Letra Pequeña

Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

Eskup

El poema del 1 de mayo

Por: | 30 de abril de 2012

Oroempeno

Es cierto, parece que Jorge Riechmann va camino de convertirse en nuestro poeta de cabecera con ocasión de paros parciales y huelgas generales, pero ya lo dijo, más o menos, Manuel Vázquez Montalbán en Pero el viajero que huye: ¿cómo de negras se tienen que poner las cosas para que nos salga, de nuevo, social la poesía? Camino del negro-oscuro-casi-blanco, allá va otro poema de Riechmann, de su último libro, El común de los mortales (Tusquets). Y sí, ya sabemos, lo obvio. De eso, precisamente, trata el poema que precede a este. Se abre con estos versos: “Obviedades: / una civilización que es capaz de situar astronautas en la Luna / pero no logra acabar con el hambre / es un enorme fracaso”. Se titula “De nuevo las obviedades”. ¿Demagogia? O cuestión de prioridades. Ejercicio demagógico para el próximo Consejo de ministros: “A ver, recortemos: ¿Educación y Sanidad o Defensa?”.

 

PRIMERO DE MAYO DE 2010

 

“Vivos y muertos se encuentran en mi sueño / como representantes de dos pueblos enemigos / en un tercer país. // Y mi cara es la cara del vencido pintada con los colores del vencedor.”

Yehuda Amijai, Herodium, en Detrás de todo esto se oculta una gran felicidad, 1973

“Que mis muertos me ayuden ahora.”

John Berger (Lila y Flag)

 

1

Miguel Hernández hoy

sería comunista

 

es decir: lucharía

por los derechos de las nutrias

por el equilibrio climático del planeta

contra los daños a las mujeres

 

y por la misma justicia social

que le movía entonces

 

2

El líder sindical perora

ante unas masa obreras muy menguadas

 

Las turistas en shorts

con rubias piernas larguísimas

pasean su indiferencia a escasos metros de la tribuna

 

Algunos asistentes consultas la hora

en sus teléfonos móviles:

casi las dos de la tarde

 

El sol aprieta

 

Junto a las pancartas

“Por el empleo con derechos

y la garantía de las pensiones”

 

se mezclan otras:

“Santería milagrosa

CONSÚLTATE YA!”

 

Alguien recuerda la observación

de un sindicalista italiano de la CGIL:

¿por qué los líderes obreros les gritan a los obreros

y les susurran a los empresarios?

 

Algún periodista

bosteza

 

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Le debemos 45 dólares a José Ovejero

Por: | 26 de abril de 2012

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El Premio Anagrama de Ensayo está dotado con 8.000 euros, pero entre todos le debemos 45 dólares a José Ovejero.

La razón es esta:

En mayo de 2010 este periódico envió a un más o menos cronista al Festival de la Palabra de Puerto Rico. Para calentar motores, el más o menos escribió una crónica en la que hablaba de la isla y de la tumba de Pedro Salinas, en el cementerio de Santa María Magdalena de Pazzis, en el viejo San Juan, colgando sobre el Caribe. Ovejero leyó aquel texto y, antes de que se inaugurara el festival, a dos pasos, se acercó al cementerio. Allí escuchó cómo Telma Díaz, la mujer que cuida el camposanto, se lamentaba del estado de la tumba: “Nadie se ocupa…”. Ovejero preguntó cuánto costaría ocuparse. Respuesta: 45 dólares. El escritor se los puso en la mano y la mujer le dijo que en dos días podría comprobar el resultado.

Dos días después, la tumba, blanquísima, del poeta español estaba impoluta, limpia de hierbas y de moho. Las letras de la lápida habían sido además repasadas cuidadosamente. Al final, la visita de José Ovejero se convirtió en una lectura de homenaje al autor de El contemplado. Al mecenas se sumaron, entre otros, autores de ambos lados del Atlántico como Luis Sepúlveda, Kirmen Uribe, Elsa Osorio, Mayra Santos Febres, José Luis Fajardo y Héctor Feliciano. Hubo flores, se leyeron poemas. Daniel Mordzinski, quién si no, sacó fotos (como la que ilustra esta entrada: J. O. es el primero por la izquierda sentado).

