Hidrogenesse (Genís Segarra y Carlos Ballesteros). Foto: Carmen Secanella
Paren las máquinas. Aniversario doble: el Góngora de Hidrogenesse cumple 10 años; la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora, 400. Ya saben, los amores de la nereida Galatea y el joven Acis estorbados con saña por el cíclope Polifemo (“un monte era de miembros eminente”). En 1612 Góngora dio a conocer su versión de la historia en 504 versos distribuidos en 63 octavas. Para celebrar la cifra redonda, la revista Ínsula dedica su último número a conmemorar los cuatro siglos transcurridos desde “la primera circulación de la obra maestra gongorina”. Circulación porque anduvo de mano en mano mucho antes de aparecer impreso. Internet no ha inventado nada.
El número de Ínsula, coordinado por Jesús Ponce Cárdenas, coincide con las declaraciones de Harold Bloom señalando a Góngora como el mejor poeta de la literatura española, opinión que hay que tener en lo que vale viniendo de un lector más que cualificado pero cuyo conocimiento de la tradición hispánica es, como poco, parcial.
Cánones aparte, Ínsula rastrea -de la mano de autoridades como Antonio Carreira o Robert Jammes- la vigencia de un poema cuya aparente oscuridad no ha parado de generar interpretaciones. Sin olvidar la de Dámaso Alonso, tan citada casi como el propio poema, una de las más recomendables es la que en 2001 José María Micó recogió en El Polifemo de Luis de Góngora (Península), un impecable “ensayo de crítica e historia literaria” que desentraña, octava a octava, las claves de unos versos plagados de referencias culturales y efectos sonoros.
Si el coordinador del número señala en su presentación los rastros de Góngora en poetas vivos como Jaime Siles, Guillermo Carnero o Carmen Jodra, el propio Micó y Begoña Capllonch añaden a esa lista los nombres de Antonio Gamoneda y Pere Gimferrer (la expresión “arde el mar” aparece en un soneto del autor barroco). Además, Capllonch y Micó, tirando del hilo lanzado por Sánchez Robayna, recuerdan que la recuperación que la generación del 27 hizo de Góngora fue posible gracias a la revolución simbolista. Eso sí, matizan que el hermetismo de Mallarmé, a un paso del irracionalismo, contrasta con la “desafiante racionalidad” del poeta cordobés.
Antonio Carreira, que en su texto denuncia la gongoralatría de algunos
comentaristas recuerda que no debemos pasar por alto que “la poesía, al manos en aquella época, era ante todo ritmo, no solo acentual sino de origen múltiple”. Ritmo de origen, ritmo de destino. Entre la biblioteca y la discoteca, el dúo Hidrogenesse incluyó en su disco Gimnàstica Passiva (2002) la canción Góngora, en la que los sintetizadores de Genís Segarra (mitad a su vez de Astrud) y las voces de Carlos Ballesteros y Rosa de los Vientos dan nueva vida a un puñado de versos del Polifemo. Entre ellos los del pasaje que Dámaso Alonso consideraba “el más sensual de toda la poesía española clásica”. Este:
No a las palomas concedió Cupido
juntar de sus dos picos los rubíes,
cuando al clavel el joven atrevido
las dos hojas le chupa carmesíes.
Cuantas produce Pafo, engendra Gnido,
negras vïolas, blancos alhelíes,
llueven sobre el que Amor quiere que sea
tálamo de Acis y de Galatea.
Suena así, ya dijimos. Después de que en su tiempo lo comparasen con Homero y Menéndez Pelayo lo enviase el Purgatorio hasta que Lorca, Cernuda, Salinas, Diego, Alonso y compañía llegaron al rescate, Góngora lleva, con altibajos, cuatro siglos en el Parnaso (nombre de discoteca, claro). Y diez años en la pista de baile.
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Nuevo relato: http://cuentosdelizandro.blogspot.com/2012/01/la-previa.html
Publicado por: Lizandro Samuel. @Lisbm1993 (Twitter Oficial) | 01/02/2012 13:47:25