Elvira, Pilar, Marta, Juana...

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 05 nov 2011

Pareja

He pensado mucho si debía escribir este artículo. La vida privada de las personas es para mí un derecho absoluto. Mi respeto es total. Además,  los costes personales y familiares de la acción política son ya extraordinarios, pero es indudable el interés que despierta la pareja y la familia de nuestros líderes. Intentaré abordar esta compleja realidad con la prudencia que creo que se merece, pero intentando ofrecer pistas de interpretación para ir más allá de lo evidente. Los electores pueden creer que los supuestos privilegios de los políticos les compensan la pérdida de privacidad y, por ello, se muestran –muchas veces- insensibles y desafiantes, pero no es así.

Los costes en forma de limitaciones a la intimidad, exposición pública no deseada, fiscalización y rastreo permanente de la cotidianeidad tienen graves consecuencias en la vida de los políticos y en sus entornos. No los soportaríamos. A veces, muchas veces, las líneas que se cruzan estarían dentro de la categoría de la exigible defensa al honor y a la intimidad que nuestro sistema legal garantiza. Pero casi nunca se ejecuta este derecho para no desgastar aún más la frágil y vulnerable imagen pública de los políticos y políticas. 

Las lesiones son múltiples: extraordinarias tensiones en la conciliación familiar y un evidente deterioro de la calidad de la vida relacional sometida a viajes permanentes, horarios inhumanos, compromisos constantes... La invasión no conoce límites: la actividad del móvil es incesante; la presión, permanente. Vivir con un grado de conocimiento del 30% por parte de la opinión pública es insoportable. Imagínense con un 80 ó 90% y, además, envuelto en una burbuja constante de seguridad, protocolo y asistencia. Y cuando la observación agobiante parece ya casi insoportable, el remate final es, además, la chanza, el escarnio y la burla constante a la que se ven sometidos los responsables y líderes políticos por destripadores profesionales de vidas ajenas. El estrés es total.

La cuestión que quiero abordar se centra en por qué la vida privada de nuestros candidatos, y en particular su relación de pareja, despierta desde curiosidad morbosa a interés sincero. Y, aunque es cierto que no votamos a las parejas de ellos y ellas, no menos cierto es que su relación, su estilo de vida y sus apariciones públicas cotizan a la alza en la audiencia pública. Nos interesa –bastante o demasiado- cómo viven, con quién y por qué… Y creemos que la respuesta a estas preguntas nos aportará información adicional (la auténtica verdad) sobre la confiabilidad y credibilidad de quien me pide el voto. Creemos que la coherencia personal de sus vidas con sus principios y valores es la prueba definitiva de su coherencia política. Y es, en parte, así. Estas son algunas de las claves.

1. La familia, un valor estable. ¿Puede ser Presidente alguien soltero o separado? Claro que sí. Pero en una sociedad como la española, con fuertes componentes tradicionales y donde la familia es un valor estable de legitimación y reputación social, la pareja y los hijos juegan un papel clave. Romper moldes, resistir a la tentación del estereotipo y del cliché, no es nada fácil, pero también tiene sus ventajas en determinadas circunstancias. Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile, lo consiguió. En un país muy machista y misógino (como el nuestro), con un fuerte componente religioso y profundamente conservador (y un pasado negro reciente de dictadura militar), ella se presentaba en los mítines así: "Tengo todos los pecados capitales en Chile: soy mujer, socialista, separada y agnóstica". Ganó las elecciones.

2. La pareja y la vida institucional. El protocolo es agotador. La Presidencia es gestión, pero también representación. Cenas y almuerzos de invitados y de ilustres visitantes, programas paralelos para sus acompañantes más próximos y una compleja y densa actuación de hospitalidad política supone una constante alteración de la vida familiar.
En otros contextos, toda esta tarea adicional, se asume y se complementa desde los Despachos de la Primera Dama. Los expertos de la liturgia política dicen que la Primera Dama de España es la Reina. Y es cierto. Pero ello no evita que la pareja del Presidente se mueva en un ancho de banda que va desde el puro acompañamiento  a las sutiles -pero efectivas- tareas de diplomacia informal y de representación pública voluntaria o involuntaria. Los electores desean, también, en su avidez, saber si la pareja presidencial sabrá asumir tantos y diferentes registros no regulados, ni homologados en nuestra tradición política.

3. La Moncloa, su casa. El Palacio de la Moncloa es, también, una casa familiar. Sede de la Presidencia del Gobierno acoge en ella a los miembros de la familia presidencial. Esta situación conlleva severos y rigurosos espacios compartimentados. Lo público y lo privado están separados por tabiques de papel. Los esfuerzos por humanizar y adaptar unas estancias oficiales a lago parecido a un hogar no son menores y no siempre se consigue, dadas las restricciones del patrimonio público. Redecorar la Casa Blanca, por ejemplo, fue parte de la estrategia política del cambio político, que llevó a cabo la familia Obama. Aquí es, simplemente, un ejercicio clandestino sin significación ni atributo público o político, impropio de un país moderno.