¿Cómo estará ahora la tumba de Salinas?

Ovejero acaba de ganar el premio Anagrama de Ensayo con La ética de la crueldad, pero entre todos -¿diremos la gran familia de la literatura española? ¡no! cualquier cosa menos eso!-  le debemos 45 dólares.

 

Si hoy fuera el día del libro

Por: | 23 de abril de 2012

 

Manolo Martínez (de Astrud) canta (en español) "Nuestros poetas" (¡anunciado en TV!)

Si hoy fuera el día del libro y no tuviera que estar a las 12 en Alcalá de Henares (Nicanor Parra, Premio Cervantes), me iría a la una a la librería La Buena Vida para escuchar a Santiago Segurola PORQUE dicen que dan aperitivo y porque hablará con Alfredo Relaño. Y porque Segurola es uno de los grandes periodistas en español y porque espero que un día (aunque no sea del libro) escriba ese libro sobre fútbol que no quiere escribir.

Si hoy fuera el día del libro y lo de Segurola se alargara, me quedaría allí hasta las cuatro y media PORQUE habla Marta Sanz, que siempre dice cosas sensatas y, qué demonios, nunca sobra la gente sensata.

Si hoy fuera el día del libro (o la noche de los libros) y lo de Sanz se alarga, me quedaría allí mismo hasta las ocho y media para escuchar a David Trueba PORQUE es uno de los tres mejores columnistas de este periódico y porque presenta a Rafael Berrio.

 

Si hoy fuera el día del libro y yo tuviera el don de la ubicuidad, a las siete de la tarde iría a la Casa de Correos y me sentaría a escuchar a Fernando Savater y Jon Juaristi PORQUE el segundo sale en la última novela del primero y los dos son inteligentes y, caramba, nunca sobran los inteligentes. Y porque de vez en cuando releo el prólogo de Juaristi a Sacra Némesis porque me gustan los prólogos y ese es una melancólica y sabia pieza de arte y relojería.

Si hoy fuera el día del libro, me quedaría en la Casa de Correos hasta las ocho y cuarto para escuchar la conferencia de Ricardo Piglia PORQUE va a hablar de traducción y porque una vez me dijo que tal vez algún día habría que hablar de lo raro que suenan en Latinoamérica las traducciones españolas y tal vez lo contase hoy si fuera el día del libro.

Si yo fuera etcétera, no me movería de la Casa Puntos Suspensivos porque a las diez y media intervienen Elena Medel y Antonio Luque (Sr. Chinarro) PORQUE me gustan los poemas de la primera y las canciones del segundo, y el libro sobre el Betis del segundo y porque El Segundo tiene una canción que pide a los libros un final feliz y una vez se la escuché tocar en la librería Tipos Infames.

Si hoy no fuera el día del libro sino el día de la marmota, aprovecharía cada nuevo día para ver la película de Ferdydurke (Gombrowicz) en La Casa Encendida.

 

Iría al Instituto Polaco de Cultura porque se habla de Wislawa Szymborska.

Echaría un vistazo a eso de la “interacción narrativa” que organiza la revista digital FronteraD.

Me acercaría a Antonio Machado a ver qué dice Luis Magrinyà en la, tachán, Noche Anagrama. Y a Tipos Infames PORQUE Constantino Bértolo, un editor con olfato y criterio, hablará de los Caballo de Troya All Stars.

Estaría como un clavo a las 19.30 en la Librería Enclave PORQUE lee sus poemas Juan Carlos Mestre y hay poca gente que lea los poemas tan bien como él.

Pasaría por el Hotel Kafka –o por Second Life- para estar en la presentación de Cien mil millones de poemas PORQUE seguro que los presentadores (Rafael Reig, Auserón et al.) dan juego y cien mil millones de poemas, no digamos.

