Patricio Fernández

La Importancia del juez Garzón

Por: | 02 de febrero de 2012

Portada Clinic Nº 01
Yo dirijo una revista que, junto a otros amigos, fundamos el año 1998, pocas semanas después de que Pinochet fuera detenido en una clínica de Londres, por orden del juez español Baltazar Garzón. La revista se llama THE CLINIC, y nuestro logo es una réplica casi exacta del cartel que cuelga en la entrada de The London Clinic, donde el dictador llegó a operarse de una hernia, según cuentan, motivado por su amiga Margaret Thatcher.

En sus comienzos, en realidad, no era una revista; era un panfleto sin futuro que salió a las calles, en último término, para festejar el enjuiciamiento a Augusto Pinochet. El hombre lucía entonces el cargo de senador vitalicio. Habían pasado casi diez años desde la recuperación de la democracia, y ese mismo individuo que clausuró el Congreso a balazos, por aquellos días ocupaba un escaño de honor en su interior, sin que nadie lo eligiera, sencillamente porque así lo determinaba la constitución política vigente, diseñada, por cierto, durante su mandato.

La transición democrática estuvo marcada por el miedo. Fue liderada por una generación que luego de intentar transformaciones profundas, conoció de cerca los rigores del golpe de estado. Retomaron el poder con el terror latente de lo que habían vivido, y con la sensación, en el fondo, de que antes se les pasó la mano, de que los militares –aunque con una brutalidad inconcebible-, reaccionaron frente a tanta irresponsabilidad revolucionaria. Hay una viñeta de El Roto que dice “sé que di mi vida por una buena causa, pero no me acuerdo cuál era”. La Guerra Fría llegaba a su fin. Debían ponerse de acuerdo, como si fuera poco, demócratas cristianos partidarios del golpe, con upelientos (como se le llamaba despectivamente a los defensores del gobierno de la UP, o Unidad Popular) que arrastraban toneladas de muertos, torturados y exiliados.

La dictadura de Pinochet fue desconcertante y traumática para Chile. La intervención de los militares era una posibilidad cierta a comienzos de los setenta, con la que muchos jugaban sin tomarle verdaderamente el peso, como si al final todo pudiera arreglarse con empanadas y vino tinto, según decía el compañero presidente. Por eso cuando los milicos salieron a matar, sacaron gente de sus casas, abrieron campos de concentración y tortura, y el sálvese quién pueda retumbó como un campanazo en el desierto, lo que se experimentó fue algo semejante a un electro shock. La verdadera revolución en Chile no la hizo Salvador Allende, sino Augusto Pinochet. Fue él quien produjo un corte radical en la historia. Esta vez la guillotina estuvo en manos de la derecha.

Terminando 1998, hacia el ocaso del gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle, nuestro país había experimentado un excitante crecimiento económico. Hasta antes de la Crisis Asiática, se conoció la plata dulce. Surgieron barrios de clase media con sus respectivos mall. Analistas hiperventilados decían que nos habíamos convertido en “los jaguares de América Latina”. La apertura a los mercados externos no llegó aparejada de un mayor diálogo cultural con el mundo. Pinochet seguía presente en la vida política. La derecha completa era pinochetista. Casi todos los que hoy gobiernan, le rendían pleitesía, lo visitaban con regalos el día de su cumpleaños y le cantaban “pero sigue siendo el rey”, el estribillo de la famosa canción mexicana de José Alfredo Jiménez, popularizada por Pedro Vargas.

Nadie realmente imaginaba que Pinochet pudiera ser detenido. Los Tribunales de Justicia eran un atolladero de denuncias por violaciones a los derechos humanos no resueltas. Aparentemente, no existía poder capaz de poner al dictador en su sitio. Tiendo a pensar que ni siquiera los más activistas, los familiares de los detenidos desaparecidos, lo creían realmente posible. Sus reclamos tenían, por lo mismo, un tono trágico, algo de coro griego.

El radio de influencia del tiranuelo excedía por mucho sus batallas expresas. Su presencia imponía mágicamente los límites de lo posible. Conseguir “la justicia en la medida de lo posible”, fue la máxima con que Patricio Aylwin, el primer presidente del retorno a la democracia, se propuso enfrentar el pasado. Con la perspectiva del tiempo, resulta evidente que Pinochet determinaba esa medida. Pero no sólo señalaba esa frontera, sino muchas más. Tras una década de democracia, aún no había ley de divorcio, era penada la sodomía, había senadores designados, existía censura cinematográfica. “La Ultima Tentación de Cristo” circulaba en grabaciones clandestinas y grupos de sediciosos se reunían a verla en secreto. La película se convirtió en un mito, y convengamos que no es para tanto.