4. La pareja, aliada. Es cierto que nuestros representantes cometen errores, que su función y reputación están al borde de la deslegitimación. Y que las derrotas y los sinsabores del fracaso electoral o de la rivalidad política (interna o externa) dejan huella emocional en la autoestima y en la confianza de nuestros representantes. Solo una alianza sólida con la pareja, basada en el amor, la complicidad o el acuerdo, permiten resistir el desgaste constante que la acción política conlleva. Al menos, en cuanto a la percepción pública se refiere. Una alianza que siempre tiene un sobre coste adicional sobre la persona no votada, que demasiadas veces ve cercenada o limitada su propia y autónoma vida personal y profesional en aras de la discreción, la seguridad o el protocolo.

Por todo ello, ¡ánimo!, Elvira, Pilar, Marta, Juana

Lemas electorales: del corazón al voto

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 04 nov 2011

Crisis1

Esta noche hemos conocido los eslóganes electorales de los partidos políticos para estas elecciones del 20N. Los dos partidos mayoritarios han optado por verbos que reclaman acción directa y movilizadora, casi con fórmulas imperativas: “Súmate al cambio”, el PP. “Pelea por lo que quieres”, el PSOE.

Las izquierdas, siguiendo el flujo de la respuesta indignada, apelan a la reacción personal y colectiva: “Rebélate”, IU. “Reinicia”, EQUO. “I a sobre hem de callar?”, ICV.

Los partidos nacionalistas y soberanistas exploran la vía autoafirmativa: “La nostra força”, CiU. “Euskadi puede”, PNV. “República del sí”, ERC. “La alternativa que te defiende”, BNG. “Con más fuerza que nunca”, CC.

Y UPyD reclama la utilidad del voto democrático con su “Cada voto cuenta”.

Sorprende que no haya ningún lema que sitúe en el corazón de su propuesta las palabras trabajo, empleo, crisis. O Europa, por ejemplo. Es como si la política, superada y limitada, reconociera por omisión e incomparecencia su incapacidad para afrontar los graves problemas que nos acechan. Reconocimiento involuntario, claro; pero evidente para los electores: si el principal problema del país no ocupa el papel central de la comunicación política, que nadie después se queje de su absentismo.

Los eslóganes han perdido buena parte de su protagonismo central y exclusivo en la estrategia de una campaña. Asociados, fundamentalmente, a los formatos publicitarios, y muy especialmente a la publicidad exterior, se muestran insuficientes para la complejidad de la comunicación política de hoy. Esta complejidad –configurada por la existencia de mensajes dirigidos a diferentes públicos y segmentos electorales, por la diversidad de formatos y la irrupción de la dinámica digital, por la duración de las campañas (con sus largos períodos previos) y la necesidad de programar contenidos propios y contraprogramar los de los  adversarios- hace que ya no podamos hablar de lemas únicos, aunque sí de una arquitectura conceptual, de un discurso entrelazado que conecta cada fase de la comunicación política.

 
En una campaña electoral se utilizan varios mensajes, pero lo relevante es que éstos respondan a una única estrategia de posicionamiento político. A una gran idea fuerza. Esa es la clave. Los lemas electorales están evolucionando. Y, al final, casi nadie recuerda la literalidad de un texto, pero sí su intención, su objetivo.

Esta idea-fuerza debe identificarse con su electorado y articular el conjunto de las acciones de comunicación: discursos, publicidad, actos, argumentarios, etc. La composición de los materiales gráficos, la fotografía del candidato/a, los colores, la tipografía, los logos, las palabras… se combinan estratégicamente para intentar transmitir el concepto deseado de una manera efectiva y atractiva. Nada es casual. Y es vital que sean capaces de convertirse, también, en relato audiovisual: el de los spots y el de los mítines o acciones públicas.

El relato del candidato es lo que le dará sentido y fuerza a estos lemas finales, y el que debe explicar y hacer entender la estrategia electoral del partido. Antonio Núñez lo define como “una herramienta de comunicación estructurada en una secuencia de acontecimientos que apelan a nuestros sentidos y emociones.” Nos habla de los mitos, los ritos, los arquetipos y las metáforas como cuatro de los elementos imprescindibles para hacer más persuasivo y efectivo nuestra historia. Rajoy, por ejemplo, ha empezado a hablar de la luz al final del túnel. La evocación de imágenes e ideas, que viven en nuestro subconsciente y que despiertan en cada uno emociones y experiencias vitales, será la clave de la eficacia comunicativa.

En definitiva, el partido que cuente una mejor la historia, aunque sea dura como la situación actual manifiesta, y que conecte con el estado de ánimo de los electores será el ganador. Un ánimo que está gravemente lesionado, descreído y agotado. Nunca como hasta ahora las palabras –el nutriente de la política- habían estado tan devaluadas. Pero hay que intentarlo. Los lemas y las estrategias de campaña deben tener como objetivo generar esas emociones si quieren llegar al corazón de los votantes. El camino más directo para llegar a su voto.