Camino de casa entraría en La Central del Reina Sofía PORQUE da una charla Carlos Granés y porque es un experto en detectar contradicciones y porque su libro El puño invisible en el Reina Sofía es como la soga en casa del ahorcado. O en casa de Hans Haacke.

Eso sí, antes entraría en la Librería Miraguano para escuchar a Belén Gopegui PORQUE cree que otro mundo es posible poniéndose a ello y no está mal que alguien detecte tus contradicciones.

Para acabar de recopilar ideas para ese otro mundo, me acercaría a la Librería Pasajes PORQUE hay un encuentro con Isaac Rosa y porque me parece uno de los tres grandes novelistas de su generación.

………………

Si hoy fuera el día del libro, haría todo eso si estuviera en Madrid y venciera la tentación de quedarme en casa. Puede que leyendo.

 

 

Un rey en el exilio

Por: | 20 de abril de 2012

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Aviso: esta entrada nada tiene que ver con la celebración del día de la república en Botsuana, tiene que ver con este poema de Tomás Segovia (en la imagen, retratado en su casa en 2008 por Luis Sevillano):

BANDERA

Mi tienda siempre fuera de los muros. Mi lengua aprendida siempre en otro sitio. Mi bandera perpetuamente blanca. Mi nostalgia vasta y caprichosa. Mi amor ingenuo y mi fidelidad irónica. Mis manos graves y en ellas un incesante rumor de pensamientos. Mi porvenir sin nombre. Mi memoria deslumbrada en el amor incurable del olvido. Lastrada en el desierto mi palabra. Y siempre desnudo el sombro donde sopla el tiempo.

De Partición (1976-1982)

Tomás Segovia era un hombre que llevaba dentro un niño que había sido un rey. Eso dijo, más o menos, de él Gabriel Zaid y ayer lo recordó Esperanza López Parada en la Librería Rafael Alberti de Madrid. En el lugar en el que tantas veces leyó él mismo sus versos esta vez los leyeron sus amigos. Es difícil acostumbrarse a su ausencia. Lo dijo Luis Muñoz, que leyó “Canción de huérfano”, y es cierto. Es imposible pasar por la Glorieta de Bilbao sin asomarse al cristal del Café Comercial para ver si está allí. Andrés Trapiello, que leyó los tres últimos poemas de Tomás Segovia, recordó al hombre que siempre estaba arreglando cosas y Lola Larumbe, al que todo lo hacía con las manos. “Bandera” fue cosa mía y Sergio Suárez leyó el último poema de su primer libro, ese que habla de “los ojos del día”, una imagen tan suya. Finalmente, María Luisa Capella, la mujer de Tomás, leyó parte de Rastreos y otros poemas, el libro que dejó inédito (lo mismo que una novela y una traducción del imposible Dios de Victor Hugo): ya lo ha publicado en México Ediciones Sin Nombre; en España lo hará pronto Pre-Textos.

Ella misma cerró con un poema de Francisco Segovia, Pancho, su hijo, que lo contiene todo:

No hubo un solo día en que la luz
no dejara en su frente un trance
un hechizo una señal de que era en él
donde la claridad había elegido
abrirse al que quisiera verla.

La claridad del día
en su lúcida extensión sin un reproche.
La de la noche en su espesura sin cascajo.

No hubo un solo día
En que la luz no lo eligiera

 

 

Maldito fútbol

Por: | 18 de abril de 2012

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-Todo el mundo sabe algo de fútbol.

-Mi padre, no.

-No puede ser. Aunque sea nombres de futbolistas.

-No más de cinco.

-Apostemos.

(Teléfono: 927 etc.)

-Papá, mira, es para un trabajo: ¿me podrías decir cinco nombres de futbolistas?

-¿De ahora?

-De cualquier época.

-Bueno, pues este que era de Cáceres… cómo se llamaba… el del polideportivo (un minuto, dos, tres)… sí, que jugó en el Madrid: ¡Morientes! ¿Otro más? Uy… (cuatro, cinco) Este que jugó en el Barcelona y que ahora es entrenador… (seis, siete, ocho)… eso, Guardiola.

