Retrato de mujer

Por: | 02 de febrero de 2012

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Wislawa Szymborska en su casa de Cracovia en 2009 con la edición española de su libro Aquí. Foto: Witold Witoldkrassowski.

Retrato de mujer

Debe ser a elección.
Cambiar para que no cambie nada.
Es fácil, imposible, difícil, vale un intento.
Sus ojos son, si cabe, una vez azules, otra vez grises,
negros, alegres, sin causa llenos de lágrimas.
Duerme con él como una cualquiera, única en el mundo.
Le parirá cuatro hijos, ningún hijo, uno.
Ingenua, mas la que mejor aconseja.
Débil, mas podrá con el peso.
No tiene cabeza, pues la tendrá.
Lee a Jaspers, y revistas de mujeres.
No sabe el porqué de este tornillo y construirá un puente.
Joven, como siempre joven, todavía joven.
Sostiene en sus manos un gorrión alirroto,
su propio dinero para un viaje largo y ajeno,
un mazo, una compresa y una copa de vodka.
¿A dónde corre? ¿no está cansada?
Que no, un poco, mucho, no pasa nada.
O le quiere o se empeña.
Por lo bueno, por lo malo y por el amor de Dios.

SzymAquíEl poema es de Wislawa Szymborska; la traducción, de Elzbieta Bortkiewicz. Szymborslecturas_no_obligatorias Szymborska murió ayer en su espartana casa de Cracovia, la casa que invadimos en 2009 junto a Abel Murcia (su traductor) y Witold Witoldkrassowski (fotógrafo). Michal Rusinek, su ayudante, y tan irónico como ella, ya estaba allí. Babelia publicó la crónica de aquella visita. El sello Bartleby acababa de editar Aquí, su último libro de poemas, (traducido por Murcia y Gerardo Beltrán), y Alfabia había hecho lo propio con las prosas de Lecturas no obligatorias (en versión de Manel Bellmunt Serrano). La misma editorial anuncia para la primavera otro tomo de prosas.

“Esta primavera los pájaros han vuelto a regresar demasiado temprano. / Alégrate, razón, también el instinto se equivoca”. Esos fueron tal vez los primeros versos de Szymborska que pudieron leerse en un periódico español. Fue en 1996. Le habían dado el premio Nobel.


Szymborskael gran númeroSi, como dicen, las últimas cosas tienen sus propios derechos, Aquí sería una buena forma de empezar a leer a Wislawa Szymborska. No obstante, yo empezaría por El gran número / Fin y principio y otros poemas (Hiperión, 1997. Varios traductores). Es una buena antología, reúne dos libros clave y contiene el discurso del Nobel. Se publicó el mismo año que la selección de 100 poemas Paisaje con grano de arena (Lumen. Traducción de Ana María Moix y Jerzy Wojciech Slawomirski). Los frutos de la gloria sueca.

También sería una buena puerta Amor feliz y otros poemas. Se publicó en Caracas (bid & co editor) pero se encuentra en algunas librerías de España. La versión es de Abel Murcia y Gerardo Beltrán, los dos traductores que más han hecho en español por la obra de Szymborska. ¿Sería demasiado tópico decir que la cultura hispánica tiene con ellos una deuda que no se paga con derechos de autor? Para los que no se asustan con las obras completas, suya es también la impagable edición de Poesía no completa (Fondo de Cultura Económica, 2002. Con introducción de Elena Poniatowska), la otra gran manera de entrar en un universo que fue creciendo con títulos como Dos puntos, Instante (ambos publicados por Igitur con prólogos de Mercedes Monmany y Ricardo Cano Gaviria) y Aquí (Bartleby).

SzymFCEimagesHasta aquí la guía de lectura. Cada peatón tiene su poema favorito. Se llamen Fernando Savater, Patxi López o Martín López-Vega (no se pierdan a este último; Félix Romeo incluido).

Wislawa Szymborska ha tenido suerte en nuestra lengua. Los lectores, no digamos.

 

AMOR FELIZ

Un amor feliz. ¿Es normal,
serio, útil?
¿Qué saca el mundo de dos personas
que no ven el mundo?

Encumbrados hacia sí mismos sin mérito alguno,
dos al azar entre un millón, pero seguros
de que así tenía que ocurrir. ¿Como premio de qué?, de nada;
la luz llega desde ninguna parte.
¿Por qué cae precisamente sobre ellos y no cae sobre otros?
¿Ofende eso a la justicia? Así es.
¿Viola principios cuidadosamente almacenados, derriba
de su cima a la moral? Viola y derriba.