Empezar bien

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 03 nov 2011

Carteles

El inicio de campaña es algo más que un principio. Su importancia radica en la carga simbólica y estratégica que suele rodear esta cita. Y, también, supone una liberación colectiva de los equipos, militantes y activistas que, ahora sí, pueden lanzarse –desbocados- a una intensa actividad proselitista. También de los candidatos y candidatas. Es el momento de la adrenalina política. Es la primera noche de los próximos quince días que culminarán en la noche decisiva: la electoral. Estas son las claves del día de hoy, que vive pendiente de su final que, paradójicamente, es el comienzo.

1. Lugares simbólicos. El lugar donde se empieza, puede tener una gran carga simbólica y, con ella, una gran repercusión mediática. Hay algo de talismán, de rito iniciático que pone a prueba la creatividad de los equipos electorales. Pasqual Maragall, por ejemplo, quería iniciar su campaña de 2003 en Sant Jaume de Frontanyà, el pueblo más pequeño de Catalunya. Finalmente, por problemas de cobertura, lo realizó en Sant Llorenç de Morunys, aunque sí regresó a Sant Jaume de Frontanyà para presentar la reforma del Estatut en 2006. Un mensaje para la Catalunya interior y para afirmar que nadie, ni el pueblo más pequeño del país, iba a quedarse al margen de la acción de Gobierno y del desvelo de su presidente.  Artur Mas, en cambio, escogió iniciar su campaña en 2010 con una gran carpa situada en la Plaça de Catalunya, en Barcelona, centro neurálgico de la capital catalana.

2. Lugares estratégicos. El líder del Partido Popular (PP) y candidato a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, abrirá su campaña electoral en Castelldefels (una de las nuevas ciudades que gobiernan después de las elecciones municipales del mes de mayo). Será la primera vez en la historia que su partido arranque unas elecciones generales en Catalunya. El vicepresidente tercero del Congreso y candidato del PP por Barcelona, Jorge Fernández Díaz, destacó que será "la primera vez" que el presidente del PP inicie la campaña en tierras catalanas, un dato que a su juicio "no es casual" y que demuestra la "importancia" que el PP concede a este territorio. "A efectos electorales, Catalunya es decisiva. Las elecciones se decidirán básicamente aquí y tenemos la convicción de que Catalunya dará un apoyo importante al PP. Catalunya liderará la ola de cambio político que prevemos para España". En 2008, en cambio, Rajoy eligió la simbólica ciudad de Cádiz ("un lugar que recuerda a la Constitución") para comenzar la campaña.

3. Rituales y emociones. Esta noche se pega el primer cartel. Se pega, se proyecta, se descubre o… se activa digitalmente. Cada noche, los equipos de campaña intentan encontrar nuevas y creativas maneras de mostrar el primer cartel que representa el inicio formal de la campaña. Aunque algunas veces se roza el ridículo al forzar y alterar la fuerza de la simplicidad. La reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General ha reducido, limitado, y concentrado la publicidad electoral al período concreto de los 15 días rigor. Mantener el secreto de la imagen final de la campaña ya casi no es posible. Los estrategas de los partidos, pensando en los medios de comunicación y las acciones en las redes sociales, han presentado horas antes, la imagen y los conceptos electorales. No hay sorpresa, pero sí emoción. Y es un momento también de emociones y afectos compartidos. Los candidatos se ven arropados por sus militantes, colaboradores, referentes, amigos y familiares. Las emociones y los nervios están a flor de piel.

Como en todo acto escénico, la sincronización horaria, de la acción reveladora del cartel y la entrada en directo con las televisiones, provoca no pocos disgustos y nervios en los candidatos y sus equipos. La perfección no existe, pero se intenta. Empezar bien, sin fallos y eficazmente es clave. Los candidatos se ven sometidos a un momento de estrés que será el preludio de lo que les espera.

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Poesía política y electoral

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 02 nov 2011

Kennedy

“Si hubiera más políticos que supieran de poesía, y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir en él” decía el Presidente John Fitzgerald Kennedy. Y lo creo. Lamentablemente, la poesía (como tantas otras disciplinas artísticas y creativas) no tiene casi espacio en la política, y mucho menos en elecciones. Aunque la poesía política, y el compromiso político de poetas y editores, ha tenido un gran papel en nuestra historia. Y muchos de sus capítulos siguen sin cerrarse o se reabre su memoria como un conflicto interminable.

