Letra Pequeña

Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

Eskup

Retrato de mujer

Por: | 02 de febrero de 2012

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Wislawa Szymborska en su casa de Cracovia en 2009 con la edición española de su libro Aquí. Foto: Witold Witoldkrassowski.

Retrato de mujer

Debe ser a elección.
Cambiar para que no cambie nada.
Es fácil, imposible, difícil, vale un intento.
Sus ojos son, si cabe, una vez azules, otra vez grises,
negros, alegres, sin causa llenos de lágrimas.
Duerme con él como una cualquiera, única en el mundo.
Le parirá cuatro hijos, ningún hijo, uno.
Ingenua, mas la que mejor aconseja.
Débil, mas podrá con el peso.
No tiene cabeza, pues la tendrá.
Lee a Jaspers, y revistas de mujeres.
No sabe el porqué de este tornillo y construirá un puente.
Joven, como siempre joven, todavía joven.
Sostiene en sus manos un gorrión alirroto,
su propio dinero para un viaje largo y ajeno,
un mazo, una compresa y una copa de vodka.
¿A dónde corre? ¿no está cansada?
Que no, un poco, mucho, no pasa nada.
O le quiere o se empeña.
Por lo bueno, por lo malo y por el amor de Dios.

SzymAquíEl poema es de Wislawa Szymborska; la traducción, de Elzbieta Bortkiewicz. Szymborslecturas_no_obligatorias Szymborska murió ayer en su espartana casa de Cracovia, la casa que invadimos en 2009 junto a Abel Murcia (su traductor) y Witold Witoldkrassowski (fotógrafo). Michal Rusinek, su ayudante, y tan irónico como ella, ya estaba allí. Babelia publicó la crónica de aquella visita. El sello Bartleby acababa de editar Aquí, su último libro de poemas, (traducido por Murcia y Gerardo Beltrán), y Alfabia había hecho lo propio con las prosas de Lecturas no obligatorias (en versión de Manel Bellmunt Serrano). La misma editorial anuncia para la primavera otro tomo de prosas.

“Esta primavera los pájaros han vuelto a regresar demasiado temprano. / Alégrate, razón, también el instinto se equivoca”. Esos fueron tal vez los primeros versos de Szymborska que pudieron leerse en un periódico español. Fue en 1996. Le habían dado el premio Nobel.

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Un barroco en la pista de baile

Por: | 01 de febrero de 2012


Genis_Segarra_Carlos_Ballesteros

Hidrogenesse (Genís Segarra y Carlos Ballesteros). Foto: Carmen Secanella

Paren las máquinas. Aniversario doble: el Góngora de Hidrogenesse cumple 10 años; la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora, 400. Ya saben, los amores de la nereida Galatea y el joven Acis estorbados con saña por el cíclope Polifemo (“un monte era de miembros eminente”). En 1612 Góngora dio a conocer su versión de la historia en 504 versos distribuidos en 63 octavas. Para celebrar la cifra redonda, la revista Ínsula dedica su último número a conmemorar los cuatro siglos transcurridos desde “la primera circulación de la obra maestra gongorina”. Circulación porque anduvo de mano en mano mucho antes de aparecer impreso. Internet no ha inventado nada.

GalateaEl número de Ínsula, coordinado por Jesús Ponce Cárdenas, coincide con las declaraciones de Harold Bloom señalando a Góngora como el mejor poeta de la literatura española, opinión que hay que tener en lo que vale viniendo de un lector más que cualificado pero cuyo conocimiento de la tradición hispánica es, como poco, parcial.

Cánones aparte, Ínsula rastrea -de la mano de autoridades como Antonio Carreira o Robert Jammes- la vigencia de un poema cuya aparente oscuridad no ha parado de generar interpretaciones. Sin olvidar la de Dámaso Alonso, tan citada casi como el propio poema, una de las más recomendables es la que en 2001 José María Micó recogió en El Polifemo de Luis de Góngora (Península), un impecable “ensayo de crítica e historia literaria” que desentraña, octava a octava, las claves de unos versos plagados de referencias culturales y efectos sonoros.

Si el coordinador del número señala en su presentación los rastros de Góngora en poetas vivos como Jaime Siles, Guillermo Carnero o Carmen Jodra, el propio Micó y Begoña Capllonch añaden a esa lista los nombres de Antonio Gamoneda y Pere Gimferrer (la expresión “arde el mar” aparece en un soneto del autor barroco). Además, Capllonch y Micó, tirando del hilo lanzado por Sánchez Robayna, recuerdan que la recuperación que la generación del 27 hizo de Góngora fue posible gracias a la revolución simbolista. Eso sí, matizan que el hermetismo de Mallarmé, a un paso del irracionalismo, contrasta con la “desafiante racionalidad” del poeta cordobés.

GóngoraMicóelpolifemodeluisgongora_bigAntonio Carreira, que en su texto denuncia la gongoralatría de algunos INSULA_781_782comentaristas recuerda que no debemos pasar por alto que “la poesía, al manos en aquella época, era ante todo ritmo, no solo acentual sino de origen múltiple”. Ritmo de origen, ritmo de destino. Entre la biblioteca y la discoteca, el dúo Hidrogenesse incluyó en su disco Gimnàstica Passiva (2002) la canción Góngora, en la que los sintetizadores de Genís Segarra (mitad a su vez de Astrud) y las voces de Carlos Ballesteros y Rosa de los Vientos dan nueva vida a un puñado de versos del Polifemo. Entre ellos los del pasaje que Dámaso Alonso consideraba “el más sensual de toda la poesía española clásica”. Este:


No a las palomas concedió Cupido

juntar de sus dos picos los rubíes,

cuando al clavel el joven atrevido

las dos hojas le chupa carmesíes.

Cuantas produce Pafo, engendra Gnido,

negras vïolas, blancos alhelíes,

llueven sobre el que Amor quiere que sea

tálamo de Acis y de Galatea.

GongoraSuena así, ya dijimos. Después de que en su tiempo lo comparasen con Homero y Menéndez Pelayo lo enviase el Purgatorio hasta que Lorca, Cernuda, Salinas, Diego, Alonso y compañía llegaron al rescate, Góngora lleva, con altibajos, cuatro siglos en el Parnaso (nombre de discoteca, claro). Y diez años en la pista de baile.



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