La televisión no sólo era mala, como sigue siendo, sino además pacata. Si asomaba una teta era motivo de debate nacional. Se discutía en cámara la pertinencia o no de las relaciones sexuales pre matrimoniales. Aparentemente Chile parecía un convento, cuando en todas las esquinas estaban abriéndose burdeles. El reclamo cultural, a finales de los 90, era por más tolerancia. Cualquier diferencia se consideraba una rareza. Las opiniones que salían de la norma caían en el saco de “las irreverencias”. Nuestro panfleto quincenal, The Clinic, era eso: irreverente.

El 16 de octubre de 1998, cuando obedeciendo una orden de captura del juez Garzón, los bobbies ingleses se apersonan en la pieza de Pinochet convaleciente para comunicarle que se hallaba bajo arresto, acá tardamos en digerir la noticia. Los periódicos no titularon a la mañana siguiente “Detenido Pinochet en Londres”. Durante un par de días enredaron la perdiz. La prensa estaba enteramente en manos de sus partidarios. No explotó, de buenas a primeras, un carnaval por las calles. Primó la contención, o la perplejidad. Los pinochetistas se volvieron locos. Mantuvieron los meses que duró el juicio piquetes de fanáticos gritando en las puertas de las embajadas española y británica. Personajes públicos salieron llamando a no consumir whisky para boicotear a los malditos británicos, lo único que no se le puede pedir a la alta burguesía. Donar dinero para ir en su ayuda sí, pero dejar de tomar whisky, por ningún motivo. Un diputado se declaró en huelga de hambre hasta que liberaran a su general. Duró apenas una noche, pero de ese nivel de desquiciamiento estamos hablando. No faltaban quienes aseguraban que más allá de nuestras fronteras, el planeta estaba enfermo.

Fue por esos días que con un grupo de amigos sacamos The Clinic. Eran cuatro páginas que distribuíamos a través de conocidos, en bares, pequeñas salas de cine, librerías cómplices, etc., etc. Mientras los diarios editorialmente lamentaban esta falta de respeto a la soberanía, esta transgresión a nuestra dignidad patria, y argumentos iban y venían, con el gobierno de centro izquierda encabezando la campaña de rescate al dictador, nosotros hicimos de su captura una fiesta. Le disparábamos a todo lo que oliera a pinochetismo, con el desparpajo de unos mocosos a los que les quitan una mordaza. El intocable ahora era un anciano que se orinaba en los pantalones. El monstruo tras la cortina se revelaba como un vulgar delincuente en problemas. Sus redes de protección chilenas no tenían ningún poder allá. El que acá lo podía todo, allá no entendía ni lo que le decían. Muchos de los que ahora gobiernan, viajaron a visitarlo, a darle su apoyo. Nuestra primera portada estuvo dedicada a Baltazar Garzón. Hoy nos parece un monumento a la ñoñería, pero entonces causó incluso escándalo: Acicalarse chiquillas “GARZÓN VIENE A CHILE”.

La detención de Pinochet en Londres fue un hecho determinante para nuestra historia reciente. Tuvo que ser un juez español el que viniera a exorcizarnos de esa especie de demonio que no nos atrevíamos a encarar. Nos trajo la buena nueva de que la justicia no respetaba las fortalezas que un criminal fuera capaz de construir para protegerse. Se trató de una pésima noticia para todos los dictadores del mundo y de un impulso inconmensurable para nosotros, los chilenos, en el camino de reconstrucción de nuestra democracia. El mismo día que fue arrestado, algo empezó a cambiar por estos lados. Fue el comienzo del fin del prestigio que aún conservaba en Chile Pinochet. Después vinieron sus cuentas en el banco Riggs, que lo delataron también como ladrón de pacotilla. No alcanzó a ser condenado por sus crímenes de sangre, es cierto, pero ya nadie podría referirse a él omitiendo el escarnio que la comunidad internacional lo obligó a sufrir.

No se trata de andar endiosando a nadie, pero el juez Baltazar Garzón, hoy acusado de imputaciones que a muchos nos enorgullecerían, fue el hombre providencial para una sociedad que se hallaba en falta con sus deudos, amarrada de manos, entumida por equilibrios perversos, incapaz de mirar de frente la humillación en que la tuvo sumida el miedo a ese terrible padre castigador.

Muchísimas gracias, juez Garzón. Difícilmente llegará a entender usted lo que hizo por Chile. El panfleto del que aquí les he contado hoy es la revista más leída del país. Ya no le tememos a monstruo alguno. Le debemos el haber encendido la luz cuando aún su sombra nos causaba tiritones.

