo no ha informado sobre el lugar donde se ha tomado concretamente la fotografía, pero todo da a entender que es su domicilio, ya que los medios de comunicación dijeron que era en su casa donde prepararía el debate o -al menos- ultimaría los detalles, en un entorno familiar.

2. La mesa. Es la del comedor, no su despacho, si es que lo tiene. Lo cual me sorprende. Los detalles de dos candelabros (¿de plata?), con una vela ya consumida, y el centro de flores secas son propios de un centro de mesa del que ha desaparecido un previsible tapete. La que parece una argolla de servilleta confirma el uso de mesa para comer, así como las sillas y su disposición, muy propias de una estancia comedor. Al fondo, y tras la figura de Rajoy, se adivina un botellero de bebidas alcohólicas muy frecuente en muchos domicilios de este país.

3. La decoración. Las cortinas y el papel pintado que se ven en la pared denotan un estilo clásico, muy tradicional. No hay diseño. El conjunto demuestra una predilección por lo convencional y refleja, también, los gustos conservadores de la familia.

4. Los papeles. Rajoy no escribe (lo que podrían ser sus notas para el debate). Rajoy lee, y mucho, lo que le han preparado. Y toma notas en pequeños post’it y utiliza marcadores de colores para facilitar la localización de datos y referencias. Hay algo de desorden en los papeles sobre la mesa, quizás se intuye un posado precipitado. Pero en cualquier caso, la escena demuestra que Rajoy ha estudiado mucha documentación. Los archivadores que se ven claramente son voluminosos y convencionales, de alguien que estudia como un opositor. Todo desprende una imagen de gran determinación colectiva, pero también de poca creatividad personal.

5. Documentos. Hay otros papeles sugerentes que reflejan las dinámicas de trabajo. Se adivina un recorte de prensa (Rajoy consultó diversos recortes en el debate), un correo electrónico, un documento con membrete del PP -propio de las ruedas de prensa- y otros materiales.

6. Tecnología. Sorprende, y mucho, que no veamos ninguna herramienta digital ni tecnológica: ni móvil, ni iPad, ni portátil... Solo un cargador de teléfono sobre la mesa refleja el uso de un smartphone. Aunque, tras una pila de papeles, se advierte una presentación en A4 horizontal muy habitual en los documentos y argumentarios que preparan los partidos y sus equipos en formato powerpoint.

7. Alimentos. Hay un plato de jamón (¿cortado a mano?). No sabemos si es el resto de un tentempié del candidato o un plato puesto, sobrevenido, a la mesa para aparentar trabajo casi sin descanso ni resuello. En todo caso, casi ni lo probó. Se observa un vaso (del popular tipo Duralex) con una cucharilla en su interior. Quizás tomó un vaso de café con leche con azúcar, aunque la transparencia del vaso hace pensar en una infusión o quizás un medicamento efervescente.

8. Detalles. Un reloj de pulsera sobre la mesa, marca un punto de tensión y de preparación ante una cita. Un encendedor muy normal delata la pasión por el tabaco, y en particular, por los puros habanos de Rajoy. No se ve cenicero alguno, pero se intuye que no anda lejos.

9. Austeridad. Toda la foto muestra un entorno de austeridad. La sala no es espaciosa y las ventanas, de madera, sin cerramientos especiales, demuestran la ausencia de grandes comodidades. Clásico, austero,… previsible. 

10. Año 2011. En cualquier caso, no hay nada en la fotografía que represente contemporaneidad. Es una foto de 2011 que podría haber sido tomada en… 2001, por ejemplo. No sé si Rajoy trabajará en La Moncloa -si es elegido Presidente- tal como se preparó el debate. Pero el look global habla demasiado sobre de dónde viene… y cómo. La foto no refleja el futuro, aunque al futuro presidente sí lo decidirán los electores el próximo día 20.

Nota final: Aproximadamente el 2,5% de los tuits de Mariano Rajoy contienen alguna imagen. Es superior a la media mundial, que se sitúa en el 1,25% de los tuits.

Nueva nota:
A través de Twitter, y vinculado a este artículo, me facilitan el enlace a la fotografía de Alfredo Pérez Rubalcaba, que aunque no es del mismo día del debate (sino del sábado anterior: "A punto de irme a casa ultimando el mitin de mañana en Sevilla. Esta tarde he repasado papeles para el debate. RbCb") aporta información de interés y explica también muchas cosas por sí misma.