-¿Alguno más?

-…

-Un beso a mamá.

Toda la memoria futbolística de mi padre tiene como piedra angular el Pabellón Polideportivo Fernando Morientes de Acehúche, un pueblo de 800 habitantes que atraviesa en coche camino del suyo: Ceclavín (Cáceres). Si un padre es importante para algunas cosas, en asuntos de fútbol es fundamental. Basta leer la colección “Hooligans Ilustrados” -50 páginas por título- que la editorial Libros del K. O. pondrá en las librerías el próximo lunes. Para bien, para mal o para regular, los recuerdos balompédicos de Ramón Lobo, Enric González o Antonio Luque (Sr. Chinarro) están marcados por la sombra paterna además de por el Real Madrid, el Espanyol o el Betis. La quiniela la completan, por ahora, Julio Ruiz (Atlético de Madrid), Marcos Abal (Barça) y Manuel Jabois.

FutbolLoboimagesCA8TCXWVJabois repite con el Real Madrid porque Ramón Lobo de lo que habla en El autoestopista de Grozni es, sobre todo, de la guerra. De la que él mantuvo con su progenitor y de las de Chechenia, Bosnia, Irak o Sierra Leona. “El fútbol es la teatralización de la guerra, la canalización, no siempre exitosa, de unas (bajas) pasiones universales. Organiza su desarrollo dentro de un campo de batalla: bandos, uniformes, armas, pinturas en el rostro, banderas, gritos, insultos, ansias de victoria y venganza”. Un “catalizador de la estupidez humana, del odio, la envidia, el nacionalismo exacerbado”. Eso es el fútbol para Lobo, que da una lección magistral de periodismo y memoria y, dios nos perdone, consigue que el lector pase la página 57 siendo un poco madridista. Sobre todo si es un lector sin carácter. Como yo. No es una frase, es el resultado de ser bético al terminar Marchito azar verdiblanco y perico -nada que ver con los supuestos periquitos de Sarriá- al cerrar Una cuestión de fe.

Como Ramón Lobo, ni Antonio Luque ni Enric González se engañan respecto a las miserias del llamado deporte rey. “Si no fuese porque hoy el fútbol es un programa de televisión para machos hartos del sexo inimaginable y para hembras con alergia al Vim Clorex verde, para fines de semana de mareos en el carrusel eterno de las reuniones familiares y las siestas resacosas, la pulga Messi haría demostraciones de su talento ante conductores impacientes frente a un semáforo en rojo”. Eso dice Luque justo antes de desear que ese mismo Messi termine en el Betis igual que Maradona – el “barrilete cósmico”- terminó en el Sevilla.

Si el librito –solo por el tamaño- de Luque tiene algo de tratado de geografía (sureña), el de Enric González lo tiene de historia. Los que todavía comulguen con el cuento del antifranquismo y el catalanismo barcelonistas harán bien en abrir por las páginas 29 y siguientes: “Llamamos fútbol a un juego y a todo lo que rodea ese juego. El envoltorio es lo que genera pasión, lo que transforma el simple hecho físico del movimiento de un balón en un hecho social trascendente. Y cuando palpamos el envoltorio comprobamos que está hecho del mismo material que la historia. Solo el pasado da sentido al presente”.

FutbolimagesCATCO9UGLa gracia en estos libros, como en la mayoría de los de fútbol –de Nick Hornby a Eduardo Galeano pasando por Gonzalo Suárez, Juan Villoro o Patxo Unzueta-, está en que el pasado del que se habla es también el de sus propios autores, lo que hace inevitable, a su vez, que el lector eche mano del suyo. Incluidos el de aquellos que, es el caso, lo más que han llegado a ser es del Club Polideportivo Cacereño. Sí, ese equipo de Segunda B cuya mayor hazaña -guardé la entrada durante años- fue empatar a uno en la Copa del Rey con el Atlético de Madrid, el futuro equipo de su estrella: Manolo. Fue en la ida. En la vuelta sacaron a Hugo Sánchez. Maldito fútbol.