Hay 25 Comentarios

bueh, nadie se acuerda de q Garzón haya buscado el aprisionamiento de Carrillo (6 mil asesinados), Gerry Adams (2 mil), Fidel y Raúl (60 mil?), Chavez (60?). Los bolches mataron unos 85 millones de personas en todo el mundo sin que a nadie se le moviera un pelo, sin resarcimiento alguno para las víctimas, juicios, nada. En mi proxima encarnacón, me gustaria nacer de izquierda así puedo gozar de tantos privilegios

Y porque los BORBONES roban y no van a la carcel? sc

También Argentina tiene mucho que agradecerle al juez Garzón y se une a los chilenos de bien en su agradecimiento. Pero, mucho siento que quien fue capaz de enfrentar a semejantes monstruos, no haya podido con los propios.

Felicidades al señor Arsenio Lumpón por tan lúcido y claro comentario que pienso echa por tierra cualquier otro en su contra. La verdad, a mi juicio y al de millones de ciudadanos españoles, es que la sala penal del Tribunal Supremo de España al dictar la sentencia condenatoria contra Baltasar Garzón prevaricó y lo hizo a sabiendas de que su actuación era manifiestamente injusta aunque fuera por unánime unanimidad.

Don Arsenio:
La sentencia fue aprobada por unanimidad por todos los magistrados del TS (de distinta procedencia ideológica, alguno incluso opuesto en su día al procesamiento del exjuez exdiputado socialista por el caso de las fosas), respaldada por todos los miembros del CGPJ (también de variada ideología), apoyada por todas las asociaciones de jueces, incluida la llamada progresista (Jueces para la Democracia),aplaudida por el Consejo General de la Abogacía y aun más, por algunos juristas de conspicuo izquierdismo, como Doña Margarita Robles, por ejemplo. Frente a este respaldo tan abrumador de las gentes del derecho, el exjuez prevaricador sólo ha podido invocar un victimismo lacrimógeno que deja su calidad personal a tan bajo nivel como la arbitrariedad que practicaba, ahora fehacientemente demostrada, dejara su competencia profesional. El resto de su discurso pro-Garzón es pura faramalla de agit-prop.

Sr. Fernández: Como habrá podido comprobar hay quien se alegra de la condena de Garzón alegando que hizo lo que no debió. Intentaré explicar lo que hizo sin recurrir a subterfugios jurídicos inexistentes e inaplicables para el supuesto controvertido y que, en última instancia, pretenden acallar la mala conciencia de sus juzgadores efectivos y mediáticos: al juez Garzón, como a cualquier otro en su lugar con su misma honestidad, integridad, conocimientos y laboriosidad, se le planteó la siguiente dicotomía: en la investigación de los cabecillas de la mafiosa trama Gürtel (para entederlo, tapadera de la financiación del Partido Popular compuesto por la derecha y extrema derecha española) supo, Garzón, que, en la cárcel, los indicados mafiosos -que, por cierto, otra pista ilustrativa, fueron invitados, supongo que no por casualidad, a la imperial boda de la hija de los Aznar/Botella- se tramaba la ejecución del delito de blanqueo de una importante cantidad de millones de euros y, para no hacer dejación de sus funciones (grave delito de un juez) y consecuente con lo solicitado por el Ministerio Fiscal, ordenó la escucha de las conversaciones preso/abogado. La sala del Tribunal Supremo de España consideró (a contrario sensu hay que interpretar la sentencia dictada) que lo correcto por parte de Garzón hubiera sido consentir que el delito se cometiera porque actuando de esa forma (a todas luces delictiva) el juez Garzón no hubiera vulnerado el derecho a la confidencialidad abogado/preso. A esta nueva figura la he bautizado como delito confidencial. Eso es todo señor Fernández. Ahora, es preciso que el inocente condenado magistrado -que ya no lo es- Garzón reciba toda la ayuda social que se le pueda ofrecer y brindar. Tenga la seguridad de que salvo El País, toda la restante media se ha aliado en contra de Garzón y favor de sus enemigos.