La batalla de Twitter

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 08 nov 2011

Movil

Las elecciones del #20N son las elecciones de Twitter. La batalla que se libra en la red de microblogging es intensa y rica en iniciativas, tanto de los equipos de campaña como de los activistas más o menos organizados. Los indicadores de #hashtags, tuits por minuto, por hora o en las últimas 24, así como las menciones y los retuits se han convertido en los nuevos sismógrafos de la acción política y electoral. Datos y tendencias de comportamiento digital a los que hay que añadir el enorme potencial visual de las infografías. En la aplicación Visual.ly, por ejemplo, a través de la opción Faceoff, se pueden comparar cuentas de Twitter de los candidatos con resultados muy sorprendentes.

En Twitter se libra, también, una batalla conceptual sobre cómo se entiende el activismo digital. Hemos visto como tanto el PP como el PSOE entendían la herramienta de modo “automático” de informaciones, convirtiendo en algunos casos a sus simpatizantes en autómatas, más que facilitar que sean autónomos. Las nuevas herramientas sociales en Internet son un extraordinario canal bidireccional, multicanal y multiformato de comunicación y de diálogo con la ciudadanía. Son también herramientas de debate, de proximidad, de accesibilidad y de inmediatez. La Red no entiende de uniformidades, ni de uniformes. El pensamiento único se impone cuando sólo hay una voz. Cuando se hace de la conversación digital un auténtico debate, se puede convencer. Si no, la alternativa es la imposición.

Twitter también es un espacio para la respuesta irónica, mofa o crítica. O el contraataque inteligente, aprovechando la fuerza (los errores del contrario) como en el judo, para devolver el golpe digital como un boomerang. En esta campaña lo hemos visto con los hashtags lanzados por PP o PSOE, que han sido usados por los activistas contrarios como objeto de burla irónica -y no tan irónica-, alimentándolo de manera negativa para el partido. Reventar hashtags en Twitter también es otra forma de dar “tartazos digitales”.
Hace unas semanas se creó el hashtag “Pregúntale a Mariano” (que desmintieron posteriormente que fuera promovido desde el Twitter del PP). Inmediatamente, la Red lo usó con sorna para reírse del candidato con preguntas como: “¿Ordenó usted el código rojo?”; “¿Presume usted de comer cocido gallego porque la empanada ya la lleva encima?”… que es exactamente lo mismo que le ocurrió a Rubalcaba con el hashtag “Rubalcabacontesta”, que recibió preguntas como: “¿Dónde puedo realizar el trámite para nacionalizarme sueco?" o “¿Eres más de Nesquick o de ColaCao?"

Sobre todo en campaña proliferan, también, las cuentas falsas de políticos. Se trata de cuentas que parodian e intentan reirse –y a veces humillar- al político. Barack Obama tiene su cuenta falsa, @barakobama, que tiene 9.000 seguidores, 40.000 menos que el fake del alcalde de Chicago, Rahm Emanuel. José Luís Rodríguez Zapatero tiene dos cuentas falsas, y una de ellas le parodia en inglés. También Alfredo Pérez Rubalcaba (con 2.170 seguidores) o Mariano Rajoy (540 seguidores).

Ayer pudimos ver como Twitter tenía por primera vez influencia en un debate electoral a las generales. Cualquiera podía participar y decir lo que pensaba, compartir sus ideas o sus críticas, apoyar a su candidato o atacar al contrario. El propio Rajoy colgaba una imagen mientras preparaba el debate, con la frase “Ultimando detalles”. Los activistas de cada partido estaban preparados y, los del PP, desde el inicio del primer bloque temático lanzaron el hashtag #Rajoygana, que ya era trending topic mundial cuando termió el debate.

Twitter es –a mi juicio- el nuevo medio que más impacto está causando en la oferta informativa. Pese a su extraordinaria simplicidad (mensajes cortos de 140 caracteres), su potencialidad ha sido extraordinaria. Twitter se ha convertido en el canal más libre, autónomo y dinámico para compartir información, sí. Pero también en el más versátil canal multiplataforma y en el sensor de comportamientos sociales más certero de los estados de ánimo, las  ideas reputacionales y los contextos públicos (hashtags).

Todos los partidos tienen su canal en Twitter. Y éstos son los de los candidatos:@conrubalcaba, @marianorajoy, @cayo_lara, @ciuduran2011 @jerkoreka, @jcoscu, @juralde, @alfredbosch

Guía para seguir el debate: un decálogo

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 07 nov 2011

2TV

Hoy es el día. El momento clave de una campaña -casi siempre- gira alrededor de los debates electorales televisivos y éste es el segundo consecutivo en nuestra historia democrática. Espero que no haya ya vuelta atrás y que consolidemos y ampliemos esta práctica como un derecho irrenunciable.