 

El héroe toxicómano

Por: | 16 de abril de 2012

“X cogió la botella de la esquina de la repisa de la chimenea y sacó la jeringuilla hipodérmica del estuche de tafilete. Con los dedos largos, blancos y nerviosos ajustó la delicada aguja y se subió la manga izquierda de la camisa. Durante breves instantes sus ojos se posaron meditabundos en el brazo nervudo y en la muñeca, salpicados por cicatrices de innumerables pinchazos. Finalmente, se clavó a fondo la aguja afilada, presionó el minúsculo émbolo y se dejó caer en el sillón tapizado de terciopelo, con un largo suspiro de satisfacción”.

Pregunta: ¿quién es X?

Una pista: se trata de uno de los personajes más populares de la historia de la literatura, un clásico -jeringa incluida- de las colecciones de literatura juvenil.

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¿Por qué un poema, señor Grass?

Por: | 13 de abril de 2012

Grassobra_86Resumen de  lo publicado:

Günter Grass publica un poema.

Miguel Sáenz lo traduce al castellano: Lo que hay que decir.

Alguien lo pone en contexto.

Alguien lo critica.

Alguien lo defiende.

La clase política alemana e Israel critican a Günter Grass por su poema.

El Gobierno israelí declara al escritor persona non grata (es la forma de crítica literaria a la que suelen recurrir los gobiernos para no perder el tiempo ni con los argumentos ni con las metáforas).

El escritor se defiende.

Una pregunta y algunas conclusiones:

La pregunta: ¿Por qué un poema, señor Grass?

Las conclusiones:

Un artículo de Günter Grass sería otro artículo de Günter Grass. Este poema de Günter Grass es el poema de Günter Grass (que como poeta no es ningún advenedizo: la editorial Bartleby ha editado cumplidamente en español su obra poética en traducción del propio Miguel Sáenz).

Los gobiernos alérgicos a la crítica (o los que no tienen empacho en demostrar su alergia más bien) son los únicos que todavía se toman en serio a Hölderlin: “Pero el mar quita y da memoria; / también el amor fija las atentas miradas; / mas lo que permanece los fundan los poetas” (Recuerdo).

También algunos poetas se toman en serio a Hölderlin. En un reciente artículo en El País Semanal Javier Cercas reproducía su conversación con el poeta australiano Les Murray: “Le pregunto si, además de poesía, escribe prosa. "No", me contesta. "Eso no dura".

¡Un poema en la sección de Internacional! ¿Un artículo? Eso no dura.

En asuntos poéticos, el Gobierno israelí no se parece al resto de las democracias, cuya actitud hacia la literatura suele ser de despectivo silencio. Mientras no salga en la tele… Solo los gobiernos intolerantes persiguen a los poetas. Ese es el drama de la poesía en democracia: nadie la persigue; tal ver porque para perseguirla había que leerla y, como decía Auden pensando en Yeats, “poetry makes nothing happen”.

“La primera cautela de la que se rodea Grass es la elección del género literario para exponer sus argumentos, en los que toma distancia de Israel como alemán que llegó a militar en las SS ya próximo el final de la guerra, según relató en Pelando la cebolla. Al desarrollar sus argumentos como poema y no como artículo, Grass intenta situarlos en el terreno acotado de la creación, invitando implícitamente a compartir una emoción antes que a polemizar con unas opiniones. El premio Nobel se declara, además, “envejecido” y confiesa escribir el poema con “su última tinta”, un recordatorio apenas velado de que se encuentra en el último tramo de su vida. Lo que hay que decir lo dice mediante un género literario y desde una circunstancia personal que anticipa una posible censura, y ahí la segunda cautela. “Antisemitismo”, escribe Grass, “se llama la condena”, escribió José María Ridao.

La condena.