Acaban de condenar a Garzón a 11 años de inhabilitación y multa. La sentencia que ha emitido el Tribunal Supremo en pro de la democracia y los principios constitucionales pone al juez Garzón y sus partidarios en su justo lugar y no hace sino confirmar cuanto quienes no se dejaron manipular por la demagogia de izquierdas ya anticipaban: que el juez exdiputado había hecho de la arbitrariedad un hábito peligroso para la misma Ley a la que debía la posición que ocupaba. Las conclusiones de la sentencia son claras:
http://politica.elpais.com/politica/2012/02/09/actualidad/1328797035_785443.html
Como también es claro que el tribunal, compuesto por jueces de todo tipo de ideología y procedencia profesional, adoptó por unanimidad la resolución, basándose en irreprochables argumentos y jurispudencia indiscutible.
http://politica.elpais.com/politica/2012/01/17/actualidad/1326789719_247957.html
Habría sido una vergüenza que, por la simple presión de la agit-prop, un juez prevaricador, orgulloso de serlo y, lo que es peor, vicioso impulsor de toda una corriente de sectarismo judicial que retroalimenta lo peor del guerracivilismo rancio, hubiera sido absuelto para así propiciar una degeneración todavía mayor de la práctica procesal de un estado como el nuestro, desprestigiado por siete años de mal gobierno y de parcialidad institucional.

Denuncio el comportamiento arbitrario de los administradores de los foros de El País; Censor, ¿por qué me has censurado? Que no comulgues con una opinión no significa que tengas que borrarla arbitrariamente. Te voy a denunciar en todos los foros, e iniciaré el calvario de siempre. No tienes argumentos. Mis palabras han sido correctas. Tu actitud es indeseable, ¿cómo puede consentir un periódico como El País que gente como tú esté al frente de la administración de un foro? Se acabó. Si tienes valor y vergüenza lo que deberías hacer es censurar mi nick, impedir que entre en los foros de El País. Pero para eso tendrías que ser... y no eres. Dame argumentos para que me defienda, no seas cobarde. Anda, ven de frente hacia mí, impide que mi cuenta entre en este periódico. Saca, en todo su esplendor, al fascista que llevas dentro. Que hayamos luchado tanto para llegar a dar con un individuo como tú. ¿Quién nos iba a decir que seríamos atacados desde el periódico que nos dio alguna esperanza en el nacimiento de nuestra democracia?

“Es imposible combatir las mafias en el mundo sin que España decida derrotarlas”

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/02/07/actualidad/1328643024_331518.html

La paja en el propio y la viga en el ajeno. Asì es como se deduce el comentario de algùn interviniente en este blog. Garzòn no es mejor ni peor que cualquier otro humano. Ni tampoco mejor o peor que algùn que otro juez. Sì, en cambio, ha tenido la honradez y valentìa, de la que carecen otros muchos de sus colegas, de enfrentar una dolorosa situaciòn que reclamaba una atenciòn preferente por las caracterìsticas del caso y la permanente huìda de profesionales, servidores de la justicia a quienes se les paga para que cumplan sus funciones, que lejos de hacerlo, servir a la justicia y administrados, miraban para otro lado. Su actitud para con los narcotraficantes, terroristas etarras, blanqueo de dinero y crìmenes del franquismo le han granjeado el odio de otras autoridades judiciales y de cualquier otro tipo que no perdonan su atrevimiento de instruir los procedimientos que de oficio tenia la obligaciòn de tramitar. Esta es la historia real del juez Baltasar Garzòn. Sus enemigos le echan en cara que no sabìa instruir, pero que ellos tan inteligentes nunca se atrevieron a iniciar. Esa, y ninguna otra, es la causa de la persecuciòn y cacerìa que sufre Garzòn a manos de sus envidiosos colegas y fanàticos enemigos que en todo caso actuàn unos, por envidia y venganza, y otros, por manifiesto odio, rencor y afàn de venganza. Todo ello aderezado con el humo de que la Ley de Amnistìa dio por finalizado y archivados todos los crìmenes que se cometieron por el franquismo sin tener en cuenta, interesadamente, que los crimenes de tal naturaleza no pueden ser amnistiados por mucho que les duela y pese a quienes juzgan a Garzòn.

Muy interesante el post y el desarrollo de esa primera página tan esperanzadora.
Tenemos esperanza de que en España algún día se respeten los derechos humanos por encima de leyecillas de saldo ocasionales y manifiestamente injustas. Eso si que es prevaricacion, por mucho parlamento que lo firme.
Y una vergüenza a nivel universal.

coincido en que la orden del juez Garzón llevada a cabo por los bobbies fue el principio del fin para el dictador Pinochet,algo de lo que la mayoría de los chilenos nos sentimos agradecidos- por el accionar del juez Garzón,pero a la vez avergonzados de que la justicia y la clase política interna haya sido lo suficientemente pusilánime como para no tocarle un pelo en vida;un disenso-no me parece que lo que siguió después del plebiscito del '88 pueda ser llamado Democracia, mas se parece a una dictadura de baja intensidad con la que han estado muy de acuerdo los sectores empresariales y financieros en desmedro de los intereses ciudadanos en las áreas de educacion,salud , previsión, etc; no obstante nos resulta familiar que a personas como el juez Garzón que ha abogado por la no prescripción de los delitos de lesa humanidad y la validez de la jurisdicción internacional al respecto, se les pretenda denostar y de ello se alegren en España los franquistas y en Chile los pinochetistas.