Los debates entre candidatos y, mucho más, los “cara a cara” entre los favoritos, permiten conocer los proyectos que presentan los partidos pero, sobre todo, la personalidad, inteligencia emocional, capacidad dialéctica, proximidad o lejanía respecto a los ciudadanos, y algunos detalles programáticos y de gestión, de cada uno de ellos. Once elecciones generales y tan solo cuatro debates televisados entre los candidatos a La Moncloa (dos en 1993 y dos en 2008) evidencian la escasa tradición de los “cara a cara” y la reticencia histórica de los cabeza de lista a enfrentar sus ideas en directo ante una audiencia de millones de espectadores.

Sugiero 10 ideas para seguir, evaluar y sacar nuestras propias conclusiones del debate:

1. La previa. Si no se ha tenido ocasión de ver el programa Salvados de ayer domingo, de Jordi Évole y sus entrevistas a los candidatos, vale la pena hacerlo. Humor simpático, irreverente, directo, y sin concesiones, que permitirá tener un anticipo. Dudo que se muestren en el debate como se les habrá visto en la entrevista… pero puede ayudar a tener unas primeras impresiones.

2. Documentarse sobre los debates. Si se tiene tiempo, resulta interesante documentarse sobre debates históricos. Es apasionante y nos ofrecerá nuevos registros interpretativos.

3. Conocer los preparativos. La web de la Academia ofrecerá datos y referencias sobre cómo se ha gestado este debate (conviene saber también alguna de sus polémicas como, por ejemplo, el coste excesivo del programa y quién lo costea).

4. Repasar sus posiciones. Para quien quiera estar informado de lo que se va a hablar y de los mensajes que cada candidato quiere situar a la audiencia, recomiendo ver los últimos vídeos electorales de ambos candidatos y sus mensajes. Quizás interese comprobar el grado de coherencia, continuidad o cambio de registro que los candidatos hagan en relación a lo que ya hemos visto en esta campaña.

5. Hacer una lista de los temas que nos importan.  Antes de empezar el debate anotar aquellos puntos que más nos preocupan. Hacer un esfuerzo sistemático y anotarlos por prioridades, si se puede, haciendo dos columnas, una para cada candidato. El que mejor puntúe en nuestros temas de interés debería merecer mayor confianza. Puntuemos sin apriorismos, sin prejuicios. Aunque se acabe votando al oponente. Pero seguro que ayudará, y mucho, a sacar nuestras propias conclusiones o a ejercer el voto de manera más crítica y responsable.

6. Normas y actitudes. En el debate electoral televisivo de esta noche, quien respete más las normas y domine con habilidad las técnicas específicas asociadas (con un lenguaje y una mecánica propios) durante sus noventa minutos de duración será quien saque más rendimiento. Y atención con l acomunicación no verbal. El cuerpo habla. Quien cometa menos fallos, tendrá mucho ganado. En esta ocasión, la novedad estriba en que cada candidato tendrá un tiempo determinado para cada uno de los bloques, lo que se conoce como “reloj corrido”, de manera que cada uno se lo administrará como quiera. De esta manera, habrá algo más de agilidad, porque se podrá emplear parte del tiempo de intervención en rebatir al contrario tras escucharle.

7. Seguirlo a través de Twitter y en las redes sociales. Se prevé que el debate será éxito de audiencia en televisión, ya que en 2008 alcanzó más de trece millones de espectadores, pero también en la red, donde por primera vez en unas elecciones generales en España se podrá seguir -al segundo- también a través de un canal disponible en YouTube, así como por Twitter y Facebook. Es previsible que los equipos 2.0 de campaña hayan instruido a sus activistas para difundir lo que diga cada candidato y vender una victoria a su público.
Los #hashtags de referencia serán: #caraacara #debate, #rajoyrubalcaba, #RvsR.

8. Escoger la cadena, zapear, explorar el transmedia. El debate se ofrecerá en directo en 20 canales de televisión, algunos de ámbito estatal como TVE, Antena 3, Cuatro y La Sexta, además de otros canales de TDT e Internet. Las televisiones han preparado programas especiales para el predebate y el postdebate. Sigámoslos. Ayudarán. Los medios de comunicación saben de la importancia y de los comentarios y reflexiones que se generarán en la red. Es por ello que muchos han añadido a sus webs widgets donde poder seguir en directo los comentarios que se realicen en Twitter, a través de los hashtags.

9. Participar. Escuchar y hablar. En este debate vamos a tener muchas oportunidades para ir mostrando nuestras opiniones, conociendo las de los demás y compartiendo aquellas con las que mejor sintonicemos. No nos cortemos. Podemos escribir tuits, dejar comentarios en Facebook, votar en las encuestas digitales, chatear (ya se envían más de mil millones de whatsapp al día) o enviar sms (ahora más todavía ya que parece que algunos operadores los regalan).