Mirad qué felices:
¡si disimularan aunque fuera un poco,
si fingieran aflicción para animar a los amigos!
Escuchad cómo ríen. Es insultante.
Qué lenguaje utilizan, aparentemente comprensible.
Y esas ceremonias suyas, esas celebraciones,
sus rebuscadas obligaciones de unos para con otros,
¡parece una conspiración a espaldas de la humanidad!

Resulta incluso difícil prever qué sucedería
si pudiera cundir su ejemplo.
Qué podrían hacer religiones, poesías;
qué se recordaría, qué se abandonaría,
quién querría permanecer en el círculo.

Un amor feliz. ¿Es necesario?
El tacto y el sentido común nos obligan a callar al respecto
como si de un escándalo en las altas esferas de la Vida se tratara.
Espléndidos bebés nacen sin su ayuda.
Nunca podría poblar la tierra,
no es, que digamos, muy frecuente.

Que la gente que no conoce un amor feliz
afirme que no existe un amor feliz en ningún sitio.

Con esa creencia les será más llevadero vivir, y también morir. 

 (Versión de Abel Murcia)


  Wislawa Szymborska entrega Premio Nobel por Dan Vander Zwalm 1996

 

FIN Y PRINCIPIO

Después de cada guerra

alguien tiene que limpiar.

No se van a ordenar solas las cosas,
digo yo.

Alguien debe echar los escombros
a la cuneta
para que puedan pasar
los carros llenos de cadáveres.

Alguien debe meterse
entre el barro, las cenizas,
los muelles de los sofás,
las astillas de cristal
y los trapos sangrientos.

Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar un muro,
alguien poner un vidrio en la ventana
y la puerta en sus goznes.

Eso de fotogénico tiene poco
y requiere años.
Todas las cámaras se han ido ya
a otra guerra.

A reconstruir puentes
y estaciones de nuevo.
Las mangas quedarán hechas jirones
de tanto arremangarse.

Alguien con la escoba en las manos
recordará todavía cómo fue.
Alguien escuchará
asintiendo con la cabeza en su sitio.
Pero a su alrededor
empezará a haber algunos
a quienes les aburra.

Todavía habrá quien a veces
encuentre entre hierbajos
argumentos mordidos por la herrumbre,
y los lleve al montón de la basura.

Aquellos que sabían
de qué iba aquí la cosa
tendrán que dejar su lugar
a los que saben poco.
Y menos que poco.
E incluso prácticamente nada.

En la hierba que cubra
causas y consecuencias
seguro que habrá alguien tumbado,
con una espiga entre los dientes,
mirando las nubes.


(Versión de Abel A. Murcia)

 

 

 

Hay 4 Comentarios

La conocí gracias a mi particular "amor feliz" viviendo en Polonia, su patria, el año pasado. Él me prestó una traducción al inglés. Ahora la buscaré en español, aunque ya balbucee algunas palabras de polaco. Do zobaczenia, Wislawa.

Dice Fernando Savater, en su artículo del pasado día 30 "Defectos especiales" y refiriéndose al Nobel, que "quienes lo han ganado sin duda lo merecían". No tiene razón; es obvio, por citar ejemplos cercanos, que ni Echegaray ni Benavente fueron elecciones especialmente afortunadas; y los ejemplos podrían multiplicarse sin esfuerzo. Pero casos como el de Szymborska hacen perdonar muchas elecciones seriamente descarriadas. Es, era (qué triste), de esos poetas que, además de ser grandes, pueden hacer que se enamore de la poesía gente a la que le era ajena. Qué gran poeta, y (a juzgar por las entrevistas, y hasta por las recomendabilísimas "Lecturas no obligatorias) qué gran persona. De ésas que le hacen a uno reconciliarse con la vida.

Las fotos que hizo Witold Witoldkrassowski a WS son extraordinarias. La luz de su vivienda maravillosamente retratada. También la crónica de la visita. Muy hermosa.

La huella de WS en la poesía española también está por estudiar. En aquello se llamó la poesía de la experiencia fue rápidamente entendida por el coloquialismo, el humor y la falta de afectación aparente. Estoy pensando en homenajes que ha recibido, como el de Miguel D'Ors en "Hacia otra luz más pura".

Invierno es un buen mes para decir adiós. Con esta luz de enero. Q.e.p.d.

Por la nota de 1996 llegué a los libros, y por los lbros llegué a quererla. Su capacidad para revelarnos el mundo con palabras sencillas era increíble.

Gracias por presentarme a Wislawa Szymborska. Que descanse en paz, y en poesía.

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Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

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