 

 

La voz de Francisco Brines

Por: | 11 de abril de 2012

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HOY, LECTURA.
Francisco Brines cumplió el 22 de enero 80 años, publicó su último libro hace 15 y lleva tiempo maltrecho del corazón y retirado en su casa entre naranjos de Oliva (Valencia), el pueblo en el que nació en 1932. Tiene además, dice, un libro de poemas casi listo, con lo cual sus lecturas públicas –no tan frecuentes ya- terminan ahora con algún inédito. Todo lo anterior sería suficiente para que las asociaciones de vecinos, los partidos políticos, los sindicatos y la conferencia episcopal pusieran autobuses para ir a escuchar a Brines esta tarde en la Residencia de Estudiantes de Madrid a las 19.30. Su lectura, además, se grabará para que el audio-libro resultante pase a formar parte antes de fin de curso de “La voz de”, una colección que cuenta con 16 libros-CD con las lecturas –algunas ya son míticas- de autores como Rafael Alberti, Octavio Paz, Gil de Biedma, Valente, Olga Orozco, Claudio Rodríguez, Blanca Varela, Ángel González, Tomás Segovia o Fina García Marruz.

ALOCUCIÓN PAGANA. Con todo, motivos nunca faltan para escuchar a Brines. Es, además, uno de los poetas que mejor lee y explica sus versos. Pese a lo peculiar del sitio, en los anales ha quedado para siempre la lectura que ofreció en el Colegio Pontificio de Roma en 1996 ante un auditorio de doctorandos en Teología. Allí desgranó sus poemas más duros sobre Dios y la fe religiosa –incluido El santo inocente completo, cosa rara-. Entre ellos “Alocución pagana”, del libro Aún no (1971):

¿Es que, acaso, estimáis que por creer
en la inmortalidad,
os tendrá que ser dada?
Es obra de la fe, del egoísmo
o la desolación.
Y si existe, no importa no haber creído en ella:
respuestas ignorantes son todas las humanas
si a la muerte interroga.

Seguid con vuestros ritos fastuosos, ofrendas a los dioses,
o grandes monumentos funerarios,
las cálidas plegarias, vuestra esperanza ciega.
O aceptad el vacío que vendrá,
en donde ni siquiera soplará un viento estéril.
Lo que habrá de venir será de todos,
pues no hay merecimiento en el nacer
y nada justifica nuestra muerte.

Baste decir para entender el talante del poeta que lo sincero, sabio y medido de su intervención ha dejado una huella imborrable en todos los que estaban allí.

ENSAYO DE UNA DESPEDIDA. Así tituló Brines el volumen que reúne todos sus libros aparecidos entre 1960 (Las brasas) y 1997 (La última costa). Las últimas ediciones de la editorial Tusquets incluyen también los textos de ocasión –que no menores- agrupados en Poemas excluidos y que Renacimiento publicó en su día como libro exento. Seis libros –más los excluidos y tres poemas de Materia narrativa inexacta- no parecen demasiados para medio siglo de escritura, pero así es Francisco Brines, un poeta que actúa por depuración y que desde su primer libro –Premio Adonais en 1959- surgió con una voz ya hecha, nada primeriza. Curiosamente, la voz elegíaca de alguien que parecía haberlo vivido todo. Muchas veces ha dicho el propio poeta que aquel primer poemario podría ser también el último por el tono de adiós que lo atraviesa.

LA GENERACIÓN DEL 50. Francisco Brines es de los pocos poetas que habla sin complejos de su generación, de cuyo núcleo duro siempre formó parte –traducción: está en todas las antologías- pero en el que siempre fue un verso suelto. Su tono elegíaco disonaba en un tiempo en el que la poesía social lo impregnaba todo. El propio Brines cuenta con una sonrisa cómo algunos amigos se agarraban al tú de algunos de sus poemas para apelar al espíritu comunitario. Además, frente al Machado más abiertamente realista –el de Campos de Castilla-, él siempre prefirió al más simbolista –el de Soledades-.