La relación es compleja. Los poetas suelen estar más bien en contra del poder, de los políticos, denuncian sus excesos, sus arbitrios, sus privilegios. Y en contextos no democráticos vigilan sus desmanes, denuncian, con el poder de la palabra, a la fuerza bruta. Pero no necesariamente están en contra de la política, como sabemos y se cuenta delicada y profundamente en Mil Mesetas, de Deleuze y Guattari, que es en cierta manera un tratado de poesía y política

Pero hablemos de políticos, no de poetas. El uso que hacen nuestros representantes de la poesía en la acción política es mínimo. Salvo algunas excepciones, casi siempre es en el ámbito parlamentario. Kennedy hablaba de entender la poesía, pero algunos creen que la dominan y lo han intentado con mayor o menor fortuna. Recuerdo los versos del entonces ministro de Justicia Fernández Bermejo –que dedicaba al Partido Popular-, y que eran respondidos, también en verso (no con alboroto ni pataleos), desde la bancada popular. Era diferente. Mejor el verso que el abucheo.

También el incombustible Alfonso Guerra, que será el político más veterano de la nueva legislatura, ha utilizado la poesía, de manera instrumental, para seguir emitiendo mensajes políticos, como faro en el horizonte. Le interesa y es buen lector. Sus tarjetas de Navidad, cuidadas ediciones de carácter literario, bellas y breves, han sido un detalle de buen gusto, durante mucho tiempo. Y un contrapunto elegante a la imagen de político de lengua viperina y verbo más demoledor que sutil.

José Luis Rodríguez Zapatero atribuye al poeta Gamoneda, leonés de adopción, el mérito de enseñarle a mirar de frente a la mentira. Ha sido citado por el Presidente en muchas ocasiones y le envió una bellísima carta, lamentablemente casi desconocida, en ocasión del acto solemne del Premio Cervantes 2006. Quizás, si Zapatero hubiera seguido así, con esa sensibilidad y mirando de frente también a la verdad -como la de la realidad de la crisis-, su historia política habría sido otra.

Hoy, al final de la legislatura y cuando el Presidente se autoinflinge un castigo adicional -al ofrecerse como único responsable de los cinco millones de parados-, aquella carta (“la penuria tiene múltiples caras; por eso es tan necesaria la Poesía”) y el poema que menciona tienen un significado especial.

“Ferrocarril de Matallana es el mejor poema que he leído” dice el Presidente:
“Cuando bajo del tren, siento frío.
He dejado mi casa. Ahora estoy
solo. ¿Qué hago aquí?, ¿quién me espera en
este lugar excavado en el silencio?

Tartazos y máscaras electorales

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 01 nov 2011

Torta-calabaza

La precampaña ha empezado con algunas sorpresas. Algunas desagradables y agresivas, y otras divertidas e inocentes. El pasado 27 de octubre, en Toulouse, durante la celebración del plenario de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (CTP), miembros del movimiento Mugitu, contrarios al Tren de Alta Velocidad, lanzaron dos tartas a la presidenta del Gobierno de Navarra, Yolanda Barcina, de Unión del Pueblo Navarro (UPN), e interrumpieron el plenario desplegando pancartas en contra del ferrocarril de alta velocidad y profiriendo gritos y consignas en ese sentido.

Este es el último incidente que tiene como protagonista a una tarta o algún objeto, con la finalidad de reírse del político y humillarlo. Barcina se une a la lista, añadiéndose a políticos y personajes destacados, como Nicolas Sarkozy, Bill Gates, Helmut Kohl o Jacques Delors. Y no es nada novedoso. Las primeras crónicas sobre el lanzamiento como protesta se remontan al siglo I a.C. cuando el Emperador Nerón fue acribillado a cebollazos en una visita al coliseo romano. Desde entonces, no se han librado de agresiones con huevos, tartas y zapatos, ni políticos, ni premios Nobel, ni empresarios.

El lanzamiento de tartas a políticos vivió su momento álgido en la década de los 60 y 70, donde cualquier político se veía expuesto a un ataque (todavía hay grupos organizados que lo llevan a cabo). Actualmente, en Bélgica, existe un personaje muy popular llamado Noel Godin, creador de la 'guerrilla pastelera', que se jacta de haber 'entartado' a multitud de políticos. En Estados Unidos, el lanzamiento de tartas a políticos generó un movimiento llamado las brigadas BBB (Bioetic Baking Brigades) y quienes estudiaron su comportamiento lo definían como un acto de respuesta "ante la frustración por la falta de control de las situaciones políticas y económicas", "un gesto de enfado" de movimientos de izquierdas cercanos a los antisistema.

El tartazo conlleva la humillación, simboliza el daño a la identidad, un intento de vejar y denigrar al contrario. Pero los tartazos también pueden ser digitales, y cada vez se ven más a menudo durante las campañas electorales. El “tartazo digital” más radical sucedió ayer, con el crackeo de la web de Rubalcaba. En su página apareció un supuesto mensaje de Anonymous sobre la autoría del 11-M, manipulando la cara del candidato, con la frase “Rubalcaba, la sombra del 11-M te persigue muy cerca: La forense del 11-M declara ante la juez que en los cadáveres no había metralla”, indica un entrecomillado que aparece junto a la famosa careta que caracteriza a Anonymous.