10. Seguir el próximo debate. El bipartidismo que reflejará el debate no se ajusta del todo a la realidad española. Hay otras fuerzas, otros registros, otras lenguas. Otras realidades y preocupaciones. No nos dejemos influir por el alud. Ser minoría no es fácil pero, a veces, es la opción más coherente y la que más se acerca a nuestras preocupaciones y mejor se identifica con uno/a. No nos dejemos arrastrar. El próximo debate a cinco será el día 9 de noviembre, con Ramón Jáuregui, Alberto Ruiz Gallardón, Pere Macias, Josu Erkoreka y un candidato de la izquierda. No te lo pierdas. 

¿Votarás a quien gane el debate?

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 06 nov 2011

Rajoy_rubalcaba

George Lakoff
, autor del imprescindible No pienses en un elefante, explicaba en un conferencia sobre otro de sus libros, The Political Mind, por qué los electores no eligen –necesariamente- a los mejores, sino a aquellos candidatos con los que más se identifican. La elección, según el lingüista y teórico de los marcos conceptuales, es que elegimos valores antes que competencias, emociones antes que soluciones. Preferimos identificarnos antes que comprender.

La historia política y electoral está plagada de ejemplos en los que incomprensiblemente (para los perdedores y sus votantes) un candidato menos dotado para la persuasión y la seducción era capaz de llegar al interior del elector y establecer con él una conexión íntima y profunda (George W. Bush frente a Al Gore y John Kerry, por ejemplo).

Richard Wirthlin, estratega jefe de Ronald Reagan, quiso averiguar cuáles eran las razones por las que los electores, a pesar de reconocer en el candidato menos competencias e incluso estar en desacuerdo con muchas de sus opiniones y enfoques sobre los distintos temas, seguían optando por él. De la investigación de entonces identificó las 5 cosas por las que se preocupan los electores y que las recoge Lakoff en su libro:

“Primero, valores. Reagan hablaba de valores. No sólo de posturas en issues (temas) y programas. Segundo, se comunicaba: se conectaba con la gente. Tercero: la gente creía que él decía lo que pensaba. Que era auténtico. Cuarto: Como resultado, confiaban en él. Confianza. Y entonces se identificaban con él. El quinto punto.”
Y continúa: “Tú no eliges a tu presidente sólo en base al programa de gobierno que pueda tener ahora y que en su momento pueda o no aprobar en el Congreso… sino en base a los valores que tiene: ¿Comparte tus valores? ¿Te va a decir la verdad? ¿Puede comunicarse clara y efectivamente? ¿Puede levantar e inspirar a la gente? ¿Puede decir cosas en las que puedas confiar? ¿Te identificas con él?”

La izquierda ha sucumbido, muchas veces, frente a los candidatos conservadores por una dosis de arrogancia y soberbia que le ha impedido reconocer que la supuesta superioridad intelectual (o moral que nace de una visión social del destino colectivo) no es garantía ni argumento suficiente para los electores. Quien cree que siempre tiene razón, solo espera que se la den. Y se irrita cuando no se produce la claca adulatoria y acaba despreciando a aquellos a los que debe seducir. Votar no es escoger al mejor, sino al que crees que se parece a ti. Es un espejo invertido.

El equipo de Rubalcaba parece que enfoca el debate no sobre la ecuación pugilística, sino sobre la emocional. El vídeo que han presentado para intentar establecer los marcos debate va en esta dirección. De factura exquisita pero excesiva y artificial es un buen ejemplo de lo que hablamos. Es la confianza, sobre lo que va a gravitar el resultado del debate. Los electores pueden reconocer, perfectamente, que gana un candidato pero pueden votar a otro si les merece mayor credibilidad o si consideran que es el voto útil para provocar la demanda de cambio.

Rajoy es el cambio. Rubalcaba nos alerta, precisamente, de ese cambio. Si se consolida la confianza, la urgencia, la necesidad o lo inevitable, ganará Rajoy. Si se instala la duda, el recelo, la preocupación y el cálculo, Rubalcaba tiene opciones de mejorar sus posiciones.

Sobre el autor

Antoni Gutiérrez-Rubí

es asesor de comunicación y consultor político. Recientemente acaba de publicar 'La política vigilada. La comunicación política en la era de Wikileaks'.
www.gutierrez-rubi.es.

Sobre el blog

Una mirada a la actualidad de la campaña electoral en clave de comunicación política y análisis estratégico.

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