LOS MAESTROS. Dos sobre todo, y ninguno fácil como persona, lo suele recordar él mismo: Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda. Al primero lo leyó con devoción y contra viento y marea incluso en los tiempos en que todo era hostil en España al poeta de Moguer. El tiempo le ha dado la razón. Del segundo se ocupó en su discurso de ingreso en la Real Academia Española el 21 de mayo de 2006. Antes, en el famoso número consagrado a Cernuda por la revista La caña gris, le había dedicado un extenso ensayo ya antológico: “Ante unas obras completas”. En 1995 quedó recogido en Escritos sobre poesía española. De Pedro Salinas a Carlos Bousoño (Pre-Textos), un volumen que demuestra que además de un gran poeta, Brines es un prosista enorme. Otro hito para entender su obra es “La certidumbre de la poesía”, el prólogo que puso al frente de Selección propia, la antología más personal de sus poemas (Cátedra, 1988).

EL MAESTRO. Un minuto de sociología. Cuando la poesía española se polarizó, muy para entendernos, entre realistas (digamos, sin salir del 50, la escuela de Gil de Biedma) y herméticos (digamos, la escuela de Valente), la obra de Brines (metafísica en el fondo y clara en la forma) apareció siempre como una tercera vía que con el tiempo ha ido templándolo todo. Sin estridencias.

ELCA. Su casa en el campo de Oliva, con el Mediterráneo, el Montgó y el cabo de San Antonio a la vista. Es también la casa de muchos de sus poemas: los que hablan de la infancia y los que hablan de su retiro. Está llena de papeles.

EL FÚTBOL Y LOS TOROS. Le gustan. Y le gustaban cuando no parecían muy de intelectuales. Incluso ha escrito sobre ellos. Una de las últimas veces el 23 de mayo de 2001, cuando el Valencia, su equipo, jugó la final de la Copa de Europa contra el Bayern de Múnich. Tiene incluso una teoría. Los toros pueden ser arte; el fútbol, no. El interés por la victoria que mueve al que contempla el juego choca con el desinterés inherente a toda manifestación artística.

DONDE MUERE LA MUERTE. Así se titula uno de los poemas de Francisco Brines inéditos en libro. En plaquettes y antologías se han podido ir leyendo algunos de los textos que forman parte de su próximo poemario.

Donde muere la muerte,

porque en la vida tiene tan sólo su existencia.

En ese punto oscuro de la nada

que nace en el cerebro,

cuando se acaba el aire que acariciaba el labio,

ahora que la ceniza, como un cielo llagado,

penetra en las costillas con silencio y dolor,

y un pañuelo mojado por las lágrimas se agita

hacia lo negro.

Beso tu carne aún tibia.

Fuera del hospital, como si fuera yo, recogido

en tus brazos,

un niño de pañales mira caer la luz,

sonríe, grita, y ya le hechiza el mundo

que sabrá abandonarle.

Madre, devuélveme mi beso.

EL VASO QUEBRADO. Otro de los poemas que todavía no tienen asiento en libro. Esta tarde, la voz de Francisco Brines.

HAY veces en que el alma
se quiebra como un vaso,
y antes de que se rompa
y muera (porque las cosas
se mueren también),
llénalo de agua
y bebe,
quiero decir que dejes
las palabras gastadas, bien lavadas,
en el fondo quebrado
de tu alma
y, que si pueden, canten.

(El poema)

 

NOTA. El libro La voz de Francisco Brines estará en las librerías coincidiendo con la Feria del Libro de Madrid, que se inaugura el último fin de semana de mayo. En su lectura en la Residencia de Estudiantes el poeta anunció el título de su próximo libro, pendiente de que termine de retocar un par de poemas: Donde muere la muerte.

Actualización 18/4/2012. La editorial Visor acaba de publicar en su colección "De Viva Voz" el libro-CD Francisco Brines, Antología personal. Son 19 poemas leídos por su autor. Incluye tres inéditos.

..............................

Imagen: Francisco Brines en su casa de Oliva (Valencia) fotografíado por Jesús Císcar.

