Wislawa Szymborska en su casa de Cracovia en 2009 con la edición española de su libro Aquí. Foto: Witold Witoldkrassowski.
Retrato de mujer
Debe ser a elección.
Cambiar para que no cambie nada.
Es fácil, imposible, difícil, vale un intento.
Sus ojos son, si cabe, una vez azules, otra vez grises,
negros, alegres, sin causa llenos de lágrimas.
Duerme con él como una cualquiera, única en el mundo.
Le parirá cuatro hijos, ningún hijo, uno.
Ingenua, mas la que mejor aconseja.
Débil, mas podrá con el peso.
No tiene cabeza, pues la tendrá.
Lee a Jaspers, y revistas de mujeres.
No sabe el porqué de este tornillo y construirá un puente.
Joven, como siempre joven, todavía joven.
Sostiene en sus manos un gorrión alirroto,
su propio dinero para un viaje largo y ajeno,
un mazo, una compresa y una copa de vodka.
¿A dónde corre? ¿no está cansada?
Que no, un poco, mucho, no pasa nada.
O le quiere o se empeña.
Por lo bueno, por lo malo y por el amor de Dios.
El poema es de Wislawa Szymborska; la traducción, de Elzbieta Bortkiewicz.
Szymborska murió ayer en su espartana casa de Cracovia, la casa que invadimos en 2009 junto a Abel Murcia (su traductor) y Witold Witoldkrassowski (fotógrafo). Michal Rusinek, su ayudante, y tan irónico como ella, ya estaba allí. Babelia publicó la crónica de aquella visita. El sello Bartleby acababa de editar Aquí, su último libro de poemas, (traducido por Murcia y Gerardo Beltrán), y Alfabia había hecho lo propio con las prosas de Lecturas no obligatorias (en versión de Manel Bellmunt Serrano). La misma editorial anuncia para la primavera otro tomo de prosas.
“Esta primavera los pájaros han vuelto a regresar demasiado temprano. / Alégrate, razón, también el instinto se equivoca”. Esos fueron tal vez los primeros versos de Szymborska que pudieron leerse en un periódico español. Fue en 1996. Le habían dado el premio Nobel.