Más inocente, pero muy lúdico, ha sido el tartazo colectivo que ayer mismo también se llevaba Rajoy al proponer a un usuario que se cambiara el avatar, lo que llevó a la solidaridad –y risas- de muchos otros usuarios, que se rebelaron poniéndose también avatars en Twitter con la cara del candidato. La red se ha rebelado frente a la pretendida imposición y con el #avatarmariano se ha llenado de caras del candidato rediseñadas y manipuladas para burlarse y reducirlas a meras caretas, aprovechando la noche de Halloween y compitiendo con la creatividad propia de esta fecha, donde los muertos y los vivos intercambian papeles. Todo muy oportuno, satírico y divertido. Nada que ver con la agresión pastelera o el ataque a la libertad de expresión del sospechoso crackeo de la web de Rubalcaba.

El humor irreverente, la crítica ácida, la sátira mordaz… han estado siempre vinculados a la política y a los políticos. Éstos han sido fuente de inspiración conectando con un sentimiento de desprecio y despecho en el que se refugian muchos ciudadanos descontentos o ignorados. O, simplemente, ociosos en una noche como la de Halloween y en un ambiente frío y poco movilizado. Muchos ciudadanos, en su condición de electores, creen que la única revolución posible es la de los cómicos. La risa burlesca, la política bufa, es una señal también de indignación, pero con sentido del humor.

¿Votamos por el programa?

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 31 oct 2011

Lupa
Mariano Rajoy ha presentado, finalmente, un avance de su programa. Las propuestas del PP llegan después de varias semanas en las que su principal oponente desgranaba iniciativas públicas y evidenciaba con ello la supuesta falta de detalle y concreción electoral. Rubalcaba ha intentado aprovechar estas semanas para presentar a un Rajoy calculador y poco fiable por impreciso, vacilante y ocultador. Pero ahora llega el momento de comparar.

Lamentablemente, los programas electorales deberían ser un contrato democrático entre los representantes y sus electores y ocupar un papel realmente central en la campaña electoral, pero no siempre es así. Lejos queda la máxima de Julio Anguita, ex líder de Izquierda Unida, con el lema reiterativo “Programa, programa, programa”, con el que respondía automáticamente -como un mantra- cuando se le preguntaba por su política de alianzas o sus propuestas parlamentarias. Ya nadie exhibe sus programas como el argumento definitivo. Los intangibles de seguridad, confianza y capacidad ocupan, cada vez más, el elemento central en el momento de confiar y otorgar el voto a uno u otro candidato. Paradójicamente, no se vota por lo que se promete, sino por aquello en lo que se confía. Y también para cambiar gobiernos, más que para ponerlos.

Los programas electorales deberían ser la hoja de ruta de los gobiernos, pero sus propuestas no obligan suficientemente. Y su incumplimiento no tiene la penalización electoral que debería. Las fuerzas políticas arguyen que sus programas no siempre se pueden ejecutar por falta de apoyos parlamentarios o por la falta de recursos. Y los ciudadanos sienten, cada vez más, que sus promesas no son compromisos, aunque escritos queden.

Por ello es muy relevante que cada vez más, tengamos la oportunidad de evaluar el cumplimiento de esas promesas electorales y exigir una transparencia innegociable en la gestión de los compromisos. Transparencia Internacional España, por ejemplo, ha elaborado un “Decálogo de transparencia e integridad”, en el cual se recoge un conjunto de principios y medidas que se consideran necesarias para que llegue a evidenciarse el nivel de transparencia e integridad en las instituciones públicas y en sus cargos de gobierno que demanda la sociedad española.

Mientras llega la inexcusable rendición de cuentas, los ciudadanos disponemos cada vez más de capacidad para contrastar y evaluar los compromisos políticos. Un buen ejemplo es el Obamameter, que muestra en un gráfico el índice de promesas cumplidas por la administración de Barack Obama; o el GOP Pledge-O-Meter, que mide lo mismo en relación a los representantes republicanos del Congreso estadounidense. También existen webs evaluadoras de promesas en Florida o Wisconsin, para controlar si sus congresistas, cuando están en Washington, cumplen lo que prometen durante la campaña.

En todo el mundo, estas iniciativas son una respuesta cívico-democrática de “política vigilada” frente a la inacción o la falta de reacción de la política formal a las demandas de transparencia y rendición de cuentas. Ésta todavía piensa en el examen de final de curso (elecciones) y lo nuevo es el paso a una evaluación continua (democracia vigilante). Quizás así, los programas electorales –y su cumplimiento y evaluación- recuperen el espacio central en la decisión de voto.


Los domingos y la política

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 30 oct 2011

Urna-voto-1

Los domingos son el día clave en la vida política. En este post analizo las 7 claves que explican su importancia y su relevancia en las campañas electorales.