 

 

 

 

Lo que sé de Pablo Guerrero

Por: | 09 de abril de 2012


PabloGuerreroCassetteuntitled¿Qué año sería? El setenta y tantos. Nosotros teníamos un primo y él tenía el COU acabado, la mili en Ceuta, libros de Kafka y una casete (entonces cassette) de Pablo Guerrero que ponía una y otra vez. A cántaros, se titulaba. En el radiocasete (supongo que traído de Ceuta si no mezclo las fechas) aquel hombre de barba (Guerrero) compartía decibelios (pocos, el radiocasete era mono) con Pink Floyd y Rafael Farina. Farina era una estupenda concesión a los viejos, que perdonaban al cantautor (¡la palabra!) su barba y la política porque era, y aquello cotizaba, extremeño (como todo el mundo). La diáspora daba entonces para una ruta directa a Granollers y para el otro chiste: “Extremadura dos: Móstoles y Alcorcón”.

PablogGDesiertoimagesCAJ5CRWTUn día Pablo Guerrero dejó de ser el de la casete para ser el de un vinilo con carpeta negra y verde y sello de Grabaciones Accidentales: El hombre que vendió el desierto. Los pequeños, después de ser heavies, se habían vuelto, digamos, modernillos y el primo mayor había sacado unas oposiciones. No sé si comentamos con él lo del disco de Pablo Guerrero y lo de aquella canción –“Ángeles con ojos de amargura”- en la que se oía la voz de Cristina Lliso, de Esclarecidos. Era preciosa.

De repente, el primo tenía un Guerrero y nosotros, otro. Nos creímos tan listos que no supimos ver que aquellas dos ronqueras -prima hermana de la de Leonard Cohen- salían del mismo sitio. Tal vez el primo grande lo supiera, pero nadie se acercó a preguntarle. Cuando pensamos correctamente la pregunta el primo ya había muerto. Antes de tiempo, como suelen morirse los primos. Tampoco pudimos contarle que un día sonó el teléfono de uno de los primos pequeños, culpable de un par de libros de, digamos, poemas. Era Pablo Guerrero. Afónico y amable. El de la cinta cassette: “¿Me escribirías una letra?” Glups. “Venga”. Tiempo. Tic tac: “Te la mando”. “Recibida”. Tic tac. “¡Está llena de encabalgamientos! Difícil de cantar”. Un pozo para el gozo. Y una luz al final del túnel: “He pensado utilizar a cambio un poema de Frágil, si te parece bien”. “Requetebién”. Lo que no sabía la comisión de poetas menores y primos ex menores de edad es que la música se la iba a poner Jabier Muguruza (“¿el de Kortatu?”, preguntaba otro primo, este de Barakaldo). Se la puso y tradujo parte de la letra al euskera. Felicidad total en la margen izquierda.

PabloMugu010000044643_n_imggCosas que nos hubiera gustado contarle al primo: que los pequeños se tomaron un café con Pablo Guerrero en un bar de su barrio que se llama Los poetas como podría llamarse Los primos; que Guerrero habla poco pero bueno; que incluyó hace tres años aquella canción –“Cansancio”- en un disco (CD ya) titulado Luz de tierra; que el año pasado Jabier Muguruza la grabó en un disco suyo llamado Bikote Bat; que seguro que le hacía gracia; que Móstoles tiene su aquel y que tenemos pendiente un viaje a Granollers.

Que el miércoles 11 de abril de 2012, pasado mañana, Pablo Guerrero celebra en el Círculo de Bellas Artes de Madrid los 40 años de A cántaros con un concierto.

Que tenía razón.

PabloGuerrero

 

El poema de la Resurrección

Por: | 08 de abril de 2012

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Gran Vía

Por Pablo García Baena 


¡Eh, compañero! ¿Buscas

al Cristo?, gritó alzándose el mendigo

predicador en su hacienda de andrajos

del banco donde duerme,

a espaldas del benéfico Caballero de Gracia.

Tuve miedo en la noche, por si fuera

el Cristo mismo, ebrio, quien me hablara,

y lo negué tres veces.

 

Del libro Los Campos Elíseos (2006).

El País

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