El juez Garzón no esta procesado por sus beatíficas intenciones sino por sus erradas acciones. Como cualquier otro ciudadano, está sometido al imperio de la Ley y no puede hacer de la arbitrariedad hábito si no es a costa de las garantías democráticas que todos- incluido él- disfrutamos. Como en los distintos procesos en los que está imputado ha estado sometido a la decisión de jueces de muy dista ideología, el tratar de enturbiar los procedimientos en curso con faramalla demagógica y rancia ideología de escombrera carece del menor sentido. Garzón sigue siendo inocente mientras el TS no diga lo contrario;sin embargo, tanto los indicios contra él como la actitud que han adoptado el propio juez exdiputado y sus partidarios menos escrupulosos son motivo suficiente para desconfiar de que Don Baltasar esté verdaderamente exento de toda culpa. Por otra parte, el currículo de Garzón es el de un mal instructor, dado a la arbitrariedad y ansioso por acaparar portadas, fotos y contratos de conferenciante de "prestigio". Su único afán es que juzguen a otros en su lugar: a las víctimas de laGuerra Civil, a los probos ciudadanos indignados por la corrupción, a los banqueros e instituciones de las que obtuvo patrocinio... Y no. Se le juzga a él y sólo a él. Tanta bulla mediática no hace sino crear el mayor de los escepticismos acerca de las intenciones de los media que le deben algunos favores y de los partidos que han obtenido réditos electorales de sus excesos procesales.

Don Pato, de lujo su columna. Un buen resumen de un episodio que, como bien señala usted, cambió nuestra historia reciente, y para bien.

El 'New York Times': "Procesar a Garzón es una ofensa a la justicia y a la historia"

http://politica.elpais.com/politica/2012/02/05/actualidad/1328451036_306475.html

Es presumible el resultado de todos los juicios contra Garzón. Previsible es que sean condenatorios. Ojalá que no sea así, pero a juzgar por la no admisión de las cuestiones previas planteadas por la defensa es consecuente intuír el resultado final. En cualquier caso, y por muchos tecnicismos a los que echen mano sus juzgadores, no nos engañemos, ni existen ni son de aplicación al caso. Serán y son argucias judiciales, que a modo de humo, intentarán acallar la mala conciencia de quienes decidan su condena. Jurídicamente, no son correctas. Humanamente, reflejarán la ilusión que la venganza les producirá a sus autores. Con su publicación y consumación, la justicia penal española habrá protagonizado, y en este caso concreto escrito/dictado, la página más negra de su historia democrática.

España está haciendo el "loco"'a nivel mundial juzgando a Garzón! Concuerdo con este artículo! Chile hoy se abre un poco! antes del juez parecía un convento!

GRACIAS. También en España le debemos mucho a Garzón no solo por lo que ahora sufre, también por su lucha decidida e inteligente contra el narco y el terrorismo etarra.

Sr. Fernández, en relación a su artículo anterior "Las Falklands (o Las Malvinas)" en "El Mostrador febrero-03-2012", se puede leer una interesante opinión acerca de este tema: Cristina y el Atlántico sur: “Nuestras islas… no militaricen el conflicto” ...
http://www.elmostrador.cl/opinion/2012/02/03/cristina-y-el-atlantico-sur-%E2%80%9Cnuestras-islas%E2%80%A6-no-militaricen-el-conflicto%E2%80%9D/

GRACIAS, AHORA EL ,Y LOS ESPAÑOLES,NECESITAMOS TODO VUESTRO APOYO,COMO VEIS, DESPUES DE ¿35 ?AÑOS MUERTO EL DICTADOR, EN VEZ DE JUZGAR A LOS CULPABLES AQUI SE JUZGA AL JUEZ,YA VE EUROPA ,AMERICA Y EL MUNDO,QUIEN TIENE EL VERDADERO PODER AQUI.

Al parecer el franquismo no perdona ... no perdona, gobierna y controla! ... vendetta?

Es de bien nacido ser bien agradecido. En nombre propio, les agradezco el contenido de su publicación en favor de Garzón.

Muy buena recapitulación. Había olvidado el evento, pero fue exactamente así como se sintió. Excelente

Excelente Patricio. Como siempre.

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Sobre el autor

. Escritor y periodista. Director y fundador de la revista The Clinic y theclinic.cl. Además, se le puede escuchar todas las mañanas en radiozero.cl.

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