1. Día electoral. Aunque la Ley Electoral no obliga al Presidente del Gobierno (quien tiene la potestad constitucional de convocar las elecciones cuando lo estime conveniente) a convocarlas en domingo, el hecho es que habitualmente todas las elecciones generales desde la Constitución se han celebrado en este día. Es el día natural de las elecciones. El día de la victoria o la derrota. Y quedan sólo tres domingos para el 20N.

2. Día demoscópico. La legislación y la Junta Electoral Central permiten los sondeos y las encuestas hasta cinco días antes del día del proceso electoral. Muchos sectores políticos y sociales, y en particular la Asociación Nacional de Empresas de Estudios de Mercado (ANEIMO), han pedido, reiteradamente, eliminar esta prohibición recogida en la LOREG. Con la ley y el calendario en la mano, en la práctica, los domingos anteriores es cuando se conocen las últimas encuestas, que se convierten en un dato fiable, aunque no concluyente del tono, ritmo e intención de voto.

3. Día mediático. Los domingos, y los fines de semana, son el momento de máximo consumo de prensa, radio y televisión. Todos los medios compiten en su programación y en su oferta de servicios para capturar a la audiencia. Cualquier declaración, acto, hecho político que ocurra el fin de semana tiene repercusión garantizada. Es el día clave para fijar los mensajes estratégicos. Y la agenda del fin de semana se cuida especialmente para conseguir un buen “corte” y una buena imagen. Muchos de los actos que se llevan a cabo se programan con el objetivo de conseguir esos momentos de alta densidad y rentabilidad mediática.

4. Día ritual. Los lunes, ejecutivas. Los miércoles, sesión de control del Gobierno en el Parlamento. Los viernes, Consejo de Ministros. Y los domingos, los grandes mítines, los congresos de partido o las convenciones programáticas (como las que hemos visto recientemente del PP y del PSOE). Así, como un ritual, casi cada día de la semana tiene una lógica y una agenda vinculada a la vida política que determina y marca la agenda mediática y la relación entre los partidos.

5. Día relacional. El Centro de Investigaciones Sociológicas confirma, barómetro tras barómetro, que los ciudadanos se informan y se forman una opinión política –prioritariamente- a través de las conversaciones con amigos y con la familia . Los domingos permiten estos encuentros personales y relacionales. Y aunque en muchas familias es tradición no escrita “no hablar de política” en la mesa, es evidente que el domingo es el día de la conversación sobre los temas de actualidad. Los fines de semana se conforman muchas opiniones y decisiones. También prejuicios y tópicos.

6. Día lúdico. La coincidencia de elecciones en domingo ha generado no pocas polémicas sobre la idoneidad de la simultaneidad de un proceso electoral con grandes eventos deportivos o culturales de masas. En Catalunya, por ejemplo, en las pasadas elecciones al Parlament se produjo un importante debate público sobre la conveniencia de celebrar el clásico Barça–Real Madrid, coincidiendo con la cita electoral. Se adujeron poco fundamentadas razones de seguridad para forzar que las autoridades deportivas y federativas no hicieran coincidir el partido con las urnas. Finalmente se jugó el lunes siguiente. Lo cierto es que las fuerzas políticas no quieren verse envueltas en un último instante imprevisto de reacción pública –hostil o positiva- hacia las autoridades y dirigentes políticos presentes en el palco por parte de los aficionados, que también son electores.

7. Día festivo. “Y al séptimo día descansó”. Las elecciones en domingo hacen coincidir el calendario electoral de los quince días de campaña con el día tradicional de descanso semanal. Elecciones y descanso son un binomio especial. Los partidos y los candidatos descansan de la dura campaña. Ya no se puede hacer nada más, llegan agotados y exhaustos. Y los electores también descansan de la tensión electoral hasta la próxima cita que, si el Presidente de turno no altera, será 1.460 días después.

YouTube electoral

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 29 oct 2011

Youtube-mobile

El director general de Google en España, Javier Rodríguez Zapatero, (sí Javier, no José Luis), destacó recientemente que YouTube -adquirido en 2006 por el buscador- es el cuarto canal por consumo televisivo en España en audiencia mensual. Este hecho le llevó a afirmar que sólo son superados por TVE, Telecinco y Antena 3. En Tuenti, por ejemplo, se visionan 6 millones de vídeos… al día. Estudios solventes sobre la evolución de la Sociedad Red indican que, en muy pocos años, el 90% de los contenidos disponibles en Internet serán imágenes audiovisuales.

En la actualidad, YouTube recibe cada minuto 48 horas de video. Los usuarios ven un promedio diario de 1.000 millones de videos en su página web. La duración de éstos ha aumentado un 50%, pasando de 10 a 15 minutos de media, y también el tamaño de los archivos. Se ha convertido en el segundo buscador de referencia, ganando cuota de aceptación a Google.

