Los congresos de escritores son una vieja costumbre –renovada últimamente en forma de festivales- que va camino de convertirse en género literario. En estos días, de hecho, han aparecido o van a aparecer algunas contribuciones al género. La primera es Aire de Dylan (Seix Barral), de Enrique Vila-Matas. La segunda, El congreso de literatura (Mondadori), de César Aira. La tercera, Los invitados de la princesa (Espasa), de Fernando Savater.
El foro de escritores de la novela de Vila-Matas sucede en San Gallen (Suiza) y tiene como tema el fracaso. El de Savater, cuyo libro –premio Primavera- se publica el 3 de abril, sucede en la isla imaginaria de Santa Clara, se llama Festín de la Cultura y se convierte en un encierro decamerónico para sus asistentes cuando una nube de cenizas volcánicas obliga a cerrar el espacio aéreo. ¿Les suena? También les sonará que el protagonista es un periodista vasco que trata de huir de… la gastronomía (vasca).
El más raro, no obstante, es el congreso imaginado por César Aira. Casi tanto como el Congreso del Mundo del cuento que Borges incluyó en El libro de arena (1975) o el Congreso de futurología con el que Stanislaw Lem imaginó, en 1971, un porvenir instalado en 2039, o sea, pasado mañana.
El libro de Aira se publicó en Argentina en 1997 pero ayer llegó a las librerías la primera edición española. Protagonizada por un escritor y traductor llamado César, El congreso de literatura cuenta su viaje a Venezuela con la intención declarada de participar en el encuentro del título pero con el secreto afán, de Sabio Loco, de dominar el mundo clonando a un Genio: Carlos Fuentes.
Es fuerte la tentación de contar cómo termina todo, pero creo que soy capaz de resistirla. Tampoco, sin embargo, importaría mucho porque El congreso de literatura es un acabado producto de la Factoría Aira, un relato marcado por eso que, en Las vueltas de César Aira (Beatriz Viterbo, 2002), Sandra Contreras llamó “el imperativo de la invención”. Desde la primera página, asistimos a una narración que huye hacia adelante por acumulación y sobre la que, en el propio libro, se reflexiona así:
“Pero en mí es fatal esa manía de agregar cosas, episodios, personajes, párrafos, de ramificar y derivar. Debe de ser por inseguridad, por temor a que lo básico no sea suficiente, y entonces tengo que adornar y adornar, hasta una especie de rococó surrealista que a nadie exaspera tanto como a mí”.
Rococó surrealista nacido de la necesidad de “inventar por inventar” y de “recurrir a lo inesperado como un deus ex machina”.
En 2003, seis años después de la publicación de El congreso de literatura, Carlos Fuentes, en La Silla del Águila, devolvió el chiste a su colega endosándole el Premio Nobel en un imaginario 2020, es decir, pasado mañana.
Es posible que no haya dos autores tan prolíficos como Aira y Fuentes. Ni tan distintos. Y no solo por su forma de escribir, también por el modo de organizar lo escrito. Basta comparar la ingobernable bibliografía del argentino con la pulquérrima distribución que el mexicano ha ido haciendo de cada uno de sus libros. Está en cualquier solapa: bajo el epígrafe general de “La edad del tiempo”, los títulos (en números arábigos) se ordenan a su vez en quince apartados (en números romanos).
¿Balzac contra Raymond Roussel?
En el caso de Fuentes, un esquema aguarda todo lo que le quede por escribir. En el de Aira, su ausencia no parece esperar nada, es fruto del trabajo sin fin de un escritor –vale decir, artista ¿contemporáneo?- al que parece importarle menos la obra que el procedimiento que la hace posible. Por mucho que a veces parezca inevitable.
Hay 4 Comentarios
Gracias, Alejandra. Me aplico el cuento. Más poesia. También de Sevilla, que siempre ha sido una potencia. La vuelta de Salvago ha sido todo un viaje. Prepararé algo. Admito sugerencias.
Publicado por: Javier | 26/03/2012 18:08:51
me encantó Frágil, por eso echo de menos más poesía por aquí; me gustaría saber tu opinión sobre la reciente poesía de Sevilla publicada por pequeñas editoriales; muchas gracias por tus palabras
Publicado por: alejandra | 25/03/2012 20:24:25
Tusquets la publicó sólo en la Argentina. La de Mondadori es la primera edición española por tanto.
Publicado por: jota | 25/03/2012 16:05:59
¿No lo publicó Tusquets?
Publicado por: Taller | 25/03/2012 10:46:02