YouTube, mediante acuerdo con la agencia de noticias EFE, ha presentado el Canal Elecciones Generales 2011. No es la primera vez que la plataforma se implica en un proceso de participación e información política. La entrevista al Presidente Zapatero, realizada a partir de una selección de entre más de 4.400 preguntas enviadas por internautas de 63 países y elegidas por votación, va en la dirección de ofrecer YouTube -y su potencial multiplataforma- como una opción más para el seguimiento político y electoral.

Pero es en campaña electoral cuando los videos políticos, y con ellos el protagonismo casi exclusivo de YouTube como plataforma de referencia, adquieren una gran notoriedad. Estas son algunas de las claves:

1. El canal del candidato/a. Los principales cabezas de cartel electoral han creado su canal en YouTube. Así, Alfredo Pérez Rubalcaba (con 18.117 reproducciones totales del canal y 446 suscriptores) ha abierto un canal personalizado; como Josep Antoni Duran i Lleida (412.211 y 432). Mientras que, entre otros candidatos, Mariano Rajoy (609.535 y 3.315, y con un videoblog del candidato, también), Cayo Lara (114.278 y 1.141), Josu Erkoreka (29.358 y 130), Alfred Bosch (39.474 y 481), Joan Coscubiela (67.529 y 233), Rosa Díez (153.408 y 2.381) o Juan López de Uralde (6.971 y 288) han preferido hacerlo sobre el canal de su formación política.

2. Los vídeos de campaña. En estas elecciones, como en las pasadas municipales y en las autonómicas catalanas, la videopolítica esta jugando un papel importante, generando polémica y calentando el ambiente pre-electoral. El cruce de acusaciones entre las principales fuerzas, a cuenta del vídeo del PSOE sobre las supuestas amenazas a la educación si el PP obtiene una victoria, es un caso más. Y no será el último.

3. La política filmada. El videoactivismo (activistas, manifestantes con cámaras móviles en la mano, con smartphones inteligentes) se ha convertido en una poderosa arma de defensa y de denuncia. La política, y en particular las fuerzas de seguridad y de orden público, son filmadas en su actuación y las imágenes capturadas y editadas son utilizadas en las redes sociales como una información muy valiosa, con gran repercusión mediática y extraordinariamente viral. Cualquier extralimitación, error o abuso, tiene su respuesta digital en forma de video-denuncia.

4. La videología. Asistimos a un auge de videos oficiales pero, también, anónimos, que prodigan mensajes cortos e imágenes originales, divertidas o simplemente sorprendentes o polémicas. La política-imagen sustituye así a la ideología. La videología permite tres cosas que la hacen irresistible: entretenimiento, viralidad, provocación.

El poder del vídeo es cada vez mayor. Jaime Pelegrí, sales manager de Youtube en España, indicaba algunas cifras: la primera es que en YouTube el primetime no es a las 10 de la noche, sino que el primetime es “all-the-time” (todo el día, todo el tiempo). Segundo, los jóvenes ven más videos en YouTube que en la televisión. Y tercero, los vídeos en Internet (80% de los cuales se consumen en YouTube) tienen mayor impacto que los videos en medios offline.

La política que no hable el lenguaje audiovisual no tendrá audiencia. La oratoria se transformará en plasticidad sensorial si quiere seguir siendo el epicentro de la política democrática. Algún día la política será una canción, decía el poeta León Felipe. Ese día ha llegado. Con imágenes.

Estatura personal y altura política

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 28 oct 2011

Rajoy_rubalcaba1

El pasado 18 de octubre se publicaba un estudio en la revista científica Social Science Quarterly que asegura que la ciudadanía prefiere a los líderes más altos. Los autores, Greg Murray y David Schmitz (Universidad Tecnológica de Texas- TTU) indican que la elección de candidatos físicamente más altos y corpulentos puede ser un comportamiento desarrollado evolutivamente para asegurar la supervivencia. Este rasgo -que otorgaría mayor probabilidad de victoria política a los de mayor estatura- se observa en distintas civilizaciones antiguas y se mantiene hasta llegar a la actualidad, constatándose a tanto a raíz de la bibliografía antigua consultada como de análisis psicológicos actuales realizados a 467 estudiantes de distintas universidades. En ellos, se les pedía que dibujaran la imagen de un ‘ciudadano corriente’ y la de un ‘líder nacional ideal’. El 64% retrató al dirigente con una mayor estatura. El análisis llegó también a la conclusión de que los hombres con mayor estatura son los que más se ven a sí mismos como dirigentes.

Este no es el primer estudio que intenta analizar la relación entre estatura y vida social. Ya en 1940, un grupo de psicólogos descubrió que los vendedores más altos tenían más éxito que sus colegas más bajos. En 1980, una encuesta indicaba que más de la mitad de los directores de 500 empresas estadounidenses listadas en la revista Fortune, medían al menos 1,83 metros.
Más actual es el estudio publicado  por el Journal of Applied Psychology que sugería que, concentrándose en la relación entre estatura e ingresos, a cada 2,5 centímetros por encima de la media le corresponden 789 dólares más de paga al año. Por lo tanto, alguien con una altura de 1.82 metros gana 4.734 dólares más por año que su colega -igualmente capaz- de 1.65 metros de altura.

En política, la estatura es también un rasgo destacable. De los 43 presidentes estadounidenses,  sólo 5 tuvieron una estatura inferior al promedio. Y de todas las elecciones, en el 58% de las ocasiones ha vencido el candidato más alto. Sin embargo, ciertamente también hay numerosos casos en los que no ha sido así. Por ejemplo, Napoleón (1,62 ó 1,67, según la fuente), Sarkozy (1,65), Gandhi (1,60), Aznar (1,71), Berlusconi (1,70), Putin (1,70)...

Sea como sea, parece que ganar centímetros puede convertirse realmente en una cuestión de interés estratégico o de estado. Es el caso del presidente francés Nicolas Sarkozy que ya usó un cajón durante su estancia en Estados Unidos, para igualarse a la estatura de Barack Obama. Anteriormente, en su primer viaje al Reino Unido con su pareja Carla Bruni, utilizó zapatos con alzas y tacones. No era la primera, ni será la última vez, que se quiere compensar o equilibrar una imagen simulando una mayor estatura, ya que -como indicaba el estudio de Murray y Schmitz- en comunicación política se puede asociar, a menudo, la altura a la idea de poder, y ser excesivamente más bajo que la persona con la que se está hablando puede transmitir esta sensación.

Alfredo Pérez Rubalcaba mide 1,70 frente al 1,88 de Mariano Rajoy. De hecho, sorprendentemente, no hay muchas imágenes gráficas de los candidatos juntos en donde esta diferencia se pueda observar claramente. Será muy interesante ver sus imágenes frente a frente, juntos, cerca… durante esta campaña, especialmente en el debate televisivo. Desconocemos el formato del mismo y si se va a imponer la tradicional mesa o vamos a los atriles que evidenciarían esta circunstancia.

Pero la política no es una cuestión de estatura personal (aunque parece que influye), sino de altura política. Va de neuronas, no de centímetros. Y la historia nos ha confirmado muchas veces como, en palabras de Nikesh Arora, vicepresidente y director de negocios de Google, “un pequeño rápido puede ganar a un grande lento”. Goliat sucumbió a David porque sólo le veía por su estatura. Viéndolo pequeño, no se dio cuenta de que, en su mano, llevaba el arma rural que le lanzó la piedra ganadora.

Merchandising: gorras, chapas y votos

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 27 oct 2011

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El merchandising político, la comunicación a través del objeto de una idea, valor o mensaje, es una técnica imprescindible para el activismo electoral. Esta comunicación puede generar relaciones de empatía y sentimientos positivos que permanezcan en la memoria, asociando un mensaje positivo a un candidato o partido concreto. Pero, sobre todo, incide en el aspecto emocional a través de la identificación y la integración. Comparto colores, símbolos y objetos… como muestra de mi sintonía y proximidad. Las campañas son, cada vez más, combates culturales y estéticos

En España, PP y PSOE abrían sus tiendas online en el año 2006 ofreciendo productos diversos -fundamentalmente con la marca del partido-, todavía lejos del merchandising centrado en campañas o valores que se desarrolla en otros países. En Estados Unidos, por ejemplo, éste no se basa solo en las tradicionales corbatas, tazas, gorras, bolígrafos, caramelos, pegatinas, camisetas o llaveros, sino que se experimenta con nuevas ideas –sin miedo- salgan o no salgan bien.

Aquí, este tipo de iniciativas están asociadas al concepto de “reclamo publicitario” que, siendo útil para la comercialización de productos y servicios (de hecho genera una actividad económica importante), es insuficiente para identificarlo como un esfuerzo inteligente, sorprendente y diferente de comunicación. No se trata de reproducir el logo en objetos más o menos útiles, usándolo –simplemente- como estímulo activista, sino de transmitir los valores, las emociones y las ideas políticas a través de objetos, sea cual sea su funcionalidad, utilidad o coste. Se trata de imaginación, no de reproducción. Como decía Morris Hite, fundador y CEO de The Hite Comunications, “la publicidad mueve a la gente hacia las cosas, los productos de merchandising mueven las cosas hacia la gente”.

Estos son algunos de los productos de merchandising político que seguramente NO veremos estas elecciones y otros que se imitan de la manera más burda:

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Sobre el autor

Antoni Gutiérrez-Rubí

es asesor de comunicación y consultor político. Recientemente acaba de publicar 'La política vigilada. La comunicación política en la era de Wikileaks'.
www.gutierrez-rubi.es.

Sobre el blog

Una mirada a la actualidad de la campaña electoral en clave de comunicación política y análisis estratégico.

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